Por Diego Sacchi
El resultado electoral en Italia abrió un nuevo capítulo de inestabilidad y preocupación no solo en la península, también a los principales gobiernos europeos.
Si unas horas antes de que llegaran los primeros resultados Bersani, el PD y la coalición de centro izquierda se preparaban para gobernar, el escenario final muestra un panorama diferente. Ni Bersani, ni la Centro Derecha del PDL de Berlusconi lograron un resultado que les de la mayoría parlamentaria para formar gobierno, abriendo así una crisis que no se veía hace años.
Es expresión del descontento de amplios sectores con los partidos garantes de los planes de ajustes acordados entre los principales países imperialistas europeos en Bruselas, Italia incluida, y aplicados por el gobierno de Monti que consistió en hacer pasar esta política de austeridad como un mal necesario y una fatalidad, esto con el apoyo de la casi totalidad de las fuerzas políticas parlamentarias, de las direcciones sindicales, CISL y UIL y con la complicidad pasiva de la CGIL, la principal confederación obrera italiana.
En un año, se han registrado 700.000 desocupados más. El desempleo supera el 11% a nivel nacional y roza el 40% entre los jóvenes, con situaciones catastróficas en algunas regiones.
Los acuerdos que llevaron a gobiernos “técnicos” como el de Monti para comenzar la aplicación de los planes de austeridad solo retrasaron la expresión de esta crisis de los partidos tradicionales.
Crisis de los partidos patronales
La elección muestra la crisis del sistema de gobierno en Italia basado en el equilibrio entre la Centro Derecha y la Centro Izquierda para garantizar el funcionamiento de la Segunda República. Mientras los gobiernos de la Unión Europea (UE) y el FMI se preparaban para un gobierno de la Centro Izquierda que prometía continuar con la austeridad y que respetaría lo acordado por Monti, la pérdida de casi un tercio de los votos es la muestra del rechazo a estas políticas y al apoyo dado por los partidos de centro y de izquierda reformista.
Por el lado de la Centro Derecha, que el impresentable Berlusconi (con todas sus denuncias de corrupción y varios etc.) haya logrado un resultado electoral digno basado en una campaña de oposición a las medidas de Monti, no puede tapar la pérdida de casi la mitad de sus votos (lo mismo le pasó a sus aliados de la derechista Liga Norte). Igual panorama le tocó a Monti que se preparaba para ser un aliado necesario de cualquier fuerza que quisiera gobernar pero no logró pasar el 10% pagando así su servicio como aplicador de las medidas del FMI y la UE.
Ante esto la aparición de Beppe Grillo y el Movimiento 5 Estrellas que basaron su campaña en una denuncia a los viejos partidos y a la situación generada por la aplicación de los planes de austeridad, logró canalizar una buena parte del voto anti austeridad. Grillo que termina como la principal fuerza electoral (las otras son coaliciones de varios partidos) ya es visto por algunas corrientes como la expresión del rechazo por izquierda a las políticas liberales como es el caso de Sinistra Critica (partido hermano del NPA francés). Lejos de ser una nueva alternativa de izquierda en su campaña el comediante combinaba la denuncia a la corrupción y las políticas de austeridad, con discursos contra los sindicatos, y si una parte de su base electoral proviene de sectores descontentos con la centroizquierda, una gran mayoría son ex votantes de Berlusconi y de la propia xenófoba y ultra derechista Liga Norte, que ahora son atraídos por el discurso “antipolítica” del movimiento de Grillo.
Cómo queda la situación actual
En síntesis, el resultado de las elecciones dejó en claro al menos cuatro elementos de la actual situación. En primer lugar el fracaso del gobierno de Monti, como engendro de gobiernos "técnicos" (al igual que el impuesto en Grecia) que significaron la imposición de brutales planes de austeridad.
En segundo lugar el desprestigio de los principales partidos del régimen, base de la segunda república, que tuvieron una fuga de aproximadamente 16 millones de votos en relación a las elecciones de 2008. Tanto la coalición que llevó a Bersani como la que llevó a Berlusconi, fueron “castigados” por ser parte de los partidos que apoyaron los ajustes en el parlamento (aunque Berlusconi haya intentado "despegarse" de Monti a fin del año pasado).
En tercer lugar la importante elección de Grillo es expresión del hastío hacia la corrupción política, el desencanto con los partidos tradicionales y la indignación frente al deterioro de las condiciones de vida y los ajustes permanentes. Sin embargo, como explicamos más arriba, esto no necesariamente significa el surgimiento de un fenómeno progresista y su plataforma "antipolà¬tica" y discurso antisindical va en contra de la organización independiente de la clase obrera.
Por último, que no ha surgido ninguna variante a la izquierda de la centro izquierda, ni siquiera de carácter reformista como es Syriza en Grecia o el Frente de Izquierda en Francia. Esto es expresión de la bancarrota de Rifondazione Comunista luego de su apoyo al antipopular gobierno de Prodi en 2006. El intento en estas elecciones de presentarse como parte de una coalición (Revolución Ciudadana) cuyo discurso se centraba en la denuncia contra las mafias y la corrupción, en el marco de la crisis capitalista terminó en el fracaso electoral con apenas el 2% de los votos.
La crisis abierta ante la dificultad para formar un nuevo gobierno se ha transformado en una preocupación más para los gobiernos europeos. El Ministro de Finanzas Alemán rápidamente alerta sobre la posibilidad de que se extienda la inestabilidad política a otros países de Europa (Corriere dela Sera, 27/2) como Grecia, un escenario que se completa con la crisis de los partidos en el Estado español. Las alternativas no son muchas, la posibilidad de formar gobierno han quedado en manos de Grillo o de un acuerdo en la centro derecha y la centro izquierda pero en cualquier caso sería un gobierno débil. Por otro lado el posible llamado a nuevas elecciones solo extendería la crisis actual unos meses con la incertidumbre que eso produciría.
Más que nunca, lo que necesitan los trabajadores y la juventud de la península es una política que apunte a coordinar las luchas y desarrollarlas, contra las burocracias sindicales que en el curso de estos últimos trece meses han sostenido por su pasividad al gobierno de Monti.
27-02-2013
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