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¿México hacia un proceso revolucionario?
por : LTS-CC, México

14 Sep 2006 |
Afiche de la LTS en el zócalo de Oaxaca

Después del intento de fraude del 2 de julio, convulsivos acontecimientos políticos y de la lucha de clases se dieron en México. Ya en los meses anteriores, los trabajadores protagonizaron importantes y valerosas luchas, como los mineros metalúrgicos en Sicartsa, poniendo en práctica métodos de lucha radicalizados como la huelga, y sectores del pueblo y de la juventud se movilizaron y enfrentaron la represión del régimen, como en Atenco. Estas luchas fueron la expresión más alta del descontento existente contra un régimen deslegitimado por la aplicación de los planes de hambre, miseria y antidemocracia. Sin embargo, lo que vemos desde el 2 de julio representa un salto: con las grandes movilizaciones democráticas anti-fraude y con el surgimiento de la comuna de Oaxaca, México vive una situación álgida de la lucha de clases, que puede estar abriendo el camino para un verdadero proceso revolucionario.

Un crisis inédita en el régimen de la alternancia

El fraude, y la negativa de López Obrador, a reconocer el triunfo de Calderón, abrieron una crisis inédita en el régimen político. AMLO, principal dirigente del PRD, que es parte de las instituciones y tiene gobernaturas, intendencias y es actualmente la segunda fuerza en el Congreso de la Unión, amenazó con erigirse en “presidente legítimo” (o cuando menos en “dirigente de la resistencia civil”), rompiendo lanzas con el resto del régimen, y en particular con el partido de gobierno. La toma de la tribuna del congreso (que impidió al presidente Fox dar su discurso anual), y la permanencia del plantón durante varias semanas en el centro del Distrito Federal (DF), son expresión de eso. Como consecuencia de esta crisis y del mismo fraude, el gobierno que emerge es ilegítimo para la amplia mayoría de los trabajadores y sectores populares, lo que favorecerá el surgimiento de nuevas luchas del movimiento obrero y popular en los próximos meses.

Esta crisis no sólo es consecuencia del enfrentamiento entre un sector mayoritario del régimen y el PRD, que quiere ubicarse como dirección del descontento con el gobierno. Es también el resultado de la disputa entre dos sectores de la gran burguesía nativa e imperialista: donde, mientras gran parte de la misma apoya a Calderón como garante de sus negocios (como es el caso de la trasnacional española Telefónica), hay otro sector, representado fundamentalmente por Carlos Slim, el principal magnate de América Latina, que tiene en López Obrador a su representante político preferido.

Esta crisis se potencia porque el imperialismo, que en 1994 avaló y garantizó la estabilización política y económica y el pacto de transición entre los tres partidos principales (la “transición pactada” que dio lugar al “régimen de la alternancia”), hoy concentra sus energías en Medio Oriente, y no pudo contener la crisis, con el peligroso impacto que esto puede generar en los millones de mexicanos y latinoamericanos que viven y trabajan en los EE.UU.
Está por verse cuáles serán los mecanismos por los que la clase dominante intentará recomponer a este régimen maltrecho, necesario para preservar a un gobierno deslegitimado. A los explotados y oprimidos de México nos toca la tarea de luchar por su caída revolucionaria.

El movimiento democrático

El profundo movimiento de protesta antifraude tuvo su epicentro en el DF., con las multitudinarias e históricas manifestaciones del 16 y 30 de julio, decenas de mítines convocados por AMLO, y un plantón de varios kilómetros que atravesó el centro político y financiero de la ciudad.
Para millones de trabajadores, campesinos, jóvenes y sectores populares, se hizo evidente que la alternancia no tuvo nada de democrática y que el gobierno calderonista no es más legítimo que Carlos Salinas en 1988 (que asumió en medio de un escándalo de fraude). El régimen de la alternancia se evidenció como funcional a los intereses de los capitalistas y terratenientes, y mostró que su cobertura “democrática” (representada por ejemplo en el derecho a votar una vez cada 3 años) puede pisotearse, tal como hacían en el viejo priato.

Si en 1988 la “caída del sistema” abrió la crisis del priato que se hizo terminal con la irrupción de las masas chiapanecas en 1994 (aunque fue desviada por la “transición pactada” que evitó la caída revolucionaria del régimen), el fraude actual muestra el agotamiento de la alternancia: el odio y el descontento comienza a concentrarse en sus instituciones, que no despiertan ningún entusiasmo entre el pueblo trabajador.

El movimiento democrático es la continuidad de la creciente decisión de sectores de las masas a movilizarse y luchar en las calles, como fueron las movilizaciones contra el desafuero del 2005 y las huelgas y luchas obreras y populares. Para que estas luchas y movilizaciones se generalicen y triunfen, se requiere una política distinta a la del PRD y las direcciones sindicales que le son afines, apuntando a una lucha radical y sin cuartel contra el conjunto del régimen.

La comuna de Oaxaca

La heroica lucha de Oaxaca muestra de lo que son capaces las masas cuando se deciden a tomar el cielo por asalto, y marca el camino para los trabajadores y pueblos de México y de toda América Latina. La acción insurreccional del 14 de junio, liderada por el magisterio y derrotando el intento por parte de la policía de desalojar el plantón y la situación revolucionaria que desde entonces se abrió en el Estado, mostró que -como decimos los marxistas-, la clase trabajadora es quien puede encabezar la lucha de las masas oprimidas y explotadas, desarrollando sus métodos de lucha (como la huelga, el paro), poniendo en práctica métodos radicalizados y acaudillando la alianza con las masas oprimidas del conjunto del Estado (como los pueblos indígenas).

Como resultado de esta acción surgió un organismo de las masas en lucha, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), encabezada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que estableció un control territorial sobre gran parte de la ciudad, actuando como un poder comunal opuesto al de los capitalistas y terratenientes, y que es la base potencial de un nuevo poder obrero y popular.

La lucha de Oaxaca es la continuidad del proceso de recomposición del movimiento obrero y de masas que planteamos antes, pero es al mismo tiempo un enorme salto, ya que se basa en métodos insurreccionales y en el surgimiento de un poder alternativo al de los capitalistas, algo inédito en las últimas décadas tanto en México como internacionalmente, el cual ejerce, a pesar de sus limites (como que se trata de un frente único de tendencias y no de una organización basada en delegados de estructuras), el control político y social reservado al estado capitalista. Oaxaca vive una situación abiertamente revolucionaria, donde hay condiciones para que la APPO, la Sección XXII de la CNTE y las organizaciones obreras, campesinas y populares establezcan un verdadero poder de los trabajadores y el pueblo, que irradie su influencia y ejemplo al conjunto del país.

Por todo eso, la tarea fundamental del movimiento obrero y popular es apoyar e impulsar la lucha de la APPO y la comuna de Oaxaca, en la perspectiva de una gran lucha nacional contra el conjunto del régimen. Para eso, es fundamental generalizar la experiencia de la APPO, retomando su perspectiva, sus métodos y su organización, impulsando un Paro Nacional en solidaridad con Oaxaca y la APPO.

¿México a las puertas de un nuevo proceso revolucionario?

Desde los años ‘90, México fue el polo de estabilidad reaccionaria en América Latina, y un verdadero “tapón” para evitar que las convulsiones que recorrieron la región impactasen en el corazón del imperio. Hoy, la combinación de una fuerte crisis en las alturas, la existencia de un movimiento democrático de masas, y la Comuna de Oaxaca, abren una situación prerrevolucionaria, que puede ser el preámbulo de la segunda revolución mexicana, obrera y socialista. Esto no quiere decir que el régimen, aún deslegitimado, y sus líderes “opositores” que hoy son el principal obstáculo para la intervención independiente del movimiento de masas, no intentarán desviar mediante la cooptación, la represión o una combinación de ambas variantes el proceso abierto.

Para avanzar en ese camino, a través de una lucha persistente contra la explotación y opresión de este sistema capitalista, es que hay que impulsar una verdadera Huelga General de todo el movimiento obrero y popular, unificando las demandas de Oaxaca, del movimiento democrático y todas las reivindicaciones, para echar abajo el régimen e imponer una Asamblea Constituyente Revolucionaria.

A diferencia de la gran revolución de 1910-1917, hoy la clase obrera es una fuerza social formidable, de millones de hombres y mujeres, que puede encabezar la lucha de millones de campesinos, indígenas pobres y oprimidos del campo y la ciudad, contra el capitalismo y para imponer un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, basado en sus organismos de democracia directa, que expropie a los expropiadores y ponga en pie una sociedad sin explotadores ni explotados. Esa es la estrategia por la que luchamos desde la LTS-CC, y llamamos a las organizaciones que se reclaman socialistas y revolucionarias, y a todos los grupos, colectivos y compañeros que consideran que hay que acabar con este sistema, a discutir como poner en pie un partido revolucionario de trabajadores que luche por esa perspectiva.


Claves

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Felipe Calderón, fue el candidato dado como ganador en las elecciones y pertenece al oficialista Partido de Acción Nacional (PAN).

Vicente Fox, es miembro del PAN y el actual presidente de México.

Priato: Así se denomina al periodo de 70 años durante el cual gobernó México el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Régimen de la Alternancia: así se denomina al acuerdo entre los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD para alternarse en el poder, tras el desgaste del priato, el levantamiento zapatista y la crisis económica conocida como “Tequilazo” que afectó a México en 1994.

 

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