Entrevistamos a Faouzi Hliba, militante marroquí del movimiento de inmigrantes en Terrasa (Barcelona) y miembro del colectivo Terrasa Respon que está participando de las charlas que Clase contra Clase está realizando en solidaridad con la revolución árabe.
Los dos primeros meses del 2011, y en especial durante las últimas semanas, hemos visto cómo se abrían procesos revolucionarios en diferentes países del mundo árabe. Las condiciones de miseria y opresión a las que se condena a los trabajadores y jóvenes de estos países son el detonante de todo esto. ¿En qué medida Marruecos las comparte?
Las condiciones de vida de los trabajadores, la juventud y las capas populares son muy similares a las del resto de pueblos del mundo árabe porque todos estos países han estado sometidos a las políticas neoliberales desde finales de los 70. Se atacaron todos los servicios públicos, privatizaciones, liberalización de la economía... lo que ha traído consigo que muchos trabajadores estén hoy en la calle, que miles de licenciados estén en paro hasta 7 años después de acabar sus estudios y el empobrecimiento general de toda la población. En el último año todo esto se ha agravado con la subida de los precios de los productos básicos.
Además los regímenes de la zona prohíben, también el marroquí, cualquier intento de organización y violan derechos democráticos fundamentales como la huelga, la reunión o la libertad de expresión.
¿Qué tipo de protestas se han venido produciendo contra esta situación?
Con la oleada de subidas de precios en 2007 y 2008 se produjeron algunas revueltas. En Marruecos hemos visto la revuelta del año pasado en Sidiifni o en 2007 en Sefrou. También en Egipto -como las huelgas de Al Mahalla o las huelgas del 2008- y en Túnez, se han dado este tipo de procesos. Al mismo tiempo la corrupción de los aparatos de los regímenes ha ido creciendo y saliendo a la luz, aumentando el enfado de la gente.
¿Qué te parece la visión que el Gobierno español trata de ofrecer de que “Marruecos es diferente”, alegando que es una “Monarquía reformista que avanza hacia la democracia”?
Es falsa. Marruecos no es diferente. La Monarquía alauita es autocrática, y esto está recogido en la misma Constitución donde el Monarca es quien tiene el poder político, religioso y militar. Él es quien nombra al primer ministro y a los ministros de justicia, interior y exterior. La imagen “reformista” de Mohamed VI es mentira. Su padre Hassan II fue un dictador sanginario, que reprimía con fuego real levantamientos y a toda la oposición, fueron años de plomo. Al final de su vida la situación social llevaba al régimen al borde del infarto. En 1995 el FMI recomendó reformas políticas para evitar un estallido social. Como alternativa para evitarlo recomendó incorporar a la oposición moderada al régimen. El Partido Socialista de las Fuerzas Populares -de la misma internacional que el PSOE- aceptó y entró en el Gobierno, volvieron algunos exiliados y salieron presos políticos. Pero en lo fundamental la estructura dictatorial del poder se mantuvo aún con estas reformas superficiales, y por supuesto también con Mohamed VI.
¿Qué fuerzas entonces configuran la oposición al Régimen?
Como he dicho los antes opositores se hicieron monárquicos. Les pasó a los socialdemócratas y también a los islamistas de Justicia y Desarrollo. Estos últimos además sellaron un pacto con la Monarquía para atacar y asesinar a militantes de la izquierda en la universidad. La “nueva izquierda” de los 70 fue liquidada por Hassan II, y una parte de sus herederos avanzan hoy a integrarse en el Régimen, como el nuevo partido Izquierda Unida. Otros islamistas más radicales como los de Justicia y Caridad están menos integrados pero se presentan igualmente respetuosos con el Monarca. Solamente algunos grupos de la izquierda radical están recuperando la idea de que es necesario liquidar a la Monarquía, como la corriente estudiantil “basista” u otros grupos como los “estudiantes revolucionarios”, trotskistas.
¿Qué opinión te merece la postura del Gobierno español ante estos regímenes y en particular ante la Monarquía alauí?
La UE y el Gobierno español trabajan por mantener estos regímenes a cambio de que éstos mantengan a salvo sus intereses. En el caso español es claro que se apoya a la autocracia alauí a cambio de defender sus acuerdos de pesca, inmigración, mantener los enclaves de Ceuta y Melilla... Esto demuestra cuál es la verdadera naturaleza de la “democracia” de los países imperialistas. Miraron para otro lado cuando se atacó el campamento saharaui o por ejemplo el Colegio de Abogados de Barcelona se negó el año pasado a apoyar una campaña que impulsamos en favor de un preso político torturado.
¿Cómo han impactado los procesos abiertos en Túnez, Egipto, Libia...?
Es un proceso que se va a extender a toda la zona. En Marruecos hay un apoyo popular a esta primavera árabe, pero los partidos que dirigen la oposición están tratando de evitar que se extienda. También el Estado, promoviendo algunas reformas como anunciar el contrato de 200.000 licenciados.
Sin embargo no pudieron evitar las manifestaciones del 20 de febrero. Esta convocatoria salió de grupos de jóvenes de izquierda radical y sectores de la juventud de los islamistas de Justicia y Caridad, lo movieron por facebook. Sin embargo los partidos que no atacan la Monarquía se sumaron a la movilización para darle un contenido a favor de una Monarquía Constitucional, le quitaron el contenido anti-régimen. Esto creo que explica que la participación en las manifestaciones fuera menor de lo esperado. De hecho después de las protestas dirigidas por estos sectores monárquicos mucha gente del pueblo volvió a salir por la tarde llevando adelante acciones mucho más radicales, como la quema de comisarías, bancos, enfrentándose a la policía... los símbolos que representan la opresión que se sufre. Estas acciones han contado con la condena de los socialdemócratas y los islamistas de Justicia y Desarrollo.
¿Cuál es tu opinión del estado en que se encuentran los procesos en curso en otros países? y ¿Cómo crees que va a afectar a Marruecos?
Creo que todos los procesos han sido impulsados espontáneamente por el pueblo pero después se han sufrido algunos desvíos importantes. Son experiencias de las que hay que sacar lecciones. Por ejemplo en Túnez se aprende que si el pueblo no tiene las riendas, al final sectores del mismo Régimen acaba manipulando la revolución. Ghannouchi y la burocracia sindical de la UGTT desviaron, pero ahora la gente está nuevamente saliendo a la calle. En Egipto se hicieron muchas ilusiones sobre el papel del Ejército. Este no es neutro, estuvo con Mubarak y ahora sus generales son los que están dirigiendo el país. Son frenos al proceso que siguen siendo un peligro. En Libia el proceso es más profundo. La reacción tan violenta del Gadafi no se la esperaban, y lo que ha provocado es que el odio al Régimen se extendiera a todo el país y se radicalizara, hay que ver cómo evoluciona.
Las masas no parten de una teoría, ellas parten de su propia práctica, acumulan experiencia y gracias a ello se llega a una determinada conciencia. Es un proceso que va a servir para tomar lecciones de que el pueblo y la clase trabajadora tienen que tomar el poder, es la única alternativa válida. La dinámica de la revolución debe ser de revolución permanente. Tanto Mubarak como la Junta Militar no ofrecen ninguna salida a los problemas de la gente, y eso vale para todos. Además el proceso se va a seguir extendiendo, y entre nosotros nos preguntamos “¿quién viene después?”. Están Yemen, Bahréin, Argelia... al final también le llegará la hora a Mohamed VI.
¿Cuál es el rol de la clase trabajadora marroquí en estos momentos, y en qué puede contribuir en levantar esa alternativa a la que te has referido?
Históricamente la clase trabajadora en nuestros países ha jugado un papel muy importante, no solo en la lucha por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores sus condiciones de vida, sino también llevando adelante luchas de contenido político. Esto fue así sobre todo en los 70, los sindicatos tenían un historial de luchadores muy importante. Sin embargo estas estructuras se han burocratizado poniéndose en contra de la clase obrera. Al igual que el Monarca, con décadas en el poder, los dirigentes sindicales llevan en su puesto larguísimos periodos. En Marruecos al Secretario General de la Unión Marroquí de Trabajadores -el principal sindicato- se le conoce como el “segundo rey”, por su poder y por su adhesión a Mohamed VI. Hoy pues la clase trabajadora está luchando contra los planes neoliberales, por sindicatos independientes, por la libertad sindical, contra la burocracia sindical... peleas económicas, pero también políticas, que le han de servir para encabezar la lucha de toda la nación contra la Monarquía y la dominación imperialista.
Todos los regímenes, como la Monarquía alauí, se mantienen gracias al apoyo del imperialismo. Vivimos lo que nosotros llamamos una “nueva colonización”, que se expresa en las políticas de expolio impuesta por las grandes potencias, el BM, el FMI... y que desarrolla Mohamed VI. Para resolver los problemas del pueblo y la opresión política hay que acabar con esta situación. Por tanto no basta con terminar con la figura del Dictador. Hasta el momento hemos visto cómo los pueblos tenemos la capacidad de golpear al imperialismo, la crisis de estos regímenes es un golpe a los países imperialistas muy fuerte. Pero el proceso debe profundizarse y radicalizarse, y ahí está la tarea de los trabajadores de dotarlo de un programa verdaderamente revolucionario que apunte a la conquista del poder.
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