Atilio Borón en un artículo de Página 12 del 12/02/11 establece un paralelismo entre el proceso egipcio y la revolución rusa de Febrero de 1917. Dice: “Este febrero del 2011 bien podría resultar la reedición de otro, acontecido en 1917, en Rusia, donde también se ganó una crucial batalla que ocho meses más tarde daría nacimiento a una revolución que, con sus logros y sus defectos, cambió el curso de la historia contemporánea. Es demasiado pronto para formular pronósticos de largo plazo. Pero, ¿quién podría ahora atreverse a descartar la posibilidad de que el mundo árabe también tenga su octubre?”
Aquí queremos recordar a nuestros lectores el significado del Febrero ruso de 1917, valiéndonos de las lecciones de León Trotsky sobre la Revolución rusa.
Consideramos que este primer embate de las masas egipcias está muy lejos todavía del Febrero ruso, aunque como planteamos en el artículo en esta misma página, no puede descartarse que se abra esa perspectiva si el proceso huelguístico se extiende y radicaliza. Recordemos los hechos de la Revolución rusa.
A comienzos de 1917 los campesinos, soldados y trabajadores rusos vivían una situación desesperante tras tres años de guerra que habían hecho estragos en las condiciones de vida de la mayoría de la población. Millones habían muerto en el frente de batalla, otros tantos sufrían hambrunas y los trabajadores veían aumentar la explotación de los patrones y la represión del régimen autocrático. El zarismo había entrado en una profunda decadencia y su dominio se había vuelto insostenible.
Huelga general, división del Ejército, la insurrección
El 23 de Febrero obreras de varias fábricas textiles de Petrogrado se declaran en huelga y arrastran a los obreros del distrito de Viborg, mayoritariamente dirigido por el Partido Bolchevique. La huelga se extiende, los obreros marchan al centro de la ciudad al grito “¡Abajo la autocracia!” y “¡Abajo la guerra!” Se adhieren los estudiantes universitarios. Los choques con la policía se suceden, la multitud exterioriza un odio furioso.
Pero los soldados saludan a los obreros con muestras de simpatía y los cosacos, que constituían la fuerza represiva más confiable del zar, prometen no disparar.
Los cambios operados en el ánimo del ejército serían la clave de la insurrección de febrero. El pueblo lo percibe y comienzan a confraternizar con la tropa. Se estaba gestando la insurrección obrera que puso fin a la autocracia zarista.
La revolución obtuvo así su primer triunfo: la huelga se transformó en insurrección. Los soldados ajusticiaban a sus oficiales, se unían al levantamiento obrero y popular. Los combates se sucedían y los soldados, junto a los trabajadores, tomaron los puntos neurálgicos de la ciudad: las telefónicas, el correo, las estaciones de trenes y el arsenal de la guarnición.
Comparando la dinámica de clase y el triunfo obtenido, podemos definir al Febrero ruso como una revolución obrera por el liderazgo y los métodos de lucha: la huelga insurreccional, en alianza con soldados y campesinos. Esta es una primera y gran diferencia con la revolución egipcia que comenzó con masivas movilizaciones pacíficas (policlasistas) entrando la clase obrera con sus huelgas sobre el final, pero que no llega a la huelga general política, ni a la insurrección. Por otro lado, la caída de Mubarak significó un golpe revolucionario al gobierno, y una crisis en el régimen, a diferencia de febrero del ´17 que no se limitó al gobierno, sino que fue el comienzo del derrumbe del andamiaje que sostenía al estado autocrático. Y por último lejos de dividirse, el Ejército es la salvaguarda del nuevo régimen que se está gestando.
Los soviets, el doble poder
El 27 de febrero de 1917 se constituyó el nuevo Soviet conformado por un delegado cada 1.000 obreros y uno por cada regimiento, al que se incorporan delegados de todas las organizaciones socialistas.
Mientras obreros y bolcheviques, junto a los soldados, aún estaban en las calles garantizando el triunfo de la insurrección ante los restos del zarismo, en el Palacio de Taurida surgirían dos instituciones políticas muy distintas: por un lado el gobierno provisional dominado por la burguesía y los terratenientes, por el otro, el Soviet de diputados de obreros y soldados de toda Rusia. Las masas poseían una referencia propia, el Soviet. “Desde el primer momento, el Soviet, a través de su Comité Ejecutivo empieza a obrar como poder: control de las subsistencias, de la guarnición, ocupación del Banco del Estado, la Tesorería, la fábrica de monedas, el transporte. Los obreros, los soldados y los campesinos, sólo confiaban en el Soviet y miraban con profunda desconfianza al gobierno provisional burgués. En los primeros días de marzo se organizan Soviets en todas las fábricas, barrios, localidades y regiones, que envían delegados al ‘Soviet de diputados obreros y soldados de toda Rusia’”.
No hubo elementos de auto-organización de clase en el proceso revolucionario egipcio, donde primó la espontaneidad de las movilizaciones amplias, lo que deja a las masas a merced de las maniobras de las fuerzas contrarrevolucionarias.
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