Actualmente el 70% del cobre chileno se encuentra en manos de empresas extranjeras. Según Orlando Caputo Leiva y Gabriela Galarce Villavicencio sus ganancias “son tan elevadas que equivalen a cerca de 3 veces los ya elevados excedentes de Codelco en el 2005”. El aumento de este saqueo se habría dado centralmente durante los últimos años:
“En un documento reciente del Banco Central, se da cuenta de las grandes utilidades remitidas por las empresas extranjeras que operan en le país. Como se puede observar, las ganancias remitidas se incrementan en forma espectacular a partir del 2003 y en el 2004 y en el 2005 se incrementan en forma exponencial. Esto, se explica fundamentalmente por el aumento del precio del cobre. En 1996, las ganancias remitidas eran 2 mil millones de dólares. En el, 2003 subieron a 4 mil 600 millones de dólares. En el 2004, subieron a 8 mil 200 millones de dólares. Y en el 2005, las ganancias remitidas al exterior superan los 11 mil millones de dólares, que representan un incremento de 4,3 veces o 330% respecto de 2002” (El Mostrador, 21 de abril).
De esa forma tenemos que las ganancias de las empresas privadas del cobre habrían llegado en 2005 a ser un 47% del Presupuesto de la Nación, y superiores al total del presupuesto utilizado en los ministerios de salud y educación, que alcanza a 9.400 millones de dólares.
La Minera privada La Escondida, del grupo angloaustraliano BHP Billiton, es un ejemplo claro del saqueo que ejercen las empresas trasnacionales. Gustavo Lagos, Director del Centro de Minería de la Universidad Católica, señalaba a La Tercera del 9 de agosto que “Escondida es hoy la mayor mina de cobre del mundo, con cerca de un 8% de la producción mundial y un 24% de la producción de cobre de Chile. En 2005 Escondida aportó el 2,55% del Producto Interno Bruto del país y un estimado del 40% del crecimiento económico de la II Región. Además, tributó US$ 896 millones por impuesto a la renta. Escondida es la empresa privada que más aporta a la tributación del país y es también una de las que más ha invertido en los últimos 15 años, a razón de unos US$ 350 millones por año.
La paralización de su producción le cuesta al país, aproximadamente, siete millones de dólares al día en impuestos, equivalente a la construcción de unas 750 casas básicas y, además, un menor crecimiento económico del país y de la II región”.
Según algunos pronósticos, se espera que este año las ganancias de las mineras privadas alcancen a US$ 16.000 millones. Es inevitable preguntarse, cuántas viviendas básicas alcanzarían no con los 7 millones de dólares de impuesto que en un día paga Escondida, sino que con esos US$ 16.000 millones de ganancias que se esperan este año para el conjunto de las mineras privadas; si con semejante monto no se podría dar solución al problema de la vivienda, no sólo construyendo viviendas básicas sino que viviendas dignas; si no se podría invertir también en educación y en salud, asegurando un sistema público y gratuito.
Claramente se podría. Pero los empresarios que son dueños del 70% del cobre a nivel nacional, jamás van a hacerlo. Si saquean los recursos nacionales es para acrecentar sus capitales y su poder a nivel mundial. Ese 70% del cobre es producido no para satisfacer las necesidades de los trabajadores y el pueblo pobre. Por ello ahora no quieren otorgarle las demandas a los mineros, por eso subcontratan, por eso persiste en Chile el problema de la vivienda, y los de desigualdad en educación, en salud y en otros ámbitos.
Entonces se muestra la necesidad de nacionalizar el Cobre. Que ese 70% del cobre que se encuentra en manos de privados, pase a ser propiedad del Estado de Chile, y que sea producido, no para acrecentar capitales privados, sino que para satisfacer las necesidades sociales.
Pero bien, esa nacionalización es de todos modos insuficiente. Porque el Estado no necesariamente producirá para satisfacer las necesidades sociales. Por ejemplo hoy CODELCO está obteniendo ganancias que jamás había obtenido producto de los altos precios del cobre. Eso ha permitido acrecentar de manera notoria los recursos fiscales. Sólo para este año se esperan US$ 10.000 millones extras (nótese que las privadas esperan US$ 16.000 millones como señalamos). Según Matías Braun, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, ferviente partidario de la privatización de Codelco: “Con menos de la mitad (de los excedentes) se podría regalar una casa de subsidio básico completamente equipada a todos los allegados” (El Mercurio, 6 de agosto). Pero bien, en vez de aprovechar esas enormes ganancias la política del Estado será la de mantener el superhábit fiscal anualmente. El presupuesto social se mantendrá intacto para el próximo año. No aumentará más del 9% según lo anunció el Gobierno -con el apoyo de la Derecha- siendo que incluso parlamentarios de la Concertación -que seguramente se percatan de que los altos precios del cobre comienzan a motorizar luchas como la de los contratistas a comienzos de año, la de los secundarios y la actual de los mineros de la Escondida- apostaban por subirlo en un 12%. El problema es que el Estado, como decía Marx en el Manifiesto Comunista, no es más que una junta que administra los intereses de la clase dominante. Sus políticos, sus instituciones, lo administrarán siempre de tal forma que vaya sirviendo para asegurar su dominio político y mantener la explotación.
Por ello es necesario plantear la perspectiva de luchar por que además de nacionalizado, el cobre sea producido bajo control de los trabajadores. Si los trabajadores tanto de las mineras privadas como de las públicas crean organismos de planificación de la producción, pueden asegurar que el conjunto de las ganancias del cobre, sean utilizadas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, acabar por ejemplo, con la subcontratación, amentar los salarios y asimismo para satisfacer las demandas sociales: vivienda, educación, salud, previsión, etc.
Los trabajadores de La Escondida pueden comenzar a plantear una perspectiva así. En esa lucha pueden ganar como aliados a los pobladores, a los allegados, a los estudiantes, a los mapuche, al conjunto del pueblo pobre. No será una lucha con efectos inmediatos. Pero sirve para preparar el terreno para momentos más favorables, para cuando los trabajadores y el pueblo pobre de Chile comiencen a manifestar su indignación por el saqueo que ejercen los parásitos imperialistas.
|