Al cierre de esta edición se anunciaba el fracaso de las negociaciones entre la Secretaría de Gobernación y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Al mismo tiempo crecen las amenazas de represión, con la intervención directa de la Policía Federal Preventiva. A medida que crece el poder de la APPO, crece también el temor del gobierno federal y estatal de que el ejemplo de Oaxaca se extienda. Así lo demuestran las declaraciones de Mouriño, jefe del equipo de transición del presidente impuesto por el fraude Felipe Calderón: “El tema de Oaxaca es distinto (a los bloqueos del PRD en el DF), ahí ha habido violencia, ahí ha habido muertos, ahí hay un claro desafío a las instituciones”. Los dirigentes de la APPO señalaron que aunque no se mencionó la salida represiva en la mesa de negociación, ésta no podía ser descartada. Ante la amenaza represiva es necesario rodear de solidaridad la heroica lucha de los trabajadores y el pueblo de Oaxaca.

Hace menos de un siglo en el Sur de México, Emiliano Zapata constituía la Comuna de Morelos. Hoy surge una nueva Comuna en Oaxaca, en el marco de una profunda crisis del régimen de la alternancia y nos recuerda a la heroica gesta de los obreros de la Comuna de París en 1971. Oaxaca marca lo más álgido de la lucha de clases en el país, el proceso revolucionario más avanzado en la región.
El Zócalo de la ciudad de Oaxaca permanece ocupado y resguardado por las organizaciones de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) que expresan mucha combatividad. La gente comenta, lee y discute la prensa, elabora mantas y pancartas. Hay un ambiente de mucha politización y combatividad, que es el factor que ha impedido que el movimiento decaiga o se llegue a una negociación contraria a las demandas de la APPO. Mientras el gobierno federal trata de revivir el gobierno de Ulises Ruiz Ortíz (URO) mediante la negociación y las amenazas de una posible represión, un doble poder comienza a extenderse por todo el estado. El gobierno de URO continúa desmoronándose.

Se comienza a ver a la APPO como un verdadero gobierno

El poder de la APPO comienza a tomar un mayor carácter como órgano de decisión y representación política popular en todo el estado. Desde pueblos y municipios lejanos a la capital llegan comisiones a rendir las actas constitutivas de APPO locales, incrementando así las iniciativas hacia la autoorganización y el frente de tendencias constituido por algunas organizaciones sindicales y populares que conforman la APPO. Al mismo tiempo, comunidades que se han dado gobiernos propios, saludan a la APPO en la ciudad y exigen la caída de URO. Pero también llegan planteando problemas y conflictos para que la APPO tome una resolución de gobierno.

Estos elementos de autoorganización comienzan hacerse más extensivos y a expresarse con mayor claridad en asambleas de barrios que buscan tener cierta representatividad en la APPO, muchas hasta ahora con carácter solidario. Los problemas del transporte, los conflictos interfamiliares, de seguridad y otros son expuestos ante la APPO para buscar una posible solución. En los hechos se ha convertido en una forma incipiente de gobierno con un embrionario poder administrativo. En su imaginario, el pueblo de Oaxaca comienza a ver a la APPO como un verdadero gobierno erigido sobre bases populares y por ello el apoyo se ha masificado.

Esta heroica lucha pone en discusión la toma misma del poder y cómo resolver integralmente las demandas de los oprimidos y explotados. Mientras las direcciones del movimiento buscan una salida negociada con el gobierno federal, la base de esta lucha establece su impronta ampliando el poder dual y diversificando el apoyo a la Comuna Oaxaqueña, aunque todavía tiene ilusiones en una salida negociada con el gobierno federal para declarar la caída de URO.

Mientras las medidas de presión del gobierno federal tratan de hallar eco en sectores de la dirigencia de la APPO, que hasta ahora siguen manteniendo la exigencia de salida de URO (aunque al mismo tiempo se comprometen a impulsar las medidas de distensión), la base refuerza su posición. En estos momentos se tomaron más palacios municipales, carreteras y se repele a los paramilitares. Lo que sucede es que el gobierno federal y local están horrorizados y quieren evitar a toda costa que el pueblo oaxaqueño avance en la extensión de la dualidad de poderes.

“Aquí no va a pasar lo que sucedió en Atenco”

Al igual que la Comuna de París, las fuerzas de la derecha y la reacción claman por una salida “enérgica” que devuelva el orden y la tranquilidad a la clase gobernante. Los partidos del Congreso de Oaxaca aprobaron una solicitud al Congreso de la Unión para que envíen a las fuerzas federales de represión a vigilar la situación y reestablecer la normalización.

Hay una disposición del pueblo oaxaqueño de enfrentar las amenazas y la represión si la mesa de negociación fracasa, ya que Gobernación quiere y busca meter a las fuerzas policíacas federales con acuerdo de un sector de la APPO, para “reestablecer el orden”. Pero la voluntad del pueblo busca masificar su lucha con el apoyo popular que no se quebranta como lo mostró al enfrentar a los paramilitares y al escuadrón de la muerte. Ellos dicen “aquí no va a pasar lo que le sucedió a nuestros compañeros de Atenco”.
Esto fue lo que demostró la asamblea de la APPO el 19 de septiembre, donde la dirección llegó con la propuesta de cumplir con las “medidas de distensión” que le propuso el secretario de Gobernación a los dirigentes del magisterio. La base rechazó indignada cualquier acuerdo que apunte a entregar el movimiento, rechazando incluso el chantaje de la represión que hizo la dirección.

Es por ello que esta lucha debe extenderse a nivel nacional. Y sindicatos como el SME, la UNT y la CNTE deben parar ya en solidaridad con la APPO y la lucha del pueblo oaxaqueño, unificando el descontento contra el fraude y la antidemocracia de este régimen con las demandas de los trabajadores y campesinos de todo el país.