El empantanamiento de la ocupación imperialista de Irak se profundiza día a día. Muestra de ésto fue la ocupación de la ciudad de Amara (sur de Irak controlado por el ejército británico). La semana pasada cerca de 300 milicianos chiítas, liderados por el clérigo Muktadá al Sadr (una fracción opuesta al también clérigo chiíta Abdul Aziz al Hakim, presidente del partido político con más peso -Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak-) ocuparon la ciudad, destruyendo puestos policiales y bloqueando calles, que recién fue entregada luego de una larga negociación. Con un saldo de 25 muertos y 90 heridos, la irrupción y demostración de fuerza del llamado Ejército Mahdí mostró la creciente violencia entre diferentes grupos que domina el Irak ocupado desde 2003 y la incapacidad del gobierno de “coalición” de reunir el apoyo del conjunto de la población (sunitas, kurdos y chiítas, a su vez divididos internamente). El fracaso en frenar la espiral de violencia es cada vez más evidente, como muestra el resultado del aumento de la presencia militar en Bagdad para controlar la ciudad, donde aumentaron en un 20% los ataques durante octubre.

El sábado 21/10, en una publicitada reunión de Bush con sus comandantes, se resolvieron algunos cambios cosméticos que mejoren la maltrecha imagen del gobierno, imagen que puede costarle a los republicanos la pérdida de la Cámara de Diputados y hasta el Senado, ya que se mantiene firme el descontento con la guerra (la aprobación del manejo de la guerra llega sólo al 33%). A pesar del intento de cambiar el discurso de “mantener el curso” a como dé lugar, las medidas apuntan a aumentar la presencia militar, junto al plan de desarme de las milicias del gobierno iraquí y fortalecimiento de las fuerzas de seguridad, que según las últimas declaraciones debería completarse en un año y medio como máximo.

Los “cambios” que aplicaría EE.UU. responden sobre todo a la inquietud y el descontento que genera la ocupación que lleva más de tres años, más de 320.000 millones de dólares gastados y un número de muertos y heridos que sigue creciendo.