Por Fernando Rosso , Ruth Werner
El 24 de marzo miles de compañeros y compañeras convocados por el Encuentro Memoria y Verdad y Justicia y la izquierda, nos hicimos presente en la histórica Plaza de Mayo y en las ciudades más importantes del país.
En la Ciudad de Buenos Aires, el Frente de Izquierda aportó la columna más importante, que nucleó a la Asamblea de Intelectuales de apoyo al FIT, al PO, Izquierda Socialista y a nuestro partido, el PTS. También marcharon con el Encuentro, miles de compañeros independientes. No sólo se exigió la cárcel para los genocidas. También se denunció que este gobierno promovió la Ley Antiterrorista, cuenta en su haber con más de 18 muertos por luchar (sólo en el último año y medio), y tiene el mayor número de procesados, desde la caída de la dictadura. La marcha opositora fue similar en convocatoria a la de los organismos oficialistas y hasta “Página/12” lo tuvo que reconocer.
¿Por qué la izquierda ganó la plaza? Porque el gobierno kirchnerista tiene una crisis, especialmente con su flanco “progresista”. El discurso de los intelectuales de Carta Abierta llamando a apoyar al kirchnerismo para profundizar el “modelo” terminó apuntalando el poder de un gobierno que busca bajar el salario obrero, mantener la precarización laboral e incrementó, de mano de la “seguridad democrática” de la Ministra Garré, la persecución a los luchadores y a la izquierda. Basta ver las paritarias y las declaraciones de cualquier funcionario, para comprender que la dinámica es hacia el “ajuste”. Los techos salariales, la impunidad para los responsables de la masacre de Once, el ataque a los maestros, la Ley Antiterrorista, el apoyo descarado a la minería a cielo abierto, ya no se pueden esconder con discursos a favor de la “soberanía” en Malvinas o con tibias medidas, como el retiro de algunas concesiones de YPF. Tampoco se sostiene el lema de “apoyar lo bueno y criticar lo malo”, que sirvió como argumento para que la llamada “izquierda independiente” apoyara veladamente al gobierno.
Ante esta realidad del kirchnerismo, la oposición sólo presenta su propia impotencia. Sobre todo para la centroizquierda. ¿Qué le puede ofrecer a un luchador el FAP de Binner y de Víctor De Gennaro? El gobierno “socialista” de Santa Fe acaba de iniciar su propia agenda de “ajuste”, tiene uno de los índices más altos de trabajo en negro y sigue impune el asesinato de Silvia Suppo. Por no hablar de la crisis que arrastra Proyecto Sur de Pino Solanas y el MST de Vilma Ripoll, que viene de una derrota política en las elecciones. El Frente de Izquierda realizó una importante elección el pasado 23 de octubre, y comienza a aparecer como una alternativa, en franjas de los luchadores y la juventud. Así lo demostraron las distintas plazas este 24. Esto no es casual, la izquierda estuvo presente en la pelea por las libertades democráticas, denunciando el avance represivo, cuando la Comisión Interna de Kraft junto a Myriam Bregman del CeProDH y del PTS, y otros organismos de DDHH desenmascararon a Nilda Garré, a “su” gendarmería y el espionaje de “Proyecto X”. En crisis como la masacre de Once, donde los delegados del Ferrocarril Sarmiento, los ferroviarios de la Bordó del Roca y otros sectores antiburocráticos, impulsaron una combativa marcha por la renacionalización sin pago de todos los ferrocarriles bajo gestión de trabajadores y usuarios. La izquierda también estuvo en las paritarias docentes, promoviendo la lucha contra la traición de Yasky y Baradel. Así como en el difícil combate por la recuperación de los sindicatos en la industria, donde la izquierda y en particular el PTS, tiene protagonismo, como en las listas clasistas de la alimentación, gráficos o jaboneros.
El gobierno mide todo el tiempo por dónde avanzar y por dónde no, porque sabe que la clase trabajadora, si se la ataca de frente puede convertirse en un enemigo poderoso. La disputa por la CGT muestra hasta qué punto el kirchnerismo necesita de la “paz social”. La ofensiva para desbancar a la cúpula de la CGT muestra cuánto le teme el gobierno a quien fue uno de sus agentes más serviles, Hugo Moyano. El miedo es porque éste haga su propio juego y mueva el avispero cuando la crisis capitalista mundial golpee de lleno, o estallen los límites propios de un “modelo” que no resolvió ninguno de los problemas estructurales del país.
Los luchadores obreros y de la juventud, tenemos que aprovechar este tiempo y, en ese sentido, las conclusiones políticas de este 24, plantean a la izquierda una responsabilidad. Hay que fortalecer el Frente de Izquierda, la opción de independencia de clase, que impuso su presencia en Plaza de Mayo. Pero, también, partiendo de defender y desarrollar esa gran conquista que significa el FIT, hay que abrir, entre los partidos del Frente y los miles que nos acompañaron en la Plaza, un debate serio sobre la construcción de un partido revolucionario unificado.
Desde el PTS peleamos por arrancar a la clase obrera de la influencia de la burocracia sindical, para que ésta sea el eje articulador de una alianza con el pueblo pobre y oprimido. Las condiciones de un país arruinado por el “neoliberalismo”, que el kirchnerismo continuó en lo esencial, la “sintonía fina” y los intentos de avanzar sobre las conquistas obreras, a lo que se agrega un mundo capitalista en crisis; inscriben la perspectiva de situaciones explosivas. Cuando esos choques sean inevitables, un partido con un programa y una estrategia para vencer, será decisivo. Porque lo que se enfrenta es el poder del Estado, la “banda de hombres armados” que sostiene este sistema de explotación y opresión.
Abrir desde ahora el debate sobre la construcción de un partido revolucionario, implica clarificar programas y estrategias, basándonos en las lecciones históricas y recientes (nacionales e internacionales) de la lucha de clases.
Esta clarificación política está ligada íntimamente a la ideológica. Es necesario el “ajuste de cuentas” con las utopías reformistas, hoy en crisis en el mundo y contra el eclecticismo teórico del amplio espectro del “autonomismo” impotente, que obligan a la revitalización del marxismo y del trotskismo como su verdadero continuador. En el “arte” del convencimiento con flexibilidad táctica e intransigencia estratégica, está la posibilidad para la izquierda que se reivindica revolucionaria de emerger y desarrollarse en este marco político, signado por el retroceso del gobierno.
El “Cromañón ferroviario”, fue sólo un síntoma de las consecuencias del fin del “nunca menos” e hizo surgir el odio de sectores empobrecidos, que no va a desaparecer porque justamente está anclado en los padecimientos cotidianos de las víctimas de “modelo”. La emergencia generalizada del odio de clase, la experiencia de la clase obrera con el gobierno, los partidos patronales, la burocracia y las corrientes reformistas, a partir de sus propias luchas, planteará abiertamente la posibilidad de construir un gran partido revolucionario capaz de jugar un rol de conducción de las amplias masas hacia una salida anticapitalista y socialista. La tarea de hoy es impulsar la construcción de una fuerza militante revolucionaria, que además de conquistar posiciones en la clase obrera y la juventud, se prepare para estos momentos convulsivos.
28-03-2012
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