Tomado de: El Diablo se llama Trotsky

Para mantener afiladas las armas de la crítica…

http://eldiablosellama.wordpress.com

Por Demian Paredes

Con el correr de las semanas, la renuncia del papa Benedicto XVI, que podía parecer sólo una “revolucionaria”[¿?] acción orientada a “actualizar los estatutos” (la posibilidad de abandonar el cargo sin necesidad de morir –algo que había ocurrido por última vez en 1415–), tras 8 años en su cargo, se fue demostrando como lo que en verdad es: una monumental crisis de la bimilenaria institución, consistente en (al menos) tres elementos:

1. La crisis moral de estos “enviados del señor en la Tierra”: abusos sexuales a menores (y curas y prelados absueltos –y abultadas indemnizaciones ¡cientos de millones de dólares!, otorgadas por el Vaticano–), lo que llaman un “lobby gay”, y extorsiones a la curia son algunos de los elementos que se conocieron por la prensa (aunque desde las mismas huestes católicas digan que no es así, y que “apenas” habría “algunos enfrentamientos y guerras de poder entre las jerarquías eclesiásticas” en el informe denominado VatiLeaks –surgido en parte por “el mayordomo del papa”, Paolo Gabriele, que informa las infamias, los abusos de poder, y los millonarios negociados y maniobras económicas);

2. La crisis de corrupción y negociados: el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido también como “el Banco del Vaticano”, tuvo desde 2009 un auditor nombrado por el mismo Ratzinger, Ettore Gotti Tedeschi. Éste –como relata un diario– “llegó al banco del Vaticano con la intención de limpiarlo, pero antes de que se cumplieran tres años se dio cuenta de que aquel trabajo era, efectivamente, muy peligroso. Tanto que, en la primavera de 2012, Gotti Tedeschi redactó un informe secreto de todo lo que había visto en los últimos meses. Fue descubriendo que, tras algunas cuentas cifradas, se escondía dinero sucio de “políticos, intermediarios, constructores y altos funcionarios del Estado”. Pero no solo. Como sostiene la fiscalía de Trapani (Sicilia), también Matteo Messina Denaro, el nuevo jefe de jefes de la Cosa Nostra, tendría su fortuna puesta a buen recaudo en el IOR a través de hombres de paja”.

¿Raro los millonarios negociados entre el Vaticano y la mafia? No…! si ya vimos El Padrino III…

3. La crisis de la misma institución: en la “superestructura” católica, esas “guerras de poder entre jerarquías eclesiásticas” tienen un contenido material, concreto: dineros, lujos y abusos de todo tipo, política (burguesa). Raztinger habla de “corrupción” –pero es él quien defendió a capa y espada a cientos de curas abusadores–, y que es “el diablo” quien “ensucia la obra de dios”. Pero más bien parece que es la misma institución la que funciona así, consciente y consecuentemente, y es “sucia”: corrupta y funcional –desde siempre– a los poderosos, reyes y gobernantes, banqueros y empresarios, militares y genocidas (como el papa Pío XII con Hitler). Se vienen, dice un periodista, internas feroces.

Perdiendo “fieles”, decadente (y no me vengan ahora con que la subasta del “papamóvil” es pa’juntar plata pa’los pobres) y retrógrada ¿puede reformarse? Hay opiniones optimistas, que lo creen necesario y/o posible (“abrirse al hombre posmoderno”[¿?] dice/pide uno, por ejemplo; otro, el ex cura de la “teología de la liberación”, Leonardo Boff, asegura en un reportaje que la renuncia de Ratzinger es “una advertencia fortísima a la Curia, que debe ahora esperar profundas reformas quiera o no quiera”; en un contexto donde la iglesia “Es demasiado occidental, patriarcal, machista, antifeminista y sospechosa de todo placer”).

Entonces, ¿podrá “reformarse”? Lo dudo mucho, ateniéndome, por ejemplo, al currículum de un potencial papa africano: Peter Tukson, quien, “En cuestiones como el uso del condón para impedir la propagación del sida –muy extendido en África–, el aborto o la homosexualidad, el purpurado ghanés sigue la estela conservadora del papa Ratzinger”, apoya las leyes que penalizan la homosexualidad. (En definitiva, si este fuera el próximo papa, sería una farsa como la de Obama: una galletita Óreo: “negro por fuera, blanco por dentro”.) Igual, acá hay un perfecto “internacionalismo reaccionario”: el candidato hondureño “tiene un perfil conservador en temas doctrinales”, por poner un ejemplo. Y Timothy Dolan, el norteamericano papable, declaró hace unos días ante una causa de más de 500 casos de violaciones y abusos, sucedidos 2002 y 2009, cuando comandaba la archidiócesis de Milwaukee (Wisconsin). De los deben elegir al próximo papa, “casi todos pertenecen a corrientes conservadoras dentro de la Iglesia”, dice una nota. En definitiva: sea del país que sea, el próximo papa será un nuevo cruzado –para mantener fiel al menos un núcleo duro reaccionario de “fieles”– y, a lo sumo, habilitará algunas medidas cosméticas, “autocríticas”, “reconocimientos”, etc.

La iglesia es irreformable. (Irreformable en el sentido fuerte del término: no como hizo el “Concilio Vaticano II”, que a lo sumo aggiornó alguna que otra cosa…) Tiene una esencia y una funciones completamente reaccionarias. Y por ello, para cerrar este post, cito el comienzo del libro del escritor colombiano-mexicano Fernando Vallejo, quien, en ese impresionante libro de historia llamado La puta de Babilonia (denominación que recibió la iglesia de Roma en el Apocalipsis, y que los masacrados por ella, los albigenses, utilizaban), sintetiza muy bien todo lo que representa la “teoría y práctica” históricas de dos mil años de poder y dominación de la iglesia (y curas).

La iglesia es:

“la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, […] la mala; la de Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de hechiceras, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida […]; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; […] la impune milenaria […]”.