El plan de transición establece julio de 2011 como inicio de la retirada y 2014 como el final de ésta
GEORGINA HIGUERAS | Madrid 02/05/2011
A solo dos meses de que comience la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, la muerte de Osama Bin Laden supone un espaldarazo para la estrategia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de poner fecha a la duración de la presencia estadounidense en el país centroasiático. El plan de transición, aprobado en la cumbre de la OTAN celebrada en Lisboa en noviembre de 2010, establece julio de 2011 como inicio de la retirada y 2014 como el final de ésta.
El presidente Hamid Karzai ha utilizado la muerte del líder de Al Qaeda para hacer un llamamiento a la búsqueda de una salida pacífica. Karzai ha pedido a los talibanes que dejen la lucha armada. "Los talibanes deben aprender la lección de la muerte de Osama Bin Laden y abandonar la lucha", ha dicho Karzai en una comparecencia en la televisión pública.
El presidente afgano, que defiende la negociación con la insurgencia como método para poner fin a la guerra que desangra Afganistán desde hace más de 30 años, ha aprovechado la ocasión para insistir en que las tropas internacionales destacadas en su país deben de hacer un esfuerzo mayor para evitar la muerte de civiles. "La lucha contra el terrorismo no debe tener lugar en las casas de nuestros civiles", ha declarado el dirigente afgano tras congratularse de que "haya quedado probado" que Bin Laden estaba en Pakistán. Colocado en el poder por EE UU, en los últimos tiempos se ha distanciado de forma ostensible de Washington, que también le ha criticado por la corrupción rampante en el país y por sus contactos con la insurgencia.
La decisión de Obama de poner fecha a la salida de Afganistán fue contestada tanto dentro como fuera del país y está detrás de la destitución, en julio de 2008, del general Stanley McCrhrystal, comandante al mando de las tropas estadounidenses en ese país y uno de los más críticos. El general David Petraeus, que ocupó la vacante de McCrhrystal, pidió flexibilidad a la hora de poner en marcha el plan de retirada ya que comenzaba a verse los primeros resultados de la ofensiva contrainsurgente puesta en marcha por EE UU.
La desaparición del mayor enemigo público de EE UU refuerza a las filas demócratas que habían solicitado a Obama un plan detallado de la salida de Afganistán y da un respiro a las serias dificultades que atraviesa el presidente con el presupuesto al reforzar la conveniencia de una pronta retirada.
Por el contrario, los afganos más contrarios a la negociación con los talibanes, como el exministro del Interior Hanif Atmar, afirman que la muerte del líder de Al Qaeda no debe de ser vista como que Washington ha cumplido su misión en Afganistán. "Misión cumplida significa destruir, desmantelar y derrocar a Al Qaeda, por lo que esto (la muerte de Bin Laden) no puede usarse como una justificación para una retirada prematura", asegura Atmar.
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