El Frente para la Victoria se alzó con un amplio triunfo en las Primarias. La oposición patronal salió derrotada. Tanto el acuerdo de Alfonsín-De Narváez como el de Duhalde-Das Neves apenas superaron el 12% de los votos. El kirchnerismo logró plebiscitar su gestión y parece tener allanado el camino a la reelección en Octubre, con una oposición dispersa y desmoralizada.
Cristina Fernández logra recuperar influencia en sectores sociales que había perdido en las elecciones de 2009, cuando el escenario estaba dominado por la crisis política, producto del lockout agrario y los efectos -con suspensiones y despidos- de la crisis económica internacional. En esa oportunidad sólo había obtenido un tercio de los votos, ahora más del 50%. El Frente para la Victoria ha vuelto a ganar terreno entre los más pobres: los altos guarismos que muestra el tercer cordón de la provincia de Buenos Aires, donde había hecho buena elección Francisco De Narváez, volvieron al oficialismo. Pero también recobra espacio en las clases medias, como en Santa Fe, donde superó al Frente Amplio Progresista de Binner (ver nota) y en los sectores agrarios, como muestra la elección en el interior de Córdoba y en la misma provincia de Buenos Aires donde recibe importantes votos en Pergamino, Rojas o Colón. El “peligro” derechista con que los intelectuales de Carta Abierta llamaban a cerrar filas en apoyo a Cristina, ante el importante resultado en las elecciones de Macri, Del Sel e incluso De la Sota, se demostró una farsa.
En aquellas elecciones y en estas primarias primó un voto conservador. La primera razón de porqué CFK obtuvo esta cantidad de votos hay que encontrarla en la situación de relativa estabilidad económica que viene permitiendo que todos los oficialismos hayan obtenido victorias consecutivas. Pasó con Macri en Capital, con Sapag en Neuquén, con De la Sota en Córdoba y con el Frente Cívico y Social en Santa Fe. El gobierno no ganó por “nacional y popular”, ni por su supuesta lucha contra las corporaciones, sino por ser la expresión de un “status quo” donde los empresarios la “levantan en pala” y la clase media y sectores altos de la clase obrera logran participar del circuito “virtuoso” del consumo.
El mecanismo de las primarias para fortalecer a las fuerzas políticas capitalistas luego de su debacle en la crisis de diciembre del 2001 no ha logrado su objetivo con respecto a la oposición que salió muy golpeada. Sin embargo, el régimen pudo instaurar y legitimar en esta elección un filtro proscriptivo contra las minorías y un avance bonapartista como es la estatización de la vida interna de los partidos políticos, lo que sólo fue denunciado consecuentemente en la campaña del Frente de Izquierda que logró vencer el piso del 1,5 con que nos pretendían silenciar.
El FPV surge como el gran partido nacional ante el hundimiento de la oposición burguesa y la fortaleza de CFK obliga a la burguesía, que pese a sus jugosos negocios no confía plenamente en el kirchnerismo, a cerrar filas con el gobierno para enfrentar un próximo periodo donde se deberán tomar medidas en detrimento del pueblo trabajador para enfrentar el fantasma de la crisis mundial. Sin embargo, no hay que olvidar que el kirchnerismo debe también su victoria a la alianza con los barones del conurbano, con los gobernadores y la burocracia sindical, que seguramente presionarán al gobierno, abriendo contradicciones que serán base de futuras crisis políticas.
Del lado de la oposición patronal, la única noticia halagüeña para el régimen es el resultado que obtuvo la fuerza de Hermes Binner que sacó el 10,26% de los votos (ver nota). Esta fuerza que quiere ocupar el espacio de “centroizquierda” no sólo no representa una alternativa a los “viejos partidos” sino que incluso aparece en oportunidades a la derecha del kirchnerismo. El FAP de Binner, Juez y Stolbizer tiene un carácter mucho más burgués que cualquier centroizquierda que hayamos visto surgir en el país, como el Frente Grande de Chacho Alvarez o Proyecto Sur de Pino Solanas. Binner cogobierna hace años su provincia con la UCR, es un cabal representante político de las patronales sojeras y además, un garante de la impunidad de los asesinos de Pocho Lepratti, militante social de la CTA, caído en diciembre del 2001. Vergüenza debería darle a Víctor De Gennaro, fundador de esa Central, formar parte de esta alianza. Otra fuerza que dio la nota integrándose al FAP es Libres del Sur que primero apoyó al kirchnerismo cuando el conflicto con el campo y luego se hizo “sojera” yendo detrás de Binner y Norma Morandini.
Entre dos crisis
La clase obrera apoyó masivamente al kirchnerismo en las Primarias. Pero esta votación no implica una carta blanca de adhesión al gobierno, sino que eligieron a los K como opción conservadora para mantener lo conquistado. La crisis de 2001 con la hiperdesocupación y el posterior saqueo al salario con la devaluación de Duhalde dejaron profundas huellas en los trabajadores. Con los K, la economía logró recuperarse y con el crecimiento las patronales obtienen grandes beneficios mientras a la clase obrera sólo le ha tocado migajas del festín. Lo que el oficialismo llama el “nunca menos” no ha sido otra cosa –salvo para un sector de trabajadores en blanco- que salarios de miseria mientras persiste la inflación y los puestos de trabajo precario y en negro, donde muchos están obligados a dejar la vida en la fábrica para sobrevivir. A los más pobres, a los que no tienen trabajo les ha ido peor, sólo reciben la Asignación Universal. Pero esa crisis de 2001 sigue actuando como un látigo para la clase obrera que moldea una conciencia de “defender lo que hay” frente a la idea que propaga el kirchnerismo y la burocracia sindical de que si ellos no gobiernan a los trabajadores les va a ir peor. Esta conciencia se refuerza con una oposición patronal haciendo campaña contra los K que “nos aislaron del mundo”, cuando la actual crisis internacional pone a la orden del día planes de ajuste brutales en los países centrales, cuando las calles de Londres arden de furia con la rebelión de los jóvenes que no tienen futuro. Ante este escenario crítico el kirchnerismo aparece como un “mal menor”.
Sin embargo, los trabajadores no han votado a un “modelo que enamora” como gustan decir los K sino pensando, equivocadamente, que defienden sus intereses económicos inmediatos. Pero esas expectativas de defender lo poco que han logrado, tarde o temprano, chocarán con la realidad de la crisis mundial cuando esta descargue sus efectos sobre nuestro país. El caso jujeño, donde los trabajadores sin techo fueron reprimidos por las fuerzas represivas del Estado y las guardias blancas de los Blaquier, obligando a los ocupantes a ejercer su legítimo derecho a la autodefensa, y donde la lucha de clases fue más allá de la legalidad burguesa, es quizás una muestra de lo que vendrá. El gobierno no podrá ofrecer una salida a los trabajadores cuando golpee la crisis porque, como buen agente del capital (en concreto, los Blaquier en Jujuy son aliados del gobierno K), no va a enfrentar la voracidad de los patrones sino que intentará desarmar la resistencia, combinando un discurso de armonía entre las clases con una creciente represión a los que luchen. Ya pudimos ver un adelanto en el Parque Indoamericano contra los sin techo, en Santa Cruz contra los docentes y petroleros, o en la misma Jujuy. Sólo el Frente de Izquierda ha señalado en su campaña que la crisis mundial encontrará a los capitalistas y a sus políticos intentando descargar la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador. Sólo el Frente de Izquierda ha señalado que las conquistas obtenidas por la pelea de los trabajadores y el pueblo habrá que defenderlas con la lucha de clases.
Nosotros, la izquierda
El FIT logró superar el piso proscriptivo. Fue una pelea valiente que supimos dar a través de una gran campaña militante. Los 520.000 votos que recibimos constituyen un acto de defensa de los derechos democráticos del pueblo trabajador, para que no silencien a una corriente que milita activamente en las luchas obreras y populares, independiente del Estado y de los patrones, en un país donde ese Estado y esas patronales supieron hacer un genocidio contra la clase trabajadora. Queda por delante nuestro firme compromiso para seguir peleando por tirar abajo definitivamente la ley proscriptiva.
Pino Solanas y Proyecto Sur no lograron superar el piso del 1,5%, entre otras razones, por su propia cobardía política que los llevó a negarse a poner esa bandera en el centro del debate nacional. Una muestra más del derrotero del MST, hoy parte de Proyecto Sur, que se ha integrado completamente al régimen burgués; de impulsar junto a Solanas una alianza con Binner y Juez para “jugar en la cancha grande” terminaron rompiendo por “cargos” y realizando la peor elección de su historia junto a Alcira Argumedo.
Las altas votaciones recibidas por el FIT en las fábricas combativas (ver notas en páginas centrales), en la juventud estudiantil luchadora así como el apoyo de reconocidos intelectuales y artistas, son expresión política por un lado del “sindicalismo de base” clasista y también de una tendencia anticapitalista que ven en el Frente de Izquierda una referencia ante la crisis mundial. Un aliento para pelear por una perspectiva socialista, para fortalecer una izquierda de los trabajadores y avanzar en la construcción de un partido revolucionario.
18-08-2011
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