Tomado del reportaje realizado en el programa de radio Pateando el Tablero del 10/9/11.
Pateando el Tablero: Este nuevo aniversario del sangriento golpe de estado de Pinochet, se da en una situación particular en el país hermano. Los jóvenes y estudiantes se están movilizando cuestionando el sistema educativo. Y precisamente lo que queríamos preguntarte, un poco meternos, es cómo se dio esta transición y la salida de Pinochet del poder que gobernó hasta 1990.
Eduardo Molina: El domingo 11 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del sangriento golpe del general Pinochet que pasó a la historia como un modelo de contrarrevolución. Es decir, de un golpe sangriento organizado por la burguesía chilena y el imperialismo para aplastar el proceso revolucionario que habían puesto en marcha los trabajadores y el pueblo de Chile. Este golpe no sólo se tradujo en miles de desaparecidos, fusilados, decenas de miles de presos, de desterrados con los que se intentó consolidar la derrota obrera y popular, sino que fue el fundamento que explica los éxitos de lo que muchos medios de prensa y los distintos voceros y analistas al servicio de la burguesía y el imperialismo han presentado como el modelo chileno, casi como un ejemplo para salir de los problemas de las sociedades latinoamericanas y encarar el camino hacia el desarrollo.
Lo que no se dice y lo que está ayudando a revelar la enorme lucha de los estudiantes chilenos hoy en día, es cuáles son los enormes costos económicos y sociales y la verdadera situación política que enfrenta la mayoría de los trabajadores chilenos y el pueblo humilde.
Si hacemos un poco de memoria el gobierno militar en Chile fue el primero que introdujo los planes liberales, una ambiciosa transformación de las relaciones económicas sociales en el país trasandino. Con una privatización masiva, el Estado se desprendió de cientos de empresas que traspasó al capital privado y extranjero en condiciones leoninas. Esto de la mano de una transformación de las relaciones capital-trabajo con un brutal aumento de la superexplotación. El conjunto de los servicios sociales, salud, educación y de los distintos elementos que afectan la vida cotidiana de la familia trabajadora en Chile, se vieron sujetos a cambios similares.
Sin embargo hacia 1986-87 era evidente que en Chile crecía el malestar y se había comenzado a desarrollar un enorme proceso de protestas populares, que permanentemente en movilizaciones multitudinarias, tomando prácticamente los barrios populares que rodean a Santiago, se batía con los carabineros y parecía abrir el proceso de la movilización como forma de sacarse de encima esta brutal dictadura.
Este proceso no pudo avanzar, fue desgastado y canalizado hacia la trampa de una salida negociada, que empalma con la política que en esos mismos años, el imperialismo venía impulsando para América Latina ante el evidente agotamiento de las viejas dictaduras militares.
PelT: Efectivamente como vos decís la política de transición hacia un régimen democrático en Chile, no fue algo aislado sino parte de una política de conjunto hacia los países de Latinoamérica donde había habido dictaduras como en Argentina, Uruguay y demás, ¿verdad?
EM: Exactamente. En Argentina, el paso de la dictadura a la democracia fue bastante traumático como secuela de la guerra de Malvinas que obligó a una salida precipitada de los militares pero que finalmente pudo organizarse con la colaboración del partido peronista y del radicalismo, los dos grandes partidos de la burguesía argentina. En otros países de América Latina, fue mucho más ordenada y se produjo a partir de pactos como el que permitió la salida de la dictadura en Brasil, el Pacto Naval en Uruguay y así sucesivamente.
En el caso chileno por la profundidad de la derrota impuesta a los trabajadores chilenos y por las condiciones particulares de los que gozaba la dictadura, como un apoyo casi total de la burguesía chilena, etc., fue una transición organizada de una manera mucho más a la derecha, si se quiere. Hasta tal punto que mientras se gestaba el pacto, el mismo Pinochet siguió cumpliendo las funciones de jefe de gobierno hasta 1990. Las FFAA siguieron teniendo un enorme peso en la vida política nacional y la Constitución vigente hasta el día de hoy es la Constitución pergeñada por el pinochetismo en el momento cumbre de la dictadura. Por otra parte hay que señalar que el régimen constitucional de esta democracia chilena forjada en acuerdo con la dictadura de Pinochet, con la complicidad de los partidos de la Concertación y que rige hasta hoy se asentó en cambios en el ordenamiento de todo el Estado que le daba un enorme peso a las FFAA en la toma de decisiones a nivel nacional, que organizaba la representación parlamentaria en base a un sistema binominal que casi automáticamente le permitía tener una sobrerrepresentación a los partidos de derecha y una serie de otros mecanismos que garantizaban que el régimen chileno no iba a estar sujeto a oscilaciones o presiones. Es decir, un régimen político completamente confiable y funcional a las necesidades del gran capital, y asegurar su dominación sin contratiempos.
PelT: Para tirar algunos datos como vos decís Eduardo, Pinochet gobernó hasta el ‘90 y hay que tener en cuenta que la dictadura en Argentina fue hasta el ‘83, siguió siendo jefe del Ejército y posteriormente senador vitalicio.
EM: Efectivamente, continúo siendo el Jefe de las FFAA hasta 1998 y posteriormente asumió el cargo como senador vitalicio, una institución creada por su propia Constitución. Al mismo tiempo las FFAA mantuvieron una unidad prácticamente absoluta, con respecto a los crímenes cometidos durante la dictadura y esta situación fue respetada no sólo por los partidos de la derecha moldeados por el propio pinochetismo, sino por los partidos de la supuesta oposición democrática que formaron la Concertación Democrática -el Partido de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista fundamentalmente- y que son los que se encargaron de gobernar el modelo post-pinochetista preservando estas instituciones políticas y este ordenamiento económico y social durante 20 años hasta la reciente asunción de Piñera que es el primer presidente de derecha en estos 21 años desde las primeras elecciones.
Hay que decir también que hay un viejo partido de mucha raigambre que es el Partido Comunista de Chile que cumplió un rol clave en todo este proceso porque ya desde el año ‘86-‘87 cuando se produjo este enorme proceso de protestas populares que mencionaba, se jugó todo el tiempo no a desarrollar el camino de la movilización como forma de barrer a la dictadura, sino a presionar a la Democracia Cristiana y al Partido Socialista para perfeccionar los pactos con la dictadura, es decir, lograr un pacto un poco mas “democrático” y posteriormente en lugar de enfrentar con una política de combate desde el punto de vista de los trabajadores y el pueblo contra este estado de cosas, jugó permanentemente el rol de una oposición de izquierda que pedía un lugar en el régimen y en ningún momento propuso un camino independiente para la lucha de las masas. Esta vocación negociadora la vemos ahora mismo cuando al frente de la gran movilización estudiantil busca permanentemente una política de acuerdo en lugar de mantener como punto central no negociable la lucha por la educación gratuita, como ustedes conocen.
PelT: Ahora estamos viendo movilizaciones que cuestionan el sistema educativo. Por lo que vos señalas, una herencia que tenemos del pinochetismo y de todos los años posteriores de concertación. Ahora, ¿en qué otros terrenos se expresa esta herencia pinochetista? Vos hablabas de la Constitución que todavía está vigente, pero en el plano más social, digo, ¿en qué se expresa esa herencia pinochetista?
EM: Bueno, lo que estamos viendo con la educación es que lo que fue presentado como el camino para el ascenso social, para la mejora de la situación de los hijos de la clase media, fundamentalmente, que son las que pueden pagar una educación privada para sus hijos y que fue también uno de los grandes puntales del armazón ideológico de este sistema, es decir, “si vos te educás, y te sacrificás y pagás por tu educación, posteriormente podrás tener un mejor pasar”. Está mostrando su agotamiento y la verdadera naturaleza de esto. Primero porque este modelo significó que sólo un cuarto o menos de los jóvenes podían aspirar a una educación superior y que esto significa un enorme endeudamiento para sus familias porque hay carreras que cuestan alrededor de 50.000 dólares y que aunque el Estado da créditos para que se las pueda pagar, esto significa 10-15 años más de endeudamiento. Una situación que de hecho excluye a la inmensa mayoría de los jóvenes, especialmente a los hijos de la clase trabajadora, de cualquier perspectiva de educarse en la Universidad. Pero este no es un caso aislado, el de la educación. Este modelo fue aplicado también al conjunto de los servicios sociales y es una muestra de lo que rige las relaciones entre el capital y el trabajo en Chile. Me explico: así como se privatizó o aranceló la educación superior, secundaria también, lo mismo ocurrió con el sistema de salud. Mientras el Estado proporciona una cobertura básica, hay un florecimiento de la industria privada de la salud. Tanto la salud como la educación como otros servicios masivos son considerados bienes de consumo y de hecho son un gran terreno para las inversiones de capital privado y de negocios. Lo que significa que la educación y la salud son carísimas y que hay muchísimos trabajadores y un sector enorme de la población que más allá de lo que digan las estadísticas, no tiene acceso a una salud de calidad. Lo mismo ha ocurrido con las jubilaciones, ha sido uno de los países donde primeramente o más temprano se privatizó el sistema jubilatorio, como acá fueron las AFJP. Ahora bien, lo que siempre se ha ocultado es este enorme costo social y económico que decimos y cuáles fueron las condiciones históricas que hicieron posible este paraíso neoliberal, que son las derrotas sangrientas impuestas por el pinochetismo.
En última instancia esta privatización de la salud y de la educación significa que hay un enorme abaratamiento del costo del trabajo. Porque al desprenderse el Estado de buena parte de estas obligaciones, como son la protección de la educación y de la salud de la población, pasan a ser costeadas por los propios trabajadores, el propio pueblo. Y por otro lado son convertidas en fuente de negocios para los capitalistas, tanto nacionales como extranjeros. Hay que decir también que así como se ataca ese salario indirecto que son los servicios sociales para abaratar el costo de la fuerza de trabajo, también se ha atacado muy profundamente la situación del trabajador en cuanto a nivel salarial, derechos laborales, a la organización sindical, etc.
Chile es un país con un enorme grado de precarización, donde la legislación impuesta por el pinochetismo y conservada por estos que antecedieron a Piñera, los gobiernos de la Concertación Democrática, hacen muy difícil la organización sindical. Donde son muchísimos los trabajadores que no tienen ningún tipo de protección ni ninguna voz que les permita expresar sus demandas o proteger sus derechos frente a los explotadores. Donde fragmentos enteros de la clase obrera viven en una situación de enorme superexplotación, como por ejemplo los trabajadores de la cosecha, de la industria vitivinícola, agrícola en general, etc., que trabajan por temporada, como los de la construcción y como muchos otros fragmentos o sectores de la clase trabajadora. También los trabajadores tercerizados o bajo distintas formas de subcontratación en las minas donde si bien los salarios a veces son un poco más altos, las condiciones de trabajo son durísimas, en pleno desierto, con un régimen de productividad enorme, con constantes accidentes.
PelT: Evidentemente la lucha que hoy están encabezando los estudiantes cuestionando el sistema educativo actual encarna en realidad una lucha mucho más profunda. A 38 años del golpe y a 21 años del comienzo del régimen constitucional en Chile, ¿verdad?
EM: Es sintomático y de enorme importancia que se haya comenzado a desarrollar un proceso de lucha por la educación gratuita que está movilizando a cientos de miles de jóvenes en todo Chile, con la simpatía de sus familias y a veces el acompañamiento activo, de sus familias y de amplios sectores de la población. Y en particular empalmando a veces con las diferentes luchas que vienen dando distintos sectores de trabajadores, inclusive mineros. Están mostrando que hay un cambio en el clima social, que esa disciplina impuesta por décadas de régimen primero bajo la dictadura y luego bajo la democracia blindada por la Constitución en que se asienta este modelo, hasta hoy, ha empezado a crujir, a ser cuestionado. Y este cuestionamiento no sólo por demandas básicas como es la educación hoy en día o como es el salario que ha promovido distintas luchas de trabajadores, sino también un cuestionamiento del ordenamiento político consolidado o cristalizado en esta Constitución heredada de Pinochet.
Para terminar podemos ensayar una especie de reflexión: lo que estamos viendo hoy cuando en las calles de Chile se unen estudiantes con sectores de trabajadores que también se movilizan por sus reclamos y expresan su solidaridad y simpatía mutua, es que comienza a retornar algo que la dictadura y sus herederos pretendían haber desterrado para siempre de Chile, que son las tendencias a la solidaridad obrero-estudiantil, a la unidad obrero-popular que se expresan ahora en las movilizaciones y que empiezan a ser otra vez un patrimonio de sectores de vanguardia. Es por este camino que la clase obrera y la juventud chilena podrán retomar lo mejor de sus tradiciones y su riquísima experiencia histórica de lucha y volver a abrir el camino para imponer sus propias soluciones a la situación de explotación, de opresión y entrega al imperialismo que padece hoy Chile.
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