El fin de semana pasado, en el distrito de Zengcheng en Guangzhou, ciudad industrial de la provincia de Guangdong, miles de obreros migrantes salieron a la calle quemando vehículos policiales y enfrentándose con la policía antidisturbios. El hecho que prendió la mecha de los disturbios obreros sucedió el viernes en la noche, por la golpiza que personal de seguridad de la provincia propinó a la joven Wang Lianmei, vendedora ambulante de 20 años que se encontraba embarazada. Los rumores de que estaba gravemente herida prendieron en miles de trabajadores. El día sábado más de 1000 manifestantes encendieron coches de la policía y se enfrentaron con los antidisturbios. El domingo, pese al aumento de la represión, más de 2000 obreros nuevamente salieron a las calles, incendiando oficinas gubernamentales y enfrentándose con la policía. “Fue la chispa que encendió un estallido de rabia, que pone de manifiesto la frustración que alberga una gran parte de la población china” (El País, 15/06).
Algunos días antes, 200 trabajadores migrantes en Chaozhou habían demostrado su rechazo a los aumentos de precios ante el municipio, terminando en un motín de miles de trabajadores. En otra movilización, 2000 obreros asaltaron el edificio de gobierno en la ciudad de Lichuan en la provincia de Hubei, protestando por el asesinato de un ex legislador que había estado investigando casos de corrupción gubernamental. En Changchun, más de 400 trabajadores de una fábrica de neumáticos protagonizaron un paro del 8 al 12 de junio contra los bajos salarios. El mes pasado en Mongolia Interior, se desarrollaron los conflictos étnicos más importantes contra las autoridades.
El aumento del precio de los alimentos y la vivienda (en mayo la inflación oficial fue de 5,5%, la más alta desde abril de 2008), la corrupción y abusos que reina en el aparato estatal y los municipios son los detonantes de un malestar social que empieza a hacerse cada vez más evidente. En las ciudades del sur, donde se encuentran las “fábricas del mundo”, son miles de obreros inmigrantes del campo los que empiezan a salir a luchar, de la nueva generación de 150 millones de obreros considerados ciudadanos de segunda clase sin tener siquiera derechos básicos como acceso a educación para sus hijos. Ya el año pasado, miles de obreros chinos salieron a luchar por aumentos salariales con numerosas revueltas fabriles.
El aumento del malestar social está preocupando a las autoridades. En la última reunión del buró político del PCCh, las autoridades llamaron a incentivar una mejor “gestión social” buscando contener el avance del malestar social. Por eso, han combinado una fuerte represión a cualquier lucha y detenciones de blogueros, con pequeños aumentos salariales para compensar la caída del salario con la inflación. El fuerte crecimiento económico chino (9,7% el primer trimestre) enormemente desigual y precario (sostenido por sus exportaciones y el consumo exterior) está alimentando fuertes contradicciones sociales, malestar y algunos disturbios, mientras se viven las primeras tensiones en las autoridades acerca de una apertura política del régimen y la búsqueda de un nuevo patrón de crecimiento menos dependiente del exterior. China se está enfrentando a las contradicciones más importantes en los últimos 30 años.
16 de junio de 2011
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