En la madrugada del domingo 11/3 un sargento del ejército norteamericano asesinó brutalmente a 16 campesinos, la mayoría de ellos niños y mujeres, de tres aldeas cercanas a la base militar de Zangabad en la sureña provincia afgana de Kandahar.
El soldado norteamericano ingresó en al menos tres viviendas asesinando a sangre fría a los habitantes que se encontraban durmiendo y luego intentó prender fuego a los cadáveres de algunos de los niños.
Hipocresía imperialista
El presidente norteamericano Barack Obama salió rápidamente a lamentar el “incidente” diciendo que este episodio “no representa el carácter excepcional de nuestras fuerzas armadas y el respeto que los Estados Unidos tiene por el pueblo de Afganistán”, lo que no puede ser más que una burla ya que esta matanza estuvo precedida por el hallazgo hace unas semanas de varios ejemplares del Coran quemados en la base norteamericana de Bagram y la publicación en enero de un video en el que se mostraba a un grupo de soldados orinando sobre cadáveres de supuestos milicianos talibanes.
A las declaraciones de Obama se sumaron las del secretario de Defensa Leon Panetta, que viajó el martes a Afganistán, y prometió "llevar a los responsables ante la justicia".
Sin embargo estas declaraciones difícilmente puedan evitar el creciente odio antinorteamericano, que ya se venía expresando en las movilizaciones tras la quema de los ejemplares del Coran (que dejaron 41 muertos). Esta situación obligó al Parlamento Afgano a pedir que el soldado norteamericano acusado de la masacre del domingo sea juzgado por tribunales locales, algo impensable para el imperialismo norteamericano que a pesar de las denuncias de asesinatos, vejámenes y violaciones, jamás ha permitido que sus soldados sean juzgados fuera de su país.
Once años de ocupación militar
Las tropas norteamericanas y de la OTAN permanecen ocupando Afganistán desde la invasión de 2001, luego de los atentados a las torres gemelas, como parte de la llamada “guerra contra el terrorismo” iniciada por Bush y continuada por Obama.
En estos once años de ocupación las tropas yankis y de la OTAN han sido acusadas de todo tipo de crímenes que incluyen denuncias por torturas y vejámenes a los cerca de 3.000 presos que se encuentran en la cárcel de Bagram manejada por militares estadounidenses, además del hallazgo de partes de cadáveres mutilados que eran guardados por los soldados como “trofeos” de guerra.
Esto se suma a las denuncias de cárceles clandestinas en países árabes y de Europa del Este donde la CIA y el FBI tuvieron vía libre para torturar, al igual que en el campo de concentración de Guantánamo, que Obama se negó a cerrar, o el escándalo por documentos filtrados que revelaban la existencia de escuadrones de la muerte y la ejecución sumaria de alrededor de 2.000 supuestos líderes de los talibán y Al Qaeda (según una lista de la CIA y el Pentágono).
La prepotencia imperialista no se reduce a los brutales ataques en suelo afgano, sino que se extienden a Pakistán como lo muestran los asesinatos masivos conocidos como "daños colaterales" durante los bombardeos norteamericanos en la frontera entre ambos países donde presuntamente se esconden los talibanes, o la operación clandestina dentro de Pakistán por la que la Armada de EEUU ejecutó a Bin Laden en mayo del año pasado.
El brutal accionar de las tropas imperialistas no solo ha agudizado el sentimiento antinorteamericano entre el pueblo afgano, sino que también ha generado malestar en el propio gobierno títere y corrupto del presidente Hamid Karzai.
El plan de Obama
Unos días antes del ataque del domingo, Afganistán y EEUU habían empezado a negociar un “Acuerdo de Asociación Estratégica” que le permitiría a EEUU mantener asesores norteamericanos y fuerzas especiales en Afganistán aún después de que las tropas se retiren hacia fines de 2014.
Sin embargo y a pesar de que Obama salió rápidamente a declarar que la masacre del domingo no cambiaba en nada el plan original de retirada de tropas, parece difícil que los planes de la Casa Blanca se puedan mantener dependiendo de un desprestigiado Karzai que acumula múltiples denuncias por corrupción y enriquecimiento ilícito mientras que un tercio de la población sufre de desnutrición crónica.
Informes de la prensa norteamericana dan cuenta del saqueo generalizado de miles de millones de dólares en “ayuda” de EEUU que fue desviada a cuentas bancarias de Karzai y sus amigos y el diario Wall Street Journal informó que las autoridades estadounidenses están investigando acusaciones de que la Fuerza Aérea afgana, creada por el Pentágono, ha sido utilizada para transportar drogas y armas en forma ilegal (EEUU que bajo la excusa de la “guerra contra el narco” aumenta su presencia militar e intervención directa en distintos países del mundo ha llevado a niveles record el cultivo de opio en Afganistán que hoy provee el 90% del opio del mundo).
En este marco, y con un gobierno que no puede sostenerse sin el apoyo de las tropas norteamericanas, Obama había comenzado negociaciones con un sector moderado de los talibán para su integración al gobierno afgano, pero los últimos acontecimientos generarán sin duda mayores fricciones, debilitando al gobierno de Karzai y fortaleciendo a los sectores “más duros” del talibán. Un escenario temido por Obama que pretende llegar a las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU sin sobresaltos.
Fuera las tropas yankis y de la OTAN de Afganistán
Tras los ataques del domingo, varios cientos de estudiantes marcharon el martes 13/3 en la ciudad de Jalalabad, la principal en el este afgano, gritando “¡Muerte a Estados Unidos!, ¡Muerte a Obama!”. Los manifestantes exigieron que el culpable sea juzgado públicamente en Afganistán y quemaron banderas de EEUU y muñecos con la cara de Obama.
Las brutalidades de 11 años de ocupación no solo han venido profundizando un sentimiento antinorteamericano al interior de Afganistán, sino que el desgaste de la intervención norteamericana y de la OTAN también se expresa en EEUU y sus aliados, como Inglaterra. Una reciente encuesta del diario Washington Post y ABC News mostró que el 60% de los norteamericanos cree que no merece la pena los costos de la guerra y casi el mismo número pide una retirada rápida de Afganistán, mientras que en Inglaterra otra encuesta mostró que el 73% de los británicos cree que la guerra es imposible de ganar.
Los marxistas revolucionarios apoyamos la resistencia del pueblo afgano contra la ocupación imperialista y el gobierno títere de Karzai, pero no le damos ningún apoyo político a los talibanes y a otras direcciones islamistas que tienen un carácter profundamente reaccionario y opresor de sus propios pueblos. Para derrotar la ocupación militar es necesario que salgan nuevamente a las calles los millones de jóvenes y trabajadores de los países centrales que se opusieron a la guerra de Irak y a la política de sus gobiernos imperialistas.
15-03-2012
|