Por Celeste Murillo y Juan Andrés Gallardo
El 10/9 comenzó la primera huelga docente en 25 años en la ciudad de Chicago. Más de 25.000 maestras, maestros y personal educativo salieron a la calle y mantuvieron la huelga durante 9 días para enfrentar las políticas del alcalde Rahm Emanuel, demócrata y mano derecha durante años de la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton y Barack Obama.
Esta huelga vuelve a poner de manifiesto la voluntad del partido Demócrata de hacerles pagar a las y los trabajadores los costos de la crisis, descargando sobre ellos el déficit presupuestario y arremetiendo contra sus derechos elementales.
Chicago, como varios estados está en rojo y los primeros en sentir el ajuste son quienes trabajan y utilizan los servicios públicos de salud y educación, que además son beneficiarios de los planes de ayuda. En un escenario de desocupación y creciente pobreza, donde más del 80% de los alumnos de escuelas públicas de Chicago son candidatos al programa de comida gratis en la escuela, demócratas y republicanos vuelven a coincidir en el ataque contra los trabajadores.
Esta huelga, que se da como parte de las movilizaciones abiertas con la lucha en defensa de los derechos sindicales en Wisconsin en febrero de 2011, llegó a su fin el martes 18/9 cuando los delegados votaron suspender la medida.
Emanuel ya había anunciado sus intenciones de prolongar la jornada laboral docente en 90 minutos, cambiar el sistema de evaluaciones y atar el empleo docente a las notas de los estudiantes (una especie de sistema de premios y castigos) y cerrar escuelas públicas. Al mismo tiempo, el partido Demócrata viene impulsando junto al partido Republicano una reforma educativa a nivel nacional que no es otra cosa que una privatización encubierta, que desmantela el sistema público para transferir a los alumnos a escuelas privadas subsidiadas por el Estado pero financiadas y controladas por empresas y particulares. El sistema público escolar de Chicago es uno de los más grandes del país, sus alumnos son mayoritariamente afroamericanos y latinos, hijas e hijos de trabajadores y de los sectores populares. La privatización dejará a miles de chicos fuera del sistema escolar, ampliando la brecha que ya existe con los hijos de las familias blancas (padres profesionales, mayor ingreso) que asisten a las privadas y egresan del sistema educativo con mayores posibilidades laborales y de acceder a la educación superior. No es casualidad que el apoyo a la huelga haya sido mayoritario entre afroamericanos y latinos, no solo porque sus hijas e hijos asisten a la escuela pública sino también porque en estas comunidades es mayoritaria también la idea de que los trabajadores tienen mejores condiciones laborales cuando están organizados en sindicatos. Una encuesta mostró que el 66% de los padres con hijos/as en la escuela pública apoyan la huelga (en general el 55,5% de los habitantes de Chicago apoyan la huelga); y entre los afroamericanos el apoyo es del 63% y entre los latinos 65%. En cambio, los padres con hijos/as en privadas (cuya mayoría -52%- es blanca) están mayoritariamente en contra de la huelga.
La brecha de clase que existe entre las escuelas públicas y privadas es cada vez más grande: la mayoría de los niños y niñas que asisten a la escuela pública es afroamericana y latina, y son de familias trabajadoras y pobres.
El sindicato docente CTU (por sus siglas en inglés) trató de evitar la huelga a toda costa.
Los 25.000 afiliados del CTU ya habían demostrado su voluntad de salir a defender sus derechos desde hace meses cuando la dirección realizó la primera votación (en EEUU existen múltiples trabas legales que hay que superar para ir a la huelga). Y volvieron a demostrar esta disposición el lunes 10/9 con piquetes y bloqueos en todas las escuelas y la posterior multitudinaria movilización al centro de Chicago. La huelga contó con un amplio apoyo, a pesar de la campaña antisindical del gobierno demócrata y el silencio cómplice de Obama. La base del sindicato docente es votante demócrata y ha apoyado y apoya la campaña de Obama, por eso lo llamaban a que se “sume a los piquetes de huelga” (cosa que por supuesto Obama no hizo y al contrario respaldó a Emanuel).
En medio de la campaña electoral, esta situación de “descontento” con la política de Obama por parte de un sector que es base social histórica del Partido Demócrata fue aprovechada por el candidato republicano, Romney, que salió a atacar la huelga e intentó y aprovechó para reafirmar que los trabajadores organizados en sindicatos son una traba para avanzar en cualquier reforma, recalcando los “avances” que significaron los ataques contra el derecho a huelga y los convenios colectivos en Wisconsin y New Jersey (ambos estados gobernados por republicanos).
La tensión existente entre la burocracia docente (por presión de su base) y los demócratas se suma a las divisiones provocadas por la discusión de la reforma educativa, impulsada en varias ciudades por alcaldes demócratas, no solo en Chicago, sino también en Boston, Cleveland y Los Ángeles.
En el caso de Chicago, el alcalde Emanuel desató una campaña contra los docentes desde que se presentó a elecciones, para liquidar sus conquistas, culpándolos por los problemas en las escuelas, deterioradas y en crisis por el bajo presupuesto.
Los trabajadores de Chicago, que tienen una larga historia de combatividad, conocen muy bien de lo que son capaces los alcaldes y políticos patronales cuando se ven amenazados. No hay que olvidar que en Chicago fueron llevados a la horca los “Mártires de Chicago” que lucharon por la jornada de ocho horas en 1887 y por los que se celebra mundialmente (menos en EEUU) el día del trabajador; diez huelguistas fueron asesinados durante la huelga de “Little Steel” 1937, y en 1969 fueron asesinados en la ciudad los activistas por los derechos civiles Fred Hampton and Mark Clark, ambos militantes de los Panteras Negras.
La lucha de Wisconsin como bisagra para el surgimiento de nuevos fenómenos
La huelga de Chicago se inscribe en un escenario de profunda crisis social, provocada por la crisis financiera desatada en 2008. Durante estos años, los trabajadores, una minoría de ellos sindicalizados, base electoral del partido Demócrata, han visto a Obama desembolsar millonarios rescates para salvar a bancos y empresas mientras millones sufren el desempleo y los bajos salarios.
Dos hechos ilustran las consecuencias de la crisis durante estos años para los trabajadores. El primero, cuando las “Tres Grandes” automotrices (General Motors, Chrysler y Ford) solicitaron un plan de rescate al gobierno: en ese momento, Obama les dijo que para salir de la crisis era necesario que “todos, desde el movimiento obrero hasta los gerentes, acreedores y accionistas renuncien a algo”. Pero los únicos que “renunciaron” a algo fueron los trabajadores, la burocracia del UAW (sindicato automotriz) aceptó rebajas salariales, entregó derechos e hipotecó el futuro de los trabajadores retirados (ver más sobre el acuerdo en “Vergonzoso acuerdo de UAW con General Motors”, http://www.ft-ci.org/spip.php?article1880?lang=es).
El otro es la lucha de Wisconsin, que marcó un antes y un después en las luchas de los trabajadores en Estados Unidos. El ataque a los derechos sindicales, centralmente el derecho a negociar colectivamente, de parte del gobernador republicano Walker puso en pie de lucha a las y los trabajadores públicos, docentes y la juventud que lo enfrentaron. Sin embargo, la política de la dirección sindical y los demócratas de llevar todo al callejón sin salida del Parlamento hizo que la gran lucha de Wisconsin terminara en una derrota (en la que se fortalecieron los propios republicanos, que ganaron las elecciones revocatorias). A pesar de esto, Wisconsin se transformó en un símbolo de la defensa de los derechos de los trabajadores, y su ejemplo de resistencia ha motorizado luchas y movilizaciones en todo el país.
La huelga de Chicago se inscribe en parte de este fenómeno y del primer año de las movilizaciones, bloqueos y protestas del llamado movimiento “Occupy Wall Street” (OWS), cuyo lema “Somos el 99%” cuestiona al 1% multimillonario que se enriqueció mientras millones sufren la pobreza y el desempleo. En algunas ciudades los jóvenes de OWS se unieron a los trabajadores para apoyarlos en sus demandas como fue el caso de la paralización de los puertos en Oakland (y posterior represión, en noviembre de 2011) y la colaboración de jóvenes en Seattle con los trabajadores portuarios el 1° de Mayo pasado , o mismo en Chicago con el apoyo a la lucha de la Republic Windows and Doors ante el intento de cierre de la empresa, donde acudieron los jóvenes de Occupy a instalar sus carpas en apoyo a los trabajadores.
El resultado de la huelga
El martes 18/9 los delegados docentes habían votado la suspensión de la huelga, aunque todavía no se había aprobado el acuerdo tentativo propuesto por la dirección sindical. Desde que comenzó el paro, la dirección sindical hizo varios intentos por cerrar un acuerdo rápido con el alcalde Emanuel y el CPS (el organismo que coordina las escuelas). Finalmente, lograron un “acuerdo tentativo”, que modifica algunas de las intenciones del gobierno local, centralmente en lo que se refiere a la jornada laboral, se propone una escala diferente de aumento salarial (aunque se mantiene que sea diferido en los próximos años), se modifica el sistema de evaluaciones (aunque no se elimina, como querían las y los docentes). También se introdujeron otros cambios relacionados con el seguro de salud, pensiones, los programas y tamaños de las clases. El acuerdo debe ser refrendado con el sindicato.
El CTU de Chicago está dirigido por una coalición llamada CORE, donde participan miembros del partido Demócrata y militantes de la ISO (por sus siglas en inglés, Organización Socialista Internacional). Los dos dirigentes más conocidos son Karen Lewis (la cara de todas las negociaciones) y Jesse Sharkey (de la ISO).
La burocracia sindical del CTU siempre estuvo incómoda con la huelga, nunca quiso enfrentarse a los demócratas ni a Emanuel, a pesar de su duro discurso antisindical y antimaestros.
Lamentablemente, la ISO no ha planteado una sola alternativa a esta dirección y terminó formando parte de las negociaciones con la ciudad, sin presentar una sola medida de lucha para ir por todas las demandas docentes, dilapidando así la energía de los trabajadores y la gran simpatía con la huelga. De esta forma, terminaron siendo parte de la dirección que, aunque todavía no es directamente cuestionada, sí sufre la sana desconfianza de la base que el domingo 16/9 rechazó la propuesta de la dirección sindical de levantar la huelga el lunes antes de que la base docente pudiera leer el acuerdo. Querían ver con sus propios ojos el acuerdo porque, con razón, desconfían de una dirección que viene negociando hace varios meses con el gobierno de la ciudad. Esta dirección ha limitado todo el tiempo las demandas, aceptando las restricciones que impone el déficit presupuestario ¡como si los trabajadores fueran los culpables!
La dirección del CTU, incluida la ISO, dice que el resultado ha sido una gran victoria, sin hacer ningún balance sobre las concesiones realizadas. A diferencia de esta visión, creemos que todo lo que se ha perdido ha sido resultado de la una política conciliadora e impotente frente a un gobierno que quería ir por todo. Las conquistas que se han mantenido son el resultado de la voluntad de lucha desplegada por los docentes, con el apoyo de los estudiantes y las familias que apoyaron la huelga.
Los 9 días de huelga son un hecho enormemente positivo, a pesar de los límites de la burocracia, para el conjunto de los trabajadores en Estados Unidos. Cada vez que se defienden los derechos conquistados se fortalecen todos los trabajadores para enfrentar los ajustes, sin importar que gobiernen demócratas o republicanos. La agudización de la crisis económica internacional promete nuevos y más duros ataques contra los trabajadores. A pesar de los límites que impuso la burocracia, la lucha de los maestros de Chicago muestra que la huelga es el método que tienen los trabajadores para enfrentarlos.
19-09-2012
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