Por Claudia Cinatti
Por un estrecho margen –de 29,9 a 27,1%- el partido de derecha Nueva Democracia ganó las elecciones del pasado 17 de junio, dejando a Syriza en segundo lugar. A pesar de esta ínfima diferencia, por el sistema completamente antidemocrático griego que garantiza el dominio de los partidos tradicionales del régimen, ND recibió un “bonus” de 50 diputados (que nadie ha votado) por haber ganado la elección. Esto le permitió formar gobierno en alianza con el otro partido de la “troika”, el PASOK, a pesar de que este obtuvo solo el 12,3 % de los votos. Al cierre de este artículo, Izquierda Democrática (ruptura por derecha de Syriza en la que reportan varios ex parlamentarios del PASOK) había sumado su apoyo a esta coalición gobernante conservadora.
Syriza incrementó en 10 puntos su votación con respecto a las elecciones del 6 de mayo y se transformó en la principal fuerza de oposición con 72 diputados, lo que es interpretado por varios analistas como una victoria política para la coalición de centroizquierda que ha quedado en una posición inmejorable para capitalizar el descontento con este nuevo gobierno de la derecha.
El otro dato relevante de los resultados electorales es la consolidación de Aurora Dorada que mantuvo casi intacto el 7% de los votos que había obtenido anteriormente. En su campaña, esta formación de extrema derecha neonazi ha exhibido abiertamente no solo su programa xenófobo y reaccionario sino también su carácter de fuerza de choque paramilitar, que hoy dirige sus ataques contra los inmigrantes y diputados de izquierda, pero mañana lo hará contra el conjunto de los trabajadores de profundizarse la crisis y la lucha de clases.
Uno de los grandes perdedores de la elección fue el Partido Comunista Griego (KKE) que obtuvo un magro 4,5%, su peor resultado desde principios de la década del ’90 cuando sufrió una profunda crisis por la combinación del derrumbe de los regímenes estalinistas y su participación en una coalición de gobierno con Nueva Democracia. Evidentemente, Syriza se quedó con una buena parte de la base electoral del KKE y también de la coalición amplia anticapitalista Antarsya que retrocedió al 0,33%.
Los líderes de la UE, que junto con los principales medios de prensa imperialistas hicieron una descarada campaña de terror y chantaje para desalentar el voto por Syriza, respiraron aliviados ante este triunfo ajustado de los partidos “pro memorandum”. Pero como muestra la alta tasa de interés que debió pagar España por sus bonos de la deuda al día siguiente de las elecciones griegas, esta victoria de la derecha en Grecia que habilitaría la liberación de los 130.000 millones del rescate para seguir pagando su deuda a los bancos principalmente alemanes y franceses, es apenas un suspiro en el marco de la crisis económica y no resuelve la incertidumbre en torno del futuro de la eurozona.
Todo indicaría que este será un gobierno débil para imponer el ajuste exigido por la “troika”, que ya ha provocado 17 paros generales y un sinnúmero de movilizaciones en los últimos dos años. Las elecciones, en las que se manifestó un elevado nivel de abstención del 40%, difícilmente alcancen para revertir la profunda deslegitimación política de las fuerzas responsables de la catástrofe que vive el pueblo griego. La debacle del PASOK, que junto con ND son los principales partidos burgueses que han garantizado la gobernabilidad desde la caída de la dictadura de los coroneles en 1974, ha dejado en crisis el régimen bipartidista, que ahora parece rearmarse en torno a dos coaliciones, una de centroderecha, encabezada por ND y una de centroizquierda encabezada por Syriza, un fenómeno electoral mucho más inestable, a pesar de tener un programa que no pone en cuestión ni a la UE ni al capitalismo. Quizás por esta posición precaria, Antonis Samaras, el líder de ND, dio a entender que intentará negociar con la UE los términos del nuevo memorándum que deberá firmar su gobierno.
Los límites del reformismo de Syriza
A pesar de su retórica “antimemorandum”, y de la desconfianza que genera entre los líderes europeos, Syriza demostró en las elecciones que su programa no diverge radicalmente del de los partidos de la “troika”, con los que comparte la política de mantener a Grecia en la estructura imperialista de la UE. Alexis Tsipras, su principal referente, ha moderado notablemente sus posiciones políticas, tratando de presentarse como un dirigente “responsable” frente a los mercados y los acreedores de Grecia. Ni una palabra de afectar el interés de la banca y los grandes capitalistas griegos y de la UE.
En el discurso de cierre de su campaña Tsipras sostuvo que Syriza era la mejor opción para negociar con la UE, que tomaba la “responsabilidad de gobernar el país y garantizar un curso estable, seguro y justo para el pueblo y el país dentro de la Eurozona” y que restauraría la “credibilidad y el prestigio internacional” (Greek Left Review, 13-6). Incluso tomó como ejemplo a seguir nada menos que a España que logró un préstamo de la UE sin tener que firmar ningún memorándum. Pero lo que olvidó decir Tsipras es que justamente España con su brutal ajuste y su reforma laboral, muestra que con o sin memorándum o la crisis la pagan los capitalistas o estos se la hacen pagar a los trabajadores.
Como hemos discutido, a pesar de las sobradas evidencias de que el programa de Syriza se limita a renegociar puntos del ajuste para hacer “viable” el capitalismo griego dentro de la eurozona, la mayoría de las corrientes que se reivindican trotskistas, entre ellas el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, la LIT e incluso el Partido Obrero, han tenido una política oportunista de apoyar el llamado de Syriza a conformar un “gobierno de izquierda”, diciendo incluso que podría dar lugar a un “gobierno de trabajadores” (Ver Los revolucionarios y el “gobierno de izquierda”, LVO 478). Esta política de adaptación a fenómenos electorales reformistas de izquierda refuerza las ilusiones de los trabajadores en que es posible salir de la crisis de forma pacífica y sin un programa que ataque los intereses fundamentales capitalistas, empezando por la nacionalización bajo control obrero de la banca y los grandes monopolios.
Syriza ya ha dado indicios de que su ubicación en el nuevo escenario se limitará a ejercer el rol de oposición parlamentaria al gobierno de la derecha, es decir, de contener y canalizar el repudio a los partidos burgueses tradicionales a través de las instituciones del régimen y de la UE. Los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares griegos, que vienen resistiendo desde hace más de dos años los planes de ajuste implementados por los mismos partidos que ahora asumirán el gobierno, deben prepararse para enfrentar con la huelga general y la movilización este nuevo intento de la burguesía de hacerles pagar los costos de la crisis.
20-06-2012
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