El 7/5 el gobierno interino de Túnez volvió a instaurar el toque de queda de las 21hs a las 5 de la madrugada. Esta es la respuesta del régimen frente a las movilizaciones que se vienen repitiendo desde el 5/5 en las afueras de la capital, como en el barrio popular Ethadamen, donde hubo saqueos y algunos incendios de autos. También hubo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en ciudades como Gabes o Sidi Bouzid, que fue el centro de las movilizaciones que acabaron con los 24 años de gobierno de Ben Ali en enero de 2011.
Cabe recordar que la movilización revolucionaria de jóvenes, trabajadoras y trabajadores inauguró el proceso de la “primavera árabe” e inspiró movilizaciones similares centralmente en Egipto y en otros países del Magreb y Medio Oriente.
El actual gobierno, liderado por Béji Caïd Essebsi, es el segundo gobierno interino desde la caída de Ben Ali. El anterior había sido encabezado por el primer ministro de Ben Ali, Mohammed Ghannouchi, que renunció el 27/2, luego de nuevas movilizaciones que reclamaban la caída del gobierno de transición. Desde ese momento, Béji Caïd Essebsi ocupa el puesto de primer ministro.
Continuidad y represión
El actual régimen planifica celebrar elecciones el 24/7 para una Asamblea Constituyente, que elabore una nueva Constitución. Son varias las organizaciones, entre ellas los partidos de izquierda y las que participaron en las movilizaciones de enero, que vienen criticando al régimen por su política continuista y la represión contra la izquierda y los sectores islamistas. Durante los últimos días fueron detenidas unas 200 personas por manifestarse contra el gobierno y violar el nuevo toque de queda.
Además del descontento y la desconfianza de muchos sectores con el actual régimen, las nuevas protestas también fueron motorizadas por las declaraciones del ex ministro del interior de Ghannouchi y nombrado más tarde como responsable del Alto Comité de Derechos Humanos y de Libertades Fundamentales por el gobierno actual, Farhat Rajhi. Rajhi, dijo en una entrevista a un blog que: “Si el movimiento islamista Ennahda (Renacimiento) gana las próximas elecciones [del 24 de julio] el régimen será militar (…) La gente de la costa [fieles a Ben Ali] no están dispuestas a ceder el poder y si las elecciones no salen como ellos quieren habrá un golpe de Estado”.
Esto desató la indignación entre la población y las organizaciones políticas, sobre todo el “Frente 14 de Enero” que agrupa a varios partidos de izquierda (en las encuestas tiene una intención de voto que se acerca al 30%) y el propio partido islamista Ennahda. El gobierno de Essebsi destituyó a Rajhi de su cargo luego de que se conociera la entrevista.
Varias organizaciones del “Frente 14 de Enero” denunciaron que el régimen busca con las elecciones imponer reformas mínimas que mantengan en pie el antiguo régimen y degradar así el movimiento revolucionario que en enero tiró el gobierno de Ben Ali.
El intento de desviar las movilizaciones con salidas reformistas para mantener lo esencial del régimen parece afrontar contradicciones y fisuras para poder imponerse. Las movilizaciones, enfrentamientos y huelgas que continúan tanto en Túnez como en Egipto (donde ayer los médicos realizaron la primera huelga desde 1951), muestran que los procesos revolucionarios que acabaron con los gobiernos de Ben Alí y Mubarak, están lejos de haber concluido.
La represión a las nuevas protestas y los intentos de limitar las profundas aspiraciones democráticas y sociales de las masas, dejan en claro que el régimen busca ante todo la continuidad institucional y que cualquier posibilidad de cambio radical profundo de la sociedad tunecina, sólo vendrá de la movilización independiente de la clase obrera y la juventud.
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