APPO y AMLO, la alianza
Ricardo Alemán, El Universal
Los partidos agrupados en el FAP han convertido el conflicto de Oaxaca en el instrumento de venganza contra el nuevo gobierno
El 19 de junio pasado, 14 días antes del 2 de julio, recibimos correos electrónicos cargados de insultos y amenazas. ¿La razón? En el Itinerario Político de esa fecha señalamos que Oaxaca era "la mecha" de lo que ya asomaba como un incendio político de grandes proporciones.
Dijimos que la protesta magisterial iniciada en Oaxaca, "no se trata de una protesta más, sino que su objetivo parece claramente orientado al 2 de julio. Hay muchos indicios de que los maestros disidentes persiguen un objetivo político vinculado con la apretada elección presidencial que tendrá lugar en todo el país dentro de los próximos 14 días".
Y concluimos de la siguiente manera: "Entre los posibles beneficiados de que los maestros de Oaxaca ’revienten’ la elección del 2 de julio se ubica López Obrador, quien de perder la contienda tendrá en esa crisis el pretexto ideal, ’la mecha’ encendida para rechazar el resultado de las urnas, para reclamar la anulación de la jornada electoral y para llamar a la resistencia civil. Es cosa de recordar el modus operandi de AMLO. Y si no, al tiempo".
Y el tiempo demostró que la elección resultó extraordinariamente apretada, que López Obrador fue derrotado, que rechazó el resultado de las urnas aduciendo un fraude, y que inició una ruidosa resistencia civil contra la presunta defraudación.
Hace unos cuantos días, el pasado lunes 6 de noviembre, señalamos aquí la existencia de una "perversión democrática", puesto que el Frente Amplio Progresista -que es el instrumento político en que se transformó la derrotada coalición Por el Bien de Todos, se convirtió en el nutriente fundamental de la APPO, no sólo en los aspectos políticos y económicos, sino estratégicos y hasta logísticos, y que el supuesto desdén de la APPO a López Obrador -en una marcha de appistas a Los Pinos-, no había sido un deslinde público, "sino un movimiento estratégico para no hacer evidente lo que todos saben; que los partidos agrupados en el Frente Amplio Progresista han convertido el conflicto de Oaxaca en el instrumento de venganza y desestabilización contra el nuevo gobierno".
Horas después, el martes 7, López Obrador encabezó en el hemiciclo a Juárez un acto para "refrendar nuestro compromiso de librar al pueblo de Oaxaca del gobierno de Ulises Ruiz", y reconoció la adhesión del Frente Amplio Progresista a la APPO. Dijo: "Vamos a adherirnos a lo que decida la APPO, que es una organización ejemplar de ese movimiento. Estamos pendientes para cualquier llamado de la APPO y que todos participemos. No vamos a dejar solos a los oaxaqueños, hasta que renuncie Ulises Ruiz a la gubernatura, desaparezcan los poderes y se salga la PFP de Oaxaca". El acto había sido organizado por el grupo radical conocido como los Pancho Villa, que es una organización clientelar del PRD y del gobierno del Distrito Federal.
Pero AMLO habló sobre hechos consumados, porque casi al mismo tiempo, diputados del PRD al Congreso local de Oaxaca se metieron al Senado de la República para iniciar una supuesta huelga de hambre, en repudio al gobierno de Oaxaca y en reclamo a la desaparición de poderes. Horas después, integrantes de los Pancho Villa ocuparon representaciones diplomáticas de distintos países en el Distrito Federal, mientras que los tentáculos perredistas montaron protestas en los lugares que visitará Calderón en su primera visita de trabajo a Estados Unidos. A pesar de todas las evidencias de que el PRD ya se "tragó" a la APPO, y que utiliza esa protesta para su venganza contra el presidente electo, el líder del PRD en la Cámara de Diputados, Javier González Garza, reclamó a Fox que aclare "qué conflicto promueve el PRD".
Y es que el mismo martes pasado, las bancadas del PRI y PRD en San Lázaro negaron el permiso para que Fox viajara a Australia y a Vietnam. El Presidente respondió con un severo discurso, en cadena nacional, en el que acusó al PRD de justificar la negativa a viajar del presidente, con el argumento de que existe un conflicto en México que es promovido por el propio PRD, en alusión a Oaxaca. Más allá de las torpezas y lo cuestionable de la reacción de Fox, el Presidente tiene razón, pues el PRD ya se montó en el conflicto de Oaxaca, lo utiliza para sus venganzas contra Fox y para su guerra contra Calderón. Lo menos importante son los oaxaqueños, lo importante es desestabilizar y derrumbar al gobierno de Calderón.
Lo que extrañó a algunos es que el PRI se sumara a la propuesta para que el Presidente no saliera del país. Y la razón es muy simple. Resulta que en otra de sus recurrentes protestas, Carlos Abascal, el secretario de Gobernación, pidió la renuncia de Ulises Ruiz, si no es capaz de gobernar Oaxaca. Esa advertencia enojó al PRI, que se sumó al PRD para impedir que el Presidente saliera del país.
Pero lo más grave para el presidente electo es que Fox fracturó la alianza del PAN con el PRI, lo que se suma a las herencias perversas que cargará Calderón. Por lo pronto el PRI eleva el costo de su alianza, porque con ese partido Calderón podrá hace todo, pero sin el PRI, nada. Al tiempo.
Afecta Fox diálogo camaral con PRI y PRD
Dejará rotos esos puentes a Felipe Calderón
Francisco Cárdenas Cruz, El Universal
Tal parece que el presidente Vicente Fox está decidido a heredarle a su sucesor Felipe Calderón no solamente un país preñado de problemas, con estados convertidos en escenarios de violencia del que Oaxaca es un claro ejemplo por el conflicto y la ingobernabilidad que enfrenta desde hace más de cinco meses, sino también en cancelar toda posibilidad de diálogo futuro con los dos principales partidos políticos de oposición como el PRI y el PRD, contra cuyos diputados arremetió anteanoche y ayer tildándolos de irresponsables y de actuar por razones partidistas y oportunistas por haberle negado, "sin argumentos sólidos", el permiso constitucional para viajar a Australia y Vietnam en el que sería el último de los cientos de viajes que hizo al extranjero a lo largo de su sexenio.
Más allá de que este nuevo, enésimo, enfrentamiento entre el titular del Poder Ejecutivo y los integrantes del Poder Legislativo pudiera ser, como algunos aseguran, otra maniobra más de distracción por lo que ocurre en Oaxaca, dada la incapacidad manifiesta del gobierno federal para enfrentar y resolver por la vía del diálogo y de la negociación lo que ocurre en esa entidad, a la que en vez de eso decidió enviar a la Policía Federal Preventiva para, presuntamente, restablecer el orden, el berrinche que el Presidente de la República hizo por la negativa de la Cámara de Diputados a autorizarle a viajar fuera del país, afectará, y muy seriamente, las relaciones de Calderón y de su Partido Acción Nacional, con la oposición perredista y priísta en el Congreso de la Unión.
En el mensaje que en cadena nacional dirigió anteanoche, Fox lamentó que los legisladores del tricolor "no sean capaces de actuar con responsabilidad ante conflictos locales", en obvia alusión a la posición que el priísmo ha asumido para impedir la salida del gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz, y que los del sol azteca "utilicen como argumentos conflictos que ellos mismos promueven", lo que llevó a dirigentes y legisladores de ambos partidos políticos a exigirle que explique bien a qué se refiere. En el colmo del desatino, dijo que si bajo el autoritarismo el poder presidencial decidía todo, "no podemos permitir que en tiempos de democracia, el Presidente pueda verse secuestrado -sic- por la voluntad autoritaria de unos cuantos" que llegaron a San Lázaro por el voto de millones de ciudadanos.
Como si no bastara con las acciones que preparan Andrés Manuel López Obrador, los partidos que integran el Frente Amplio Progresista y los lopezobradoristas las próximas semanas para impedir que Calderón tome posesión y el acoso que enfrentará en meses posteriores, Fox le está dejando a su sucesor no sólo un país minado sino, lo peor, con los puentes legislativos con los dos principales partidos de oposición, rotos, lo que dificultará al próximo Presidente que las iniciativas de ley que envíe a ambas Cámaras del Congreso sean aprobadas.
De esto y de aquello...
Ante la amenaza de ser detenidos por grupos armados al servicio del gobernador priísta Ulises Ruiz, los dirigentes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca se aprestaban anoche a solicitar asilo a la jerarquía católica de esa entidad. Intentaban reunirse con el arzobispo José Luis Chávez Botello y con el obispo auxiliar Óscar Campos para que les brinde protección en algún templo de la capital. Mal comienzan los preparativos para la toma de posesión del presidente electo Felipe Calderón el 1 de diciembre porque a pesar de que Jorge Zermeño Infante insiste en que esa ceremonia sea en el recinto legislativo de San Lázaro, ya se busca que lo sea en un recinto alterno como el Auditorio Nacional. Si el michoacano sigue el lamentable ejemplo del presidente Vicente Fox de cederle terreno a quienes como Andrés Manuel López Obrador, el Frente Amplio Progresista y perredistas, anuncian que impedirán que asuma el cargo y empieza a huir, más pronto que tarde tendrá graves problemas. Graco Ramírez, senador del sol azteca, reveló ayer que el secretario de Gobernación, Carlos Abascal; Josefina Vázquez Mota, del equipo cercano a Calderón, y el líder del PAN, Manuel Espino, establecieron contacto con dirigentes y legisladores del PRI para que den luz verde a un cambio de sede de toma de posesión. Vaya balconeada que le dio Telemundo al presidente Fox, con la que José Gutiérrez Vivó celebró ayer el Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo 2006 a su Mesa Política Monitor, al transmitir una grabación de 10 segundos previa a la entrevista que le hicieron en esa cadena hispana. En ella se registran expresiones del Ejecutivo federal a sus entrevistadores que lo pintan tal cual como: "Yo ya me siento libre. ya digo cualquier tontería. ya no me importa. total, ya me voy". Después del ultimátum de Carlos Abascal a Ulises Ruiz de que o gobierna o se va y de la réplica del gobernador priísta de Oaxaca de que el que debe irse si no es capaz de lograr acuerdos es el secretario de Gobernación, ambos se reunieron anoche en la sede de esa dependencia. Sigue comentándose en San Lázaro no sólo la actitud de seis diputados panistas que se abstuvieron de votar si se le daba o no permiso al presidente Fox para su última gira internacional, sino la ausencia del recinto legislativo de una veintena de sus compañeros al momento de la votación. La reaparición del panista Antonio Lozano Gracia, ex titular de la PGR, como nuevo director de la Agencia Federal de Investigación por la renuncia de Genaro García Luna, augura la de quien fuera su "fiscal estrella", Pablo Chapa Bezanilla y, consecuentemente, la aparición de osamentas y de La Paca. García Luna dejó la AFI para incorporarse al equipo de transición del presidente electo Felipe Calderón, en donde tendrá mucho quehacer después de que éste le declaró la guerra al terrorismo. Ante la 97 Asamblea General del IMSS, su director general, Fernando Flores, advirtió que si el México moderno no se puede entender sin esa institución, el México del futuro no se puede proyectar sin un Seguro Social sano. Por ello convocó a los sectores social, público y privado a encontrar una solución integral ante los grandes riesgos, retos y oportunidades de esa institución.
Lecciones de Oaxaca
César Cansino [1], El Universal
Finalmente el gobierno federal irrumpió en la capital oaxaqueña para intentar hacer valer el estado de derecho en la entidad, después de varios meses que permaneció secuestrada por el movimiento de la APPO. Sin embargo, con la intervención de la PFP en Oaxaca no se ve cercana la distensión del conflicto, entre otras cosas porque la acción de las fuerzas federales fue más bien titubeante y poco enérgica. ¿Qué lecciones podemos extraer hasta ahora de este conflicto?
México es un país de enormes rezagos sociales y grandes contrastes. La marginación, la pobreza, las inequidades sociales, son la triste herencia de un régimen autoritario que gobernó durante décadas en nombre del pueblo pero a espaldas del pueblo. Pan y circo, retórica de lo popular, demagogia revolucionaria, fueron las monedas de cambio del otrora partido oficial. En este marco, el sindicalismo quedó atrapado en una lógica corporativa que asfixió a los trabajadores con falsos líderes y componendas cupulares.
En el pasado, durante la "dictadura perfecta", era imposible no estar del lado de los movimientos sociales que se enfrentaban a la cerrazón autoritaria, que buscaban mejores condiciones de vida y sacudirse los lastres del charrismo y la antidemocracia gremial: la CNTE, el STUNAM, el SUTIN, ferrocarrileros. y tantas otras expresiones de lucha social. Entonces todas las causas eran justas: el 68, la libertad de los presos políticos, los derechos humanos, la democracia y la independencia sindical, la justicia social, etcétera.
Hoy las cosas son distintas. Si bien siguen existiendo en el país bastiones autoritarios -como Oaxaca o Puebla, por citar dos ejemplos donde sus gobernantes han abusado de sus cargos y han incurrido en todo tipo de tropelías y abusos de autoridad, donde se gobierna como si en el país no hubiera pasado nada, como si la democracia electoral no se hubiera abierto paso trabajosamente-, las nuevas condiciones democráticas en el país, aunque incipientes y en proceso de maduración, no nos permiten medir hoy con el mismo rasero a todas las expresiones de lucha social.
En principio, la búsqueda de soluciones a las causas sociales no puede hacerse desde la cerrazón y la intransigencia que ha exhibido la APPO, es decir, desde posiciones maximalistas de todo o nada, con acciones de fuerza que violentan el estado de derecho y secuestran a los ciudadanos arbitrariamente. Además, la APPO se ha montado en un movimiento de demandas legítimas, la del magisterio oaxaqueño, pero lo ha hecho de manera oportunista y demagógica, pervirtiendo al propio movimiento. No hay que olvidar que la APPO mantiene vínculos con varios grupos guerrilleros del sur del país. En los hechos, la retórica del revolucionarismo de izquierda ha mostrado su fracaso una y otra vez. En la democracia, no es con guerrillas posmodernas como se puede avanzar en la búsqueda de soluciones, sino en el marco institucional del diálogo y la negociación pacífica.
Hoy las sociedades no tienen un solo eje que les dé sentido, un único discurso hegemónico que pueda erigirse como el verdadero y el merecedor de guiar los destinos de esa sociedad. Quien se abrogue ese criterio y quiera imponerlo a los demás sólo puede hacerlo desde otro autoritarismo. Hoy la sociedad es plural y múltiple, radicalmente diferenciada en sus individuos. Aprender a vivir en democracia, es reconocer y aceptar la pluralidad inherente. Hoy los ciudadanos tenemos nuevas armas para impulsar los cambios sin violencia, y el Estado también tiene un compromiso con la ley y el derecho a lo que se debe en todo momento.
Oaxaca nos enseña que la cerrazón autoritaria en tiempos de transición democrática sólo puede generar monstruos. Cuando un gobierno, en este caso el de Ulises Ruiz en Oaxaca, no muestra un mínimo de sensibilidad política para actuar con decoro y vocación democrática en sintonía con los nuevos aires de pluralidad que vive el país, se crea el caldo de cultivo idóneo para que la protesta se radicalice y polarice y encuentre partidarios entre una población agraviada y largamente excluida del desarrollo. Pero los resabios autoritarios no justifican la intransigencia de los disidentes, mucho menos cuando con sus acciones repiten los abusos y los excesos del poder que critican. En Oaxaca todo está por hacerse, pero nada podrá prosperar sin el diálogo y la paz. La cerrazón de las partes sólo abona al caos y el conflicto.
Grupos armados: ficción o realidad
Adolfo Sánchez Rebolledo, La Jornada
México, en grandes áreas de la vida social, sigue siendo un país opaco, hasta cierto punto impenetrable. Cada vez que la violencia estalla en algún punto del territorio nacional solemos hacernos sin ingenuidad posible las mismas preguntas y extraer conclusiones parecidas en torno a la manera como operan los aparatos del orden y los grupos armados, es decir, una esfera especialmente difusa (y confusa) de nuestra realidad.
Los bombazos de la madrugada del domingo dieron pie a instantáneas especulaciones sobre sus posibles autores y beneficiarios: que si la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) quería extender el conflicto a la capital, que si las fuerzas del orden habían decidido justificar la política de mano dura ante el inminente cambio de gobierno, en fin, que si todo derivaba de la resistencia lopezobradorista. A la incertidumbre y el temor, se sumó la confusión aportada por distintos medios y voceros políticos. Algunos, como Alejandro Encinas, condenaron sin titubeos los hechos calificándolos como actos de provocación, y la APPO de inmediato se deslindó ratificando el carácter pacífico de sus acciones, lo cual ayudó a distender la situación. En general, hay rechazo generalizado a estas manifestaciones de violencia que nos retrotraen a un pasado de trágica memoria y en nada sirven para fortalecer la creación de una fuerza popular verdaderamente democrática.
Pero el tema sigue presente. Las máximas autoridades minimizan la importancia de las ya decenas de siglas que dicen denominar a otras tantas células a lo largo y ancho del país, y cuando estallan bombas -no simples petardos- se apela al carácter incruento de las acciones que sólo tendrían el fin de "llamar la atención". Es hora de que las autoridades dejen de manipular con informaciones de suyo reservadas, pues no se puede afirmar, como hace a diario Ulises Ruiz (y algunos altos funcionarios federales), que la APPO está controlada por "los violentos", sin ofrecer pruebas y dejando en la oscuridad la obvia intervención de otros grupos a su servicio que ya han asesinado a numerosos ciudadanos.
En todo caso, nadie acepta fácilmente la explicación más simple: los bombazos sí fueron colocados por grupos armados ultraizquierdistas que siguen su propia lógica y calendario, conforme a la visión general que los distingue de otras ramas del mismo árbol, así como del resto de fuerzas que rechazan el camino de la violencia. Cuando se supo que detrás de las explosiones estaba un "frente" de organizaciones guerrilleras, para muchos desconocidas, las dudas crecieron, no obstante que la presencia de alguna está registrada y, en algunos casos, fotografiada en acciones de propaganda armada, como si alguien que también apoya al movimiento popular oaxaqueño u otra causa fuera incapaz de propiciar tales acciones provocadoras, sin descartar que el golpe simbólico al TEPJF, la banca y el PRI fuera bien recibido por algunos sectores, aunque a los más les parezca increíble o abominable. Por desgracia, la historia está llena de casos semejantes en los que se duda si por los actos realizados se trata de verdaderos guerrilleros o de grupos impulsados desde algún rincón del aparato del Estado, pero luego resulta que, en efecto, sí lo eran, aunque se trate de grupos pequeños o muy locales, pero capaces de condicionar el curso de un movimiento que a ellos los desborda, lo cual no descarta la actuación de tipo contrainsurgente practicada por el Estado para neutralizar a sus adversarios. En este campo, la ausencia de información fidedigna de las autoridades, en particular las que tienen a su cargo las tareas de inteligencia, propicia no el secreto indispensable de las diligencias, sino la manipulación de versiones interesadas que de cualquier modo cumplen con un cometido político más allá de las intenciones declaradas de los presuntos protagonistas.
Lo cierto es que siempre que una acción de este tipo intenta comprometer objetivamente la actuación de los movimientos sociales, se saca a relucir una hipótesis conspirativa, como si los grupos armados fueran meras agrupaciones fantasmas, "hechizas", en lugar de considerarlas fracciones sectarias que no pueden entender la dinámica de la lucha popular concebida como expresión de una actividad política que rechaza la violencia y, con ella, los objetivos no democráticos, autoritarios, que suele acompañar a su prédica. A la confusión contribuye el discurso general empleado para justificar o "reivindicar" los atentados, construido a partir de tópicos y clichés ideológicos por desgracia no ajenos a la cultura política aún prevaleciente en amplios segmentos de la izquierda social y política. No obstante, no es fácil explicar (véase el Manifiesto 3, donde se reivindican los hechos) por qué los miembros de tales organizaciones asumen para sí el derecho o la responsabilidad de "replicar" a la violencia del Estado en el caso oaxaqueño, al margen de los mecanismos de dirección de un movimiento que ha declarado una y otra vez su carácter pacífico, aun después de los graves momentos de confrontación a los que se ha tenido que enfrentar.
La APPO, repito, se ha deslindado. Y, sin embargo, es imposible no reconocer el riesgo que para su causa representa la escalada violenta que sólo puede servir a la causa desesperada de Ulises Ruiz, quien aún espera una confrontación que imponga la represión en toda regla, incluida la persecución de los dirigentes más notorios. Desde ese punto de vista, la APPO debería ser contundente en el rechazo a los grupos incontrolados que desde su seno practican, como en el caso de los militares detenidos en torno a la Ciudad Universitaria, actos violatorios de los derechos humanos e indignos de quienes deberían dar pruebas fehaciente de superioridad ética. La diversidad característica del movimiento oaxaqueño es parte de su riqueza, pero no significa que se acepten todas las formas de lucha o que todas sean igualmente convenientes. Un ejemplo positivo se dio cuando un grupo de jóvenes pretendió ir contra la policía cuando el resto se encaminaba hacia la plaza de Santo Domingo, destino final de la magnamarcha, y fue disuadido de hacerlo por los organizadores de la APPO, evitando la inminente provocación. En las próximas semanas las tensiones aumentarán. Corresponde a las fuerzas políticas democráticas mantener la cabeza fría y actuar con inteligencia.
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