Entre los días 27 y 30 de abril de 2012 realizamos el 1° Congreso de CSP-Conlutas, coordinación sindical, popular y estudiantil mayoritariamente dirigida por el PSTU, que reunió en el barrio de Sumaré, San Pablo, a cerca de 1500 entre delegados y observadores de todo el país, una cantidad significativamente menor que la de anteriores congresos, en la que se destacó una significativa delegación de compañeros que vienen participando de las huelgas de la construcción civil que han recorrido el país.
Realizamos el Congreso en medio de un escenario nacional en el que aún prima la pasividad en la lucha de clases y las expectativas en que el modelo de Lula y Dilma genere mejoras graduales en las condiciones de vida, alentadas por el mantenimiento del predominio de bajos niveles de desempleo y mucho crédito al consumo. Por otro lado, también estamos inmersos en un escenario de emergencia nacional de los peones de la construcción civil en las obras del PAC[1] como una expresión ejemplar de las bases sobre las que se levanta el discurso del “Brasil potencia” y el explosivo potencial de lucha de clases que se está incubando sobre estas bases. La importancia de ese proceso se revela en su dimensión nacional, con cerca de 200 mil peones que salieron en huelga simultáneamente en todo el país en marzo/abril del año pasado y que este año volvieron a la lucha con cerca de 150 mil; en los métodos radicales, con incendios de alojamientos y canteros de obras que los someten a condiciones de semiesclavitud; en el peso dado por el gobierno para desviar y reprimir ese proceso, desatando una brutal represión que incluye efectivos de la Fuerza de Seguridad nacional, criminalización y encarcelamiento de los luchadores; y también en el enfrentamiento abierto entre los peones en lucha y los burócratas sindicales que intentan contenerlos en complicidad con la patronal y el gobierno.
El miedo del gobierno desde sus altos índices de aprobación popular es que estas huelgas ayuden a la población a ver la relación entre las condiciones semi-esclavas de trabajo en las obras del PAC y los escándalos de corrupción que involucran espurias relaciones entre las empresas constructoras y el Estado como un pilar fundamental de la ideología del “Brasil Potencia”, desenmascarando la mentira de una progresiva evolución hacia un país de clase media.
Si relacionamos este elemento nuevo de la situación nacional con la dimensión histórica de la crisis económica mundial y las innegables señales de impacto creciente de esa crisis sobre Brasil – de forma más sensible en la industria de transformación, pero incubando profundas contradicciones sobre el conjunto de la economía – debemos concluir que este congreso, a pesar del clima de pasividad y gradualismo que aún prima nacionalmente, tendría como enorme tarea central el debatir y resolver las medidas que preparen a los sectores de vanguardia de la clase trabajadora para rodear de solidaridad a los peones de la construcción civil y para intervenir en los procesos políticos y de la lucha de clases que atravesarán al país en la medida que se revierta el escenario de crecimiento económico que viene primando en los últimos años.
El debate sobre el carácter “de vanguardia” o “de masas” de CSP-Conlutas
Después de varios años de dificultades en medio del ascenso del lulismo, la dirección mayoritaria de CSP-Conlutas (PSTU, principal grupo de la LIT-CI) empezó a reconocer en su discurso que no somos una central “de masas” sino una central “de vanguardia”. Lamentablemente, ese tema muy importante no fue objeto de debate y mucho menos de resoluciones en los plenarios finales del congreso, ya que si así fuera, el PSTU estaría obligado a reconocer que el discurso sobre el que fundamentó la ruptura con la CUT (consolidada en 2006 bajo el argumento de que “la CUT está muerta” = “Conlutas dirección de masas”) era equivocado y lo que nosotros de LER-QI planteábamos tenía como mínimo una base de razón en la tradición leninista y trotskista y que debería haber sido tomado más en serio: si somos un polo de vanguardia y la dirección de las masas permanece bajo la influencia del PT, entonces debemos actuar como una fracción en las organizaciones que dirigen a las masas y no autoproclamarnos su dirección, construyendo un aparato alternativo, de izquierda, al lado del oficial para esperar en él que vengan las masas.
Sin embargo, a pesar del aparente acercamiento de posiciones, en esencia el actual giro de la dirección mayoritaria solo plantea en forma más evidente las divergentes concepciones estratégicas que tenemos sobre cómo se debe cumplir un papel de vanguardia. ¿Qué sería cumplir un papel de vanguardia en el escenario actual?
¡Por una campaña nacional en solidaridad con los peones de la construcción civil!
En primer lugar, el congreso debería haber debatido profundamente y dedicado sustancial atención en las resoluciones de los plenarios finales a una campaña nacional de solidaridad con los obreros de la construcción civil, que partiendo de denunciar la represión, las terribles condiciones de trabajo que recientemente asesinaron a más de un obrero en Jirau[2] y la criminalización que están sufriendo por parte del gobierno federal, defendiera sus reivindicaciones; y en otro plano, propagandizara la única solución de fondo para esa situación, que es la expropiación de esos consorcios formados por los grandes monopolios del país, que financian la campañas electorales de los gobiernos, mantienen relaciones espurias con los políticos y gente como Cachoeira[3], que además son subsidiados con el dinero público del BNDES[4]. Una expropiación que cree una gran constructora nacional de obras públicas con salario mínimo del DIEESE[5], que contribuya con el fin del desempleo y el trabajo precario, utilizando los impuestos actualmente destinados al pago de la deuda pública para atender las necesidades de construcción de viviendas, escuelas y hospitales. Para evitar que sea una fuente más de privilegios y corrupción, esa gran constructora pública debería ser controlada por sus trabajadores, con los dirigentes ganando lo mismo que los peones.
Algunos dirán que este es un programa imposible y por eso es sectario. De hecho, no existe correlación de fuerzas para implementarlo actualmente. Sin embargo, el papel de una vanguardia es justamente ese: convencer a sectores cada vez más amplios del programa correcto en las fases preparatorias de la lucha de clases, para que en las fases decisivas de enfrentamiento pueda existir una “masa crítica” capaz de llevarlo a la práctica. Si no es esa la relación que se establece en el cotidiano entre la táctica y la estrategia, entonces los programas, por más de izquierda que sean, serán siempre “papel mojado” para agitar en los días de fiesta.
Una campaña nacional en defensa de los trabajadores precarios
Ligado a esta campaña específica en relación a los obreros de la construcción civil, el congreso debería haber dedicado tiempo de discusión y resolución en los plenarios finales a la necesidad de una campaña nacional por el fin del trabajo precario, por un salario mínimo digno, por iguales salarios e iguales derechos entre los efectivos, tercerizados y temporales; y por la incorporación de los tercerizados, temporales e informales como efectivos con plenos derechos en las empresas en las que trabajan, sin concursos en el caso del sector público. ¿Por qué no se hizo esto?
Esta campaña es fundamental porque la revuelta de los trabajadores del país no se reduce a los obreros de la construcción civil, y sí alcanza también a sectores de limpieza – como quedó demostrado por las huelgas de las trabajadoras de la empresa União en la USP en el primer semestre de 2011 – además de otros sectores. Esa es una tarea necesaria para que Conlutas combata en la práctica todas las presiones conservadoras y corporativas de los sectores más acomodados de la clase trabajadora. Es una tarea estratégica para reunificar las filas obreras divididas por el neoliberalismo y de esa forma fortalecer a la clase para enfrentar los embates que vendrán.
Ese debería haber sido un tema central del balance también porque, como bien lo saben los compañeros de la CSP-Conlutas que están en distintos sectores, aunque en algunos congresos anteriores ya hemos votado resoluciones que significaban pasos adelante en esta cuestión, en la práctica, en el día a día en los sindicatos, en las asambleas de base, en la negociación salarial anual, siempre se devalúa o incluso se olvida este problema para no enfrentar al conservadurismo de sectores más acomodados que conforman las bases de los sectores más organizados. ¡Es preciso cambiar radicalmente cómo encaramos la lucha por el fin de la precarización del trabajo!
Juicio y castigo a los asesinos y torturadores de la dictadura
Uno de los importantes elementos de crisis que amenazan al gobierno Dilma es su flanco débil en los derechos humanos, por las ilusiones que el pasado de la presidenta genera en que algo distinto vaya a ser hecho en esa área. Están ahí para demostrar las crisis con sectores de las Fuerzas Armadas y la repercusión que tuvieron los actos de Levante Popular da Juventude (ligados a Consulta Popular, al MST y a alas de izquierda del PT). Hubo un importante panel en el congreso sobre la resistencia obrera a la dictadura militar.
Sin embargo, el congreso debió debatir y votar un plan para que la CSP-Conlutas intervenga con contundencia y personalidad en esa cuestión, impulsando una campaña nacional para que se investigue realmente la verdad y para que la investigación de la verdad sea inseparable del castigo a los responsables. Una campaña que tuviese como uno de sus elementos distintivos la instalación de comisiones de verdad y de justicia en relación a los crímenes de la dictadura en los propios sindicatos, como por ejemplo en el Sindicato metalúrgico de São José dos Campos, que fue víctima de la represión militar. ¿Por qué esto no ocurrió?
Pinheirinho y el problema de la vivienda
Las inundaciones permanentes, el enorme significado del problema estructural de las favelas (poblaciones precarias) en el país y la derrota que recientemente sufrimos en Pinheirinho[6] exigían que se le diese una enorme importancia al balance de esa lucha en los grupos de discusión y en los plenarios finales. Sin embargo, ocurrió exactamente lo contrario, dando la impresión de que los compañeros de la dirección mayoritaria (PSTU) querían “esconder” una derrota. Eso es un grave error. Todos los que somos parte de la CSP-Conlutas sufrimos con esa derrota. Toda la clase trabajadora sufre con sus consecuencias. Es una obligación sacar lecciones profundas para fundamentar nuestra estrategia.
Pinheirinho es un ejemplo de que no sirve de nada que las movilizaciones de los sindicatos que dirigimos sean solamente por cuestiones corporativas; es un ejemplo de que, en el momento de la lucha de clases, en el momento de la represión estatal, si no podemos contar con contingentes de trabajadores de las bases de los sindicatos que estén dispuestos a poner el cuerpo para defender a sus hermanos más pobres, no valen un millón de palabras y papeles ni menos implorar favores a los gobiernos de turno. Esa disposición no va a ser construida de un día para el otro. Debió ser construida durante los ocho años de ocupación, en cada negociación salarial, tomando la necesidad de la alianza obrero-popular y de la lucha para que los trabajadores del Sindicato de los Metalúrgicos de São José dos Campos asumiesen como propia la lucha por vivienda y trabajo de Pinheirinho.
Si los sindicatos de la CSP-Conlutas no asumen el problema de la vivienda como algo que debe ser respondido por la acción independiente de las organizaciones de la clase obrera, generando una conciencia en sectores cada vez más amplios de la necesidad de luchar por la expropiación de todos los inmuebles destinados a la especulación inmobiliaria para fines de reforma urbana y de un plan de obras públicas de vivienda financiado por el no pago de la deuda pública, seguiremos rehenes de la estrategia de los movimientos populares de presionar a los partidos burgueses para obtener migajas, cuando no directamente la represión.
La lucha contra la represión
Frente a la militarización a cielo abierto de las favelas del país, frente a la naturalización del discurso de la “seguridad pública” como única vía de respuesta al problema de la violencia urbana, frente a la represión que vienen sufriendo los sectores que deciden romper con la “pax lula-dilmista”, el congreso debería haber jerarquizado la necesidad de una campaña nacional unificada contra la represión y la criminalización de los movimientos sociales. Sin embargo, a contramano de esa necesidad, el PSTU no solo no le dio importancia a esta cuestión, sino que puso a sus aliados policías en una de las principales mesas de apertura del congreso.
En este marco, la ofensiva del tucanato[7] contra los trabajadores y estudiantes en la USP no es un simple detalle de la situación nacional, que no exija haber sido tratado con mucho mayor importancia en el Congreso, en especial porque los estudiantes de la USP fueron el único sector social que recientemente emergió cuestionando el papel de la policía y la militarización de las favelas, mientras las explosiones sociales en los cerros y en la periferia son silenciados por la bala y el boicot de la prensa. Si Rodas sale victorioso en su ofensiva de criminalización de los estudiantes de la USP y del Sintusp, eso significará una puerta abierta más para que la clase dominante avance en medidas del mismo tipo en todo el país. Si el Estado tiene las manos libres para criminalizar a los estudiantes de la USP, en su mayoría provenientes de la clase media, ¿qué queda para los sin-techo y los sin-tierra?
Organización de base
El tema de “organización de base”, fundamental para romper con el burocratismo del sindicalismo del PT y la CUT, se mostró apenas como “letra muerta”, o como “declaración de intensiones”. Incluso el balance autocrítico del mismo Zé Maria[8] – que afirmó en el congreso, en un panel sobre la organización de base, que “nuestra práctica está muy lejos de nuestras concepciones de democracia de base” – no fue suficiente para que realmente se debatiese y reorientase la CSP-Conlutas.
Eso se debe a que el PSTU tiene una concepción formal de la democracia obrera, apoyándose en los organismos legales de los sindicatos, y delegados sindicales o comisiones de fábrica negociados con la empresa; y no ve el problema de la organización de base íntimamente ligado al combate por el desarrollo de organismos de autoorganización (de tipo soviético), los que el PSTU entiende que deben surgir recién en las vísperas de la revolución. Si por un lado la actuación en esos organismos es necesaria, por otro lado debemos tener claro que sobre ellos también se ejerce, así como sobre los sindicatos, el peso de la legalidad burguesa, de la rutina sindical corporativa, de la cooptación por privilegios, de la presión para no cuestionar las leyes que defienden la propiedad privada por encima de las condiciones de vida de los trabajadores. Al mismo tiempo, sabemos que a los sectores más precarios de la clase trabajadora le son vedados incluso ese tipo de organismos, o entonces son transferidos o despedidos aquellos trabajadores que no participan de ellos en forma completamente inofensiva. En ese marco, la organización que no es frágil frente a los ataques de la patronal y tampoco sirve para la conciliación de clases es aquella que se liga a los objetivos estratégicos de la clase obrera, luchado para ponerlos al servicio de la lucha de clases, transformándolos en “escuelas” de control obrero sobre la producción. Hoy en día, en primer lugar, eso significa construir organizaciones de base que unifiquen a trabajadores efectivos, tercerizados, temporales e informales, poniendo a los trabajadores efectivos a luchar en defensa de los trabajadores precarios, embriones de doble poder al interior de las fábricas. Ese tipo de organismo, que puede estar inscripto en la ley y en los acuerdos con la patronal o pueden ser espontáneos y muchas veces tener que mantenerse por determinado período como clandestinos, no deben ser solo instrumentos de las direcciones sindicales. Debemos trabajar para que las organizaciones de base asuman un papel dirigente, en especial en los momentos de lucha, cuando el sindicato debe subordinarse a la autoorganización de las bases.
La relación entre táctica y estrategia en el movimiento sindical
Las diferencias que tenemos con la dirección mayoritaria de la CSP-Conlutas en cada una de las cuestiones levantadas arriba, que nos llevaría a tratarlas en forma distinta en el congreso, no se refieren a divergencias tácticas u organizativas, sino a cuestiones estratégicas relacionadas con las distintas visiones que tenemos sobre qué significa cumplir un papel de vanguardia.
CSP-Conlutas, para emerger como una dirección alternativa a la burocracia sindical oficialista, necesita intervenir en los principales fenómenos políticos nacionales con una política de independencia de clase; y necesita influenciar a los sectores minoritarios de las masas al que logra llegar con consignas que respondan profundamente y verdaderamente a los problemas más sentidos por el pueblo y más estructurales del país, como los que desarrollamos arriba, de modo tal de preparar el terreno para que esas consignas puedan ser llevadas a la práctica por sectores de masas cuando vuelvan a agudizarse las condiciones de la lucha de clases.
Las décadas de ofensiva neoliberal demuestran que la conquista de objetivos tácticos parciales despegados de nuestros objetivos estratégicos no fortalece la perspectiva revolucionaria, sino la reformista. No podemos seguir celebrando como grandes victorias las negociaciones salariales que conquistan reajustes levemente superiores a la inflación además de bonos ligados a la productividad y a las ganancias empresarias. Debemos comenzar a hacer nuestros balances también en función de lograr avanzar en la unidad entre trabajadores efectivos y tercerizados; por cómo logramos avanzar en hacer que los sectores más organizados de la clase trabajadora asuman como propias las demandas de los sectores más explotados y oprimidos del pueblo.
Los compañeros de la dirección mayoritaria de la CSP-Conlutas (PSTU) colocan las alianzas con sectores del PSOL, de Intersindical (corriente sindical dirigida por algunas corrientes del PSOL) o con burocracias sindicales opositoras al gobierno como el principal objetivo estratégico al que todas las demás cuestiones deben estar subordinadas. De esta forma, hacen una inversión, ya que las alianzas con esos sectores deben estar subordinadas a las cuestiones estratégicas. Solo así podremos comprender profundamente por qué el Conclat de 2011 (Congreso de la Clase Trabajadora, buscaba la unificación de Conlutas con Intersindical) explotó alrededor de una cuestión tan ridícula como el nombre: eso ocurre cuando los acuerdos están basados en cuestiones tácticas circunstanciales y no en cuestiones estratégicas. Solo así podemos entender más profundamente por qué el congreso de 2012 tuvo una cantidad de delegados mucho menor que los anteriores, en los que el gradualismo lulista ya era fuerte.
Preocuparse con cuestiones estratégicas no tiene nada que ver con la autoproclamación sectaria que significa creer que la CSP-Conlutas va a transformarse en dirección de las masas por simple “engorde” evolutivo, ganando cada día a más sindicatos. Ser un polo de vanguardia en Brasil hoy significa tener como uno de sus objetivos principales el arrancar las bases de la CUT (PT), de la CTB (PCdoB) y de Força Sindical (PDT) de la influencia del oficialismo y de la burocracia. Para alcanzar ese objetivo, no podemos seguir distorsionando la táctica de frente único obrero tal como hoy está completamente naturalizado por la izquierda. En la tradición del marxismo revolucionario, la táctica de frente único debe estar al servicio de unificar a los distintos sectores de la clase en acciones concretas – movilización – contra el capital, a la vez que permite que amplios sectores pierdan la confianza en el reformismo y aumente la confianza en los revolucionarios. El petismo transformó esa táctica en un programa lavado (no pocas veces incluyendo consignas de conciliación de clases) para unificar las direcciones de los aparatos, sin que eso esté ligado a cualquier movilización real de las bases, y encima restringiendo la posibilidad de crítica. El PSTU sigue reproduciendo esa “versión petista” de la táctica de frente único. Hemos visto las campañas antineoliberales en general en las que no es raro que incluyan consignas burguesas como la reducción de tasas de interés o impuestos a los productos importados y que sacrifican la lucha por el fin del trabajo precario e incluso por la reestatización de las empresas privatizadas, como ha ocurrido tantas veces antes de la ruptura del Conclat. ¿Cómo vamos a arrancar las masas de las direcciones reformistas y oficialistas si no subordinamos los frentes únicos a procesos de movilización que de hecho obliguen a los traidores a mostrar su cara? ¿Cómo las bases bajo influencia del reformismo se va a alejar de sus direcciones si justamente cuando estamos juntos no las criticamos y dejamos claro cuál es la estrategia correcta?
Esta reflexión más general de la relación entre táctica y estrategia es el sentido que buscamos cuando batallamos para que el congreso de Conlutas diese mucha importancia a hacer un balance profundo de los procesos de la lucha de clases en 2011, como la huelga de profesores de enseñanza media, en la que CSP-Conlutas podría haber cumplido un papel fundamental en unificar la lucha nacionalmente; la huelga de correos y bancarios, la negociación salarial del Metro en el primer semestre, que podría haber sido un marco nacional. Lamentablemente la dirección mayoritaria del PSTU, ante cada una de estas cuestiones, presentó un balance organizativo y “exitista” desprovisto de cualquier fundamento más profundo, lo que dio el tono al Congreso.
La insistencia de PSTU en acusar a LER-QI de parásitos y utilizar métodos burocráticos contra nuestra organización (y las demás minorías en el Congreso) está al servicio de escapar al debate sobre las críticas estratégicas que le hacemos. No fue solo nuestra corriente la que criticó a la dirección mayoritaria de Conlutas por reproducir los métodos de la burocracia de la CUT en la cuestión de la democracia interna de la central. Todas las discusiones de campañas y plan de acción, que deberían estar en primer plano, así como el propio tema central del congreso que era “organización de base”, fueron postergadas hasta que llegó el último día y terminó el congreso sin votarlas. Los rasgos burocráticos que ya se venían mostrando desde antes del Congreso, con permiso para el planteo de solo una tesis por entidad afiliada y el intento de minimizar las discusiones políticas de las diferencias, se profundizó en el Congreso. Este es un curso que el PSTU viene trazando que rompe con la tradición de la democracia obrera.
Llamamos a la vanguardia obrera a debatir este balance como base para luchar por una orientación política que ubique a CSP-Conlutas a la altura de los desafíos actuales.
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