El mandatario dice que solo entregará el mando a quien gane en las urnas.- El rechazo de la oposición a una coalición con el partido gobernante y las reticencias de los manifestantes retrasan el traspaso
ÁNGELES ESPINOSA | Dubái 24/04/2011
La desconfianza se apoderó de Yemen este domingo, un día después de que presidente y oposición aprobaran en principio el plan del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) para un traspaso pacífico del poder. Los opositores no se fían de que Ali Abdalá Saleh vaya a dejar el cargo, mientras que el entorno del mandatario exige que acepten el acuerdo íntegro antes de someterlo a su firma. Miles de activistas en Saná y otras ciudades de Yemen se manifestaron en contra de esa salida que garantiza la inmunidad de Saleh y sus allegados.
"Nosotros, la juventud de la revolución, rechazamos cualquier propuesta que no haga a Saleh responsable de la muerte de por lo menos 140 manifestantes", señaló el comité organizativo de la Revolución de la Juventud en un comunicado. El grupo también dijo que objetaba el plan del CCG porque no exige una salida inmediata del presidente. Para los activistas, la mediación de sus vecinos ha tratado de "salvar al régimen, no de ayudar al pueblo".
Esas eran también inicialmente las exigencias de los partidos de oposición. Aliados bajo el paraguas del Foro Común, siete grupos, encabezados por los islamistas del Islah y el Partido Socialista, han capitalizado las protestas para recuperar la iniciativa política que perdieron al legitimar al Gobierno de Saleh con su participación en el Parlamento. Sin embargo, como sucediera en Túnez y en Egipto, los jóvenes activistas actúan con independencia y ya al principio de la crisis obligaron al Foro a dar marcha atrás después de que aceptara una invitación al diálogo del partido gobernante.
"La iniciativa del Golfo aborda el problema como si se tratara de una crisis entre dos partidos políticos, mientras que nosotros hemos salido a la calle para pedir un cambio total del sistema", explicó uno de los líderes estudiantiles, Abdel Malik al Yusufi, a la agencia France Presse.
Los jóvenes (y no tan jóvenes) temen que los partidos tradicionales sacrifiquen por su beneficio político las aspiraciones de los cientos de miles de manifestantes que durante tres meses han salido a la calle en todo el país pidiendo reformas democráticas. "No a la negociación, no al diálogo. Dimite o vete", volvieron a corear expresando su profunda desconfianza hacia las intenciones del presidente.
Según el plan del CCG, formado por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahréin, Catar y Omán, una semana después de su firma debe formarse un Gobierno de unidad nacional; al 29° día, el Parlamento aprueba la ley de inmunidad, y al día siguiente, Saleh presenta su dimisión, el vicepresidente asume la jefatura del Estado de forma provisional y convoca elecciones presidenciales.
"Hay que ver si de verdad se va", declara un diplomático occidental que ha seguido muy de cerca las negociaciones, tal vez contagiado por el escepticismo generalizado de los yemeníes.
Aunque tanto Saleh como la oposición han anunciado que aceptan esa propuesta, nadie ha firmado nada. Según un portavoz del Gobierno yemení, Abdu Ganadi, el partido gobernante exige que los opositores subscriban el plan completo o lo rechacen, y no admitirá acuerdos parciales. Pero éstos se niegan a entrar en un Gobierno de unidad por temor a que Saleh no dimita.
Ambigüedad
No sería la primera vez que el presidente cambia de parecer en el último momento. Hace justo un mes se desdijo de un primer acuerdo alcanzado con la mediación del embajador estadounidense a raíz de que francotiradores asociados con las fuerzas de seguridad mataran a 52 manifestantes en Saná. Personas cercanas a Saleh le califican de voluble en sus decisiones.
Él mismo reconoció en una entrevista con la BBC que su retirada no cerraba la crisis y que había aceptado el plan del CCG ante la intensa presión internacional para que se vaya. "Esto es un golpe de Estado. Me llaman desde EE UU y Europa para que entregue el poder. ¿A quién debo entregárselo? ¿A los que intentan dar el golpe? No, lo haremos a través de las urnas. Invitaremos a observadores internacionales, pero no aceptaremos un golpe ni apoyo exterior al mismo", declaró Saleh manteniendo la ambigüedad sobre sus intenciones.
Además, el presidente yemení volvió a repetir que su salida iba a "agudizar la crisis" porque aseguró que Al Qaeda ha infiltrado el movimiento de protesta. "Está dentro de las acampadas violando el orden público", insistió varias veces a pesar de que los manifestantes rechazan de plano esa acusación. "¿Por qué Occidente no presta atención a esas implicaciones destructivas? Occidente creó Al Qaeda durante la guerra fría en Afganistán y pagó el precio. Ahora está ignorando lo que Al Qaeda está haciendo en Yemen y pagará el precio", advirtió.
El tono de sus declaraciones y su continuo agitar el fantasma de una eventual guerra civil hace que muchos yemeníes duden de su retirada después de 32 años en el poder.
"Claro que no me lo creo. Es tan solo una forma de engañar a la opinión pública internacional", declaraba K. M. por teléfono desde Saná. Este profesional en paro, que desde el principio ha participado en las manifestaciones de la capital, se mostraba convencido de que la situación no va a solucionarse por la vía política. "Es muy grave. La Guardia Republicana ha empezado a mover armamento en las montañas al noroeste de Saná y colocado carros de combate en lugares estratégicos. También el general Ali Mohsen está tomando posiciones al otro lado de la ciudad", explicaba la fuente, que tiene experiencia militar.
De momento, un enfrentamiento entre simpatizantes y detractores de Saleh dejó cuatro heridos en Turbah, una localidad de la provincia de Taiz, al sur de la capital, informó la agencia Reuters. Además, cinco personas, cuatro de ellas militares, resultaron muertas en una escaramuza entre una unidad de la Guardia Republicana y miembros de una tribu en la provincia de Lahj, según las fuerzas de seguridad.
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