De gira por Europa, Cristina Kirchner acaba de declarar que Italia es “un modelo a mirar e imitar”. Lo hizo luego de almorzar con Berlusconi, el hombre recientemente derrotado en las elecciones municipales, acusado de corrupción y de distintos escándalos sexuales. La reivindicación de un “modelo” al mejor estilo menemista, antiobrero y xenófobo, no es de extrañar. En los ’90, los Kirchner supieron convivir con el caudillo de Anillaco y hoy tienen como aliado al gobernador de La Rioja Beder Herrera, un menemista de pura cepa. El mismo Carlos Menem declaró que votaría por Cristina.
El escándalo de Sergio Schoklender, acusado de lavado de dinero por la Coalición Cívica y de malversación de fondos por el Peronismo Federal, cuando estaba al frente de la Fundación “Sueños compartidos” de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, viene empañando el optimismo electoral del Frente para la Victoria. La denuncia se ha convertido en el “caballito de batalla” de Clarín, La Nación y la oposición patronal, que además de debilitar al gobierno, busca deslegitimar toda la lucha contra la impunidad y por el castigo a los genocidas.
El escándalo impacta en el kirchnerismo, golpeando en las contradicciones de una alianza política “amplia”, que va desde el gobernador asesino de los Qom, Gildo Insfrán, pasando por la burocracia sindical moyanista, los intendentes del Conurbano hasta Martín Sabbatella, los intelectuales de Carta Abierta y Hebe de Bonafini. Un adelantamiento de las pujas de poder entre las camarillas que conforman el Frente para la Victoria y un preanuncio de las duras luchas internas que tendrá un futuro mandato de Cristina.
Según algunos analistas la denuncia contra Schoklender habría sido ventilada por el moyanismo, interesado en golpear a la presidenta por haber privilegiado a La Cámpora en el armado de las listas electorales. Los intendentes del conurbano aprovecharon la ocasión para apuntar contra Abel Fatala y el ministro de Planificación Julio De Vido, a quien acusan de beneficiar a la fundación Madres de Plaza de Mayo y a los movimientos sociales en el envío de fondos para obra pública.
Más allá de que las denuncias tengan o no algún asidero, las declaraciones de Schoklender sobre sus negocios privados y abultadísimos ingresos ya de por sí resultan obscenas. Es evidente la bancarrota de la Asociación de Hebe de Bonafini, quien pasó de ser un símbolo de la lucha intransigente contra la dictadura y las leyes de impunidad del PJ y la UCR a convertirse en una “empresaria social” (como a ella le gusta definirse), gestora de la obra pública del Estado capitalista. Bonafini es un puntal del apoyo al gobierno y hasta ha hecho campaña a favor del ex militante de la UCeDe, Amado Boudou para jefe de gobierno porteño. Recordemos además que fue Sergio Schoklender quien pidió a la Justicia el desalojo de los ocupantes del Parque Indoamericano en diciembre de 2010. La salvaje represión de la Metropolitana y la Federal dejó víctimas fatales.
Binner, Proyecto Sur y los dilemas de la centroizquierda
La crisis desatada entre el radicalismo y Hermes Binner terminó de desnudar el giro a la derecha de Proyecto Sur. La posibilidad de una fórmula presidencial entre Ricardo Alfonsín y el “socialista sojero” viene naufragando ante la negativa de este último a aceptar la alianza de la UCR con el derechista Francisco De Narváez.
Binner se debate entre lanzar su candidatura presidencial como cabeza de un frente con el GEN de Stolbizer, el Partido Nuevo de Luis Juez y Proyecto Sur, o directamente abandonar toda pretensión en las presidenciales y sólo encabezar la lista a diputados nacionales del Frente Cívico por Santa Fe. Con esta última opción, evitaría romper su cogobierno con los radicales en esa provincia, algo imprescindible para mantener la gobernación.
La cruzada de Proyecto Sur para “derrotar al bipartidismo” consiste en lograr un acuerdo con Binner, Juez y Stolbizer para octubre. Curioso proyecto “emancipador” el de Pino queriendo llevar como presidente a quien gobierna su provincia con la UCR hace 8 años, es un representante político de las patronales sojeras y un garante de la impunidad de los asesinos del Pocho Lepratti, militante social de la CTA, en diciembre del 2001.
Proyecto Sur no es ninguna alternativa a los “viejos partidos”. En Neuquén la fuerza apoyada por Claudio Lozano y Víctor De Gennaro, el UNE, integra un frente común con radicales y kirchneristas. En la Ciudad de Buenos Aires, el puesto de vicejefe de gobierno le fue ofrecido a Telerman, después a Graciela Ocaña para recaer finalmente en Jorge Selser, funcionario de esta última en el PAMI. Selser se hizo conocido rápido…generando una crisis en Proyecto Sur, al decir que apoyaría al candidato del FPV, la otra pata del bipartidismo, en una segunda vuelta.
El ocaso del progresismo
Durante la década del ’90 el progresismo tomó las banderas de la ética pública y la lucha contra la corrupción contra el neoliberalismo. Su máxima expresión fue el FREPASO que terminó permitiendo el retorno de la UCR al poder en 1999. La experiencia de la Alianza demostró la impotencia de esta posición para enfrentar al bipartidismo. Con la llegada del kirchnerismo al gobierno y sobre todo ante el lockout agrario de 2008 el viejo progresismo se dividió entre los partidarios del “bonapartismo de la caja” y los seguidores del “republicanismo sojero”. Al igual que en los ‘90 sus representantes siguen careciendo de toda independencia política y son funcionales a la reconstrucción de los viejos partidos patronales.
A la centroizquierda oficialista no le va mejor que a Proyecto Sur. El debate entre Beatriz Sarlo en 678 dejó mal parados a los periodistas K, derrotados por una representante intelectual del “republicanismo” que a decir verdad no exhibió grandes ideas en su exposición (ver nota en página 11). Más que los méritos de la redactora de Clarín y La Nación lo notorio fue la pobreza argumental del progresismo K, que se reduce a atacar toda crítica al oficialismo como funcional a la corporación mediática. Un progresismo que no encuentra excusas para defender de manera convincente la indigesta costumbre de tragar sapos. Cabe destacar que el programa de Canal 7 acepta discutir con intelectuales de derecha pero se ha negado sistemáticamente a debatir con la izquierda.
La independencia política y el Frente de Izquierda
El desencanto con el centroizquierdismo es una de las fuentes que ya están nutriendo al Frente de Izquierda. Intelectuales que antes apoyaron a alguna variante de la centroizquierda se han sumado, junto a cientos de intelectuales de izquierda al apoyo al Frente y llaman a votarlo en las primarias de agosto y en las presidenciales de octubre. La campaña del Frente de Izquierda se propone derrotar la política proscriptiva del régimen de la democracia para ricos y levantar la única alternativa política clasista al bipartidismo, la que plantea la ruptura con los candidatos de los capitalistas y la lucha por la independencia política de la clase trabajadora. Sus listas van encabezadas por la fórmula presidencial de Jorge Altamira (PO) y Christian Castillo (PTS) y están integradas por luchadores obreros, de los derechos humanos y de la juventud combativa. Sus candidatos son lo opuesto al carrerismo centroizquierdista y expresan el combate de los trabajadores por sus derechos, contra la burocracia sindical, contra la persecución judicial, contra la impunidad a los genocidas y en defensa de los derechos democráticos de la clase trabajadora, la juventud y el pueblo pobre. El PTS en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores impulsa una campaña militante para organizar políticamente a la vanguardia obrera y juvenil de cara a los próximos desafíos de la lucha de clases, como parte de fortalecer la lucha por construir un partido revolucionario de la clase trabajadora.
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