No a una fuerza de interposición ni de la ONU ni de la OTAN
Autor: Juan Chingo
A dos semanas de la ofensiva israelí sobre el Líbano, los combates en la frontera y la destrucción de la infraestructura continúan en forma deliberada con el objetivo de aterrorizar a la población civil. Mientras sigue esta escalada, Condoleezza Rice iniciaba su gira diplomática con el objetivo de ganar más tiempo para que el ejército israelí siga usando las bombas y armas norteamericanas para devastar al Líbano, al tiempo que propagandizaba una búsqueda de un alto el fuego “duradero y permanente”, fórmula con la que sigue dando luz verde a la operación militar israelí, rechazando los intentos de otros países imperialistas que quieren ya mismo un cese de hostilidades. En el marco de su viaje, se empezó a hablar con más insistencia de la formación de una fuerza de interposición internacional que asuma la tarea pesada de evitar nuevos ataques de Hezbollah o que colabore con el ejército del Líbano en esta tarea. Aunque muchos dudan de la viabilidad de estas alternativas para impedir que Hezbollah deje de ser una amenaza para Israel, no puede descartarse que luego de un cese del fuego se busque imponer alguna variante de este tipo.
Sin embargo, aún no está claro cuándo va a llegar este momento. En los primeros días de la campaña militar, Israel gozó de un amplio respaldo internacional que abría una ventana de oportunidad para que debilitara cualitativamente a Hezbollah, cuestión que es respaldada por EE.UU. en su intento de salir del impasse estratégico en que se encuentra en la región como consecuencia de su empantanamiento militar en Irak. Sin embargo, a medida que se van difundiendo las imágenes de destrucción de la infraestructura y los enormes padecimientos de las masas libanesas (y palestinas), dicho apoyo se viene deteriorando. Nuevamente Israel está sufriendo una fuerte presión política , al igual que su patrón, Estados Unidos. No debemos perder de vista que la administración Bush sigue estando políticamente débil . En este marco, aunque Estados Unidos quisiera ver derrotado a Hezbollah, los números en las encuestas y los crecientes problemas en Irak impiden que EE.UU. pueda sostener a Israel indefinidamente. Es en este marco que la puesta en escena de una fuerza de interposición internacional cobra sentido. Buscan darle aire, al menos provisoriamente, a lo que el ejército israelí espantado por el alto costo y las consecuencias funestas de la invasión del Líbano en 1982 pareciera no estar dispuesto a hacer. Por eso junto con redoblar los esfuerzos para derrotar la ofensiva militar israelí, al mismo tiempo debemos plantear claramente la total oposición a toda fuerza militar que, bajo mandato de la ONU o de la OTAN, intente pisar suelo libanés. Un contundente triunfo militar israelí o, si esto no es posible, la introducción de una fuerza imperialista en una franja de seguridad entre la frontera de Israel con el Líbano, sería un retroceso para las masas de la región que sólo quieren sacarse la tutela sionista respaldada en el dinero y las armas del imperialismo norteamericano.
Frente a esta perspectiva los revolucionarios luchamos por liquidar la fuente de opresión y permanentes guerras en la región desde su creación: el Estado de Israel, Estado fundado sobre la expulsión de la población árabe originaria y que sólo puede mantenerse mediante una guerra y opresión permanente contra las masas palestinas y los países árabes vecinos como prueba toda su historia. Por eso en el actual conflicto, a pesar del carácter de Hezbollah, los revolucionarios los defendemos ante la agresión del Estado sionista y consideramos legítimos sus actos de resistencia contra el Estado terrorista de Israel, al tiempo que mantenemos total independencia política de este grupo islámico radical. A la vez, estamos por la derrota de la agresión israelí contra el Líbano, que de tener éxito sólo establecerá un gobierno más pro imperialista que probablemente acepte una considerable fuerza de interposición imperialista , una vez que el ejército israelí haya limpiado el terreno. Sólo una dirección obrera revolucionaria, independiente de todos los gobiernos burgueses de la región, no sólo de los amigos de Israel sino también de los que hoy aparecen como enemigos como es el caso de Siria e Irán, puede ser una alternativa para las justas aspiraciones de las masas de la región. Los marxistas revolucionarios luchamos por la destrucción del Estado sionista reaccionario de Israel y sostenemos que un estado palestino laico, democrático y no racista sólo es posible con una Palestina obrera y socialista, donde puedan convivir en paz árabes y judíos, en todo el territorio de la Palestina histórica (que incluye tanto el que ocupa actualmente Israel, como Gaza y Cisjordania), en la perspectiva de una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente.
Judaísmo y Sionismo
Autor: Miguel Raider
Los sionistas y los halcones neoconservadores del gobierno de Bush sostienen que toda crítica dirigida hacia el Estado de Israel encierra una ideología antisemita en potencia. Quien se opone al Estado de Israel también se opondría a la existencia de los judíos. De ese modo se desprende una relación de identidad apoyada sobre un supuesto vínculo “natural” entre las personas de origen judío y el Estado de Israel. Esta relación de equivalencia no es más que una falacia que se propone un objetivo ideológico: asociar a todas las personas del mundo que profesan la religión judía como soportes materiales de un Estado colonialista y racista.
El sionismo es un movimiento político que surgió a fines del siglo XIX a partir del recrudecimiento del antisemitismo sobre Europa. Mientras gran parte de los trabajadores de origen judío se enrolaban en los partidos socialistas, destacando importantes dirigentes como León Trotsky o Rosa Luxemburgo, el minoritario movimiento sionista buscaba el apoyo de las potencias imperialistas para promover la colonización de Palestina mediante el establecimiento de un Estado judío. Con dicha finalidad, los sionistas no vacilaron en buscar acuerdos con célebres antisemitas como el ministro Plehbe, quien desde la autocracia zarista azotaba con furiosos pogroms a las aldeas judías. El genocidio de millones de judíos durante la 2° Guerra Mundial generó las condiciones para que el sionismo se transformara en la ideología “natural” de las comunidades judías. Gran Bretaña primero, y EE.UU. después, hicieron el resto de la tarea financiando la construcción del Estado sionista, asentado sobre la expropiación de las tierras y la masacre del pueblo palestino.
Pero el sentido común de la ideología sionista se disuelve cuando el propio Estado de Israel hace a un lado las necesidades de las personas de origen judío para mantenerse como una maquinaria de guerra permanente contra los pueblos árabes, acorde a los dictados de EE.UU. Con motivo del 12° aniversario del atentado contra la AMIA, el embajador israelí, el Congreso Judío Mundial y la DAIA se reunieron con el gobierno para exigirle su alineamiento con el Estado de Israel en la escalada bélica lanzada contra Hezbollah y sus socios de Iran y Siria, como presuntos autores del atentado contra la mutual judía. Sin haber presentado ninguna prueba, los representantes de las instituciones sionistas dan por terminada la investigación del atentado terrorista más brutal de la historia argentina, consagrando la impunidad y preparando así el camino para una pronta prescripción de la causa. Burlando el dolor de los familiares de las víctimas, los representantes del sionismo desplazaron la legítima demanda de establecer justicia en aras de las necesidades inmediatas del Estado de Israel, los EE.UU. y la cruzada antiterrorista contra el mundo árabe. Así vuelven a repetir el papel que desempeñaron durante el gobierno de Menem, cuando mediante la figura de Rubén Beraja fueron cómplices del encubrimiento de la investigación fraguada por el ex juez Galeano, la SIDE, Corach y toda la runfla menemista.
Sin embargo, no era la primera vez que el Estado de Israel actuaba contra los reclamos de la comunidad judía. Durante los años de plomo, el Estado judío apoyó públicamente a la dictadura militar, proporcionándole armamento e instruyéndola en la profesión de la tortura. Numerosos testimonios relatan que los genocidas practicaban una peculiar predilección por la tortura sobre los desaparecidos de origen judío, humillándolos con marchas nazis y banderas inscriptas con cruces esvásticas, aún a sabiendas del Estado sionista que prestaba en silencio su consentimiento.
Los “árabes israelíes” y los palestinos de Gaza y Cisjordania constituyen la mano de obra barata y los sectores más brutalmente discriminados por el Estado sionista. Sin embargo, este Estado no duda en exponer la vida de su propia población judía cuando se trata de imponer orden y disciplina a los pueblos árabes. Hace pocos días dos obreros judíos de la zona de la Galilea murieron camino a sus trabajos, producto del chantaje de los funcionarios estatales que exigían el retorno a las tareas laborales de aquellos que escapaban de los misiles buscando resguardo en las ciudades del sur.
El Estado sionista cubre los salarios equivalentes a los dos meses anuales de reserva que deben prestar los ciudadanos judíos al ejército, pero hoy se niega a compensar los días de trabajo caídos de aquellos que debieron huir a consecuencia de la espiral de violencia generada por su iniciativa asesina sobre la población civil del Líbano. La vida de los judíos vale para el Estado sionista en tanto y en cuanto sirva para reproducir su política colonial y guerrera. Precisamente por este motivo, durante la 2° Guerra Mundial los colonos sionistas abandonaron a su suerte a los 6 millones de judíos que fueron exterminados en los campos de concentración de Auschwitz, Bergen Belsen, Dachau, Treblinka, Maydanek, etc. Menajem Begin, Ariel Sharon, David Ben Gurión y todo el movimiento sionista dedicaron sus esfuerzos a construir las bases del Estado colonial montando las bandas paramilitares y terroristas del Irgún, Etzel, Leji y Haganá con la finalidad de expulsar al pueblo palestino de sus tierras mediante quemas de cosechas, asesinatos y masacres sin par, mientras millones de sus “hermanos” eran asesinados bajo la ignominia de la bestia nazi.
El Estado de Israel se construyó asimilando la herencia de los nazis desde su simiente porque fue fundado sobre la limpieza étnica del pueblo palestino. Los judíos como minorías oprimidas de los distintos países, que sufren en carne propia el antisemitismo, y que a su vez se manifiestan por la paz, deben repudiar la acción criminal de ese Estado sostenido a punta de fusil y romper sus lazos con el sionismo. La población judía mayoritaria del Estado de Israel jamás podrá obtener la paz si actúa sellando una alianza alrededor de ese Estado racista basado en un ejército de ocupación permanente contra el pueblo palestino. Ningún pueblo que oprime a otro puede ser libre, decía Marx a los trabajadores ingleses respecto a la Irlanda oprimida. La convivencia pacífica entre judíos y árabes en Medio Oriente exige destruir las bases materiales de ese Estado teocrático y colonial, basado en la religión y la raza, como instrumentos de influencia decisiva del imperialismo norteamericano.
Lea también:
Claves
Para entender el conflicto en Medio Oriente
Segunda declaración de la FT-CI frente a la crisis de Medio Oriente
¡Detengamos la ofensiva israelí sobre Palestina y el Líbano!
|
Reportaje a Liora, pacifista israelí de izquierda, desde Jerusalén
¿Qué repercusión tuvieron las movilizaciones llevadas adelante por el movimiento pacifista?
El sábado 22 hubo una movilización que no pasó desapercibida para la sociedad pero el gobierno se mantuvo indiferente. Acá hay que hacer una “intifada” para que el gobierno vea esa oposición. Las movilizaciones anteriores a la segunda Intifada que eran más combativas, se veían como antisionistas por la sociedad. Ahora no, porque son muy pacíficas.
En la última marcha se pedía por la liberación de los presos palestinos. Contanos cuales son las reivindicaciones del movimiento.
El movimiento pacifista está plateando que hay que liberar a los presos de las cárceles. Por ejemplo hay muchas mujeres y menores en las cárceles israelíes. Pero levantan la liberación de los que no están relacionados con actos terroristas. El 80% de los presos son sólo activistas políticos. Acá hay muchas personas presas sólo por haber ido a una marcha o ser familiar o amigo de un activista.
Dentro del movimiento hay dos sectores principales. El Taayush (aproximadamente 2.000/2.500 personas), que plantea la coexistencia entre Israel y Palestina. Sus militantes hablan de dos Estados aunque públicamente no está en su programa. Cada fin de semana están en las esquinas de Tel Aviv y Jerusalén volanteando y haciendo denuncias de la situación. También está Gush Shalom (Centro de Paz, aproximadamente 1.000 militantes), plantean la necesidad de que hoy Olmert negocie con Hamas y Hezbollah, siempre plantearon el punto de la negociación. Ellos levantan en su programa la constitución de dos Estados.
¿Cómo viven los árabes en Israel?
La igualdad no existe. Tanto en salud, educación como en los ingresos (sobre todo en los sectores de trabajadores) la situación es muy desigual. Por ejemplo ahora, los refugios anti bombas y misiles son distintos para árabes e judíos, para los segundos son mucho mejores. La mayor desocupación en Israel se da en los poblados árabes. Y como Israel está lleno de inmigrantes, entre ellos los rusos y árabes son los más perjudicados en sus derechos laborales y su situación en general. Existe una diferenciación salarial clara entre la mujer árabe que gana menos que la mujer judía, incluso cuando el dueño es árabe. En cuanto a la salud: en las ciudades y pueblos judíos los centros de salud están al alcance de toda la población, son de fácil acceso. En los pueblos árabes prácticamente no hay centros de salud, o sea que la mayoría de la gente tiene que recorrer muchos kilómetros para llegar a uno. Otra muestra de estas diferencias es la comunidad beduina que vive al sur de Israel. Estos pobladores no son reconocidos por el Estado. Son cerca de 50.000 personas. Y no tienen nada, ni electricidad, ni agua y deben proveerse en otros poblados.
Marcha en Tel Aviv contra los ataques
El 22 de julio se realizó la segunda marcha en Tel Aviv contra el ataque de Israel a Gaza y el Líbano. Participaron más de 2.500 personas, y por primera vez marcharon organizaciones árabe-israelíes (entre ellas una de las más importantes, Balad) codo a codo con militantes pacifistas, jóvenes y mujeres. También participaron Gush Shalom (movimiento pacifista de izquierda que levanta la salida de “dos Estados”), y el movimiento de soldados “objetores de conciencia” que se negaron a pelear en la invasión de Israel al Líbano en 1982. La consigna unificadora fue “Parar la guerra” y los ataques al Líbano. Lo más llamativo fue que por primera vez también se escucharon cantos contra Estados Unidos, el aliado más fuerte de Israel en su ataque criminal al pueblo palestino y libanés, “No mataremos, no moriremos en nombre del sionismo”, “No mataremos, no moriremos al servicio de Estados Unidos”.
Estados Unidos fortalece su colaboración con Israel
Mientras Condoleezza Rice (Secretaria de Estado norteamericana) gasta su cínica sonrisa en mesas diplomáticas y promete “ayuda humanitaria” al Líbano, se hizo público en el mismo Estados Unidos el último acuerdo de venta de arsenal militar a Israel, lo que contribuye al enorme armamento del ejército sionista para “ejercer su autodefensa”.
El viernes 21 un diario norteamericano dio a conocer el contenido del paquete autorizado por el gobierno de Bush a fines de 2005 para vender nuevas armas sofisticadas a Israel. Miles de millones de dólares en bombas, misiles y satélites, mientras el pueblo palestino y el libanés viven en la miseria, producto del ataque sionista que ya se cobró más de 500 vidas y obligó al éxodo a 700.000 personas que vivían en el Líbano. Rutas, aeropuertos, fábricas y escuelas destruidas, mientras EE.UU. sigue armando a su “gendarme” en Medio Oriente. Es tan escandaloso el descubrimiento que ni el Pentágono ni las Fuerzas Armadas israelíes quisieron hablar del tema. Pero como si fuera poco Israel solicitó nuevas bombas de precisión guiadas por satélite para “neutralizar a Hezbollah” y “evitar objetivos civiles”. Aunque la venta fue concretada el año pasado, EE.UU. está acelerando el envío, ante el pedido de Israel de acelerar la llegada del armamento en medio de la escalada militar. La nueva venta se suma a los 7.200 millones de dólares que lleva gastados Israel en la compra de armamento norteamericano, sin contar las más 67.000 armas regaladas por el imperialismo yanqui.
|