El nuevo gobierno de Italia con Letta como primer ministro se ha puesto en marcha tratando de dejar atrás la crisis política de más de un mes y medio. Las primeras iniciativas con la gira del primer ministro por Bruselas, Berlín y París fueron un intento de mostrar a la burguesía europea que el gobierno italiano había salido de lo peor de la crisis. En el plano interno las medidas anunciadas buscan diferenciar al nuevo gobierno de sus predecesores aunque en lo esencial no cambian las políticas que llevaron a más de 6 trimestres de crecimiento negativo y de un descontento social creciente con los partidos tradicionales producto del aumento de la desocupación y la degradación de las condiciones de vida de millones. Aunque el pacto entre Partido Democrático (PD) y el PdL de Berlusconi logro dar una salida a la crisis política actual, el descredito de los partidos tradicionales sigue creciendo ante millones asqueados de ver a una casta de políticos pactar a sus espaldas una salida para garantizar los negocios de los burgueses.
El nuevo gobierno surge de un acuerdo entre el PD y el PdL negociado entre las cúpulas de estos partidos luego de que el presidente Napolitano llamara a conformar un gobierno de “unidad nacional” y una gran coalición para salir de la crisis política. Lejos de resolverla, lo que logra el gobierno italiano es ganar tiempo para buscar una salida y es esto lo que llevó al nuevo primer ministro Letta a tratar de diferenciarse de los gobiernos anteriores por el momento con medidas tibias.
Entre sus primeras iniciativas estuvo la gira europea para tranquilizar a los principales socios imperialistas. Su encuentro con la canciller alemana Merkel, el primer ministro francés Hollande y su paso por Bruselas, buscaban dejar en claro que Italia se mantenía dentro de los planes trazados por la Troika. Sin embargo en la conferencia de prensa junto con Hollande, las dos cabezas de gobierno anunciaron el intento de comenzar una puja para implementar cambios en las políticas actuales de austeridad que viene impulsando el imperialismo alemán, proponiendo como alternativa una política de “incentivo” económico Estos primeros intentos de una alianza entre estos dos países de peso en Europa no solo es muy endeble ya que no termina de delinear una política alternativa a la Troika, sino que también depende de gobiernos que deben enfrentar el creciente descontento de sectores cada vez más importantes de la población.
En su discurso de asunción Letta buscó mostrar que la alianza entre el PD y el PdL de Berlusconi llegaba para cambiar la situación, haciendo eje en los principales problemas como la desocupación, la recesión económica y el creciente descreimiento de millones de italianos en los partidos tradicionales. Este discurso trataba de ocultar que el gobierno de “unidad nacional” que terminaron negociando tras un empantanamiento de más de un mes, fue una salida bonapartista [1] que degradó aún más al régimen democrático que hoy muestra como uno de los “salvadores” de la nación a Berlusconi que acaba de recibir un fallo en su contra, que lo inhabilitaría por 5 años a ejercer un cargo público, por un caso de corrupción [2]
Las primeras medidas anunciadas tampoco mostraron un gran cambio en relación a los gobiernos anteriores, a excepción de la prórroga en el pago del IMU (impuesto inmobiliario que afecta principalmente a las clases medias y los trabajadores), el llamado a una reforma electoral y los recortes en algunos gastos de la “política” (financiación de los partidos y reducción de los sueldos de los ministros). En general el actual gobierno mantiene las políticas de austeridad implementadas por el gobierno de Monti, incluidas las medidas para “abaratar” el costo del trabajo lo que significa avanzar en la flexibilización laboral y la creación de trabajo precario.
Un régimen profundamente desprestigiado
Si el acuerdo de gobernabilidad entre el PD y Berlusconi significa una agudización en la crisis de la centroizquierda, que se había expresado en las elecciones parlamentarias donde pagaron el apoyo a las medidas aplicadas por el gobierno de Monti perdiendo 1/3 de sus votantes, tampoco garantiza una estabilidad duradera. El actual gobierno depende del visto bueno de Berlusconi y el PdL a cada una de las medidas anunciadas, esto le permite al “Cavalieri” recobrar un rol político que hasta hace pocos meses atrás era impensado ya que se encontraba jaqueado por las denuncias de corrupciónen su contra.
La crisis del régimen de la segunda república en Italia hace que crezca el descrédito y desprestigio de los partidos tradicionales ante millones, que empiezan a ver que esta democracia está al servicio de los intereses de los poderosos: de la patronal y el imperialismo europeo y que es la responsable de degradar cada vez más sus condiciones de vida, por la imposición de los planes de austeridad y ajuste. Son millones los que ven cómo los partidos tradicionales pactan y acuerdan entre la derecha y la izquierda, desconociendo los resultados electorales; cómo los políticos patronales que se enriquecieron mediante la corrupción (como Berlusconi) hoy son llamados como salvadores de la “nación” o cómo los partidos y las direcciones sindicales reformistas se transforman en cómplices de las políticas anti obreras.
Beppe Grillo y el M5S
El mayor beneficiario hasta el momento que concentra el repudio y desprecio de un importante sector del electorado, asqueado de los partidos y los políticos ha sido Beppe Grillo y el M5S. Este actor de la televisión italiana, que emergió como bloguero por Internet con un discurso que mezcla tintes nacionalistas llamando a romper con las imposiciones de la Unión Europea y una denuncia a la casta de políticos corruptos (tomando como gran ejemplo a Berlusconi) que durante el gobierno de Monti aplicaron las medidas de austeridad, surgió como tercera fuerza en las elecciones. Pero, lejos de expresar un proceso progresivo (algunos llegaron a compararlo con la coalición reformista griega Syriza) su discurso “anti político” en general lo lleva a atacar tanto a la derecha y los políticos al servicio de las medidas de austeridad, al mismo nivel que arremete contra los sindicatos y los trabajadores. Más allá de sus discursos, Grillo y los parlamentarios del M5S han abierto la puerta a pactos de gobierno con el PD (como hicieron en Sicilia) o de gobernar aplicando los planes de austeridad como lo hace en la ciudad de Parma. Sus denuncias contra el pacto entre el PD y Berlusconi que apoyaron la reelección de Napolitano y la formación de un nuevo gobierno al servicio de las políticas de ajuste, no pasaron de lo retórico, se desdijo inmediatamente de su llamado a movilizarse para rechazar lo que denomino como “un golpe de estado” apenas vio que podía transformarse en motor de movilizaciones masivas. Lo que expresa la gran elección del M5S es el fortalecimiento de una nueva variante a favor de los capitalistas, aprovechándose del descrédito y la crisis de los partidos tradicionales.
Si el millonario Beppe Grillo logra beneficiarse del justo sentimiento de importantes sectores en contra de los partidos tradicionales hartos de la aplicación de los planes de austeridad y la corrupción, muestra también la incapacidad de la izquierda reformista de presentar una alternativa.
Por una salida obrera a la crisis
El nuevo intento, esta vez a partir del gobierno de coalición de Letta, plantea la necesidad de levantar un programa que enfrente las medidas de austeridad y que muestre una salida obrera independiente a la crisis capitalista. Que enfrente a los planes de austeridad y la desocupación. Que plantee el reparto de las horas de trabajo, la expropiación sin indemnización de toda empresa que cierre o despida bajo control de sus trabajadores. Una salida de este tipo, encaminada a que la crisis la paguen los capitalistas, solo puede llevarla a cabo un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.
Son millones los que están asqueados de esta democracia apoyada en camarillas de funcionarios prebendarios y corruptos al servicio de los poderosos, pero que aún no comparten esta salida de fondo. Es por eso que la clase obrera deberá levantar las demandas que dejó planteadas la Comuna de París destacando las que conservan fuerza vital tales como que todos los funcionarios y cargos electivos cobren un salario igual al de un trabajador medio; la revocabilidad inmediata de mandatos para todos los cargos electivos; la eliminación de la institución bonapartista de la presidencia de la república, así como de las oligárquicas cámaras de senadores, entre otras. Estas demandas junto a un programa de salida obrera a la crisis permitirán pasar de la crítica al régimen de la Segunda República a un cuestionamiento del sistema capitalista de conjunto.
La crisis política que sacudió a Italia presenta por ahora una salida inestable. Los intentos de la burguesía italiana por hacer pagar el costo de la crisis a los trabajadores y el pueblo, llevaran a un desgaste mayor de los partidos tradicionales y una degradación de esta democracia que garantiza los intereses imperialistas. Esta situación abre la oportunidad para que la izquierda revolucionaria sea proponga ser parte de las primeras experiencias de lucha del movimiento obrero de la península (como la de los trabajadores de la logística) planteando una salida obrera a la crisis capitalista.
08-05-2013
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