El sabado 12/3 cientos de miles de jóvenes han salido a la calle de las principales ciudades portuguesas para protestar contra ‘la precariedad’, en la mayor movilización llevada a cabo en este país por fuera de los partidos y sindicatos desde la revolución de los claveles del 25 de abril de 1974. Los jóvenes, movilizados por la falta de empleo y la disminución de sus condiciones de vida, se sumaron a la convocatoria lanzada por la agrupación Generación Precaria, que describe la situación de los jóvenes lusos como ‘insostenible’, con un desempleo galopante, sueldos de 500 euros y trabajos descontinuos y temporales.

Si bien la mayor concentración se vio en Lisboa, la ciudad capital, donde se manifestaron unas 200 mil personas, en su mayoría jóvenes, la convocatoria también tuvo eco en otras ciudades del país, como Oporto, donde manifestaron 80 mil personas, en su mayoría jóvenes también y en otras 9 ciudades del país.

En los carteles que portaban los manifestantes podían leerse las consignas ‘El país está en apuros’, ‘La precariedad no escoge edad’ mientras que los manifestantes cantaban a lo largo de las principales calles ‘Con precariedad no hay libertad’. Los jóvenes no fueron los únicos en salir a expresar su descontento, padres y abuelos los acompañaban a lo largo del recorrido. Cuando vemos las cifras de la precariedad en Portugal es fácil entender la pasividad de la protesta, ya que este país es el segundo en la Unión Europea, después de Polonia, con el mayor porcentaje de trabajadores temporales (14%), según los datos de Eurofond. Además, tres de cada 10 empresas portuguesas tienen empleados sin contrato y el desempleo entre los jóvenes de menos de 34 años con estudios superiores supera el 40,5% y el 56% se ve forzado a vivir con sus padres.

Con esta situación de fondo, para los jóvenes autodenominados ‘generación en apuros’ el anuncio de más medidas de austeridad por el gobierno el día anterior a la protesta, que incluye recortes en los presupuestos de salud y servicios sociales, fue la gota que rebalsó el vaso y le dio un mayor impulso a la protesta, que hasta el día de la protesta contaba con 56 mil seguidores en su página en Facebook. Pero la amplia participación superó las expectativas de los organizadores a la vez que muestra la poca confianza en los partidos mayoritarios, fenómeno que ya se había expresado en las elecciones presidenciales del pasado 23 de enero, en las que la abstención llegó al 53,48% (más de cinco millones).

Esta semana, agencias calificadoras de riesgo bajaron la calificación de Portugal, un síntoma que confirma la fragilidad de su economía producto de su enorme endeudamiento país que, junto a Grecia e Irlanda, se ha convertido en uno de los eslabones más débiles de la crisis económica mundial en la UE. Desde el punto de vista de la respuesta obrera y de masas, Grecia está a la delantera con 8 paros generales en un año, sin embargo, era claro entre los jóvenes lusos que la manifestación del sábado era el comienzo de una serie de protestas.

El primer ministro, José Sócrates, del Partido Socialista no tiene nada que envidiarle al presidente de centro derecha Anibal Cavaco Silva, ya que se ha encargado de declarar que si no se apoyan las medidas de ajuste el país deberá ser rescatado financieramente. El ejército de 1,5 millones de jóvenes que deambulan en condiciones precarias por el mercado de trabajo ha puesto en evidencia que el verdadero ‘rescate’ del país vendrá de la mano de los trabajadores y los sectores pobres urbanos.

Esta importante manifestación que concluyó en la plaza de Rossío, símbolo en Portugal por ser escenario de las mayores manifestaciones desde la revolución de los claveles, debe convertirse en el primer paso para organizar y darle continuidad a la pelea contra los planes de ajuste y austeridad para imponer una salida obrera y popular.