Finalmente la Lista Bordó de la Alimentación hizo una campaña extraordinaria en una elección en la que obtuvo el 40% de los votos de los trabajadores que votaron en sus fábricas (38% si se cuentan los que votaron en el Sindicato donde estaban los empleados de la Obra Social que obviamente no pertenecen a la Alimentación).
El resultado final fue de 2124 a 1342, según las actas de nuestros fiscales de fábrica. Daer y la burocracia emitieron un comunicado en el que afirman que el resultado fue 64% para la Verde y 36% para la Bordó. Sin embargo en el escrutinio en el sindicato no dejaron entrar a nuestros fiscales, ni entregaron las actas definitivas, ni siquiera permitieron que estuviera el apoderado de la lista si antes no reconocía que las elecciones fueron “limpias y democráticas”.
Kraft aportó gran parte de los votos (473). Se ganó en PepsiCo, Felfort y Bonafide. Allí la cantidad de afiliados es baja, con casos que apenas llegan al 25%, por lo que la diferencia o la cantidad de votos hubiera sido mucho mayor. Además de estos triunfos en los bastiones de la Bordó, la “novedad” fueron las victorias en 11 fábricas dirigidas por la Verde, entre ellas Suschen, Leiva, Neosol, Don Satur, Ice Cream, Croni, Alimentos Sureños, Joralfa, Quaker, Kochi, Cari, además de empatar en 5 Hispanos y perder por un voto en Chocolates Bariloche. Además La Bordó llegó a las fábricas verdes donde consiguió buenos votos. Incluso en los propios bastiones verdes se expresó el desprecio a la burocracia de Daer.
Es por eso que cuando cerraron las urnas y empezaron a conocerse los resultados, los festejos fueron de los fiscales y los activistas de la Bordó.
La campaña electoral había llegado a miles de trabajadores. “Queremos trabajar 5 días por semana, 8 horas con un salario mínimo igual a la canasta familiar”, dijeron los afiches y volantes de la Bordó. Se hicieron proyecciones en las puertas de las fábricas donde los candidatos plantearon el derecho elemental a no pasar la vida en las líneas de producción, a no tener que hacer extras para llegar a fin de mes, mientras los gerentes viven en countrys. La Bordó lucha para recuperar todo lo que Daer entregó a las patronales.
No queremos que ningún dirigente gane más que un obrero de planta, decían los boletines. “¿vos sabés cuánto gana Daer?”, preguntaban unos sencillos afiches y mariposas pegados y repartidas en todas las fábricas del gremio. La respuesta sorprendió e indignó: ¡77.000 pesos por mes! Y por eso el grito de “Fuera Daer” se hizo más fuerte.
Los demás “dirigentes” se embolsan lo suyo y en cada fábrica se supo cuánto se llevan los “vocales” o “congresales”. Ninguno baja de los $25.000. Daer y los suyos no pudieron recuperarse del golpe que significó el desprecio que se extendió en todo el gremio. Miles de trabajadores comprendieron lo que es la burocracia.
No se trata de una corriente política y sindical enfrentada a “los zurdos”, sino de una verdadera casta ajena a la vida y los intereses de los trabajadores.
Contrastando con esto, los militantes de la Bordó y sus candidatos son trabajadores que se jugaron sus puestos y dedicaron su tiempo para pelear por lo suyo.
El fraude fue la herramienta que utilizó la burocracia. Primero se negaron a entregar el padrón. Cuando lo hicieron, los militantes del PTS se tomaron el “pequeño” trabajo de controlar uno a uno los 6.000 empadronados descubriendo que unos 1.000 no trabajaban en ninguna fábrica de la Alimentación. Para la Justicia esto no fue motivo para intervenir. Para el Ministerio de Trabajo tampoco, hasta que una movilización de trabajadores de Kraft, PepsiCO, Stani y Felfort cortó la 9 de Julio y se movilizó al Ministerio y denunció frente a los medios el fraude abierto. Entonces no tuvieron más opción que sacar del padrón a 800 truchos. Así y todo volvieron a cambiar el padrón y permitieron que voten en el Sindicato los trabajadores de la Obra Social. El fraude más grande fue la imposibilidad de votar por parte de los no afiliados. Ellos son 7.000 trabajadores, la mayoría del gremio. Pagan el 2% de sus salarios todos los meses para que Daer sea millonario pero no tienen derecho a expresarse. Si no existiera este sistema, burócratas como Daer no estarían un minuto más en sus sillones.
Las elecciones tuvieron sus protagonistas. No fueron sólo los candidatos. El día de la votación, un verdadero ejército de 215 fiscales salió de sus fábricas para controlar la elección en empresas donde reina la dictadura de la Verde y las patronales. A las 2 de la madrugada decenas de obreros de Kraft dejaron las líneas y fueron hasta el local que tiene la interna a metros de la planta. Allí los esperaba un operativo de cientos de militantes que colaboraron para que se pudieran fiscalizar casi 100 fábricas en las zonas Sur, Norte y Oeste del Gran Buenos Aires y en Capital. Había que entrar a las 4 de la mañana. Se discutió que los primeros en entrar fueran los que estaban dispuestos a quedarse dentro de las fábricas hasta las 18 horas, si la Verde quería mantener este criterio. 50 autos se movilizaron para que todos lleguen y para que puedan salir luego a votar y después volver a fiscalizar.
Los fiscales pelearon, no se dejaron amedrentar por nadie. Los que no figuraban en el padrón eran rechazados sin contemplación. Los fiscales se dieron el lujo de ver también cómo estaban las fábricas y no faltó el compañero que increpó a los delegados verdes por la situación de los trabajadores –“¿Por qué no parás la línea? ¡Mirá como están trabajando los compañeros!”. El delegado verde se sorprendió por la propuesta y dijo que él no podía hacer “una cosa así”. “En Kraft si no se cumplen con nuestros derechos, se para”, le explicó el compañero al delegado verde. Este por primera vez en su vida escuchaba que si hay organización se le puede poner un límite a la dictadura patronal.
Los fiscales militaron 12, 16 o 20 horas. Fueron apoyados por la militancia del PTS y su juventud. En cada fábrica, grupos de compañeros se quedaron en la puerta desde que los fiscales ingresaron hasta que salieron. Los abogados colaboraron en cada problema que iba surgiendo y estando con el apoderado en el Sindicato para denunciar cada irregularidad.
La campaña dejó algo muy en claro. Hay una oposición en el gremio de la Alimentación con una característica particular: no quiere ser oposición para siempre.
Hoy en las fábricas se respira un aire de triunfo. Las asambleas lo reflejaron. Ahora hay nuevos congresales (22) que van a defender los derechos de los trabajadores. Se abre una nueva perspectiva, organizar nuevas fábricas que le dieron la espalda a la Verde, organizar compañeros en decenas de fábricas.
La burocracia verde como respuesta a esta nueva situación lanzó un “plan de lucha” que incumplió el primer día, borrándose de las fábricas cuando había llamado a parar dos horas por turno, lunes, miércoles y viernes de esta semana. Los trabajadores de la Bordó no se quedaron de brazos cruzados y volvieron a marchar, esta vez a la FIPAA cortando la 9 de Julio. Exigen un plan de lucha en serio, votado en Asambleas democráticas y en plenarios de delegados de base. Con estas propuestas y con la fuerza de la pelea dada, la Bordó ya empezó a recorrer otra vez las fábricas de la Alimentación para pelear por todos los derechos de los trabajadores y continuar la pelea por echar a Daer.
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