La izquierda y la “hegemonía obrera” en Cuba
Un debate con el artículo “Yoani Sanches e a esquerda Tico e Teco”, posteado en el blog del PSTU/Contagem
La visita de Yoani Sánchez en Brasil reabrió un debate de fundamental importancia: las perspectivas de lucha de los trabajadores y del pueblo cubano.
La inspiración de Yoani Sánchez para el nombre de su blog proviene de la llamada “generación Y”, denominada por sociólogos como la generación de los que nacieron principalmente en los años 80. Esa década fue marcada por derrotas estratégicas de la clase obrera que posibilitaron los primeros avances de la política neoliberal. Las posiciones de Yoani en su blog muestran que ella milita por la restauración capitalista en Cuba junto a los sectores democráticos burgueses fuera de su país. Sus reivindicaciones por las libertades democráticas, por la liberalización de la economía y por el retorno integral del capitalismo a la isla están de acuerdo a las necesidades políticas del imperialismo en ella. Y el objetivo de esos señores es la colonización o semicolonización de la isla para que vuelva a ser su patio trasero. En Brasil, tuvo el apoyo del reaccionario diputado Bolsonaro y Aécio Neves, PSDB y DEM, y al frente el Instituto Millenium, institución “ideológica” de los neoliberales brasileros (tucanos, Grupo Abril-Veja, Estadão e Cia) [1].
Esto, sin embargo, no significa que el viaje de Yoani no sea funcional a la burocracia castrista. La salida de Yoani de la isla es parte de las reformas capitalistas que vienen siendo implementadas por los Castro en el régimen cubano, que a fines de 2012 incluyó también las políticas migratorias, por presión del imperialismo y negociación directa con la Iglesia Católica. Como señala el artículo: ¿Qué hay detrás de esta nueva reforma? de Diego Dalai: “Las medidas (...) tienen un alto contenido político. En primer lugar son una concesión al ala moderada del “exilio cubano” que desde ahora tendrá una incidencia mucho mayor aún de la que ya tiene en la vida social y económica de Cuba y favorece directamente a los cubanos que reciben ayuda de familiares en EE.UU. y por lo tanto tienen acceso al dólar.” Y más adelante: “la burocracia trata de crear una base social que apoye la perspectiva de una apertura pro capitalista, pero bajo su dirección. El “modelo” que ha reivindicado Raúl Castro en varias oportunidades es similar al aplicado en China y Vietnam, que combina las reformas de mercado y la apertura al capital imperialista, manteniendo el régimen de partido único conducido por la casta burocrática cada vez más enriquecida y ligada al capital. [2]”
Así, las conquistas de la revolución son usadas por la burocracia como medida de presión y control para el mantenimiento de sus propios privilegios y su futura transformación en clase propietaria. Eso muestra que como burocracia bonapartista [3] , no puede aceptar el proyecto yanqui de semicolonización o colonización de la isla, pues sería su “muerte”, como se vio en varios países en los que se restauró el capitalismo.
Para eso la burocracia tiene que garantizar el mayor control posible de las masas cubanas, de la economía y de la política, evitando en lo que puede las posibilidades de acción independiente de los trabajadores y del pueblo en la isla. Esa acción independiente de las masas cubanas, o sea, antiimperialista, anticapitalista y antiburguesa, sería la única capaz de combatir el imperialismo y derrumbar al régimen castrista de manera revolucionaria, impidiendo el plan de restauración capitalista de la burocracia castrista.
El PCdoB, el PCB y todos los partidos políticos que defienden a la burocracia castrista intentan esconder este papel bonapartista y reaccionario de esta casta diciendo que en Cuba hay socialismo. Al contrario, se trata de un Estado obrero deformado (la burguesía y el imperialismo fueron derrumbados y expropiados, pero no se avanzó a una dictadura del proletariado y sí a un régimen dictatorial burocrático), que mantiene las conquistas de la revolución aunque degradadas y que camina a pasos largos hacia la restauración capitalista por un plan concientemente dirigido por la burocracia castrista en alianza con gobiernos como el PT y el chavista y en negociación con el imperialismo (la Iglesia Católica es su “interlocutor”).
Los mentores de estos partidos, el primero de ellos Stalin, estuvo en la dirección de una contrarrevolución burocrática en el primer Estado obrero (URSS) y con su “teoría” de “socialismo en un solo país” y “convivencia pacífica” con el imperialismo actuó directamente en la derrota de los procesos revolucionarios alrededor del mundo.
Después de la II Guerra Mundial, se sentó con Churchill y Roosevelt para pactar la división del mundo y se vio obligado a expropiar a la burguesía (resultado del impasse de la Segunda Guerra Mundial) a fuerza de cañones y fusiles, impidiendo las revoluciones obreras y populares, las tendencias a la autoorganización soviética y democracia obrera. Usurpó victorias de las masas obreras para garantizar negociados con representantes del imperialismo, todo para mantener sus privilegios de casta, asumiendo el papel de “pilar” de sustentación del imperialismo mundial y de expoliador de los pueblos soviéticos y del Este Europeo. Reconstruyó, bajo derrotas de la clase obrera, la conciliación de clases con la burguesía como método y el “frente popular” [4] como punto culminante de su política.
Esa estrategia se mostró en Brasil en la alianza reaccionaria del PCB, PCdoB y MR8 con los supuestos “sectores democráticos y progresistas” de la burguesía durante la dictadura. Con esta misma política negociaron por vía del MDB con los militares y burgueses la transición pactada en Brasil, también contra la acción de masas. Si el PCdoB ayer estuvo con un sector de la burguesía llamada democrática, hoy está junto con los la latifundistas del agronegocio y los grandes capitalistas “nacionales” en la reforma del código forestal. En Minas Gerais, si antes el PCdoB estaba con el millonario y siempre involucrado en escándalos de corrupción ex gobernador Newton Cardoso (PMDB), ahora continua con él, pero también con el apoyo de los tucanos de Aécio Neves a la prefectura de Carlim Moura del PCdo B en la ciudad de Contagem. Estos son solo algunos de muchos otros ejemplos.
Para los marxistas se trata de saber combatir al imperialismo, al cual sirven las señoras Yoani. Y subordinarse a la burocracia castrista contra el imperialismo significa, por lo tanto, colocarse al lado de todas las medidas contrarias al principal sujeto de esta lucha, que es la clase obrera cubana seguida por todo el pueblo.
Hay otras corrientes que asumen una política como mínimo ambigua frente al imperialismo. Entre ellas está el PSTU, partido que no merece una de las críticas hechas por los hijos del stalinismo que provocan al PSTU diciendo que es agente de los gusanos. Cuando los estalinistas hacen eso solo muestran que aprendieron bastante de sus maestros: la calumnia y la provocación como uno de los métodos de la política, al servicio de esconder su papel de traidores del proletariado.
Busco entonces dialogar con el artículo de Gustavo Lopez Machado, “Yoani Sanches e a esquerda Tico e Teco” posteado en el blog del PSTU Contagem. El compañero afirma que sectores de la izquierda desarrollaron un nuevo mecanismo para guiar su política: “se trata de una innovadora fórmula: si sectores de la derecha, en particular aquellos asociados al imperialismo, dicen sí, decimos no; si dijeron no, decimos si. (…) Si la ONU (…) apoyó la caída de Kadafi, vamos a apoyar a Kadafi. (…) Si Aécio Neves y Bolsonaro apoyan a Yoani (…) la conclusión es (...) vamos a atacar a Yoani y defender el paraíso socialista de Cuba y el amado Fidel”. Y un poco más adelante: “¿Sería posible llevar a cabo un análisis efectivo de la realidad con un razonamiento binario? (…) Aquellos que solo son capaces de pensar con dos variables no podrán jamás comprender el significado de los acontecimientos históricos más elementales”. [5]
Más que una “nueva fórmula”, los stalinistas hace años defienden la conciliación de la clase obrera con sectores de la burguesía. Eso se mostró en la defensa del PCdoB, PCB y de la Liga Obrera a las dictaduras nacionales reaccionarias y opresoras de sus pueblos como la de Kadafi en Libia. Kadafi fue derribado en un proceso homogeneizado por sectores opositores de la burguesía nacional, apoyados por el imperialismo y la OTAN. Defender a Kadafi (como hizo PCdoB, PCB y Liga Operária) o reivindicar como “tremenda victoria” un proceso que resultó ser hegemoneizado por la burguesía apoyada por el imperialismo (como hace el PSTU) expresan un pensamiento binario. Vemos a la fórmula de Gustavo empezando a volverse contra él mismo. Pero hagamos la discusión seriamente.
Los compañeros del PSTU afirman que el capitalismo ya fue restaurado en Cuba y su dominación – ¿burguesa? pregunto yo – se daría por vía de la “dictadura castrista”. Este es el fundamento del que parte su artículo cuando el compañero señala: “lo que importa acá es el sentido histórico de las reivindicaciones de la bloguera, es decir, el régimen de partido único instaurado en Cuba, la inexistencia de libertades de organización y de sindicatos autónomos, condiciones sin las que no es posible pensar en una auténtica revolución social”. ¿Cuál sería el sentido histórico de la defensa de las libertades democráticas en Cuba hechas por la bloguera?
La defensa de las “libertades democráticas” o de las demandas democráticas elementales en Cuba que vienen de la bloguera y del imperialismo solo puede asumir el carácter de demandas formales y demagógicas al servicio de la restauración burguesa. Su sentido histórico entonces es contrarrevolucionario, aun que travestido de de “democrático”. La lucha por derechos democráticos en la isla debe ser encarada contra el bonapartismo castrista y debe ser conquistada por las manos de la clase obrera, extendiéndose a todas las organizaciones y partidos que defiendan las conquistas de la revolución, y no para la burguesía y sus cipayos (incluida Yoani)! [6]
La democracia obrera es la única que en Cuba puede librar el país de la burocracia castrista y tomar la dirección del estado y de los sindicatos para las manos de los trabajadores acompañados por el pueblo, y no para las manos de la burguesía por vía de la acción imperialista. Esta solo puede ser basada en la perspectiva de una revolución política en Cuba, para tomar los sindicatos y el estado de las manos de la burocracia a través del rescate de los organismos de autoorganización de las masas.
Gustavo señala correctamente que los defensores de los Castro están guiados por esquemas y no por la lucha de clases. Sin embargo, entre los marxistas también vamos más allá del binomio democracia y dictadura, “libertades democráticas” o “dictadura castrista”. Al final de su artículo, apunta: “la lucha y el derribe de la dictadura cubana se encuentra, grosso modo, ante dos posibilidades: o una penetración aún más profunda del capital en la isla cuyo curso ya sigue día tras día o la autoorganización de los trabajadores cubanos como única posibilidad de avance rumbo al socialismo. Y concluye: “Ambas situaciones parten de una transformación democrática”.
Tanto Lenin como Trotsky dejaron enseñanzas valiosas para los que como Gustavo y yo nacimos en la llamada “generación Y”, pero que no cargamos su espíritu de época. Al contrario, permitimos orientarnos por la lucha de clases como motor de la historia. Luego de victorias y derrotas de las masas, Lenin y Trotsky llegan a las mismas conclusiones: la clase obrera debe guiarse por una política independiente entre los distintos sectores de la burguesía (democrática y liberal), entre las dictaduras y las democracias, entre burocracias que se desarrollan usurpando conquistas de las masas y la restauración burguesa. No se trata entonces de dos “campos” hostiles. Se trata de tres. Veamos cuál es el tercero.
Trotsky, al revés de aquellos que hacían definiciones de “dos campos” en China, señalaba: “usted dice que en China han surgido ‘dos campos terriblemente enfrentados’: en uno están los imperialistas y militaristas y ciertas capas de la burguesía china; y en el otro están ‘los obreros, artesanos, la pequeñoburguesía, los estudiantes, la intelectualidad, y ciertos grupos de la burguesía media [...]’. De hecho, hay tres campos en China -los reaccionarios, la burguesía liberal, y el proletariado- luchando por la hegemonía sobre los estratos más bajos de la pequeñoburguesía y el campesinado”. Y más adelante seguía: “Lo que nosotros debemos salvaguardar en el curso de la revolución es ante todo el partido independiente del proletariado que constantemente está evaluando la revolución desde el punto de vista de tres campos, y es capaz de luchar por la hegemonía en el tercer campo y, a través de esto, en toda la revolución” [7].
Para mostrar cómo los stalinistas no tienen nada que ver con el leninismo, Lenin apuntaba las mismas conclusiones en lo esencial de lo que desarrolló Trotsky en la lucha contra el stalinismo. Lenin, luego de describir las tres tendencias políticas principales de la lucha revolucionaria rusa de 1905 (el zarismo, la burguesía liberal y el proletariado) apunta las mismas conclusiones que Trotsky en 1927: “El desenlace de la revolución depende del papel que desempeñe en ella la clase obrera: de que se limite a ser un mero auxiliar de la burguesía, aunque sea un auxiliar poderoso por la intensidad de su empuje contra la autocracia, pero políticamente impotente, o de que asuma el papel de dirigente de la revolución popular”.
Los campos que define Trotsky y Lenin son campos de fuerzas hostiles. Para el PSTU, en Cuba solo habría dos “capos” bien delimitados: dictadura castrista y las masas. Luego, quien esté contra la dictadura castrista está con las masas. Ese es un buen ejemplo de razonamiento binario. Sin embargo Cuba es un estado “especial” (a pesar de la burocracia castrista, independiente del imperialismo) en nuestro continente enmarcado en un contexto de dominación (política, económica y militar) imperialista sobre esa región cuyo principal referente es EEUU. Ponerse del lado contrario del imperialismo de forma clara en Cuba es lo mínimo para los que dicen estar del lado del pueblo cubano. Ese es el abc para los marxistas. Sería ingenuo (¡no binario!) menospreciar la política de EEUU en Cuba. Guiarse por el combate a la burocracia castrista en defensa de las masas – así entiendo los argumentos de Gustavo y de los militantes del PSTU – es digno de respeto. Sin embargo, como estamos hablando de política (lucha de clases) hay que guiarse por la estrategia proletaria mundial – derrotar el imperialismo o resistir contra sus ataques para preparar la ofensiva futura – con tácticas que consideren tanto los intereses imperialistas como también las relaciones profundas de la burocracia con este imperialismo (aun cuando se vea obligada a enfrentamientos).
Son por lo tanto tres los campos para los revolucionarios en Cuba, y no dos: primero el imperialista, la Iglesia, las “Mujeres de Blanco” y sus Yoanis; segundo el bonapartista, el aparato estatal y las fuerzas armadas; y el tercero la clase obrera que debe buscar su lugar independiente frente a otros dos campos para conseguir hegemonizar las demandas del pueblo cubano. Comenzar la lucha por las “transformaciones democráticas” en Cuba (y su primera tarea para esa política sería la defensa de las conquistas democráticas, como señala el artículo de Gustavo), significa que la clase obrera debe comenzar su lucha en el campo del imperialismo. No es por acaso que Yoani aparece como una aliada para esa política.
La definición de que todo parte de ”transformaciones democráticas” no parte del carácter de clase del estado y de la defensa de lo que queda de las conquistas de la revolución. Estas conquistas son la base social del bonapartismo castrista y el blanco principal del imperialismo exactamente por ser la conquista más avanzada de la clase obrera cubana. El imperialismo y el bonapartismo castrista son contrarios a la acción independiente de las masas y contrarios a la defensa de las conquistas de la revolución. La burocracia y el imperialismo desean restaurar el capitalismo. Sin embargo, eso no quiere decir que “sean lo mismo”. Mirar el bonapartismo castrista con las armas “democráticas” del imperialismo es negar la posibilidad de hegemonía obrera y de la autoorganización de las masas en Cuba.
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