Por Diego Dalai
El 8/8 el barrio Saladino, plaza fuerte de los rebeldes sufrió, tras días de bombardeos, la ofensiva generalizada del ejército que en los días previos había concentrado 20.000 efectivos en las afueras de Alepo. El gobierno dice que recuperaron la zona y los rebeldes lo niegan. Lo cierto es que se lucha calle por calle, casa por casa. Tras casi 20 días, la segunda ciudad más importante de Siria sigue siendo el principal escenario de la guerra civil que conmueve al país desde hace más de un año. Pero el “teatro de operaciones” abarca todo el país. En la capital, Damasco, los rebeldes han retrocedido frente al mayor poder de fuego del régimen pero aún conservan zonas bajo su control y recientemente asestaron un golpe con un nuevo atentado con bomba esta vez a la Televisión estatal. En el interior, también continúa la lucha y se calcula que un 40% del territorio nacional está bajo control rebelde.
Un deterioro progresivo del régimen
Otro hecho de gran repercusión en los últimos días fue la deserción y fuga del primer ministro, Riad Farid Hijab, que Assad había nombrado hace apenas dos meses. Esta deserción tiene gran importancia en sí ya que es la de más alto rango político. Pero es aún mayor si tomamos en cuenta que Hijab era de confesión sunní y dirigente del partido Baaz. Claramente Assad está perdiendo progresivamente los pocos apoyos internos que le quedan que se van reduciendo a su entorno más cercano dentro de la minoría opresora alawi.
Contar con aviones caza - bombarderos y helicópteros artillados que machacan día tras día las posiciones enemigas o con tanques y artillería pesada, no le alcanza a la dictadura de Assad para aplastar el movimiento. Tampoco las tropas de élite del ejército y las temidas “shabiha” (bandas de matones armados) que se cuentan por miles. Es que el frente de batalla poco claro y diseminado por todo el territorio obliga al ejército a distraer fuerzas en diversos puntos, debilitando su fuerza en un combate poco convencional y muchos rasgos de guerrilla urbana. Habría además una gran dispersión en grupos locales y hasta barriales, entre los que se mencionan los Comités Locales de Coordinación, que luchan contra la dictadura.
La oposición armada
Entre las masas existe un profundo odio contra la dictadura de la familia Assad que gobierna hace 42 años a fuerza de represión y mantiene el dominio de la minoría religiosa y acomodada alawita (en acuerdo con la burguesía sunní y la minoría cristiana) sobre la inmensa mayoría del pueblo sunní (80% de la población). Desde que estallaron las protestas de masas como parte de la “primavera árabe” en marzo de 2011, la base de las mismas estuvo en los barrios más pobres y pauperizados. Luego, mostrando los límites de la espontaneidad, la revuelta tomó las características de una guerra civil donde las masas no actúan de forma independiente y sectores de la oposición como el Consejo Nacional Sirio (CNS), en el exilio, son abiertamente pro imperialistas. Las organizaciones armadas rebeldes como el Ejército Libre Sirio (ELS) no responden directamente a ellos ni han pedido hasta ahora una intervención de las potencias imperialistas como ocurrió en el caso de Libia donde los rebeldes pidieron la intervención armada de la OTAN. Sin embargo, el ELS recibe apoyo activo de potencias regionales principalmente de Turquía (donde funciona el cuartel general del ELS), Arabia Saudita y Qatar que son aliados y agentes directos de EEUU en la región. Por su parte, recientemente salió a la luz pública que “meses atrás” el presidente Obama habilitó a la CIA y otras agencias de inteligencia yanquis a prestar “asistencia” a los rebeldes en Siria (El País, 2/8).
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El escenario regional
Un hecho de gran importancia en estos días es que el mayor aliado del régimen sirio en la región, Irán, se está viendo obligado a meterse más abiertamente en el conflicto. El domingo 5/8 un contingente de 48 iraníes fue hecho prisionero por el ELS y acusado de pertenecer (algunos de ellos) a la Guardia Revolucionaria, elite de las FFAA iraníes. Irán desmintió la acusación afirmando que se trata de peregrinos religiosos y pidió expresamente a Turquía y Qatarque medien para hallar una solución.
Días más tarde, Said Jalili, enviado del líder supremo iraní Ali Jamenei, viajó personalmente a Damasco para trasmitir el decidido apoyo de Irán al régimen sirio. Es que si Assad cae, Irán pierde su principal aliado en la región. Su otro aliado es el Hesbollá libanés, pero es mucho menos importante que Siria. Esto ocurriría en un momento delicado para el régimen iraní ya que la “presión internacional” (léase imperialista) con la escusa de su proyecto nuclear, se viene incrementando.
Irán no puede permitir un cambio de régimen en Siria que a todas luces le será perjudicial más allá de que se mantengan algunos elementos de la dictadura de Assad. Es por eso que, ante los avances del ELS en el terreno y sobre todo las continuas deserciones de altos funcionarios, Irán se ve obligado a meterse más de lleno en el conflicto lo que a su vez redobla las alertas en Israel y el imperialismo y encierra la posibilidad de una escalada del conflicto.
El imperialismo busca una transición ordenada
La guerra civil está acelerando las discusiones y negociaciones fuera del país para tratar de encaminar una transición más o menos ordenada. En EEUU, la derecha republicana y el lobbie israelí (de cara a las elecciones de noviembre) critican a Obama por la “falta de liderazgo” frente al conflicto sirio. En una reciente editorial el diario Washington Post le dicen abiertamente qué tendría que hacer: 1) crear una coalición con influencia real en el terreno con los países amigos de la zona, Turquía, Arabia Saudita, Qatar y Jordania, más Francia y Gran Bretaña. 2) formar un frente opositor en el extranjero (aunque reconoce que es una tarea muy difícil) que pueda preparar una transición pacífica atrayendo elementos del viejo régimen y evitar así un caos pos Assad. 3) prestar ayuda militar abiertamente al ELS para que esta tarea no quede sólo en manos de los “poderes regionales” (Turquía, Arabia Saudita), y ganarse un lugar en las negociaciones cuando los combates terminen. 4) en estas condiciones, llegar a un entendimiento con Rusia asegurándole que sus intereses no serán afectados en un nuevo régimen sin Assad; esto dejaría “fuera de juego” a Irán. 5) mantener un rol activo en la ONU para concluir una “hoja de ruta” que encamine la transición y la comprometa en un papel relevante como tuvo en Afganistán.
Pero no es nada sencillo
Como dijimos en otros artículos, la negociación con Rusia es complicadísima porque podría perder sus últimas posiciones en una región clave a nivel mundial. La idea de formar un frente opositor más o menos estable es difícil por los variados intereses que dividen a cada facción. Muchos analistas ven un escenario de profundización de la guerra civil después de la salida de Assad. Además EEUU debe evitar que Turquía se vea tentada a intervenir militarmente en Siria aprovechando el conflicto con los kurdos, lo que haría escalar la crisis.
En este marco, las perspectivas que se pueden abrir tras la caída de Assad son poco claras. Por eso la Casa Blanca, que siempre quiso aprovechar la revuelta siria para imponer un cambio de régimen que le favorezca e intentó tres veces votar sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU que Rusia y China bloquearon, viene apoyando a la oposición armada del ELS a través de sus aliados regionales. En los próximos días mandará a su jefa en la diplomacia internacional, Hilary Clinton, a Ancara para discutir con el gobierno turco la articulación de una oposición de recambio a Assad lo más confiable posible.
La movilización obrera y popular independiente de toda variante burguesa y contra cualquier injerencia imperialista es la única que puede presentar una salida progresiva para el pueblo trabajador sirio.
08-08-2012
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