Por Milton D’León, LTS
Mientras siguen apareciendo artículos de análisis sobre las elecciones del país y su resultado, aún está por verse qué dinámica tomará el entramado nacional luego del triunfo de Hugo Chávez que al cerrar este artículo era del 55,25% (8.133.952) por encima del candidato de la oposición por derecha, Henrique Capriles, que llegó al 44,14% (6.498.527) de los votos, siendo una diferencia nada despreciable de casi 11%. Si bien Chávez alcanza un importante triunfo electoral también es innegable un avance del frente opositor que por derecha ha venido enfrentando a Chávez, aunque ya se venía recuperando en elecciones anteriores y es de destacar que este bloque siempre se mantuvo alrededor de un piso de un 40% del electorado. Es de acentuar también la alta participación con una abstención de casi un 19% en un sistema electoral donde el voto no es obligatorio, siendo que en los sectores más populares fue donde se observó una mayor participación electoral con respecto a los otros sectores sociales en las principales ciudades del país (1), cuestión que seguramente balanceó a favor de Chávez si recordamos que fue el abstencionismo entre estos sectores que lo llevó a perder la única elección (por la reforma de la constitución) en el 2007.
Un triunfo para la recomposición de Chávez y una derecha que se recicla
Chávez ganó en 22 de los 24 estados en que se divide el país, y si tomamos los estados y sus distritos con mayor presencia de una clase trabajadora en grandes concentraciones manufactureras e industriales también se impuso electoralmente, y no solo entre los sectores más populares. En las barriadas más populares fue notorio la preponderancia de Chávez con porcentajes por arriba del 70%, tal como se observó en el Distrito Metropolitano y otras principales capitales del país, si tomamos en cuenta los estados con mayor preponderancia industrial como Bolívar, Carabobo, Aragua, Anzoátegui, Zulia, entre otros, y en sus municipios y barrios más obreros la diferencia a favor de Chávez también es de gran preponderancia (2) . Pero el bloque opositor patronal también penetró esta vez en sectores populares y ya no se reduce a las clases medias en adelante, incluso en aquellos estados de mayor presencia de trabajadores tuvo resultados nada despreciables. Pero es indudable que los sectores populares y de trabajadores hicieron la diferencia a favor de Chávez sin lo cual es imposible ganar una elección sobre todo cuando estos se lanzan masivamente hacia las urnas, y donde han pesado las Misiones sociales del gobierno, sobre todo la Misión Vivienda que se vio acelerada en los últimos dos años. Sesudas son las comparaciones que se exponen por doquier en las que intentan detallar en cuadros comparativos lo que cae en números en votos el gobierno o los que sube la derecha, que varían a depender con respecto al cual se compara y qué intencionalidad se busca, pero lo cierto es que son casi catorce años de gobierno donde se ha venido expresando un declive político de Chávez con diversas retrocesos parciales o recuperaciones ocasionales.
Lo cierto es que el triunfo de Chávez es el triunfo del “nacionalismo” burgués con todas las comillas posibles, pues se trata de un nacionalismo tibio y bastante degradado, que ha tenido y tendrá no sólo impacto en la reconfiguración de fuerzas a nivel nacional sino que tendrá resonancia a nivel regional latinoamericano y capaz más allá incluso del continente como ya reflejan en los diversos análisis de los diarios internacionales. El resultado aleja, por el momento, el escenario de cambios bruscos en el equilibrio de fuerzas y alianzas regionales que amenazaba un eventual triunfo de Capriles. Más aún teniendo en cuenta el reciente golpe institucional pro imperialista en Paraguay contra el “progresista” Lugo y la respuesta de Brasil y Argentina que metieron a Venezuela en el Mercosur que, como gran productor de petróleo, es una importante pieza en la región como proveedor de energía. Si a esto sumamos la crisis del ALBA, de lo que prácticamente el gobierno ha venido hablando poco sobre todo luego de la institución de la Unasur y la entrada al Mercosur, es de destacar, lo que ya hemos venido explicando en muchos artículos, el papel de Chávez en la estabilidad regional que empezó con el mejoramiento de las buenas relaciones con Colombia que tuvo como primer éxito el reconocimiento de Lobo para la estabilización de Honduras y la subsecuente entrega de guerrilleros, ahora se complementa con el rol que viene jugando en las negociaciones del gobierno de Santos con las FAR colaborando en la institucionalidad en diversos gobiernos de América Latina. Este giro a la derecha de Chávez en política externa y su transformación en un factor de estabilidad regional, buscando mejorar la relación con Obama (no es casualidad sus constantes afirmaciones que votaría por Obama), podría señalar un corrimiento también "a derecha" en el terreno nacional, en la línea que ya viene observándose con los constantes llamados a los empresarios a trabajar junto al gobierno, las declaraciones de campaña sobre que se la lleva bien con los banqueros y la imperialista Chevron, etc., quedando atrás el Chávez que se apoyaba en la movilización popular para enfrentar los embates de la oposición burguesa. Sin embargo, también ha dejado claro Chávez que el diálogo no implicará ir al pie de lo que "reuniones de élites" quieran imponer, y que su modelo continúa.
No por nada Chávez recibió entusiastas felicitaciones de los llamados gobiernos posneoliberales de la región y de otros aliados fuera del continente que se alegraron con el triunfo de Chávez, no solo por las distintas cuestiones internas hacia ciertos gobiernos que como el de Cristina Kirchner le da cierta bocanada de aire fresco ya que viene siendo jaqueada por fuertes problemas domésticos como la rebelión los gendarmes y prefectos, sino también por la relación del propio Chávez con respecto a los bloques del Mercosur y Unasur. Pero también de gobiernos derechistas como el del Estado Español, México, Colombia y hasta del gobierno de Obama para solo mencionar a algunos.
Como ya es sabido, y como se ha expresado en todas las elecciones en el país, se trató de una elección polarizada donde ambos candidatos concentraron el 99,58% de los votos, pero no polarizada en el sentido de que luchen por imponer algún orden social distinto, en esto ambos coinciden plenamente y por eso el sistema de explotación capitalista se mantiene intacto así como la estructura semicolonial del país. Sino por las diferencias específicas entre un bloque opositor más abiertamente empresarial y de alineamiento norteamericano y de la derecha externa con respecto al tibio “nacionalismo” burgués de Chávez que también tiene lazos con sectores empresariales e incluso ha desarrollado en todo estos largos años nuevos sectores económicos que han crecido a la par del Estado, y conectado con los gobiernos posneoliberales de la región, y esto significa dos formas de dominio político del orden imperante en el país. Ahora bien, tomando en cuenta el bonapartismo del gobierno que incluye una politización importante de las fuerzas armadas, donde todo gira alrededor de Chávez y de quien depende todo, siempre ha sido un factor de crisis e inestabilidad en el chavismo del cual toma nota la burguesía y el imperialismo en su versión obamista, aún más en el proceso de declive que vive, el no poder configurarse claramente algún sucesor no solo aceptado por las distintas fracciones de los bloques de poder dentro del chavismo sino entre el pueblo frente a una eventual desaparición física o de postración de Chávez. Esto fue lo que se observó frente al momento más grave de su enfermedad de cáncer del que se dice oficialmente que lo ha superado, pero que al haberse manejado como secreto de Estado sigue abriendo dudas.
¿Hacia una nueva reconfiguración de pactos o compromisos de distención?
En el plano interno, y al momento de escribir estas líneas, ambos sectores se reconocen como fuerzas tras una elección que fue de las más tranquilas si se compara con anteriores comicios, y nadie se salió del tablero, mucho menos patearlo, incluso llegando a felicitarse entre ambos candidatos, cosa impensable en otros años. Chávez informó que “Créanmelo: he sostenido una amena conversación telefónica con Henrique Capriles! Invito a la Unidad Nacional, respetando nuestras diferencias!”, a lo que Capriles informó que “Recibí llamada del Pdte. Chávez… hice un llamado a la unidad del país y el respeto a todos”. Por su parte el representante de la principal cámara empresarial del país e históricamente ligada al bloque opositor por derecha, Fedecámara, en boca de su presidente Jorge Botti, declaró que “Estamos frente a un nuevo período constitucional, todos lo tenemos que reconocer… El inicio ha quedado signado con un clima de diálogo. El sector empresarial ha estado trabajando en alianzas y compromisos… Gobierno y empresas pueden convivir juntos. Creemos en la voluntad de diálogo”. ¿Son estas frases intentos de compromisos y que prefiguran nuevos pactos de entendimiento, o simplemente son cortinas de humo de fuerzas que se siguen repeliendo? Si partimos de las experiencias anteriores, sobre todo de gran tensionaniento, la puerta de los pactos está más que abierta, más aún con estas nuevas señales que se están enviando.
Sea la dinámica que fuere en este plano, lo cierto es que al momento, visto desde un ángulo mayor, por la forma en que se dieron las elecciones y la gran confianza de la población en la “fuerza del voto”, incluyendo la juventud, sobre todo entre los sectores populares y trabajadores, implica un fortalecimiento en la confianza y legitimación de la democracia burguesa, constituyendo un gran logro de Chávez –en el sentido burgués– quien ha venido recomponiendo las instituciones del Estado burgués que habían quedado completamente en crisis luego del Caracazo y el período convulsivo que abierto desde entonces, que combinó ascenso de luchas, crisis económica y fuertes crisis institucionales. El desprestigio y crisis del conjunto de estas instituciones del Estado en el viejo régimen, desde los partidos dominantes, el mecanismo del sufragio universal, las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y demás instituciones represivas, y demás poderes del entramado del Estado burgués como la Justicia y el Parlamento, eran de tal magnitud que de seguir el resquebrajamiento del Estado se abría la posibilidad de una irrupción de los trabajadores y explotados que hiciera volar todo por los aires. Con una mezcla de “redistribucionismo” y “justicia social”, renegociaciones parciales con los capitales imperialistas, más el fortalecimiento del papel “social” y “cívico” de las FF.AA., Chávez ha logrado con creces esta recomposición y alejar este espectro, que se complementa con el refuerzo del mecanismo del sufragio universal, y es lo que hemos llegado a definir como “El legado (burgués) del chavismo” que no es otra cosa que la restauración del dominio burgués (o del Estado burgues) tras la debacle que abrió el Caracazo.
Si bien es cierto que el bloque opositor por derecha no lo reconoce como “su gobierno”, esto no es sinónimo de que intente sacárselo de encima por otros medios como fue con el golpe, en primer lugar porque la correlación de fuerzas no le da, pero fundamentalmente que se siente confiada por el crecimiento que viene sosteniendo electoralmente en los mecanismos de la democracia burguesa y en los nuevos entendimientos que se puedan estar prefigurando, siendo que también bajo el gobierno de Chávez, más allá de algún pequeño sector afectado, lo cierto es que en estos años han visto multiplicarse sus ganancias. Obviamente existen núcleos de la derecha que siguen reacios a cualquier grado de entendimiento, en un bloque electoral que se une para sacar a Chávez, un bloque en el que guardan grandes diferencias entre sus componentes más importantes, sobre todo en el resucitado partido Acción Democrática, Primero Justicia (partido de Capriles), Un Nuevo Tiempo, Voluntad Popular (de Leopoldo López), entre los más importantes. El propio Capriles llamó a los grupos más extremos de la oposición por derecha que “a los radicales, esta no es su casa, los que pretendan destruir y generar la antipolítica, no cuente con nosotros… les quiero decir, vamos a dejar a un lado la antipolítica y el radicalismo que tanto daño nos hizo”. Para principios de diciembre vienen las elecciones a gobernadores, donde, si bien Chávez apenas perdió en dos estados, esto no es sinónimo que mantenga los mismos porcentajes en los venideros comicios. Una vez conformado este nuevo escenario seguramente habrá más luces sobre cómo se reconfigurará el entramado político nacional y los pactos posibles.
Chávez y la nueva experiencia que desarrollarán los trabajadores
Pero esto es la relación a cómo quedan las fuerzas contendientes de los bloques dominantes y sobre qué formas de dominio irá adquiriendo la forma de sostener el Estado y la sociedad burguesa venezolana. Lo que poco se dice es justamente la relación del gobierno con el movimiento obrero desde donde ha venido siendo más cuestionado, pues la conflictividad laboral centralmente por demandas de contratos colectivos y otras demandas obreras continúa intactas, tal como se han venido expresando sobre todo en Guayana, concentración de grandes conglomerados industriales en manos del Estado, quienes continuaron presionando durante la campaña electoral. Solo como botón de muestra, en la última semana previa a las elecciones y mientras se desarrolla la discusión de contrato se desencadenaron dos paros de ocho horas desde abajo que fueron enfrentados tanto por la directiva de la empresa como por la propia burocracia sindical del sindicato de Sidor (Sutiss). En este sentido no hay un cheque en blanco, al menos dentro del movimiento obrero. Hay una olla de presión por abajo que la burocracia sindical y los directivos de las empresas intentan contener, pero dependerá de cómo responda el gobierno de Chávez, ahora envalentonado con su nuevo triunfo electoral. Lo que sí es claro es que a Chávez donde más se le ha complicado el panorama es en el movimiento obrero, al cual en distintos momentos ha salido a enfrentar con fuerza, y allá donde le ha sido necesario, con fuertes escarmientos a la vanguardia obrera, como se expresó en los dos obreros muertos por la represión de la policía de Anzoátegui –estado gobernado por el chavismo– en pleno día, frente de las instalaciones de la Mitsubishi, y el despido de la directiva sindical que encabezó la lucha, y dejando correr con la impunidad en el caso de los asesinatos obreros por sicariato patronal como fue el caso de los dirigentes de la UNT – Aragua, todo esto sin contar las leyes criminalizadoras de la protesta obrera y popular que ha llevado a dirigentes obreros a la cárcel y cientos de ellos con procesos judiciales por luchar, o la represión directa, como la represión brutal a los trabajadores de Petrocasa hace pocos meses. Es muy probable que la experiencia con Chávez y el avance a fenómenos más independientes pueda venir justamente del enfrentamiento de los trabajadores con Chávez, de arreciar una crisis económica y acentuarse la lucha de clases.
Notas
1. Tomando como referencia el Distrito Metropolitano existe un evidente contraste entre la participación registrada en zonas populares y zona más identificadas como de clase media o clase media alta. Mientras en las zonas populares del país se registra una participación superior a 80% en las zonas en que podrían catalogarse como de clase media la participación promedio es de 75%. (El Universal, 09/10/2012.)
2. La distribución de votos se puede apreciar con detenimiento en la página web del CNE aunque, si bien el voto es territorial permite observar la distribución de votos por las características económicas y sociales de las regiones.
10-10-2012
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