El ritmo de crecimiento económico va perdiendo vigor especialmente en Europa, pero también hay malas señales en EE.UU., China y Brasil. A esto se suma que tanto los gobiernos como los bancos y especuladores están entrando en tiempo de descuento para un default en Grecia, tratando de negociar contra reloj alternativas que vienen muy difíciles. Cóctel explosivo, que muestra el fracaso de las medidas tomadas a finales de 2008 para lograr algo más que una contención temporal. Como ya empezó a verse en estos días con varios anuncios de suspensiones, no hay perspectiva de que la crisis no roce a la Argentina.
La deuda y los bancos europeos
“El futuro ya llegó”, parece ser el ánimo en las bolsas del mundo. La presión sin pausa sobre los títulos de deuda de Grecia, al borde de caer en la insolvencia, y de otras naciones europeas cuya capacidad de afrontar los pagos también está puesta en cuestión, empieza a trasladarse a los bancos. Hasta el momento los ejecutivos de bancos, tanto como los gobiernos, evitaron reconocer que los cientos de miles de millones de euros en poder de las instituciones financieras tienen el valor por el que fueron anotados en los registros contables. Sin embargo, bajo la presión de los inversores, clientes y prestamistas preocupados, están aceptando de a poco esta realidad deprimente.
El Deutsche Bank anunció hace unos días que no podrá cumplir sus metas de rentabilidad para este año, mientras que para el banco franco-belga Dexia, los gobiernos de ambos países han comenzado a discutir la posibilidad del desmantelamiento, que iría acompañada de creación de una institución especial, un “mal banco”, que maneje los activos “basura” en poder de Dexia. Por lo pronto, han decidido garantizar todas sus necesidades de financiamiento, para evitar la ominosa perspectiva de una quiebra que agrave la ya complicada situación ocasionada por las crisis de deuda. Todos los bancos de Europa están metidos en este torbellino. No es para menos: una quita sobre el valor de la deuda griega, la única perspectiva posible para evitar que la crisis termine en default desordenado (como ocurrió por ejemplo en Argentina a fines de 2001), podría llevar a la quiebra de algunos grandes bancos. Aparte de Dexia, el Société Générale, el BNP Paribas y algunos bancos alemanes de propiedad estatal podrían afrontar problemas. La quita no es considerada entonces una opción, mientras que cómo responder a los bancos en problemas promete ser un nuevo tema de divisiones entre los líderes europeos.
Por lo pronto, entonces, no hay otro plan que ganar tiempo camino al default griego, mientras se intenta establecer una “cuarentena” alrededor de Grecia, separando su situación de la del resto de los deudores.
Ganar tiempo significa moverse en dos sentidos: por un lado seguir dando garantías sobre el apoyo de Europa para tomar medidas de rescate; un paso firme en ese sentido se dio con la aprobación en el parlamento alemán de la ampliación del fondo de estabilidad del Euro que habían acordado las naciones europeas en la cumbre del mes de julio en Bruselas. Por otro lado, significa mantener la soga al cuello de Gracia y las demás naciones endeudadas, exigiendo más y más medidas de ajuste, para cargar los costos de la fiesta financiera que los grandes bancos y empresas vivieron desde la creación del euro hasta 2007, sobre las espaldas de los trabajadores. La única “pequeña” falla en este plan es la presión constante de los especuladores, que podría desbaratar los esfuerzos por ganar tiempo. Mientras tanto, en otra reminiscencia a la crisis argentina de 2001, en Grecia proliferan cada día más espacios de trueque, cuasi monedas y todo tipo de instrumentos para soportar la asfixia económica, a la vez que se mantiene la resistencia obrera a los planes de ajuste. En este marco, y para traer calma, el gobierno griego afirma que tiene cubierta la posibilidad de pagar los sueldos... hasta noviembre.
Nueva recesión en puerta
De manera previsible, el camino europeo de responder a las crisis fiscales con ajustes, cuando las economías de la región apenas empezaban a recuperarse tibiamente de la crisis de 2008/2009, está conduciendo a una nueva caída de sus economías. Grecia, Irlanda, Portugal y España ya están en esa situación, pagando los costos del elevado desempleo y los planes de austeridad. Pero también las economías más prósperas, Alemania y Francia, están empezando a mostrar signos de decaimiento, lo cual responde a la caída de las ventas al resto de los países de Europa.
Pero no se trata sólo de Europa. En los EE.UU., el jefe de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, advirtió que “la recuperación podría flaquear” y la economía podría ingresar en una nueva recesión a menos que el gobierno impulse nuevas medidas. El anuncio de que la Fed está lista para impulsar nuevas iniciativas calmó a los mercados, pero el panorama sigue incierto, y ni siquiera es claro que el nuevo estímulo enviado por Obama al congreso vaya a ser aprobado.
Si Europa entra en recesión, sin duda arrastrará a los EE.UU., con las ominosas consecuencias que esto puede significar para el resto del planeta.
Sin salvavidas de China para América Latina
Si a comienzos de 2009, gracias a los masivos recursos empeñados por China para mantener su economía en crecimiento, muchos países de Asia y América Latina pudieron disfrutar de una recuperación más veloz y más fuerte que la que se dio en Europa y EE.UU., hoy no es sencillo que en un escenario así de crítico el gigante asiático pueda volver a actuar como contratendencia a la caída económica de Europa y EE.UU. A la inversa, en un plazo no muy largo, podría transformarse en un problema adicional. Son varios los aspectos que muestran un panorama poco alentador: la actividad manufacturera ha caído por tercer mes consecutivo, la burbuja especulativa en la construcción está por estallar, los precios de los inmuebles caen y a las grandes empresas de ese sector les cuesta conseguir financiación (lo mismo que condujo a la crisis hipotecaria en EE.UU.). La deuda de los Gobiernos locales ha alcanzado un volumen equivalente al 27% del total de la economía, y lo que es aun más problemático: los analistas creen que en el 80% de los casos estas deudas serán incobrables. Como si esto fuera poco, los reguladores están encontrando graves fallas en la contabilidad de las empresas chinas. Si el milenio comenzó con los escándalos de Enron y WorldCom, diez años después la economía china, que para algunos podría ser el ejemplo de una economía de mercado “no capitalista”, muestra los mismos vicios que el modelo corporativo anglosajón.
Fuertes roces pero ningún plan alternativo
Hace unas semanas, el secretario del tesoro norteamericano Timothy Geithner recorrió Europa para reclamar que se reemplazaran las políticas de austeridad por iniciativas de estímulo, y recibió la sugerencia de meterse en sus propios asuntos. Mientras tanto, nada asegura que en EE.UU. vayan a aprobarse las últimas medidas enviadas por Obama al Congreso. Por lo pronto, los preparativos frente a un nuevo escenario crítico encuentra a las naciones más poderosas divididas, y sus dirigencias con una sola orientación clara (al menos en Europa): golpear sobre los trabajadores y sectores populares. La continuidad de la crisis abre perspectivas tanto de mayores disputas entre las potencias por cómo se sale de la crisis, como respuestas de los explotados frente a los sucesivos intentos de los capitalistas por cargar todos los costos de la crisis sobre sus espaldas. Debemos entonces prepararnos para una situación con tendencias más claras tanto contrarrevolucionarias como revolucionarias.
05-11-2011
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