Los trabajadores a la huelga
En el último mes sin duda uno de los temas centrales fue el conflicto de los trabajadores metalúrgicos. Este tema, junto a las declaraciones de Vázquez con respecto al conflicto con Argentina por las plantas de celulosa, el Congreso del PIT-CNT y los otros conflictos obreros en curso, han estado en el centro de la opinión pública a nivel nacional.
El conflicto comenzó luego de más de un año de negociación colectiva frustrada por intransigencia de la cámara patronal. Los trabajadores dentro de su amplia plataforma reivindicativa tenían como ejes centrales: 1,5% de recuperación salarial, reducción de la jornada laboral a 44 hs semanales sin reducción salarial, una nueva escala de categorizaciones y $14.000 de salario mínimo para el sector (menos de la mitad de la canasta básica). A principios de Octubre, con un fuerte empuje desde la base, se comenzó a hacer efectiva la huelga metalúrgica, medida que afectó zonas estratégicas de la industria uruguaya como la refinería de ANCAP (lo que demuestra la capacidad y la centralidad de la clase obrera para mover y paralizar la economía capitalista en su conjunto), donde el gobierno a pocos días de comenzada la medida amenazó con decretar la esencialidad del servicio.
En un principio los trabajadores en asamblea habían votado la ocupación de las plantas fabriles, esto se hizo efectivo en más de 60 plantas y talleres. La patronal mientras tanto adoptó una postura por ellos llamada de “resistencia pacifica”, que de pacífica no tenía nada, ya que apoyándose en los carneros recurrieron a la justicia para lograr el desalojo por la vía legal de las ocupaciones por violación del derecho de propiedad y del derecho al trabajo para los carneros. Ante este panorama los trabajadores en asamblea decidieron levantar las ocupaciones una vez llegaran los cedulones a los establecimientos y montar piquetes en la puerta de las fábrica desocupadas como forma de sostener la lucha. Esto contra la postura de la dirección mayoritaria de la UNTMRA(1) que estaba por levantar todas las ocupaciones y pasar a los piquetes independientemente de los fallos judiciales.
Por un “país de primera”… para los patrones
La medida de los obreros metalúrgicos se debe a que han sido ocho años de crecimiento económico récord en un contexto internacional favorable que no ha significado una mejora sustancial en el nivel de vida de los trabajadores. Muy por el contrario, este “modelo” le ha permitido a los capitalistas nacionales e internacionales enriquecerse como nunca antes a cambio de más tercerización laboral y salarios bajos (a nivel nacional casi 900 mil trabajadores perciben menos de 10 mil pesos al mes, menos de un cuarto de la canasta básica familiar). Esto último en el sector metalúrgico se expresa en los nuevos pequeños y medianos talleres (los cuales proveen productos para otros sectores de la industria) basados en fuerza de trabajo remunerada por debajo incluso de los laudos del sector, apoyados en la escasa o casi nula organización sindical al interior de los mismos. Primero fue Batlle, luego Vázquez, y ahora Mujica los garantes de este modelo de mega-ganancias empresariales (2) apoyado sobre el trabajo precario, tercerizado y la superexplotación de la mano de obra que tiene sus raíces en el ataque a las conquistas obreras perpetrado desde la dictadura y luego profundizado y promovido por los partidos tradicionales Blanco y Colorado en las décadas de 1980 y 1990, y ahora, como dijimos, garantizado por el FA.
Los trabajadores mostraron gran disposición a la lucha... pero la dirección no quiso tanto.
Los trabajadores en estos más de 20 días de huelga han demostrado gran disposición a la lucha. Se ha logrado la solidaridad de otros gremios, se han hecho masivos festivales para recaudar fondos para sostener el conflicto. Lamentablemente la dirección de Abdala (del Partido Comunista Uruguayo, PCU) y el PIT-CNT aplazaron el paro general primero, y lo suspendieron después por dos motivos principales: su desesperación por cerrar el conflicto cuanto antes, aún renunciando a la posibilidad de hacer efectivo un paro general que le de un envión a la lucha y negociando los puntos de la plataforma a la baja; y el segundo motivo es que prefirieron hacer todo lo primero para que no se les vaya este conflicto y otros de las manos (cabe destacar que los empleados públicos ya votaron ir a conflicto, los trabajadores de Phillip Morris siguen la lucha contra el cierre patronal, la banca oficial sigue su conflicto, etc.) y así poder encarrilar toda la conflictividad obrera hacia las oficinas del Ministerio de Trabajo.
Lejos de confiar en las fuerza de los trabajadores para sostener y profundizar la lucha (fuerzas que demostraron con creces en las sucesivas movilizaciones por la avenida principal: 18 de julio), hicieron confiar a los trabajadores en las fórmulas ministeriales (como si el Ministerio fuera a intervenir en favor de los trabajadores!), subordinando la movilización a las mesas citadas por el gobierno. Los principales impulsores de esta política fueron Abdala, Castillo (ambos del PCU) y el conjunto de la dirección del PIT-CNT.
Un paro general contundente con movilización le hubiera dado el empujón que la lucha necesitaba, y hubiera sido el puntapié inicial para una campaña unificada para el triunfo de todos los conflictos en curso, no solo el metalúrgico. Pero una vez más la dirección del PIT-CNT ha mostrado cuál es la lógica que prima: no molestar al gobierno frenteamplista e intentar maniobrar entre la (des)movilización y la negociación para bajar y controlar las expectativas de los reclamos obreros. Podría haber sido el inicio de una campaña de movilizaciones contra la política gubernamental privatizadora de las PPP (cosa a la que la dirección mayoritaria de la central obrera se ha negado rotundamente a causa de su ligazón con el gobierno y su política de sostenimiento de este), contra la tercerización y la precarización laboral, y por un aumento general de salarios al nivel de media canasta básica familiar, para que la crisis que se avecina la paguen los capitalistas y no los trabajadores.
El resultado de la lucha fue que se conquistaron algunos puntos importantes como los ajustes por inflación sumado a un margen de recuperación salarial de 3%, y también se consiguió de forma gradual el piso de salario mínimo de 14 mil pesos (aunque con la trampa del presentismo incluido) a Junio de 2013 . Sin embargo, creemos que podría haberse conseguido más dada la importante disposición a la lucha de los trabajadores metalúrgicos y la posibilidad de rodear de solidaridad el conflicto a días de concluido el Congreso del PIT CNT y de varios conflictos en curso en otros sectores (bancarios, tabacaleros, trabajadores estatales, etc.). Esta perspectiva sólo fue impedida por la política de la dirigencia burocratica de la central obrera (sobretodo fue la política de las corrientes mayoritarias: Partido Comunista y Articulación). Esta burocracia, defensora de la conciliación con patrones y gobierno, y enemiga acérrima de la democracia obrera y la autoorganización de los trabajadores, será el gran escollo a superar por los trabajadores en las futuras luchas para avanzar en conquistar su independencia política.
1. Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afínes
2. Nos referimos al “modelo” en el que la burguesía se basó para obtener grandes ganancias en el período de crecimiento económico posterior a la crisis económica de 2002 con Jorge Batlle en el gobierno.
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