El jueves 12/5 10.000 docentes, trabajadoras y trabajadores públicos y de servicios, inmigrantes, jóvenes y estudiantes marcharon en el centro financiero de Nueva York hasta Wall Street para exigir que sean los bancos, empresarios y millonarios los que paguen la crisis.
Rescate para los ricos, ataque para los trabajadores
Desde que estalló la crisis económica han sido las y los trabajadores quienes pagan con desempleo y pobreza las consecuencias. Al contrario, las empresas y los bancos se beneficiaron del rescate millonario del gobierno de Barack Obama, respaldado por republicanos y demócratas en el Congreso. Según el Wall Street Journal los sueldos de los ejecutivos de las 350 empresas más grandes de EEUU crecieron 11% y han recibido bonos de entre 60 y 80 millones por ejecutivo. Mientras tanto, el 9% de los trabajadores (casi 15 millones de personas) sigue desocupado y el 64% de esas personas no tiene trabajo hace más de 6 meses. La peor desocupación es entre la juventud, entre los menores de 25 años el 22% no tiene empleo.
Como quedó de manifiesto en el ataque a los trabajadores del sector público en Wisconsin, los sectores reaccionarios, agrupados en el Tea Party y la derecha republicana, han hecho de la ofensiva contra los sindicatos una bandera política. Pero aun cuando los demócratas y el mismo Obama dicen defender los derechos de los trabajadores, ante la crisis presupuestaria, en los estados donde gobiernan y en el gobierno federal responden con los mismos planes de austeridad, despidos de empleados públicos y, en muchos casos, con leyes antiinmigrantes.
Se impulsaron leyes antisindicales similares a la de Wisconsin, en Michigan, Indiana y Ohio. Además en New Hampshire y Missouri (ambos gobernados por demócratas) se impulsan leyes “por el derecho a trabajar”, un ataque a los sindicatos, ya que permite que la gente trabaje sin afiliarse a ningún sindicato, y por ende destruye la fuerza de los trabajadores frente a la patronal. Durante 2010, 18 estados impulsaron leyes similares para responder a sus respectivas crisis presupuestarias. En todos los casos los costos de la crisis los pagan las y los trabajadores. Y el gobierno de Barack Obama no solo no ha cuestionado ninguna de estas leyes sino que ha hecho lo propio al congelar el salario de los trabajadores federales que no tienen derecho a huelga.
Dispuestos a luchar: “La próxima vez tomaremos la ciudad”
En la marcha contra Wall Street se leían consignas contra los banqueros y empresarios, muchas atacaban al alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, que propone despedir 5.000 docentes y reducir servicios sociales para niños y gente mayor. Se veían pancartas que decían “Bloomberg, ¿cuántos recortes hiciste hoy?” o se escuchaban consignas como “Nosotros pagamos impuestos. ¿Ustedes por qué no?”, en referencia a las exenciones impositivas que gozan los ricos y las empresas.
La bronca se hacía oír especialmente cuando pasaban frente a los bancos y los edificios lujosos. Y al finalizar la protesta uno de los oradores del sindicato docente dijo entre gritos y aplausos: “Esta es la última vez que nos portamos bien; la próxima tomaremos la ciudad”.
Aunque todavía a pequeña escala las y los trabajadores mostraron su disposición a ir más allá de las acciones aisladas que promueve la burocracia. Como ya se había visto en Wisconsin, donde docentes, estudiantes y empleados/as públicos tomaron el Capitolio durante más de una semana, la disposición a resistir los despidos y los planes de ajuste es enorme, aun en un escenario de alta desocupación (que sigue en 9%) y una campaña reaccionaria contra los empleados públicos.
Hasta ahora ha sido la burocracia de los sindicatos y la central AFL-CIO la que limita y aísla las luchas de los trabajadores, desviando la bronca obrera y popular hacia las elecciones (como hizo en Wisconsin cuando levantó la protesta con la promesa de sacar al gobernador Walker y los legisladores republicanos) y el lobby parlamentario. Al mismo tiempo son estos dirigentes los que se cuidan todo el tiempo de no criticar a los demócratas ni a al presidente Barack Obama, el gran ausente de las consignas coreadas en la marcha contra Wall Street convocada por la “Coalición 12 de Mayo” (integrada por 50 organizaciones sociales y 10 sindicatos). Richard Trumka, dirigente de la AFL-CIO, habla de la codicia de las empresas, que se enriquecen mientras el pueblo trabajador sufre las consecuencias con desempleo y pobreza. Cínicamente, pide que todos hagan el mismo sacrificio para enfrentar la crisis, cuando es el gobierno demócrata quien está garantizando las enormes ganancias de las empresas y los bancos, mientras ataca a los trabajadores y los sindicatos.
Las y los trabajadores norteamericanos no tienen ningún aliado en Washington, ni en los partidos Demócrata o Republicano. Sus únicos aliados se encuentran entre la juventud, el movimiento estudiantil y los inmigrantes. Solo la movilización independiente de los partidos patronales, en alianza con la juventud y los sectores populares, puede enfrentar verdaderamente los planes de la patronal imperialista y sus partidos.
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