El sábado 6/8 miles de jóvenes de uno de los barrios más pobres de Inglaterra, la mayoría de ellos de la comunidad negra, protagonizaron una revuelta luego del asesinato del joven Mark Duggan a manos de la policía ocurrido el jueves 4/8 en el distrito de Tottenham en el norte de la ciudad, dando lugar a la expresión de ira y bronca más grande vista en Inglaterra desde mediados de los ’80. Los hechos se desataron durante el acto de repudio de familiares y amigos del joven. En una comunidad asediada por la pobreza, el racismo y la violencia policial, que cuenta con muchas víctimas de gatillo fácil, el acto tuvo una gran adhesión y fue utilizado por sectores de la juventud pobre de Londres para expresar su bronca al abuso policial y marginación social que viven. Durante el acto, un grupo de policías rodeó a una chica de 15 años, amiga de la víctima, y ante la negativa de dejarla tranquila, estalló la bronca. Con la provocación policial de fondo se creó un ambiente de tensión, que sirvió como detonante de la explosión juvenil y los enfrentamientos. Los disturbios continuaron y cobraron mayor magnitud el lunes, cuando las revueltas se extendieron a 13 barrios de la ciudad, con incendios, saqueos y ataques a la policía hasta la madrugada. El martes los disturbios se extendieron a las ciudades de Manchester, Birminghan y Salford, en el interior del país, dejando un saldo de 3 muertos.
El combustible de la rebelión
El denominador común en todas las protestas es la pobreza, el desempleo, la falta de acceso a la educación, el racismo y el acoso policial, que desde 1990 se cobró más de 1.000 muertes en custodia por los cuales no hubo un solo policía acusado. El desempleo entre los menores de 25 años es del 20,5%, llegando al millón de desocupados, la cifra más alta desde que se inició su contabilización en 1992. La cantidad de jóvenes llamados NEETs (que no están en situación de educación, empleo o capacitación) a los cuales les es prácticamente imposible incorporarse al mercado laboral, es aún mayor en ciudades como Leeds, en el norte del país donde también se vivieron jornadas de protesta. Treinta años de políticas neoliberales dieron como resultado una situación de pobreza estructural, con las cifras de movilidad más bajas que en el resto de los países desarrollado, panorama que ha empeorado con los recortes del último año, que aumentaron a niveles nunca vistos la desigualdad entre ricos y pobres, donde el 10% más rico vive 100 veces mejor que los más pobres. Sin este contexto de fondo, es imposible entender la dinámica que adquirió la revuelta, que fue más allá del rechazo a la brutalidad policial, y se expresó en una bronca más generalizada, que llegó a niveles de violencia nunca vistos, en una sociedad donde millones se hunden en la pobreza mientras millonarios y empresarios se enriquecen y los bancos son rescatados por el gobierno.
La respuesta de los partidos del régimen
Recién llegado de sus vacaciones, el primer ministro anunció el despliegue de 16.000 efectivos policiales en Londres y la autorización del uso de balas de goma, medida a la que nunca se había recurrido antes para contener revueltas urbanas, y camiones hidrantes. Por otra parte, el gobierno llamó a la población a delatar a los participantes y enviar filmaciones a la policía para identificar a los “saqueadores”. El llamado de Cameron a los padres pidiéndoles que averigüen ‘que están haciendo sus hijos cuando no están en sus casas” instala un ambiente policial y ha sido emulado por varios políticos en la oposición. Frente a la revuelta de los excluidos, la respuesta del gobierno y los partidos patronales es mano dura y el llamado a aplicar todo el peso de la ley para instaurar el orden. Incluso la diputada laborista en la oposición de Hackney, uno de los distritos más pobres y carenciados de Londres afectado por los disturbios, salió a decir “que ella no era de la escuela de los que piensan que los recortes provocan disturbios y enfrentamientos”, justificando en los hechos la represión. Al unísono los políticos burgueses describen a quienes participaron en las revueltas como criminales y vándalos, y no han tardado en tomar medidas represivas sin precedentes en este país. Pero ninguno de ellos anunció medida alguna para crear empleo o planes educativos. No hubo una sola referencia a las políticas de ajuste y desempleo, los verdaderos crímenes de esta sociedad capitalista que condena a miles de jóvenes a vivir en la pobreza, sin acceso a la educación y la salud. Tanto Cameron, como el resto de los políticos y los medios que piden mano dura contra los jóvenes, son los mismos que están comprometidos en el escándalo de las escuchas del imperio mediático propiedad de Rupert Murdoch. Su objetivo es crear un ambiente de mayor control ante el recrudecimiento de la luchas y futuros estallidos sociales que sin ninguna se darán como resultado de los planes de ajuste.
La incipiente respuesta a los ataques marca el camino
En los 14 meses de gobierno de la coalición conservadora- liberal, los estudiantes salieron masivamente a la calle en rechazo al aumento de los aranceles universitarios, junto a ellos se plegaron los secundarios de los barrios más plebeyos para protestar contra el recorte del subsidio educativo para jóvenes de bajos recursos. A la rebelión estudiantil le siguió la marcha convocada por la Confederación Sindical del Trabajo, que atrajo a medio millón de personas contra los recortes en los servicios sociales, la salud y la educación. El 30/6, los trabajadores de la administración pública y los docentes primarios y terciarios protagonizaron la huelga más importante en los últimos 30 años. Estas movilizaciones, junto con las respuestas que comienzan a darse en toda Europa contra los planes de austeridad, como en el Estado español y en Grecia, son las que marcan el camino para tirar abajo los planes de los gobiernos capitalistas. Esta sociedad capitalista no tiene nada que ofrecer a los jóvenes, que sin trabajo y excluidos de las escuelas no se sienten representados políticamente, están excluidos de los sindicatos y centros de estudiantes donde organizarse para expresar su bronca con métodos propios, que puedan empalmar con el resto de los trabajadores. Frente a la criminalización de la protesta y la escalada de arrestos y razias, es necesario plantear la libertad de los cientos de detenidos de los últimos días, 167 de los cuales ya fueron acusados, y levantar la consigna de ‘Fuera la policía de nuestros barrios’. Junto a ello es necesario luchar por el juicio y castigo a los responsables del asesinato de Mark Duggan. Estas consignas más inmediatas deben ser parte de una serie de consignas transicionales de creación de empleo y subsidios educativos y capacitación para los jóvenes desocupados, como parte de una perspectiva estratégica de la clase obrera que tome en sus manos las demandas de los sectores más oprimidos de la sociedad que canalice con objetivos precisos el odio que expresa de manera explosiva esta juventud. El estallido social en Inglaterra muestra que la dinámica de la crisis económica está dando lugar a fenómenos más explosivos y deja en claro que el sistema capitalista crea masas de pobres urbanos, y afecta en particular a los jóvenes que se ven sin futuro, sin acceso a un empleo o la educación, fenómenos que ya fueran anticipados por el estallido de las banlieues en Francia en 2006, las huelgas generales con alta participación juvenil en Grecia, el movimiento de los jóvenes indignados en España con el telón de fondo de la primavera árabe. Para evitar que el estallido de jóvenes sin futuro sea utilizado para enfrentarlos al resto de los trabajadores ocupados, la clase obrera, organizada por sus propios métodos de lucha, es la única que puede dar una salida a las necesidades de las masas urbanas, levantando un programa alternativo de independencia obrera que represente los intereses de todos los sectores oprimidos de la sociedad.
10/08/2011
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