Chávez: «Invito a los obreros y obreras... a los empresarios nacionalistas a construir este instrumento unitario (PSUV)»
El 15 de diciembre pasado, en el acto de reconocimiento al Comando Miranda, Chávez lanzó oficialmente la idea que había asomado meses antes de un partido único de las fuerzas y sectores que lo apoyan: el «Partido Socialista Unido de Venezuela». Más que una propuesta fue en realidad el anuncio de una decisión tomada, incluidas advertencias sobre la salida del gobierno de quienes no concuerden incorporarse al mismo. Tal decisión ha generado un intenso debate y movimientos en las distintas fuerzas afines a Chávez, así como también simpatía en varios sectores obreros y populares que, confiando en Chávez, ven allí una posibilidad para luchar contra la burocracia y la corrupción en el gobierno.
La «vía venezolana al socialismo»
La mayoría de las críticas que han surgido de las organizaciones, grupos e intelectuales que apoyan a Chávez, tanto los que han decidido integrarse (la mayoría) como los que no, se centran en el carácter impuesto y sin discusión del partido, en cuestionar la forma misma de partido, o en el carácter policlasista del mismo (ver recuadro), sin embargo, aún cuando bien pudiera discutirse sobre esos aspectos, hay un elemento fundamental que todos pasan por alto: ¿para qué programa y proyecto político es este partido? «¡Nosotros, aquí, vamos a construir el socialismo venezolano... y un instrumento político que ayude a conquistar ese objetivo!», dijo Chávez en su discurso [1]. Es precisamente por eso que ha generado expectativas en el pueblo trabajador, pues la propuesta viene acompañada de una fuerte retórica «revolucionaria», de medidas de «nacionalización» (compra) de algunas empresas, llamados a la conformación de «consejos laborales y comunales», entre otras, en fin, la promesa de «profundización» de la «revolución». De nuestra parte, aunque respetamos esa confianza de las masas trabajadoras en Chávez, no la compartimos en absoluto, pues como intentaremos demostrar aquí ese partido nada tiene que ver con una herramienta obrera y popular para luchar contra el capitalismo [2].
Hemos escrito ampliamente otras veces sobre la realidad del llamado «socialismo del siglo XXI» hoy en nuestro país [3]. Bastan las palabras del propio Chávez y su equipo de gobierno para saber que no se persigue acabar con la explotación capitalista, cuya condición indispensable es la abolición de la propiedad privada sobre todos los medios de producción y cambio. «No negamos la propiedad privada», ha repetido Chávez una y otra vez, «...sólo que debe estar cada vez más en función del bienestar social» [4]; se trata en estos momentos, dice Jorge Giordani, de que «la riqueza se distribuya de manera más equitativa», de «la utilización de los recursos provenientes de la renta petrolera, para salvar la enorme deuda social acumulada, para recuperar la capacidad productiva» [5].
El proyecto del gobierno consiste, además de otorgar determinadas concesiones a los trabajadores y el pueblo pobre vía las Misiones y otras políticas gubernamentales, en impulsar el «desarrollo nacional» -industrialización, «producción nacional», ampliación del «mercado interno», búsqueda de mayores márgenes de independencia política frente al imperialismo -con una alianza entre el Estado y sectores medianos o «nacionalistas» del empresariado nacional como por ejemplo los empresarios y ganaderos que acaban de anunciar la conformación de la Confederación de Empresarios Socialistas de Venezuela. En este sentido se dirige toda la política económica del gobierno, completando el proyecto la «alianza» con las masas obreras, campesinas y populares que se supone verían también resueltos sus demandas fundamentales por esta vía, rematando todo esto con un fuerte discurso «socialista». Se supone que este «desarrollo nacional» ayudará al Estado a tener en sus manos más recursos económicos y de servicios, a los empresarios «nacionalistas» a mejorar su capacidad y poder productivo, y por esa vía, el pueblo tendrá mejores salarios, vivienda, educación y salud.
Es por esto que una fracción «nacionalista» del empresariado y las clases medias (militares, profesionales, etc.) se suman al proyecto de Chávez, que a través de impuestos, compras de empresas y otras regulaciones, busca restarle a los capitales imperialistas y al sector más grande y entreguista de la burguesía nacional parte de las ganancias que sacan en el país. Esos recursos entonces en manos del Estado y estos empresarios servirán para recuperar la «capacidad productiva» nacional y desarrollar planes para paliar las condiciones de pobreza del pueblo trabajador -incluyendo un área de «economía social».
Pero la cuestión central es que es una completa ilusión pensar que por esa vía se resolverán nuestros problemas fundamentales. Y no es un asunto teórico o de afirmaciones nuestras, basta con sólo echar un vistazo a los resultados concretos de la política económica en estos 8 años de gobierno, incluidas todas las etapas de «profundización» de la «revolución»: pequeños aumentos salariales y planes sociales para intentar resolver algunas necesidades básicas y urgentes del pueblo pobre, permitiendo la continuidad de grandes y jugosos negocios por parte de los capitalistas nacionales y extranjeros.
Es que tal proyecto implica, como bien lo ha afirmado el Presidente, la preservación de la propiedad y los negocios empresariales, y por eso el gobierno no va más allá de intentar resolver algunos de los problemas fundamentales mediante tímidas reformas (nominadas como medidas «revolucionarias»), incluso no se ha logrado una «distribución más equitativa de las riquezas», pues según los propios datos del gobierno los capitalistas han aumentado sus ganancias en mucha mayor proporción que el aumento de los ingresos del pueblo [6].
Un partido a la medida de la «vía venezolana al socialismo»
Es para concretar ese programa político que hoy se llama a la construcción del PSUV. «Invito... a los empresarios nacionalistas» a construir el PSUV, dijo Chávez [7], remarcando nuevamente que quiere en realidad una organización política donde estén juntos los sectores obreros, campesinos y populares que lo apoyan, así como los militares, profesionales y empresarios «nacionalistas». Lo que se busca con este partido es enfilar en «una conducción única» a todos estos sectores para apuntar «todos en una misma dirección» [8], y ya explicamos cuál es esa dirección.
Es que para desarrollar tal programa, Chávez necesita hacer de «árbitro» entre los intereses contradictorios de los diferentes sectores sociales que lo apoyan, fundamentalmente entre el pueblo explotado y pobre y los empresarios que lo apoyan, así como también entre las pugnas de los distintos sectores burgueses nacionales, luego entre los intereses del conjunto del empresariado nacional y los capitales imperialistas y, finalmente, entre los intereses del conjunto de los capitalistas y los de las masas explotadas. Por eso, además de requerir cada vez más poder para el Ejecutivo, requiere de la consolidación de un sólo instrumento político, donde tener de manera orgánica y centralizada, bajo una «conducción única» al diverso bloque social que lo apoya.
El PSUV es un instrumento necesario para cumplir con mayor eficiencia ese papel de «árbitro», de aparente «mediador». Y decimos aparente porque como vimos, en realidad siguen siendo los empresarios quienes se terminan llevando la mejor tajada. Por eso lo que se busca es que miles de obreros, obreras y pueblo pobre en el PSUV -junto a militares, profesionales y empresarios «nacionalistas»- limiten su iniciativa a los cauces de reivindicaciones parciales que no avancen verdaderamente en una batalla frontal contra sus enemigos de clase, así como que en momentos de mayor fricción con el imperialismo o pugna con los grandes burgueses nacionales, la movilización controlada de estos sirva como arma para presionarlos y forzarlos a aceptar las pautas del gobierno.
El PSUV será un instrumento para buscar de parte de los sectores obreros, campesinos y pobres que respaldan a Chávez, una más completa subordinación política y organizativa al proyecto de «economía mixta», de alianza con los empresarios nacionales. Es un partido para amarrar a la clase trabajadora y demás sectores explotados al carro de la conciliación de clases. Es un partido para frenar y anular cualquier iniciativa política de lucha independiente de los/as trabajadores/as y explotados/as por sus intereses.
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