Mientras se desarrolla la trama en el Congreso Nacional que revela la podredumbre de la democracia de los ricos y de todos los partidos de este régimen, todos los brasileños saben o sienten que la corrupción no es más que un síntoma de una crisis en realidad más profunda. Lo que causa la revuelta en los trabajadores es ver las dificultades que tenemos para sobrevivir, mientras en las alturas no paran de volar valijas llenas de dólares, y los poderosos no paran de divertirse a nuestra costa en sus fiestitas particulares. Millones y millones que van a las manos de los diputados y políticos mientras estamos siendo condenados a una vida de miseria y necesidades. En las calles y hogares del país los trabajadores se preguntan qué hacer ante tanto pillaje y viveza y ante la desvergonzada traición del PT. Allá arriba la burguesía y sus políticos buscan una salida que les lave la cara. El periódico Palavra Operária, con sus pequeñas fuerzas, se propone la tarea de ayudar a aclarar a los trabajadores las trampas que nos están preparando y abrir una discusión sobre cuál es la salida por la cual debemos luchar.
Las alternativas burguesas para la crisis
El gobierno de Lula, el PT y los sectores de la burguesía aliados a ellos, con el apoyo de la CUT (Central Única de Trabajadores) y de la UNE (Unión Nacional de Estudiantes) que responsabilizan por la crisis al “golpismo de la derecha” y buscan mantener las ilusiones de que este gobierno todavía puede ser benéfico para el pueblo, quieren castigar a algunos de los involucrados para lavarle la cara al conjunto del gobierno y mantener el control del aparato de Estado. Contra el gobierno y el PT, aunque por ahora se esfuerce en mantener alejada la posibilidad de un impeachment, la mayoría de los políticos burgueses opositores, del PSDB y el PFL, también interesados en el control del aparato estatal, se están preparando para realizar una reforma política que engañe al pueblo con el discurso de “garantizar que en el futuro esto no vuelva a pasar” y profundizar el desgaste del PT y Lula para volver a tener un representante suyo en la presidencia de la República.
Otros sectores de la burguesía, de partidos minoritarios hasta ahora, defienden la tesis de que reforma política y elecciones sería poco para limpiar la imagen de las instituciones. Argumentan que la crisis alcanzó tal grado que para retomar la confianza de la población en las instituciones son necesarias reformas más profundas. Quien más se presenta con este punto de vista es el presidente del PPS, Roberto Freire, que fue líder del gobierno en la Cámara de Diputados durante el mandato de Itamar Franco. En un artículo publicado en la Folha de S. Paulo el 13/08 este señor intenta alertar a los tucanos (PSDB) y los pefelistas (PFL) que el plan de ellos está condenado al fracaso y defiende que “... la salida para la crisis, desde nuestro punto de vista, demanda el llamado a todo el pueblo brasileño para que se pronuncie sobre los rumbos de su propio futuro. En este sentido, la convocatoria a una Constituyente se impone como espacio limpio y libre para reformar los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sepultar privilegios y establecer un nuevo pacto federativo.” Nada más que engañar al pueblo brasileño con una “reforma de los poderes” en una nueva constituyente, con el objetivo de que las instituciones después de una constituyente totalmente controlada salgan mucho más reforzadas de lo que están ahora.
De una punta a la otra vemos los mismos objetivos: el control del aparato del Estado al servicio de tal o cual grupo burgués, la preservación de las instituciones, la alternancia de poder en las elecciones y el dominio de la burguesía y el imperialismo sobre el país. Todos quieren para sí el dinero y el poder del Estado así como recuperar las fuerzas para seguir implementando sus ataques.
El PSTU y el PSOL no están a la altura de los acontecimientos
Frente a la grave situación en la que vivimos, están dadas todas las condiciones para una salida de izquierda y clasista a la actual crisis. El PSOL se limita a una política que ataca al gobierno, pero no sólo no pone en discusión el conjunto de las instituciones de la democracia de los ricos, sino que refuerza las ilusiones que las masas todavía depositan en los partidos burgueses y en las elecciones. Eso se mostró en la última semana cuando, a través de la figura de Heloisa Helena pasó a defender la idea de un “plebiscito revocatorio” para “consultar” a la población si el presidente debe terminar el mandato o no. Con esa propuesta, el PSOL prepara el camino para desviar el descontento del pueblo hacia las urnas e impedir que una movilización de masas ponga en jaque la actual estructura política del país y el dominio económico y político de la burguesía y el imperialismo. Esa propuesta es un señuelo contra los intereses de los trabajadores y la juventud y se limita a lo siguiente: votamos si queremos elegir ahora o después nuestro próximo verdugo.
El PSTU declara hoy que “sólo una revolución socialista en el país y la construcción de un Estado dirigido por los trabajadores puede terminar con la corrupción. Un nuevo Estado, con funcionarios elegidos y controlados por los trabajadores, pudiendo ser destituidos en cualquier momento” [1]. Sin embargo, en su consigna no concreta nada por la positiva, sólo dice: “Fuera todos! Fuera Lula, el Congreso, PT, PSDB, PFL... Por la construcción de una huelga general”; ¿para imponer qué?, debemos preguntar al PSTU. ¿Un estado obrero? Desde nuestro punto de vista levantar ante la crisis sólo propuestas propagandísticas que no pueden concretarse para los trabajadores en este momento, corresponde a mantener la pureza del programa, pero no indica una respuesta revolucionaria para que la vanguardia se pueda ligar a las amplias masas para concretar una movilización nacional que imponga la fuerza de los trabajadores y del pueblo pobre.
El PSTU pasó, de forma totalmente abrupta y sin hacer ninguna autocrítica, de una posición absolutamente reformista a una totalmente abstracta y ultraizquierdista. Hasta el día 15/08, el PSTU exigía que Lula declarara en la CPI de los Correos y llamó al PPS y al PDT a hacer un frente único en la lucha contra la corrupción (política derrotada dentro de Conlutas/SP y ABC). Después del día 15/08, el PSTU pasó a una política abstracta y ultraizquierdista de que nada debe hacerse dentro del régimen, dando un ultimátum a la clase obrera para que prepare la huelga general y haga la revolución obrera y socialista.
Sin embargo no es esa la realidad de la lucha de clases en Brasil hoy. Es por eso que ese tipo de giro ultraizquierdista no ayuda a los trabajadores a avanzar hacia ese fin estratégico.
Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana
Para los marxistas revolucionarios sólo existe una salida de fondo para la miseria y la corrupción de la democracia de los ricos. Derrotar a la burguesía, tomar el poder e instaurar una República Socialista Obrera y Campesina, es decir, un régimen basado en la democracia obrera, organizada a partir de consejos y comités por lugar de trabajo y de estudio, que tendrían la responsabilidad de organizar toda la economía del país de acuerdo con los intereses de la amplia mayoría, y no de un puñado de capitalistas y de agentes del imperialismo. Sin embargo, sabemos que en la actual situación la mayoría de los trabajadores no ve la posibilidad de una salida de este tipo. Por eso defendemos la construcción de un polo clasista antigubernamental y antiburocrático que exija a los sindicatos, la CUT y el MST (Movimiento de los Sin Tierra) que rompan con el gobierno y movilicen a los trabajadores para imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, con miles de diputados elegidos, que garantice la investigación y el castigo a los corruptos, revocatoria de las reformas y leyes antipopulares y que resuelva los problemas más estructurales del país. Una Asamblea Constituyente donde para ser diputado no haya necesidad de filiación a esos partidos podridos que ahí están, y donde los diputados no reciban un salario superior al de un obrero medio. Una Asamblea Constituyente con plenos poderes para votar todas las medidas necesarias para la mayoría de la población, sin detenerse ante ningún interés de los de arriba.
La primera votación sumaria a realizarse sería encarcelar a todos los involucrados en los esquemas de corrupción y la revocación de todas las leyes antipopulares aprobadas por este Congreso de las coimas. Tendríamos que aprobar el control obrero de todas las empresas estatales y expulsar de éstas a toda la burocracia corrupta. Tendríamos que aprobar la re-estatización de todas las empresas privatizadas bajo el gobierno de FHC e imponer en ellas el control obrero. En una Asamblea así tendríamos que votar la ruptura inmediata de todos los acuerdos que someten nuestro país al imperialismo y a sus organismos como el FMI, así como el no pago de las deudas interna y externa, creando las condiciones para amplias inversiones en educación, salud e infraestructura para el país. Tendríamos que discutir y votar impuestos progresivos sobre todas las grandes fortunas y con ese dinero invertir en un plan de obras públicas, construyendo nuevos hospitales, escuelas y universidades y creando decenas de miles de nuevos puestos de trabajo. Al mismo tiempo para resolver de una vez por todas el problema de la desocupación tendríamos que votar la repartición de las horas de trabajo entre todos los que quieren trabajar, sin reducción de salario, atacando directamente las ganancias de las grandes empresas. Y lo fundamental a realizar por una Asamblea Constituyente como esta sería el ataque a la propiedad privada de los medios de producción, es decir, de las fábricas y de las tierras, para ponerlas en las manos de los verdaderos productores: los trabajadores.
Sabemos que ante una situación de crisis aguda la propia burguesía puede convocar a una Asamblea Constituyente para engañar al pueblo, como hizo en 1986. Una asamblea controlada por la burguesía no pondría en jaque a la propiedad privada así como no pondría en discusión los principales problemas que enfrenta la mayoría de la población. Al final de la dictadura, con la complicidad del PT, fue eso lo que hicieron para “reorganizar” al régimen. Solamente los trabajadores y la juventud movilizados, concientes de sus intereses, pueden imponer una nueva Asamblea Constituyente donde esa farsa no se repita.
Por un polo nacional clasista que luche por los intereses de los trabajadores
Justamente porque sabemos que los políticos petistas, los burgueses y los corruptos jamás van a convocar una asamblea como esta, y que si la convocan sería justamente para controlarla, hemos propuesto construir un polo nacional clasista, antigubernal y antiburocrático, poniendo como tarea inmediata de ese bloque la lucha por que los sindicatos, la CUT y el MST rompan con el gobierno y se incorporen a la lucha por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, haciendo que este polo conquiste la confianza de los trabajadores y de las masas al desenmascarar ante las bases a las direcciones burocráticas que no cumplirán esta tarea. Ese sería el mejor servicio que el PSTU y el PSOL podrían prestar en este momento a los trabajadores brasileños. A partir de un polo nacional como este, formado en un encuentro nacional de trabajadores, podríamos poner de pie comités de movilización para, al mismo tiempo que organizamos la lucha por nuestras reivindicaciones más inmediatas, luchar por esta Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
Esta sería la única forma para que las masas hagan una experiencia de los límites de la democracia burguesa aún en su máxima expresión, como lo es en una Constituyente, y se convenzan de que es necesario luchar por otro poder, revolucionario, basado en las fábricas, en el campo, en las minas, y en la base del ejército que sea la base de un gobierno obrero y campesino.
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