En una nota aparecida en Prensa Obrera N 1236, C. Rath (Grecia o el enorme atraso político de la izquierda) responde a la crítica que hemos hecho a la posición de PO de tomar como propia la consigna de “gobierno de izquierda” que planteó Syriza en las pasadas elecciones griegas. Aunque con matices, PO comparte esta política con otras corrientes de la izquierda que se reivindican trotskistas, entre ellos el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (SU) y la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI, cuya principal organización es el PSTU de Brasil), que han llamado a apoyar a Syriza y con las que ya hemos polemizado en LVO 478.
Sin decirlo explícitamente y discutiendo con el PTS, los compañeros de PO están ajustando cuentas con el EEK (Partido de Trabajadores Revolucionario), el grupo griego dirigido por Savas Matsas, que integra (¿o integraba?) la Coordinadora por la Rrefundación de la Cuarta Internacional (CRCI ), el agrupamiento internacional que impulsa (¿o impulsaba?) el Partido Obrero. Ya en anteriores oportunidades polemizaron con nosotros a propósito de diferencias que tenían sobre el “catastrofismo” con sus compañeros italianos del PCL (Partido Comunista de los Trabajadores) Como es público, mientras que PO llamó a votar por Syriza, el EEK se pronunció por el voto crítico a Antarsya, una coalición autodefinida como anticapitalista. Esto ocurrió en otros agrupamientos internacionales como el Secretariado Unificado cuya dirección llamó a votar a Syriza en contra de la posición de su sección griega, OKDE Spartacus, que integra Antarsya. Pero mientras que el SU hizo una discusión pública, ni PO ni la CRCI se dignó a sacar una línea sobre sus diferencias, simplemente nos enteramos por Prensa Obrera que sus antiguos aliados, con quienes se proponían la “reconstrucción inmediata de la IV Internacional” se habían transformado de un día para el otro en una “secta estéril”.
A cinco años del estallido de una crisis histórica del capitalismo, y en el marco de lo que vienen definiendo los compañeros del PO como “el ascenso de la izquierda”, Jorge Altamira en el último congreso del PO señalaba el “impasse” y la “inactividad” de la CRCI. Entre otras cosas, humildemente creemos que esto refleja la insuficiencia del método que vienen sosteniendo los compañeros del PO en torno a que basta el acuerdo sobre “5 puntos” programáticos fundamentales como base para el desarrollo de organizaciones comunes entre los revolucionarios, opuesto al que Trotsky sostuvo para el “bloque de los cuatro”1 donde planteaba la necesidad de confluir en las lecciones revolucionarias centrales de los principales acontecimientos de la lucha de clases y los fenómenos políticos (acuerdos estratégicos) para sobre esta base sólida, conquistar un programa común acabado.
Crisis y lucha de clases
El fundamento objetivo que da PO para su política hacia Syriza es que la crisis capitalista ha dado lugar a un “viraje histórico” hacia izquierda de las masas, del que un ejemplo sería el ascenso electoral de la izquierda en Grecia (y probablemente también de Izquierda Unida en el Estado español). Según Rath, ante el derrumbe de los partidos patronales, la política revolucionaria es “sencillamente” conducir ese viraje hacia la toma del poder. Lo que no dice PO es cómo construir partidos obreros revolucionarios con capacidad de dirigir sectores clave del proletariado hacia ese objetivo.
Esta caracterización que PO presenta como muy de “izquierda” no solo no da cuenta de la realidad, sino que, sobre todo, es funcional a su política de ceder ante fenómenos centroizquierdistas como Syriza, y más en general, sirve como cobertura a una orientación fundamentalmente electoral que viene sosteniendo PO.
Indudablemente, la crisis capitalista –que como venimos definiendo es una crisis “sistémica”; económica, política y social– ha abierto un nuevo período histórico, en el que, a partir de la “primavera árabe”, la lucha de clases está volviendo a instalarse con fuerza en la escena política, como vemos en los países europeos más endeudados que son los “eslabones débiles” de la UE, como Grecia, el Estado español, Portugal o Italia. Sin embargo, lo que hay que definir es en qué momento estamos de este nuevo período histórico. En lo que hace a expresiones de la lucha de clases estamos solo a los inicios de esta nueva etapa de convulsiones sociales y políticas. Incluso donde los procesos son más agudos, como en el Norte de África, en particular en Egipto y Túnez, no hemos visto revoluciones abiertas (aunque PO hable livianamente de la “revolución”, a la manera que lo hace la corriente morenista). En Europa, el hecho de que sean formaciones políticas de centroizquierda, sin peso real en la clase obrera y constituidas en torno a figuras mediáticas, como Syriza en Grecia o el Front de Gauche en Francia, los que capitalicen el descontento expresado en el rechazo electoral a los partidos patronales, muestra que aun no estamos ante procesos generalizados de radicalización política, aunque desde el PTS (y la FT-CI), al contrario del escepticismo generalizado de la mayoría de la izquierda en que la clase obrera pueda dar una respuesta revolucionaria a la crisis, nos venimos preparando teórica, estratégica y políticamente, para contribuir a que el trotskismo pueda ser un factor clave cuando inevitablemente lleguen los enfrentamientos de clase decisivos.
Gobierno de izquierda o gobierno de trabajadores
PO pone un signo igual entre un eventual “gobierno de izquierda” encabezado por Syriza y un “gobierno de trabajadores”, haciendo una analogía con la táctica de “gobierno obrero” que planteó la III Internacional hacia las organizaciones reales de la clase obrera, aunque estas fueran reformistas, en la década de 1920. Pero no hace falta mucha ciencia para darse cuenta de que “izquierda” y “obrero” no son equivalentes. Si bien Syriza obtuvo una alta votación entre los asalariados que normalmente votan al PASOK o al Partido Comunista Griego (con peso en la clase obrera industrial), es un fenómeno electoral de centroizquierda (una vieja coalición de eurocomunistas, ecologistas, maoístas y algunos trotskistas) que no dirige ningún sector significativo de la clase obrera, como se vio en las 17 huelgas generales dirigidas por la burocracia oficial y en menor medida el PAME (la rama sindical del Partido Comunista). Incluso quienes han llamado a votar por Syriza reconocen como una de sus debilidades la enorme disparidad entre los votos y su peso en la clase obrera. Es decir, un gobierno de Syriza no sería un “gobierno obrero” que opusiera a los trabajadores y los explotados al conjunto del régimen burgués.
Pero PO no le da importancia a este pequeño “detalle” y llega a plantear que “un gobierno de la izquierda griega (es decir de Syriza, NdR) habría representado una forma de gobierno de transición, en un marco de ascenso político de las masas, entre un retorno a la ‘normalidad’ capitalista y un régimen proletario” (sic). Esta afirmación es completamente falsa, no solo por el carácter de clase pequeñoburgués de Syriza, sino también porque su política es preservar la “normalidad capitalista” empezando por el armado imperialista de la Unión Europea, por lo tanto, al no existir organizaciones obreras y de las masas en lucha, ni un partido revolucionario con peso que puedan imponerle a Syriza la “ruptura con la burguesía”, la política toma un contenido completamente oportunista, que lejos de permitir avanzar hacia posiciones revolucionarias refuerza las ilusiones pacifistas y parlamentarias del movimiento obrero y de masas. Es decir, exactamente lo contrario del sentido con el que la sostenía Trotsky en el Programa de Transición “como consigna antiburguesa y anticapitalista, pero en ningún caso en el sentido ‘democrático’ que posteriormente le han dado los epígonos (…)2”.
Esto ya se vio en la ubicación que asumió Syriza como oposición parlamentaria al gobierno conservador de Nueva Democracia, el PASOK e Izquierda Democrática, mostrando que su estrategia no es desarrollar la lucha contra los partidos del ajuste sino canalizar el odio a estos partidos a través de las instituciones del régimen y la UE.
Una “pequeña” contradicción (o el colmo de los colmos)
En la polémica, PO nos acusa de “sectarios” y “abstencionistas” porque denunciamos la política proimperialista de Syriza de defender la permanencia de Grecia en el euro y en la UE (una de las razones por las que no podíamos apoyar a Syriza) y a la vez nos dice que tenemos el mismo programa que Syriza (¡!) porque no nos pronunciamos por la “ruptura de la UE” o “no denunciamos la posición proimperialista de Syriza de mantenerse en la UE”. ¿En qué quedamos? No se puede ser tan poco serio.
Quien tiene la contradicción es PO que debería explicar que si la “ruptura con la UE” ha tomado tal “centralidad” política como dicen, y si es “el eje de la crisis en Grecia” por qué llamar a votar a Syriza (reiteramos, sin ser la dirección de la clase obrera y sin la existencia de un partido revolucionario que pudiera capitalizar una situación así), cuya principal bandera es la continuidad de la UE imperialista, y no por ejemplo, al Partido Comunista Griego, que plantea abiertamente la “ruptura” con la UE.
Lo cierto es que la mayoría de la izquierda europea, incluyendo a Syriza, está adaptada a los marcos de la Unión Europea, que expresa los intereses de la Europa del capital. Los sectores minoritarios de la izquierda que plantean la ruptura con la UE, como el Partido Comunista Griego (y el PT francés) sostienen políticas “soberanistas” de defensa de los estados (y las monedas) nacionales capitalistas, en lo que coinciden con la extrema derecha europea. Mientras que la posición de PO es ambigua contra estas dos variantes que terminan poniendo a la clase obrera ante opciones igualmente burguesas (pero cediendo más a la posición “soberanista”), nuestra posición es clarísima: la lucha contra los gobiernos de la “troika” y las instituciones imperialistas de la UE, y por un gobierno de trabajadores debe llevarse adelante bajo la perspectiva estratégica de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
La III Internacional y el gobierno obrero (¿Cómo lo entenderá PO?)
Para fundamentar el voto por Syriza, Christian Rath no escatima en antecedentes históricos. Resulta que “el planteo del PO procede no sólo del cuarto congreso de la III Internacional (noviembre 1922), sino de toda la experiencia mundial desde las revoluciones europeas de 1848”. Sin embargo, Rath se ve obligado a tergiversar las discusiones de la III Internacional y de Trotsky porque de lo contrario demostraría no la justeza sino el carácter oportunista de la política.
Rath utiliza una parte del discurso de Trotsky al IV Congreso de la IC de diciembre de 1922, y cita: “Bajo ciertas condiciones –señalaba- la consigna de un gobierno obrero puede hacerse realidad en Europa...”, pero omite el siguiente párrafo en el que Trotsky plantea esas condiciones, a saber: si “es posible una revolución en los próximos meses”; si aquel gobierno obrero se puede transformar “en un sembradora comunista de modo de tener un bastión revolucionario en un período de preparación para el próximo estallido de la revolución”. Es decir, las “condiciones” hacían referencia a la preparación para la toma del poder mediante la insurrección. Tan importante era la existencia efectiva de estas condiciones que Trotsky, en el discurso citado por Rath, pensaba que aún no estaban dadas en Alemania en 1922, cuya situación era por demás convulsiva, y solo considerará aplicable la táctica de “gobierno obrero” meses después cuando Francia invade Alemania en enero de 1923.
Esto podría ser un “desliz” si no fuera porque a renglón seguido Rath “recorta” también las resoluciones del IV Congreso de la IC. Cita: “un gobierno obrero que resultase de una combinación parlamentaria puede también brindar la ocasión de reanimar el movimiento revolucionario”3. Sin embargo, otra vez, la cita continúa, y dice: “Pero de hecho, el nacimiento de un gobierno verdaderamente obrero y el mantenimiento de un gobierno que desarrolle una política revolucionaria, debe llevar a la lucha más encarnizada y, eventualmente, a la guerra civil contra la burguesía”4.
Casualmente tampoco cita Rath lo que la IC consideraba como el programa “más elemental” de un gobierno obrero, que en primer lugar señalaba “debe consistir en armar al proletariado, en desarmar las organizaciones burguesas contrarrevolucionarias”5.
En síntesis, Rath muestra que el planteo de “gobierno obrero” del PO parte de “toda la experiencia mundial desde las revoluciones europeas de 1848” siempre y cuando les saquemos toda referencia al objetivo de constituir un bastión revolucionario para la preparación de la insurrección, a la guerra civil, al armamento del proletariado y la toma del poder.
Esto no es casual, para cualquier lector que conozca mínimamente la política griega es evidente que plantear que un gobierno encabezado por Syriza va a servir para impulsar una insurrección o para armar al proletariado, es una contradicción en los términos. Todas estas “sintomáticas” omisiones o alteraciones que realiza Christian Rath sobre estas discusiones históricas, tienen una lógica de hierro que las cruza, a saber: la fórmula de “gobierno obrero” está planteada “en general” por fuera de una estrategia revolucionaria explícita. Como vimos, y como de hecho desarrollamos en el nuevo número de la revista Estrategia Internacional en la nota “Trostky y Gramsci: debates estratégicos sobre la revolución en ‘occidente’”, esto lleva de cabeza al oportunismo.
Pretender limitar la discusión a una cuestión de táctica como el voto en las elecciones griegas, sin abordar de lleno los problemas estratégicos y, a partir de estas lecciones avanzar en las vías de reconstrucción de la IV Internacional, nos parece cómo mínimo insuficiente y conduce a una política oportunista.
Esta discusión, a su vez, tiene valores concretos en Argentina donde desde el PTS le hemos planteado a los compañeros del PO la necesidad de desarrollar un debate serio sobre los fundamentos, tanto estratégicos como programáticos, para la unificación de nuestras organizaciones. Esperamos poder retomar este debate y así dar pasos en contrarrestar el retraso respecto a las enormes tareas que nos plantea la crisis capitalista a los revolucionarios.
Notas
1. Se conoció como “Bloque de los Cuatro” al acuerdo entre la Liga Comunista Internacional (Oposición de Izquierda) dirigida por L. Trotsky y tres organizaciones nacionales, el Partido Obrero Socialista de Alemania, el Partido Socialista Revolucionario y el Partido Socialista Independiente, ambos de Holanda, que venían evolucionando desde el reformismo hacia posiciones de izquierda, que en 1933 llamaron a la fundación de la Cuarta Internacional.
2. Trotsky, León, “Programa de Transición”, en El programa de Transición y la fundación de la IV Internacional (compilación), Bs. As., Ediciones CEIP “León Trotsky”, 2008, p. 92.
3.Trotsky, León, “Report on the Fourth World Congress (December 28, 1922)”, en http://www.marxists.org/archive/trotsky/1924/ffyci-2/24b.htm
4.Resolución sobre la táctica de la Internacional Comunista”, en Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista T.II, Buenos Aires, Ediciones Pluma.
5. Idem.
30-08-2012
|