Saleh asegura "estar bien" pero hay dudas sobre su verdadero estado de salud
ÁNGELES ESPINOSA / EL PAÍS - Madrid - 04/06/2011
El presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, se ha dirigido por la televisión nacional a su pueblo horas después de resultar herido junto a varios altos cargos, entre ellos el primer ministro, en un ataque a la mezquita en la que rezaban dentro del palacio presidencial en Saná, la capital del país africano.
En su alocución, Saleh se ha mostrado desafiante ante el pulso lanzado por el clan rival de los Al Ahmar, que se ha alineado con la revuelta popular contra su permanencia en el poder. "Estoy bien, me encuentro bien", ha dicho Saleh. En el mismo mensaje de audio, el mandatario yemení urge al Ejército a tomar la iniciativa y combatir a los oponentes tribales a los que culpó directamente del ataque.
"Aplaudo a nuestras fuerzas armadas y de seguridad por resistir con firmeza este desafío lanzado por una banda fuera de la ley que nada tiene que ver con la llamada revolución juvenil", ha dicho.
Mientras, el miedo se ha apoderado de Saná, cuya población teme que la ciudad sucumba a la guerra. Anoche, las calles estaban vacías y prácticamente no había electricidad en ningún punto de la ciudad. Puestos de control flanqueados por tanques se han establecido casi en cada esquina.
La UE, Francia y Estados Unidos han reclamado un cesde las hostilidades inmediato.
Dudas sobre la salud de Saleh
La explosión contra el complejo presidencial, primero atribuida a un obús y más tarde a una bomba, también mató a siete militares y enterró cualquier salida política al enfrentamiento que Saleh mantiene con los Al Ahmar. "Un ataque cobarde con un proyectil explosivo ha alcanzado durante las plegarias del viernes la mezquita del palacio presidencial, donde se encontraban Ali Abdalá Saleh y altos cargos del Gobierno", explicó poco después la agencia oficial de noticias Saba.
Con anterioridad, un responsable de su partido había dicho que Saleh estaba "herido ligeramente en la cabeza", según France Presse. La cadena privada Suhail le había dado por muerto, algo que fue desmentido de inmediato en la televisión estatal. Suhail es propiedad de Hamid al Ahmar, hermano de Sadeq, el jefe tribal al que el Ministerio de Defensa acusó del ataque. El propio Saleh abundó en esta idea al acusar a "los hijos de Al Ahmar" y prometer que las fuerzas de seguridad capturarán a los culpables.
"Sabemos que el presidente está herido, pero no de qué gravedad", señaló a este diario una fuente diplomática desde Saná. La ausencia de imágenes no ayudaba a descartar que sus heridas fueran más graves que los "rasguños" mencionados por el viceministro de Información.
Junto al mandatario, también resultaron heridos el imán de la mezquita, el primer ministro, los presidentes de ambas cámaras del Parlamento, el gobernador de Saná, un diputado y el consejero de prensa del presidente. El presidente del Congreso y el gobernador se encontraban tan graves que en medios diplomáticos occidentales se les daba por muertos.
"Los Al Ahmar han cruzado todas las líneas rojas", declaró Tariq al Shami, portavoz del Congreso General del Pueblo, el partido gubernamental.
Miembros de su clan llevan 10 días enfrentándose a las tropas leales a Saleh, pero ayer un portavoz desmintió su responsabilidad. Según su versión, recogida por Reuters, los hombres del presidente habrían perpetrado el ataque para justificar una escalada de los combates en la capital. Los soldados leales a Saleh respondieron bombardeando los domicilios de Hamid, de otros dos hermanos del jeque Sadeq y del general disidente Ali Mohsen. Los Al Ahmar abandonaron Saná.
El pulso entre ambas familias ha eclipsado la protesta popular que desde hace cuatro meses trata de acabar con casi 33 años de gobierno de Saleh. A pesar de la tensión que han introducido los combates, miles de personas volvieron a darse cita ayer en la plaza de la Universidad (rebautizada del Cambio) en el funeral por el medio centenar de muertos en la violencia de los días anteriores. Los manifestantes se han declarado neutrales, pero corren el riesgo de ver sus aspiraciones enterradas tanto si los Al Ahmar logran desplazar a Saleh como si alcanzan un acuerdo.
"No sabemos qué está pasando, pero las casas tiemblan con los bombardeos, que cada vez son más frecuentes", se lamenta Mohamed al A., un residente del noroeste de la capital. Mohamed, que tiene experiencia militar, no comprende cómo pudo producirse el ataque. "La Guardia Republicana [unidad de élite del Ejército] protege el palacio presidencial y tiene tomadas las montañas a su alrededor", señala. Además, esas tropas están bloqueando la entrada en Saná de miles de miembros de las tribus de la confederación Hashed, venidas desde su feudo en Amran. "Si entran los tribales, habrá robos y saqueos", asegura atemorizado. Muchos no han esperado para verlo y ya han salido de la ciudad.
Los militares, por su parte, también se están preparando. El Ministerio de Defensa anunció que la brigada de fuerzas especiales, que como la Guardia Republicana dirige Ahmed, el mayor de los hijos de Saleh, se había desplegado por primera vez en la capital. La incógnita está en saber qué lado va a elegir el general Ali Mohsen, que en marzo se pasó con sus fuerzas a la oposición, pero que se ha mantenido al margen de los combates.
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