El primer ministro turco carga en El Cairo contra los "crímenes" de Israel
ENRIC GONZÁLEZ - El Cairo - 13/09/2011
Recep Tayyip Erdogan se ha ofrecido al mundo árabe como campeón de las dos causas más populares entre la gente de la calle: la lucha contra los tiranos y la libertad de los palestinos. "El reconocimiento del Estado palestino no es una opción, es una obligación", ha dicho el primer ministro turco desde la tribuna de la Liga Árabe. Erdogan ha cargado contra los "crímenes" de Israel, pero ha evitado referirse de forma directa a la represión ejercida en Siria por su antiguo aliado Bachar el Asad.
La sede de la Liga Árabe, en la emblemática plaza de Tahrir, hervía de expectación cuando Erdogan, con un notable retraso sobre la hora prevista, ha entrado en el edificio. Fuera le aclamaban cientos de egipcios, como ya le había aclamado una pequeña multitud a su llegada al aeropuerto de El Cairo la noche anterior.
Las autoridades egipcias le han hecho desistir de sus dos ideas más populistas, la de viajar a Gaza y la de dirigirse a las masas desde la plaza de Tahrir, pero ha aprovechado que su discurso ante la Liga Árabe era retransmitido por la televisión egipcia para hablar al mundo árabe en general, y no solo a los ministros presentes.
El primer ministro turco ha abrazado con pasión la iniciativa palestina de pedir este mismo mes a la ONU el reconocimiento como Estado. "Es hora de izar la bandera palestina en las Naciones Unidas; icemos la bandera palestina y que esa bandera sea el símbolo de la paz y la justicia en Oriente Próximo", ha dicho. Para Israel, a cuyo Gobierno ha definido como "obstáculo para la paz", ha tenido palabras duras: "Tiene que pagar por los crímenes cometidos", ha afirmado, en referencia a la guerra contra Gaza en diciembre de 2008 y al asalto de la nave turca Mavi Marmara en mayo de 2010. "Israel solo dejará de estar aislado", ha añadido, "cuando se comporte como un país razonable, responsable, serio y normal".
Resulta sorprendente que Erdogan no haya hecho referencia a Siria. En unas declaraciones previas a su llegada a El Cairo, el primer ministro turco había opinado que El Asad estaba "a punto de perder su legitimidad", e indicó como posible que las protestas contra la dictadura desembocaran en una guerra civil entre la mayoría suní y la minoría alauí, a la que pertenece El Asad y que compone la columna vertebral del régimen. Lo que hizo Erdogan fue respaldar en general la primavera árabe, señalando que "las aspiraciones legítimas" de los pueblos no debían ser "aplastadas por la fuerza", y proponer para los países de Oriente Próximo y el norte de África un modelo de Estado laico y democrático como el turco.
El secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Arabi, sí fue rotundo respecto a Siria. Ha definido al régimen de El Asad como "una máquina de matar", y ha anunciado que la organización no mantendrá nuevos contactos directos con el Gobierno sirio hasta que este deje de reprimir a la población y entable una auténtica negociación con los opositores para una reforma democrática.
El primer ministro de Turquía ha disfrutado de forma evidente de su prestigio popular, pero ha provocado recelos en bastantes ministros de la Liga Árabe, incómodos ante el tono de superioridad adoptado por Erdogan (que, al fin y al cabo, no es árabe) y ante la sospecha de que trata de reconstruir, abrazándose a la bandera palestina y aprovechando la pujanza comercial de su país, algo parecido al viejo Imperio Otomano.
En cualquier caso, la Liga Árabe tiene ante sí un problema más urgente que las ambiciones de Erdogan: la petición palestina a la ONU. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, dispone de dos opciones: buscar el pleno reconocimiento y el ingreso como país miembro, a través del Consejo de Seguridad, u optar por algo más modesto, el reconocimiento y un estatus de observador, a través de la Asamblea General. La primera vía implicaría un enfrentamiento directo con EE UU, que ha anunciado ya que usaría su derecho de veto.
La Liga Árabe no se ha pronunciado a favor de ninguna de las dos vías y ha dejado libertad a Abbas, quien tenía previsto anunciar el viernes su decisión final.
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