"Seremos un estado vibrante que protegerá los derechos humanos", afirma el presidente del Consejo Nacional de Transición
ANTONIO CAÑO | Nueva York 20/09/2011
Barack Obama prometió el martes su apoyo para que las nuevas autoridades de Libia puedan estabilizar el país y reconstruir la economía, pero pidió a cambio garantías de que el régimen que se instaure sea democrático, respete los derechos humanos y no tolere el extremismo religioso. La posición del presidente norteamericano ha sido respaldada en una reunión del Grupo de Contacto sobre Libia celebrada en el marco de una Asamblea General de la ONU que ha dado formalmente la bienvenida a los triunfadores del levantamiento contra Muamar Gadafi.
La bandera de la nueva Libia ha sido izada hoy en el mismo foro en el que hace dos años Gadafi pronunció un famoso y larguísimo discurso en el que recurrió reiteradamente a sus viejas soflamas contra Occidente e hizo exhibición de toda la extravagancia dialéctica y gestual que caracterizó siempre al depuesto líder.
Ha sido una de esas jornadas que dan sentido a la ONU y que sirven para que esta organización encuentre compensación por tantos y tan frecuentes fracasos. Libia, como ha dicho Obama en su discurso ante el Grupo de Contacto, "es un ejemplo de cómo debe de actuar la comunidad internacional en el siglo XXI, con más naciones compartiendo la responsabilidad y los costes de los desafíos internacionales".
Pero también ha sido una jornada en la que se han dejado claras las incertidumbres y preocupaciones que la situación libia aún despierta, no solo porque Gadafi sigue escondido y con capacidad potencial de tomarse revancha, sino porque Libia está aún amenazada por otras fuerzas internas que hacen el futuro incierto. El principal de los riesgos es que el nuevo régimen derive en el extremismo religioso o la venganza, como ha ocurrido con la persecución de los inmigrantes africanos que presuntamente trabajaron para Gadafi.
Preocupación por las armas dejadas por los gadafistas
"Mientras los libios encuentran fortaleza en su fe, una religión enraizada en la paz y la tolerancia, es necesario rechazar el extremismo religioso, que no ofrece más que muerte y destrucción", ha advertido Obama. El presidente ha expresado esa condición de forma muy clara en su reunión bilateral con el presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia, Mustafá Abdel Yalil, y ha obtenido, según fuentes de la Casa Blanca, "una respuesta muy favorable".
"Seremos un Estado vibrante que protegerá los derechos humanos", ha asegurado Jalil tras esa conversación. El líder provisional de Libia ha respondido también positivamente, según la versión norteamericana, a las otras demandas que Obama había hecho públicas ante el Grupo de Contacto: organizar una transición que "incluya a todos los sectores", garantizar "los derechos de las mujeres", aprobar una Constitución, imponer un estado de derecho y celebrar "elecciones libres y democráticas".
EE UU quiere ver pruebas de la buena voluntad de las nuevas autoridades libias lo antes posible, y no solo en el terreno político. La Administración norteamericana está preocupada también por el arsenal de armas convencionales y químicas que Gadafi adquirió y que heredará el nuevo gobierno. Un portavoz de la Casa Blanca ha informado que se está trabajando, en colaboración con la ONU, para tener acceso a ese arsenal y eliminar las armas que sean consideradas de destrucción masiva.
Con todas estas reservas, el Grupo de Contacto se ha ratificado hoy en su apoyo a Libia y en el mantenimiento de la ayuda militar de la OTAN mientras el peligro que representa Gadafi no desaparezca por completo. "Así como el mundo estuvo a su lado en la lucha por la libertad, seguiremos junto a ustedes en su lucha por conseguir la prosperidad", ha dicho Obama, quien ha anunciado, como muestra de ese compromiso, el regreso a Trípoli del embajador norteamericano.
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