Al cierre de esta edición, entre acusaciones de fraude, los resultados provisorios de la elección presidencial en Ecuador indican que ningún candidato alcanza los votos suficientes para ganar en primera vuelta. El resultado se dirimirá en una segunda ronda el 26/11 entre el multimillonario empresario bananero Alvaro Noboa (26% de los votos) del derechista Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) y el economista autodenominado de “izquierda cristina” Rafael Correa (23%), de Alianza País.

Se profundiza la crisis del régimen

Los resultados de la primera vuelta mostraron la profunda crisis del régimen y los partidos tradicionales que tuvieron su peor elección en la historia. El Partido Social Cristiano llegó apenas al 9,5% de los votos (5° puesto), mientras que el candidato impulsado por Izquierda Democrática quedó relegado al cuarto lugar tras el ascenso inesperado de Gilmar Gutiérrez, hermano del destituido presidente Lucio Gutiérrez, que quedó en tercer lugar [1].

Este escenario muestra la crisis terminal del régimen, donde el parlamento tiene un 95% de desaprobación, desde 1997 ningún presidente elegido en las urnas logró terminar su mandato y las masas vienen realizando una experiencia que acabó con la caída de tres gobiernos en los últimos nueve años.

El resultado expresa también una polarización social y política donde el candidato derechista Noboa, que prometió apoyar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU., ganó la mayoría de sus votos en la costa, donde se concentra la mayor parte de la actividad económica del país, mientras que Correa con su campaña contra la corrupción, contra el TLC y por una reforma política en el régimen cosechó la mayoría de los votos en la región central, con el apoyo de las clases medias y los sectores de campesinos e indígenas, productores agrícolas que se verían afectados por un TLC con EE.UU.

Sin embargo, y pese a ser presentados como candidatos antagónicos, ambos acuerdan en mantener la dolarización de la economía que hundió en la miseria a millones de ecuatorianos desde el 2000. Correa, que es presentado como un candidato de “izquierda”, bajo la excusa de que “es más difícil salirse de la dolarización que quedarse en ella”, está dispuesto a mantener el enorme golpe a los salarios de los trabajadores que significó este proceso y que mantiene a un 50% de los ecuatorianos en la pobreza, mientras que más del 60% vive con menos de 2 dólares por día.

Hacia un gobierno inestable

Cualquiera sea el resultado de la segunda vuelta, las perspectivas son las de un próximo gobierno débil e inestable. Los dos candidatos deberán sellar pactos con los partidos tradicionales, que mantienen una alta participación parlamentaria, pero a su vez están profundamente desprestigiados. Un gobierno del derechista Noboa deberá enfrentarse además a las masas para poder implementar un TLC con EE.UU. y su paquete de reformas neoliberales. Por su parte, un gobierno de Correa, sin parlamentarios propios, aunque vaya matizando su discurso hacia la segunda vuelta y tejiendo alianzas con sectores de los partidos tradicionales, posiblemente encuentre una fuerte resistencia al interior del congreso lo que lo volverá altamente inestable.

Ante una segunda vuelta, ni el derechista Noboa, ni el “izquierdista” Correa son alternativa. Los trabajadores y el pueblo de Ecuador que realizaron una experiencia el año pasado con el “nacionalista” devenido en neoliberal Lucio Gutiérrez, forzando su caída, no pueden más que confiar en sus propias fuerzas para acabar con la miseria y la explotación en la que sumieron todos y cada uno de los políticos burgueses.