Loïc Guillaume, CCR4 en el NPA
Este martes 29 de enero tuvo lugar una concentración ante el ministerio de Trabajo en París que podría hacer época, con el llamado de un colectivo de empresas en lucha [1].
Varias empresas estaban allí, con fuerza, demostrando el nivel de movilización que existe en algunos sectores del mundo del trabajo en este momento: 150 trabajadores-as de Sanofi Toulouse y Montpellier, 100 de Goodyear Amiens, que el viernes pasado se enteraron por la prensa de la hipótesis de cierre de su establecimiento en 2014, unos cincuenta trabajadores de la empresa Candia de Lude que llevan varias semanas de huelga contra el cierre y 200 trabajadores de PSA Aulnay, en huelga desde hace 15 días.
El sector automotriz en el ojo de la tormenta
En su discurso, Philippe Julien (CGT PSA Aulnay) explicó la importancia que los camaradas de su fábrica le daban a la convergencia en curso. También informó sobre el nivel de la huelga. Después del logrado y emocionante encuentro con los asalariados-as de Renault Flins el miércoles pasado, 150 obreros y obreras de Aulnay se dirigieron hoy a Renault Cléon, en donde comenzó la huelga. El acuerdo de competitivdad de Carlos Ghosn no precariza solamente las condiciones de trabajo. También pone en peligro más de 7.500 empleos, o sea el equivalente de tres fábricas en Francia. En la industria automotriz, también son más de 11.000 los que están en el banquillo de los acusados en PSA, 1.200 en Goodyear y decenas de miles más en las subcontratistas como Faurecia. Es esta realidad la que ubica más especialmente al sector automotriz en el centro de la situación hoy, en su necesaria respuesta para la clase obrera francesa frente a la reestructuración capitalista lanzada por la patronal.
Virgin en los Champs-Elysées
Un poco más temprano, hubo otra concentración por iniciativa de los asalariados-as de Virgin, que eran 600 participando en la escalada nacional contra Butler, el principal accionista del grupo, quien, desde que se hizo cargo, se ha lanzado en una estrategia de desmantelamiento tendiente a obtener las máximas ganancias en muy corto plazo, lo que hoy corresponde a bajar las persianas y echar a los trabajadores a la calle. Frente al negocio de los Champs-Elysées, se juntaron con los camaradas de PSA, de Sanofi y también de Candia, en un encuentro muy combativo. ¡Seguramente porque los policías sentían la potencia de estos inicios de confraternización y de coordinación entre trabajadoras y trabajadores de diferentes lugares de trabajo y de diferentes sectores que centenares de CRS (Policía miembro de Compañía Republicana de Seguridad, NdeT) desplegados alrededor del ministerio de Trabajo no dejaron que los camaradas de Virgin se unan a nosotros durante la tarde!
En la calle Varenne, trabajadores-as, estudiantes y militantes hacen oir su voz
Frente al ministerio, en la estación de subte Varenne, el ambiente era dinámico, entre los tradicionales y siempre estimulantes cantos de los trabajadores de Sanofi, la distribución de leche improvisada por los camaradas de Candia, y todas y todos llevando una misma remera, símbolo del colectivo en construcción. Una columna de unos cincuenta estudiantes formaban parte de la concentración, que vinieron a solidarizarse con los trabajadores y trabajadoras como lo expresaban sus dos banderines y sus slogans, saludados por los asalariados-as presentes allí. Otro signo de la importancia de la jornada, la presencia masiva de la prensa, que reproducía las entrevistas y las imágenes.
Una delegación compuesta por Mickael Wamen (CGT Goodyear Amiens), Philippe Poutou (CGT Ford Blanquefort), Marie de Licenci’elles y otros asalariados-as fue recibida por el jefe de gabinete de Michel Sapin. Como podía esperarse, la entrevista no tuvo ningún resultado para los trabajadores-as. Nada sorprendente en un gobierno que acaba de elaborar minuciosamente un acuerdo, validado por la central obrera CFDT y la patronal, que implica la destrucción de derechos laborales, y sobre todo la individualización y la facilitación de los despidos [2]. Nada sorprendente en un gobierno que sigue distribuyendo fondos públicos a empresas que arrojan a la miseria a aquellas y aquellos que han explotado durante décadas. Nada sorprendente en un gobierno que presta a sus ministros para organizar grandes shows mediáticos con cada anuncio, finamente preparado, de un nuevo PSE (Plan de Salvación de Empleo, para imponer despidos).
La posibilidad real de construir la convergencia…
En resumidas cuentas, la jornada del 29 al igual que el gran encuentro del jueves pasado expresa hoy la posibilidad abierta de construir una nueva herramienta para las empresas en lucha. Esta herramienta podría dar un marco de coordinación, intercambio y organización de la acción reagrupando al conjunto de los asalariados-as de los diferentes sindicatos y a los no sindicalizados-as en lucha. Un marco funcionando democráticamente, basado en la movilización y la auto-organización de los asalariados-as de las fábricas en lucha, y que podría ofrecer a todos y todas los-as camaradas en la búsqueda de perspectivas para resistir a los despidos, ya sean de las empresas que sacan ganancia o no, una alternativa frente a la estrategia conciliadora de las direcciones sindicales que, en el “mejor de los casos”, tratan de atenuar la catástrofe que representa para los trabajadores la pérdida del empleo; cuando no, negocian directamente con la patronal acuerdos tan indecentes como el que firmaron el 11 de enero. Esto es lo que está planteado: la emergencia de una dirección alternativa finalmente apta para llevar adelante la respuesta contra la violenta reestructuración de la herramienta de producción planificada por los capitalistas; una dirección basada, por primera vez desde el comienzo de la crisis, en la auto-organización y la convergencia entre los sectores radicalizados del proletariado.
… ¡contra todos los despidos, contra cualquiera de ellos!
El objetivo es rechazar los despidos y los cierres. Desde este punto de vista, no existe ninguna diferencia entre despidos que estarían “justificados” porque una empresa esté en dificultades u otros que lo estarían menos porque la empresa saque ganancias; tampoco ninguna diferencia entre despidos que serían decididos por tal o cual accionista o fondo de pensión anónimo y los decididos por nuestros industriales nacionales.
Se sabe que las empresas, cuando les conviene, organizan sus propias dificultades financieras, poniendo a salvo sus disponibilidades en los paraísos fiscales o los bancos franceses. También se sabe que no hay ninguna diferencia entre los buitres de las finanzas, como Butler, especializados en la recuperación “de empresas en dificultades”, y aquellos que, como la familia Peugeot, obtienen sus ganancias del lomo de los trabajadores desde hace dos siglos. En todos los casos, no son los trabajadores los que deben pagar por una crisis que no es la suya, de la que no son responsables, pero que la patronal y el gobierno tratan de facturarle.
Es necesario poner en tela de juicio todos los despidos, tanto los del sector privado como los del público, los que resultan de PSE escandaloso como los que se maquillan bajo el aspecto de fin de contrato, los temporales y los CDD (Contrato de Duración Determinada, NdeT), para los trabajadores privados y públicos que sufrieron una verdadera sangría bajo la era de Sarkozy con centenares de miles de supresiones en nombre de la RGPP, hoy rebautizada por Hollande “Modernización de la Acción Pública” (MAP). Será necesario prohibir todos los despidos y, para esto, los trabajadore-as no podrán contar más que con sus propias fuerzas, sus movilizaciones propias, sin tener ninguna ilusión ni en las pseudo-promesas de campaña del candidato Hollande y tampoco en los proyectos de ley que tal o cual diputado “de la izquierda del PS” pudiera presentar en las próximas semanas y que nunca serán adoptados por el Parlamento.
¡La fuerza de los trabajadores y trabajadoras es su movilización y la extensión de las luchas!
En esto, y como lo dijo Mickael Wamen al final de la concentración, es menos el número de participantes que el número de empresas representadas lo que daba fuerza a la acción del 29 de enero frente al ministerio de Trabajo. Esto es lo que hará que la patronal y el gobierno comiencen realmente a tener miedo de nuestra movilización. Pero este reagrupamiento de empresas en lucha debe extenderse y profundizarse. Un máximo de asalariados-as, en la base, debe apropiarse de él. Pero también es necesario que se dote de un programa ofensivo, a la altura de la situación. Efectivamente, no es más que con su propia fuerza que las trabajadoras y los trabajadores pueden contar para empezar a hacer descarrilar los planes que los amenazan, e imponer sus propias soluciones contra la miseria y los despidos. Como algunos militantes y delegados compartían ayer, la idea de una marcha nacional contra los despidos y el acuerdo de flexiseguridad firmado el 11 de enero comienza a avanzar. ¡Está en nosotros también, en la extrema izquierda, hacer todo para que esta perspectiva se retome y surja lo más ampliamente y lo más rápidamente posible!
30/01/2013
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