Por Diego Dalai
El domingo 22 de julio falleció en un accidente automovilístico el dirigente opositor cubano Oswaldo Payá. En el siniestro falleció también otro activista opositor y resultaron con leves contusiones un dirigente juvenil del derechista Partido Popular (el del presidente ajustador español Rajoy) y otro del Partido Demócrata Cristiano de Suecia.
Las autoridades cubanas apenas dieron cuenta del hecho en la prensa oficial declarando sencillamente que “dos personas fallecieron en un accidente de auto” (Granma, 23/7). La oposición, por su parte exigió una profunda investigación policial y no descartaron que las fuerzas de seguridad estuvieran implicadas en el hecho teniendo en cuenta que Paya era vigilado y hostigado recurrentemente por su actividad política opositora.
Al cierre de esta nota, el gobierno cubano dio a conocer los resultados de la investigación ratificando la versión del accidente. El dirigente del Partido Popular, que conducía el auto, permanecerá bajo arresto y podría ser juzgado por infringir normas de tránsito y causar la muerte de dos personas. Por su parte el joven sueco también se encuentra retenido en Migraciones sin fecha de cuándo podrá regresar. Ninguno de los dos ha dado hasta hoy su versión de los hechos directamente a la prensa y los familiares de Payá manifestaron que conservan sus dudas sobre los hechos ocurridos y exigen poder entrevistarse con ellos.
Un duro golpe a los “disidentes”
La desaparición física de Oswaldo Payá es un duro golpe a la oposición política. Fundador del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), era quizás el dirigente más importante y la figura más prominente de este sector conocido como “disidentes” que impulsan un retorno al capitalismo y a la democracia burguesa en cuba. Esta oposición que en su abrumadora mayoría cuenta con el apoyo político y financiero del Departamento de Estado norteamericano, siempre estuvo fragmentada y atomizada tanto dentro como fuera de Cuba. Está constituida por decenas de organizaciones y varias figuras muy reconocidas incluso sin organización pública como la blogera Yoani Sánchez o el periodista Guillermo Fariñas famoso por sus reiteradas huelgas de hambre. Los intentos de unificar esta miríada de organizaciones y figuras “disidentes” fracasaron, y Payá era en ese marco el referente más aceptado y reconocido. Tenía también una importante proyección política internacional. Tenía sus vínculos políticos más fuertes con el conservador PP español, por lo que había conseguido el premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2002, que es una distinción por la “defensa de los derechos humanos” (premio que luego dieron también a las Damas de Blanco en 2005 y a Fariñas en 2010).
El imperialismo y la Iglesia, amigos políticos de Payá
La importancia política de este deceso, así como qué actores eran políticamente solidarios con el dirigente, puede verse en las exigencias de investigación y las condolencias que inmediatamente enviaron EEUU y Europa. Barack Obama manifestó a través del vocero de la Casa Blanca sus “pensamientos y oraciones a la familia y amigos de Oswaldo Payá, un incansable defensor de mayores derechos cívicos y humanos en Cuba” quien “mantuvo hasta el final su optimismo de que el país que amó vería una transición pacífica y democrática”. El imperialismo norteamericano aprovechó la ocasión para reafirmar que “EEUU continuará apoyando al pueblo cubano en su búsqueda de los derechos humanos fundamentales.
El presidente del Parlamento Europeo mandó su pésame a los familiares y declaró que es “una pérdida para los que luchan por la democracia y la libertad. Sus ideas no se van con él”.
Por su parte, Jaime Ortega, arzobispo de La Habana que ha adquirido gran relevancia política tras el acercamiento del gobierno de Raúl Castro a la Iglesia católica en los últimos años, dio en persona la misa de despedida a Payá.
El Proyecto Varela y el carácter pro capitalista de la oposición cubana
Oswaldo Payá ganó gran popularidad a partir de su Proyecto Varela, elaborado en 1998 y presentado a la Asamblea Nacional (Parlamento cubano) en marzo de 2002 con el aval de 11.000 firmas, superando la cantidad que establece la Constitución de Cuba para que un proyecto de ley sea discutido. Este proyecto impulsaba una transición pacífica y ordenada hacia el capitalismo y un régimen político parlamentario. Pedía un referéndum nacional por una reforma política que permitiera la libre formación de partidos políticos, la libertad de expresión y de prensa, convocar elecciones libres, y una amnistía para los presos políticos. En el plano económico promovía la libertad para formar empresas privadas y cooperativas en asociación o no con el Estado.
El proyecto representaba un giro en la política que históricamente habían mantenido los grupos opositores vinculados al exilio en Miami, consistente en promover activamente un derrocamiento del régimen y hasta la desaparición física de Fidel y Raúl Castro. Oswaldo Payá encabezó el intento de un cambio de régimen no violento, utilizando los propios instrumentos legales del régimen y la Constitución cubanas y aceptando la participación de la propia burocracia castrista como actor político, aunque en el último tiempo se había manifestado en contra del acercamiento de la Iglesia católica al régimen argumentando que eso favorecía al régimen.
La respuesta represiva de la burocracia
El castrismo aferrado a su régimen de partido único, rechazó de plano y en los peores términos al proyecto y sus impulsores, acusándolo de subversivo y violatorio de las leyes cubanas. La Asamblea Nacional rechazó dos veces siquiera discutir el proyecto y por el contrario aprobó un referéndum donde más del 98% de los electores se pronunciaron a favor de una enmienda a la Constitución que estableció la “irrevocabilidad del socialismo” en Cuba.
El Estado persiguió duramente a los promotores y activistas del Proyecto Varela. La mayoría de los 75 opositores apresados en 2003 impulsaban esa iniciativa parlamentaria y eran miembros del MCL. La reconocida organización opositora Damas de Blanco, también pro capitalista, vinculada a la oficina de intereses norteamericana y famosa por su forma pacífica de protesta marchando en silencio con gladiolos blancos en sus manos luego de las misas dominicales, surgió impulsada por las esposas de los presos a partir de aquella masiva redada represiva.
Hoy, la respuesta represiva del régimen continúa. Pese a haber liberado (después de años de cárcel) a casi la totalidad de los presos de 2003 en el marco del acercamiento del régimen a la Iglesia católica, se mantienen los arrestos preventivos por razones políticas, los maltratos a muchos detenidos, así como todo el aparato de vigilancia de la dictadura basada en el régimen de partido único, empezando por la policía de la Seguridad del Estado, siguiendo por las “organizaciones de masas” controladas férreamente por el Partido Comunista (PCC), y llegando hasta los Comités de Defensa de la Revolución que cumplen esencialmente el rol de control social. No ha habido ningún atisbo de “apertura” política en los ya 6 años de gobierno que lleva Raúl Castro más allá de “procesos de discusión” completamente controlados por el PCC amparado en la reaccionaria prohibición de formar agrupaciones, partidos políticos o tendencias.
El caso más bárbaro de represión del régimen de los últimos años, se vivió en febrero de 2010 cuando dejaron morir a Orlando Zapata Tamayo que cumplía una huelga de hambre en protesta por sus condiciones carcelarias. De igual modo que en el funeral de Tamayo, ahora encarcelaron preventivamente a decenas de opositores que pretendían acudir al funeral de Payá, que de todas formas reunió unas 400 personas según informó El País de Madrid (que apoya a los “disidentes”).
Siguiendo el modelo de restauración chino
La “disidencia” nunca tuvo asidero en la población cubana, primero porque es pro imperialista y pro capitalista y segundo porque la enorme mayoría de sus miembros son de extracción social acomodada y con vínculos con el odiado exilio de Miami (donde se refugió la burguesía tras la Revolución del ’59). Sin embargo, en medio de la crisis económica que arrastra la isla desde hace años (y que la crisis internacional ha agravado), sumado al delicado proceso de ajuste a las masas y de reformas pro mercado a la vez que realiza un recambio generacional; en ese complicado escenario el castrismo trata de acallar cualquier vos disidente, aunque venga de la derecha pro capitalista.
Como ha dicho una y otra vez el propio Raúl, la burocracia continúa “sin prisa pero sin pausa” con su “modelo chino” consistente en una apertura económica controlada manteniendo un férreo control del Estado (que a su vez controla la mayor parte del aparato productivo a través de la cúpula de las FAR) a través del régimen de partido único sin ninguna reforma de apertura política. Incluso están dispuestos a negociar y “discutir de todos los temas en igualdad de condiciones” con EEUU, como ratificó Raúl una vez más este 26 de julio en el aniversario 59 del ataque al cuartel Moncada.
La muerte de Payá se dio en medio de las sesiones ordinarias de la AN que tomó más medidas (que analizaremos en próximos artículos) de “actualización del modelo económico” siguiendo los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, votados por el VI Congreso del PCC en abril de 2011, que ajustan a los trabajadores y refuerzan las bases para una restauración capitalista.
Basta de represión. Ni dictadura de Partido Único ni “democracia” capitalista.
La represión y persecución que hoy lleva adelante la burocracia contra los opositores de derecha, mañana la usará contra la resistencia obrera y popular a los recortes de conquistas históricas y las consecuencias del avance de las medidas pro capitalistas. El objetivo central del régimen de partido único es evitar por cualquier medio la organización de trabajadores, jóvenes y campesinos en sindicatos, partidos u organizaciones sociales que no sean afines al PC. La muestra más patente es que los últimos años le han dado gran libertad de acción a la Iglesia católica, la organización más pro imperialista y pro capitalista que hay, que hoy goza de amplia legalidad y extensión nacional, mientras que los obreros y campesinos siguen impedidos de organizarse de forma independiente al PC para enfrentar los ajustes y avances en la restauración.
Combatimos políticamente las posiciones de los “disidentes” que pretenden volver a Cuba a su triste pasado capitalista de la mano de los gobiernos imperialistas. Pero repudiamos que se reprima, persiga y encarcele a todos aquellos que no hayan tomado parte en actos de terrorismo.
Esa política de la burocracia le deja a la derecha las banderas de los DDHH y la “democracia”. Pero sólo las masas laboriosas pueden imponer una verdadera democracia, acabando con el régimen de partido único. ¡Legalización de toda tendencia o partido que defiendan las conquistas de la revolución y se reivindiquen anticapitalistas y antimperialistas! ¡Derecho a huelga y plena libertad de organización para los trabajadores y el pueblo! Las organizaciones obreras y populares deben regirse por la más amplia democracia obrera. Con delegados mandatados por la base, revocables en cualquier momento y que ganen lo mismo que un obrero.
Esta lucha debe estar encaminada hacia una revolución política que barra a la burocracia y enfrente al imperialismo, buscando aliarse con sus hermanos de clase, los obreros y campesinos de toda América latina.
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