Mientras casi todo el espectro reformista y centroizquierdista del Perú se alineó entusiasta detrás de Humala presentándolo como el “cambio progresista”, lamentablemente algunas organizaciones que se reclaman de la izquierda obrera y socialista si bien marcando que por sus límites de clase y su programa no puede representar ninguna verdadera alternativa para los trabajadores y el pueblo pobre, se plegaron al llamado a votar por Humala en la segunda vuelta.
El Nuevo PST, que es parte de la LIT-CI (corriente orientada por el PSTU brasileño) se pronunció en ese sentido (hemos criticado su planteamiento en “¿Quién es Keiko Fujimori? ¿Quién es Ollanta Humala?”, en www.ftci.org).
También UNIOS (grupo hermano de Izquierda Socialista en Argentina), afirmó que “en la disyuntiva de elegir entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, candidaturas que sin vacilaciones señalamos, constituyen continuismo neoliberal y MAS DE LOS MISMO (…) Somos NO A KEIKO, en el entendido, que un triunfo de ella, liquidaría una conquista democrática de nuestro pueblo, que la lucha por echar Fujimori fue en vano; en vano el trabajo de la Comisión de la Verdad y su informe, en vano los muertos; en vano todas las condenas que la movilización de los familiares de los asesinados de la Cantuta y Barrios altos arrancaron; en vano todo el trabajo de los tribunales que han condenado al Fujimori, a los asesinos del grupo Colina; en vano las denuncias de la esterilización masiva y forzada a cambio de comida.”
No puede menos de señalarse aquí el insólito embellecimiento de la Comisión de la Verdad y su informe, presentados por UNIOS como una conquista popular cuando en realidad fueron diseñados en el marco de las instituciones del régimen, adoptando el punto de vista “del vencedor” y de la burguesía peruana, interesada en una “reconciliación” que permita hacer grandes negocios sin perturbaciones por demandas democráticas e impedir que se pusiera fin a la impunidad de los militares y sus crímenes en la “guerra sucia”. La Comisión y su labor trasuntan una reaccionaria “teoría de los dos demonios” que pone un pie de igualdad entre el terrorismo de las fuerzas del Estado y la guerrilla senderista (lo que no quita que la misma haya utilizado métodos aberrantes desde el punto de vista de los intereses obreros y populares).
¿Hay que optar por el mal menor?
En ambos casos –UITCI y LITCI- , nos parece que se cede de manera impresionista a la polarización electoral fogoneada por distintos sectores de la burguesía peruana. En su conjunto, ésta recelaba de Keiko como de Humala por considerarlos candidatos poco confiables pero la crisis del sistema de partidos la dejó sin otras opciones. Mientras un ala del gran capital optó entonces por la hija de Fujimori satanizando a Humala como un “imitador de Chávez” otro, muy importante, integrado por figuras tales como Vargas Llosa o el ex presidente Toledo, prefirió apoyar al ex –capitán como una mejor carta para garantizar la estabilidad del país, denunciando a Keiko por querer reimplantar la dictadura fujimorista. El recuerdo de sus crímenes fue utilizado para convencer incluso a sectores medios de votar por Humala, fenómeno bien reflejado en un titular de El País de España que afirmaba, “la memoria le venció al miedo”. Pero esta lógica, utilizada para canalizar al conjunto del movimiento de masas al terreno electoral, intenta abonar el “sentido común” de que no hay otra alternativa que elegir entre las opciones dentro del régimen.
Lamentablemente, a esto se adaptan con su criterio oportunista de apoyo electoral al “mal menor”, renunciando a todo criterio de delimitación de clase y embelleciendo a Humala, en lugar de llamar a no votar por ninguna de las candidaturas burguesas. Su voto es una muestra de apoyo político que, por muy crítico que sea, alimenta las ilusiones entre los trabajadores y no los ayuda a prepararse para seguir la lucha por sus reivindicaciones ni contra los futuros planes de quien identifican como “más de lo mismo”. Mucho menos sirve para abonar la imprescindible lucha por la independencia política de la clase obrera, cuestión que no casualmente no es mencionada siquiera en sus declaraciones.
De esta forma no se educan militantes y cuadros capaces de resistir los “cantos de sirena” de la colaboración de clases con la burguesía tanto como a la reacción fascista. Sin una estrategia consecuente de lucha por la plena independencia de la clase obrera que guíe los pronunciamientos “tácticos” sólo se prepara el terreno para mayores capitulaciones y por tanto, se elige un rumbo cada vez más alejado de la tarea de construir una verdadera dirección revolucionaria.
9 de junio de 2011
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