La reciente visita de Obama al Brasil mostró crecientes elementos de alineamiento del gobierno Dilma al imperialismo norteamericano. El gobierno enfrenta dificultades en mostrar, incluso a sus seguidores de centro izquierda, que tiene una política externa independiente. De hecho, está recibiendo críticas de intelectuales y revistas que le son afines y hasta hay tensiones internas en su partido, el PT. Tales son las contradicciones que se acumulan que el directorio de Río de Janeiro de este partido, tomó la inédita medida de prohibir a sus militantes de participar en la manifestación contra la presencia de Obama para intentar contener esta crisis.
Coronando las dificultades que le están generando alinearse más con EE.UU y mantener el mismo discurso de su predecesor Lula, Dilma optó por callarse. Su diplomacia se abstuvo en la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizó la intervención imperialista en Libia, alegando estar “insegura de que esta misión garantice la protección de los civiles”. Y es que, justamente desde Brasilia, apenas dos días después de la abstención brasilera y minutos antes de la conferencia de prensa junto a Dilma, Obama autorizó el ataque al país norafricano. La presidente para no contrariar al amo del norte, escogió ni siquiera mencionar el asunto, aún con Obama anunciándolo. Solamente días después que se retiró Obama, Itamaraty (centro de la diplomacia brasilera) se declaró favorable a detener el ataque autorizado por la ONU. Y, en la secuencia de la repercusió negativa con los EE.UU de esta declaración, el canciller Antonio Patriota declaró a la Folha de San Pablo (23/3) que la política externa brasilera buscaría una “multipolaridad benigna” y da como ejemplo de la misma la resolución 1973 de la ONU que autorizó el bombardeo de Libia. Mucho palabrerío independiente para alinearse en la misma política.
Este mismo retrato de dificultades junto a su base de sustentación militante, intelectual y del propio stablishment se expresó en cada uno de los temas tratados. De las relaciones comerciales, al pleito (reconocido pero no apoyado) por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, a las innumerables humillaciones yanquis a los gobernantes brasileros que fueron desde contratar su propia seguridad imponiendo la prohibición de uso de mochilas y bolsas en el centro de Río de Janeiro, y que los brasileros fuesen revisados por americanos, hasta impedir participación y presencia de eminentes políticos burgueses como el secretario de seguridad de Río de Janeiro. Las fricciones son tantas, que toda la visita de Obama fue aprovechada por los medios para mostrar que Dilma tendría una política externa distinta a la de Lula. El ex-presidente reflejando estas contradicciones se negó a ir a un almuerzo con Obama donde estuvieron presentes todos los ex-presidentes, y, al día siguiente fue a una entidad árabe a recibir una condecoración y condenar el ataque a Libia.
El hecho final que generó el descontento fueron los 13 presos políticos del principal aliado de Dilma, Sergio Cabral (PMDB), que reprimió, encarceló, envió a prisiones comunes, negó hábeas corpus y mandó hasta cortar el cabello de los presos por manifestarse contra Obama. La blogosfera petista calificó esta situación como “los días en que Obama gobernó el Brasil” e inclusive influyentes revistas como Carta Capital, que apoya a Dilma, tuvo que salir públicamente a criticar la “sumisión voluntaria”.
Relaciones comerciales desfavorables y un juego geopolítico nada favorable a los pueblos
El Brasil de Dilma está reforzando sus relaciones comerciales con los EE.UU. En esta visita quedaron establecidas una serie de cámaras sectoriales para avanzar en el libre comercio. Tanto la petista como Obama abordaron las restricciones de uno y otro país en su juego de intercambio como si fuesen iguales, y uno de ellos no fuese el jefe de la principal potencia imperialista del mundo. El Brasil ostenta una relación casi única con EE.UU.: mientras que la potencia del norte es el comprador en última instancia de todo el planeta, con el país que avanza de Dilma ostenta un gran superávit de mercancías y servicios de más de 11,4 mil millones de dólares -el quinto más grande de EE.UU. con todo el mundo.
Para intentar disminuir este déficit, Dilma hizo diversas súplicas y preparó acuerdos para que empresas americanas sean “socias” en la explotación del pre-sal (nueva cuenca petrolera encontrada en la plataforma continental atlántica). Ella negocia el pillaje de los recursos del país para tratar de mitigar la sed del imperialismo yanqui de disminuir su déficit con el resto del mundo.
Este es el camino seguido por la política externa brasilera, que se dice independiente. En diversas e importantes cuestiones, el Brasil ha divergido tácticamente con los EE.UU, así fue en Honduras, en las sanciones a Irán o ahora en el bombardeo a Libia. Pero estas divergencias encubren los acuerdos y el servicio prestado al imperialismo americano contra el pueblo haitiano, cuando se cumplen 7 años liderando las tropas de la ONU. Brasil comparte con los EE.UU objetivos contra los pueblos en lucha; es de este modo que Brasil no se pronunció contra Mubarak, Bahrein, Arabia Saudita y ahora con el hecho consumado del inicio del bombardeo, cuando podía haber mostrado alguna consecuencia con su abstención, no declaró nada. Sólo cuando Obama ya se fue, hizo un tímido y ridículo llamado al cese del fuego. Este episodio es una muestra de las contradicciones que se acumulan en un gobierno más débil que el de Lula, sin su base de sustentación en los movimientos sociales, que busca mayor alineamiento con los EE.UU -retrocediendo incluso de la compra de los aviones cazas franceses anunciada por Lula después de la visita del republicano McCain, entre otras medidas ya enumeradas- y que ha tomado medidas para frenar el consumo y crecimiento, como un multimillonario corte de gastos, pero que, al mismo tiempo tiene que mostrarse como un gobierno de continuidad.
Brasil como modelo de las democracias que EE.UU. defiende para las semicolonias
Con la primavera de los pueblos árabes el imperialismo norteamericano ha buscado caso a caso (no aplicable a Arabia Saudita, Bahrein y otros) posar de “campeón de la democracia”. Su visita a América Latina y al Brasil en particular servía a este objetivo de mostrarse socio de las democracias. Llegó a declarar que Brasil debería inspirar a los países de Oriente Medio. Para nosotros, marxistas revolucionarios, la democracia burguesa degradada del Brasil es una muestra justamente de los límites que deben ser superados por los trabajadores, por la juventud y el pueblo árabe y del Magreb.
La transición política brasilera a la dictadura militar iniciada a fines de los años ´70, garantizó la impunidad de todos los torturadores, asesinos, colaboradores y beneficiarios de la dictadura. Instauró un régimen que garantiza la continuidad de la entrega de los vastos recursos naturales del país a las empresas imperialistas y sus millonarios socios locales y la aplicación de los planes neoliberales del Consenso de Washington que llevó a la división de las filas obreras y a la pauperización de enormes franjas de la población laboriosa. Es una democracia donde los trabajadores y pobres, sobre todo los negros, son cotidianamente reprimidos y tienen suprimidos derechos civiles elementales como la inviolabilidad de sus hogares o el derecho de reunión y manifestación. La democracia modelo para encuadrar aquellos que se levantan en la Plaza Tahrir o en Bengazi es una democracia que encarcela 13 manifestantes de un acto contra Obama, los envía a prisión, les niega hábeas corpus pues serían supuestas “amenazas a la integridad de Obama y porque arruinarían la imagen de Brasil en el mundo”. En última instancia bajo otras formas se mantiene el contenido de la dictadura del capital contra la clase obrera y el pueblo. Por eso, sacando las lecciones de la historia reciente, en la lucha contra las dictaduras y por la democracia, para romper con el imperialismo, terminar con el latifundio e imponer las demandas obreras y populares, los trabajadores tienen que conquistar hegemonía en la alianza popular, para derrotar a los capitalistas dictadores y democráticos e imponer su propio poder.
El gobernador de San Pablo, Sergio Cabral recrea la ditadura
Represión y 13 presos políticos por protestar contra Obama
La visita de Obama justo cuando se planeaba el bombardeo contra Libia provocó gran insatisfacción hasta en sectores oficialistas. La CUT y la CTB, centrales ligadas al gobierno, firmaron un manifiesto en Río de Janeiro, declarando a Obama “persona no grata”. Esta declaración llevó al PT a la inédita medida de impedir a sus manifestantes de participar del acto del domingo 20/3, día que Obama hablaba en Río. Esta prohibición surtió efecto y los contingentes de estas centrales, o militantes del PT y del PCdoB en el acto eran casi nulos. La sumisión voluntaria de Dilma es acompañada de una sumisión voluntaria de los partidos y centrales que la apoyan.
La LER-QI participó activamente de todas las manifestaciones convocadas por la central sindical y popular CSP-Conlutas junto a partidos de izquierda y otras organizaciones que ocurrieron previamente a la llegada de Obama, haciéndose presente en las movilizaciones en San Pablo, Belo Horizonte y Río de Janeiro el día 18/3. En todos estos actos levantamos las consignas de FUERA OBAMA, NO A LA INTERVENCION MILITAR EN LIBIA, FUERA KADAFI y POR EL RETIRO INMEDIARO DE LAS TROPAS BRASILERAS E IMPERIALISTAS DE HAITI.
En la manifestación en Río de Janeiro, las fuerzas policiales de Sergio Cabral, reprimieron la manifestación y arrestaron a 13 militantes, entre ellos 10 militantes del PSTU y 1 militante del PSOL. Desde el primer momento brindamos nuestra solidaridad con los presos y nos pusimos a disposición de sus organizaciones políticas y familiares para todas las acciones unitarias por su libertad. Actuamos en la reunión de la Asamblea de los Estudiantes Libres de San Pablo y en el Comité Contra el Aumento del pasaje de ómnibus en la misma ciudad para que fuesen realizadas acciones por la libertad de los presos políticos. En Río de Janeiro llamamos a la unificación de los actos del domingo, divididos por los acuerdos del MST y PSOL con el PCdoB y organizaciones populares y sindicales que limitaban las críticas al gobierno Dilma y la lucha por el retiro de las tropas brasileras de Haití [1]. Fuimos en esta ciudad a la manifestación del sábado 19/3, convocada por las juventudes del PSOL y PSTU, y otras organizaciones, contra el aumento del subterráneo exigiendo la unificación de los actos y que todo el eje de la actuación debería pasar a ser la libertad de nuestros compañeros presos.
Hoy, todos los presos fueron liberados, pero siguen procesados por el gobierno Cabral. Llamamos a CSP-Conlutas a organizar una gran campaña nacional por el retiro de todos los procesos, exigiendo de todas organizaciones políticas, sindicales, de derechos humanos y estudiantiles inclusive las que forman parte de la base de apoyo al gobierno Dilma y Cabral, a que movilicen activamente a sus bases para derrotar este avance creciente en la criminalización de los luchadores. Lucharemos en la reunión nacional de la CSP-Conlutas del 2 al 4 de Abril por esta perspectiva.
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