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Parálisis y crisis estratégica
por : Juan Chingo

26 Feb 2011 |

El primer Congreso del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia realizado el pasado fin de semana en Montreuil, en las afueras de París, terminó en un estrepitoso fracaso. Ninguna de las plataformas presentadas logró imponerse. La mayoría saliente –donde se encuentran su figura pública, Olivier Besancenot y dirigentes históricos como Alain Krivine– apenas alcanzó un 41,8% de los votos a su texto de orientación. Ni siquiera fue posible sacar una declaración común del Congreso producto de las fuertes discrepancias entre las plataformas principales: la Plataforma 3 (PF3) o “unitaria”, partidaria de un acuerdo a toda costa con los reformistas, es decir, con el Parti de Gauche (PG, Partido de Izquierda) de Jean-Luc Mélenchon, antiguo ministro del gobierno del socialdemócrata Lionel Jospin y el Partido Comunista Francés; la Plataforma 2 (PF2), llamada por la prensa burguesa “identitaria” que quiere una candidatura de Olivier Besancenot para las elecciones presidenciales de 2012, plantea una vuelta al “NPA de los orígenes” y la necesidad de una orientación hacia los lugares de trabajo; la Plataforma 1 (PF1) que oscila entre la PF3 y la PF2 en relación a la cuestión electoral, se define a sí misma como “anticapitalista” y “unitaria”. Como consecuencia de esta indefinición, siete miembros de la dirección saliente decidieron adherirse al PG. Esto se da en el marco de la pérdida de adherentes que pasaron de cerca de 9.000 en el Congreso de Fundación hace dos años a alrededor de 3.550 que votaron en las asambleas electivas previas a este Congreso [1].

Una crisis estratégica

La crisis del NPA no es de carácter coyuntural sino estratégica. Sus raíces están en las bases de creación del NPA, un partido anticapitalista amplio sin una clara delimitación estratégica y programática, que buscaba agrupar a militantes revolucionarios y reformistas radicales, es decir antineoliberales, decepcionados con el giro al social-liberalismo del Partido Socialista, acompañado a su vez por su antiguo socio en el gobierno de la “izquierda plural”, el PCF y que se habían expresado en diferentes movimientos como el altermundialismo, el feminismo, el ecologismo, el rechazo al referéndum sobre la Constitución europea en 2005, entre otros.

Esta construcción deliberadamente centrista, ideada por la dirección de la ex Liga Comunista Revolucionaria (LCR), buscaba desprenderse ya no sólo de una clara concepción del cambio revolucionario de la sociedad, como ejemplificaba el abandono de la lucha por la dictadura del proletariado, incluso antes de la formación del NPA, sino de toda referencia comunista y revolucionaria, hasta en el nombre, producto de su visión de que se había entrado en una “nueva etapa” tras la caída del Muro de Berlín donde las viejas enseñanzas, lecciones y referencias revolucionarias de la época de guerras, crisis y revoluciones que caracterizan a la época imperialista habían perimido y debían ser reemplazadas por una definición totalmente vaga, su famoso “Socialismo del Siglo XXI”, tomado de la Venezuela chavista. Por la positiva, el NPA se diferencia del reformismo, luego de las escandalosas capitulaciones de las secciones hermanas de la ex LCR en Brasil, que tuvo un ministro en el gobierno capitalista de Lula o del apoyo de Sinistra Critica en Italia al gobierno imperialista de Prodi con la participación de su senador, Turigliatto, en la bancada de Refundación Comunista (voto de la confianza a Prodi, de los créditos de guerra para Afganistán, Líbano, etc.). Sin embargo, el abandono explícito de la estrategia y el programa revolucionarios deja abierta permanentemente una puerta hacia el reformismo.

Alentados en su fundación por el resultado de las elecciones presidenciales de 2007, donde Besancenot salió arriba no sólo de Lutte Ouvrière (organización de origen trotskista, competidora histórica de la ex LCR y cuya figura era la hasta esa entonces candidata presidencial, Arlette Laguiller) sino también de los Verdes y el PCF, la “magia” y la ilusión pudieron mantenerse, durante los primeros años del sarkozismo, porque ante la crisis del PS, el “joven cartero” –como llama la prensa burguesa a Besancenot– aparecía como el mejor opositor a Sarkozy. Estas condiciones excepcionales, de ocupar el espacio vacío del viejo reformismo –en crisis en medio de la restauración burguesa que implicó la ofensiva capitalista de las últimas décadas y que llevó a la transformación en clave abiertamente burguesa del PS luego de los dos gobiernos neoliberales de Miterrand, perdiendo su base obrera– se fueron liquidando. Hoy en día, por la negativa, la crisis abierta e histórica del capitalismo, ha producido que el espacio que separa el anticapitalismo del social-liberalismo sea uno de los más poblados del espectro político, con organizaciones y sensibilidades que proliferan: el ya nombrado Parti de Gauche (creado a imagen y semejanza de Die Linke en Alemania), la relativa (en el marco de su declinación histórica) recuperación del PCF, la FASE (Federación por una Alternativa Social y Ecológica), la izquierda de los Verdes y hasta la izquierda del PS encabezada por Benoît Hamon, quien debió izquierdizar su discurso. Por la positiva, durante el poderoso movimiento de la clase obrera y la juventud francesa en otoño de 2010 así como en la oleada de huelgas obreras con métodos radicales de 2009–, el NPA, aunque participó en el movimiento, padeció de la falta de una verdadera inserción en las empresas, y no tuvo un programa y una estrategia independientes hasta el final de las direcciones sindicales. En ese marco fue incapaz de ofrecer la más mínima alternativa y ni siquiera pudo salir rodeado y fortalecido con la nueva generación obrera. Aunque ésta aún no es radicalizada políticamente, el NPA fue incapaz de atraer a los mejores elementos.

A dos años de su nacimiento, la hipótesis que guió la fundación del NPA se ha mostrado totalmente errada: ya sea a nivel del espacio político-electoral, donde su panorama se fue complicando producto del descrédito del neoliberalismo después del estallido de la crisis, ya sea a nivel estructural, en el marco del salto de la ofensiva burguesa contra las masas y de la respuesta de éstas, donde el NPA mostró toda su impotencia en la lucha de clases.

Parálisis interna

Ante esta crisis estratégica, la PF3 buscó saldar hacia la derecha las ambigüedades del proyecto original, mientras que la PF2 planteó que la mayoría de la dirección saliente había dado un giro oportunista, socavando las bases que habían dado origen al NPA. Esto se resumía hacia 2012 en ningún acuerdo con los reformistas y la mantención a ultranza de la candidatura de Besancenot, sin el menor guiño unitario. En ese marco, la PF1 trató de mantener un equilibrio cada vez más difícil que llevó al actual fracaso del Congreso, en donde ésta prefirió un Congreso desastroso antes que alinearse hacia un lado o hacia otro de los dos polos en pugna, lo que podría poner en riesgo la unidad del NPA. Es decir, “que se doble pero no se rompa”, aunque el NPA sale cada vez más maltrecho, en crisis y en total parálisis política, situación que el mismo Congreso ha agravado.

El rol de la izquierda del NPA y el surgimiento de la Plataforma 4, revolucionaria

No hay duda del carácter abiertamente liquidacionista de la PF3, que implica nada más y nada menos que la creación de un “frente político y social” con los reformistas, en otras palabras, una alianza estratégica con estos. Frente a esta política, la PF2 aparece como una izquierda resistente, en el marco de las ambigüedades de la primera minoría (PF1), incluso en el terreno electoral. Sin embargo, la vuelta al proyecto del NPA de los orígenes es una orientación estratégica totalmente impotente para derrotar las bases programáticas y de matriz de la crisis estratégica que afecta al NPA y que más temprano que tarde, a menos que haya una reorientación de 180 grados, lo condenarán a la división o al fracaso. Estas limitaciones programáticas y estratégicas de la PF2 –que agrupa a parte de la izquierda de la ex LCR [2], la mayoría de la ex JCR (juventud) y algunos grupos que se unieron al NPA como la Etincelle (la ex Fracción de LO), Gauche Révolutionnaire (corriente ligada al CIO –Comité por una Internacional Obrera), la Commune, etc.–, son las que explican el surgimiento de la PF4, donde participan los militantes de la FT-CI junto a importantes dirigentes obreros, de los pocos que existen en el NPA, militantes de CLAIRE y otros de orígenes diversos. Es que sin una reorientación programática y estratégica, opuesta por el vértice a la que propone la PF3, es imposible construir una herramienta revolucionaria a la altura de los combates que ya viene dando la clase obrera francesa desde 1995 y que pegaron un salto con el otoño francés de 2010, que fue una especie de ensayo general derrotado de los próximos combates de clases a venir. Para triunfar se necesita una partido abiertamente revolucionario. La crisis genera radicalidad y descontento, aunque esto no se traduzca mecánicamente en marxismo y conciencia de clase. Estas son las razones por las que el NPA tendría que responder a esta bronca con la misma radicalidad, desde una perspectiva diametralmente distinta, de clase e internacionalista, a la de la extrema derecha del Frente Nacional de los Le Pen que pretende ofrecer una alternativa a las clases populares, desde una lógica populista, xenófoba y racista.

Seguir dejando para un futuro indefinido las cuestiones programáticas y estratégicas tanto como la naturaleza del partido –anticapitalista o abiertamente obrero y revolucionario– como proponen las plataformas principales, incluida la PF2, sólo puede llevar a la desmoralización de los mejores elementos de la izquierda del NPA y facilitar la ofensiva que las corrientes reformistas hacen desde afuera presionando al NPA a romper su “aislamiento”, uniéndose a ellos como forma de tener una política de masas. En política hay sumas que restan. El camino hacia las masas pasa por reorientar revolucionariamente al NPA, única forma de que pueda jugar un rol en los próximos combates y ser el andamiaje central que permita que la nueva generación obrera sea ganada para las ideas del comunismo y la revolución proletaria. Todo otro atajo lleva a la derrota.

17 de febrero de 2011

 

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