Merkel y Hollande, Wall Street y el BCE están preocupados por un nuevo episodio de inestabilidad en la novela política italiana. Con la decisión del partido de Berlusconi de retirar su apoyo al gobierno técnico de Monti y el anuncio de la renuncia del Presidente del Consejo, Italia parece volver a sumergirse en un período de incertidumbre. Pero para los trabajadores y la juventud, la incertidumbre que prima es por el empleo y las condiciones de vida, y los trece meses de gobierno del “ Professore” no han hecho más que profundizar los ataques contra el mundo del trabajo y las clases populares. Esta es la razón por la que la burguesía europea vería con buenos ojos un regreso de Monti a los asuntos de gobierno, ya sea a la presidencia del Consejo o a la presidencia directamente, después de las elecciones anticipadas que se harán a principios de febrero.
Las razones de la retirada de Silvio en el otoño de 2011
Silvio Berlusconi había sido expulsado lisa y llanamente de la presidencia del Consejo en octubre de 2011 por la presión de la gran patronal italiana, apoyada por Merkel y el presidente Giorgio Napolitano. En ese momento, la península vivía una crisis económica muy profunda (estructural y conyuntural a la vez [1] ), agravada por mercados que alborotan su deuda pública, amenazando en consecuencia el marco de la moneda única. Ante los sectores más concentrados y europeístas de la burguesía italiana, al haber ganado ampliamente las elecciones anticipadas de 2008, la mayoría de gobierno PDL (Pueblo de las Libertades, partido de derecha de Berlusconi)-Liga del Norte, se mostraba más incapaz que nunca de llevar a término las contra-reformas y “restaurar la confianza de los mercados”. Esto se debía en parte al hecho que este bloque de derecha PDL-LN representaba y sigue representando a sectores socialmente distintos de la burguesía y de los pequeños patrones, una base social geográficamente específica (en el caso de la Liga del Norte) y a que Berlusconi defendía también, a través de este gobierno, los intereses de su propio imperio mediático-financiero Fininvest-Mediaset más que los de la burguesía en su conjunto.
La llegada al poder del “Professore”
Confindustria, la gran patronal italiana, apoyada por el Vaticano, Berlín y París, llevaron al gobierno a su hombre de confianza, Mario Monti, ex de Goldmann Sachs, ex comisario europeo. Una vez que Berlusconi y su guardia cercana fueron desplazados del juego político, el campo estaba libre para disciplinar al conjunto de las fuerzas parlamentarias y constituir, sobre la base de un amplio abanico de izquierda a derecha, que va desde el Partido Demócrata (centroizquierda) al PDL, un gobierno denominado “técnico”, antesala final de un poder claramente bonapartista capaz de administrar los intereses de Confindustria, sin preocuparse excesivamente por las mediaciones democráticas tradicionales (empezando por las elecciones).
Prometiendo un programa de austeridad y compromisos a cumplir, Monti supo “calmar a los mercados” que amenazaban no solamente la estabilidad macroeconómica de Italia sino también de la zona euro. A principios de diciembre, el rendimiento de los préstamos de Estado a diez años sobre el mercado secundario era así de 4,5% (siempre mucho más que para Alemania) contra 7,2% en la primavera de 2011. En el plano interno, Monti ha dirigido el plan de austeridad, con determinación y sin piedad. Para hacer esto, jugó con el contraste con el ambiente “fin de reinado” que ha caracterizado al gobierno Berlusconi con sus repetidos escándalos hacia el final. La apuesta de “Ben Loden”, sobrenombre de Monti, por su loden, tapado de pastor del Tirol, ultra resistente que se pone en el invierno, símbolo de un espíritu austero, opuesto al desbarajuste y a la ostentación de la era berlusconiana, era quedar como un Presidente del Consejo austero y responsable, que también hacía sacrificios, para el bien del país.
El gran mérito de Monti para la patronal: hacer pasar la austeridad por una fatalidad con el apoyo de las direcciones sindicales
El gobierno lanzó una vasta campaña de “moralización” y “equidad”. Más allá de las palabras grandilocuentes, esto consistió por un lado en seguir haciendo la tarea, sobre todo de la derecha, alrededor de una clase política completamente corrupta y que viene a amenazar la estabilidad burguesa del juego político [2] . En el plano económico, “la equidad” (entendida como “los esfuerzos compartidos”) consistió en una creciente política de lucha contra la evasión fiscal, un vasto programa de liberalización de varios sectores (taxis, abogados, estaciones de servicio, etc.) en perjuicio de la pequeño burguesía, un notorio crecimiento de la presión fiscal (no sin rechinar los dientes, con un aumento anual de 1.300 euros por hogar en promedio) y sobre todo una reforma del mercado de trabajo y de la edad jubilatoria. La gran virtud de Monti para la burguesía fue hacer pasar esta política brutalmente deflacionista de austeridad como un mal necesario y una fatalidad, y esto con el apoyo de la casi totalidad de las fuerzas políticas parlamentarias, de las direcciones sindicales, CISL y UIL y con la complicidad pasiva de la CGIL, la principal confederación italiana.
En el frente de las luchas, se comprenderá por qué la situación italiana nunca ha sido tan calma a primera vista. Esto no ha impedido explosiones de bronca, a menudo muy localizadas, como este verano en los mineros de Cerdeña, en las cooperativas de logística en Lombardía (gran distribución e Ikea) desde la primavera de 2011, o también en Tarento, en los siderúrgicos de Ilva este otoño o en los secundarios cuyas movilizaciones fueron reprimidas duramente desde el inicio de las clases.
Una situación catastrófica para la juventud y el mundo del trabajo
Esto no quiere decir que Monti haya “enderezado la situación” como prometía, si cada uno ponía lo suyo. La situación es totalmente distinta. En un año, se han registrado 700.000 desocupados más. El desempleo supera el 11% a nivel nacional, y roza el 40% entre los jóvenes, con situaciones catastróficas en algunas regiones del país, sobre todo en el Mezzogiorno. Las clases medias también han sido castigadas, su patrimonio ha disminuido un 40% en diez años [3] . El consumo de los hogares retrocedió al nivel de hace quince años, al de 1997.
A nivel macroeconómico, el PBI debería caer 2,3% en 2012, mientras que la producción industrial sigue retrocediendo a 6% este año. Pero la burguesía es formal: sólo bebiendo hasta el fondo esta poción amarga el país se recuperará nuevamente: sobre la base de una creciente fragmentación del mundo del trabajo, salarios atomizados, una juventud servicial y a merced de trabajos pesados y, especificidad italiana obliga, una pequeñoburguesía redimensionada, cuyo peso económico, social y político (base social de la derecha berlusconiana y de la Liga del Norte), sigue siendo más importante que en otros países de la UE por razones históricas.
Las razones del golpe de efecto del “Cavaliere” y de la renuncia anunciada de Monti
Las elecciones tendrían que ser al final de cinco años de período legislativo, en la primavera de 2013. En este marco, se entiende por qué el PDL eligió cambiar de posición estos últimos días y hacer presión sobre el gobierno para aparentar pasar a la oposición. Atrapado por los asuntos escandalosos, sin ninguna inmunidad, también se entiende por qué Berlusconi anunció volver a presentarse para las elecciones legislativas de la primavera, él que había prometido retirarse definitivamente de la vida política a los 76 años.
Para no ser rehén de una mayoría no asegurada por las críticas de la derecha, hasta las próximas elecciones Monti de golpe y porrazo anunció su renuncia que debería presentar después de la adopción del presupuesto 2013, que también será votado por el PDL. Esta dimisión acarrea automáticamente elecciones anticipadas que van a acortar los tiempos de campaña, impidiéndole también a Berlusconi consolidar su rol “de opositor”.
El Partido Demócrata da como favorito
Rechazado por el establishment industrial y financiero italiano y europeo (ni siquiera tiene el apoyo del Partido Popular Europeo), con un 18% de intenciones de voto (y una Liga del Norte en dificultades por los escándalos) Berlusconi no es particularmente favorito. Sin embargo, le bastaría un grupo parlamentario capaz de protegerlo. Sin dudas es a esto a lo que apunta, además de darle la Lombardía a la Liga del Norte (las elecciones regionales anticipadas deben ocurrir en el mismo momento que las legislativas) a cambio de su apoyo.
Al centroizquierda que viene de celebrar sus primarias, la renuncia de Monti no lo perjudica pero le ata las manos aún más. Es poco probable que el actual Presidente del Consejo se presente, porque si bien puede contar con el apoyo de la patronal, del centro católico y del Vaticano, no dispone de un partido ni de una maquinaria electoral. Sin embargo podría pelear un nuevo mandato, esperando que se refiera a él si ninguna mayoría clara saliera de las urnas (la ley electoral berlusconiana no se cambió). También podría codiciar el sillón de Presidente de la República, con el fin de supervisar que su política anti obrera y anti popular se siga llevando adelante… esta vez con un “gobierno de izquierda” que tendría el apoyo del conjunto de las direcciones del movimiento sindical, incluida la CGIL. Ya el candidato del centroizquierda, Pierluigi Bersani, anunció al Wall Street Journal a partir del 10 de diciembre, que promete respetar todos los compromisos contraidos por el gobierno Monti.
Las preocupaciones de la burguesía y de Confindustria
Esto no significa que esta dimisión anticipada y estas elecciones no tendrán un precio para la burguesía. Primero Berlusconi, por su regreso al centro de la escena, contribuyó a crear confusión en los mercados, con la bolsa de Milán cayendo más del 3% el lunes, incluso algunos valores tuvieron que suspenderse mientras que el spread volvía a subir. Por otra parte, la campaña podría contribuir a endurecer las posiciones más populistas de la derecha italiana, aún cuando muchos políticos burgueses del PDL se desmarcaron del Cavaliere como Franco Frattini, ex ministro de Asuntos Extranjeros, muy ligado a Bruselas. En el clima de crisis política que arrastra Italia desde hace años, comparable para algunos analistas con “tangentopoli”, el período de crisis aguda del fin de la Primera República a comienzos de los años 1990, las elecciones siempre tienen un costo suplementario para una burguesía que legítimamente puede temer que corrientes populistas absolutamente inestables y poco controlables a corto plazo como el Movimiento Cinco Estrellas del ex cómico Beppe Grillo, con un apoyo del 15%, desestabilice un poco más un marco político al que le falta un centro de gravedad.
¿Y el mundo del trabajo y la juventud en todo esto?
La casi totalidad de las fuerzas políticas que van a enfrentarse en las elecciones comparten el mismo balance: todas han apoyado en el curso de los trece últimos meses una política de “sangre, sudor y lágrimas”. Sin embargo quedan algunas, en la izquierda radical, como Salvatore Cannavò, dirigente de Sinistra Critica, organización hermana del NPA en Italia, que dicen que “la ausencia de una lista alternativa en las próximas elecciones [anticipadas] con un programa que aunque no sea anticapitalista al menos sea antiliberal capaz de representar un contrapeso frente al discurso liberal de rigor y austeridad, representaría una falta grave” [4] . Frente a un Bersani que llevaría adelante la misma política que Monti, Cannavò llama a un “bloque electoral y política anti-austeridad”…
Más que nunca, lo que necesitan los trabajadores y la juventud de la península es una política que apunte a coordinar las luchas y desarrollarlas, contra las burocracias sindicales que después de haber apoyado a Prodi entre 2006 y 2008, se han negado a enfrentar a Berlusconi entre 2008 y 2011 y en el curso de estos últimos trece meses han garantizado, por su pasividad o su política de “presión”, en el caso de la CGIL, el gobierno de Monti. Es de estas luchas de donde podría surgir una alternativa política frente al debilitamiento de la clase política de la península y de los partidos que defienden los intereses de tal o cual sector de la burguesía y de la patronal, grande o mediana, europeísta o chovinista, regionalista o italiana. ¿Cómo trabajar en esto? Este es un debate presente desde hace años hasta ahora, al menos desde la bancarrota completa de Refundación Comunista en 2006, al conjunto de la izquierda radical italiana y los sectores más avanzados de la juventud y los trabajadores. Pero esto se hará, diga lo que diga Cannavò, en perfecta independencia de la burguesía y sus lugartenientes, incluso cuando se dicen “de izquierda”.
12/12/12
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