Italia atraviesa hoy un período de crisis política y de alta conflictividad social. Es uno de los países más golpeados por la difícil situación económica de las potencias de la Unión Europea. En este marco, la amplia oposición al gobierno de Berlusconi, que tiene en la clase obrera uno de sus principales pilares, junto al llamado movimiento antiglobal y a sectores medios, ha desarrollado importantes luchas y movilizaciones en el último año y medio, desde la masiva movilización en Génova hasta la huelga general contra la derogación del Artículo 18 y la movilización en Florencia contra la amenaza de guerra imperialista en Irak. Indudablemente hoy los trabajadores y la vanguardia juvenil que se desarrolló al calor del movimiento antiglobal, son la avanzada del movimiento obrero del continente. La reciente huelga en el conglomerado FIAT, aunque ha sufrido una derrota parcial, es un síntoma de que la clase obrera no entregará sus conquistas sin presentar batalla, y que de persistir esta combinación de elementos, se pueden esperar nuevos desarrollos en la situación política italiana. Presentamos a nuestros lectores este artículo en el que analizamos desde una perspectiva revolucionaria la crisis del régimen y el último período de luchas, en particular de los trabajadores de FIAT.
- La debilidad estructural de la II República deja brechas para que intervenga el movimiento obrero y popular
El régimen italiano de la “II República”, es estructuralmente mucho más débil e inestable que su precedente. La I República basaba su fortaleza en los gobiernos de coalición encabezados por la Democracia Cristiana (DC) con el Partido Comunista Italiano (PCI), el partido comunista más grande de occidente que dirigía férreamente a la clase obrera italiana, siempre en la oposición.
La caída del orden de Yalta en el ‘89, hundió al PCI (que durante 45 años obtuvo en promedio el 30% de los votos y contaba con más de un millón y medio de militantes), pero también a su “archienemigo” la DC, ya que no era más necesario para los capitalistas mantener su aparato corrompido y desprestigiado.
La debilidad del actual régimen, basado en la conformación de mayorías parlamentarias para sostener la gobernabilidad, reside en el ablandamiento de los lazos directos entre las instituciones como el stalinismo y la Iglesia con el movimiento obrero y de masas. Tampoco existe el gran partido unificador de la burguesía. De la vieja DC, estructurada alrededor del Vaticano, la Confindustria y la embajada yanqui, hoy quedan restos dispersos en diversos partidos en las dos coaliciones, y la Iglesia, aunque conserva un gran poder económico e ideológico, no puede más golpear como un solo puño, como lo hacía hasta el ‘89. Hasta ese momento todos los casos de corrupción, las alianzas con los mafiosos, los fascistas, la logia P2, etc, se justificaban en pos de mantener la sacrosanta alianza “contra el comunismo”. La imagen de político corrupto-mafioso democristiano representada por la sórdida figura del ex presidente Giulio Andreotti, es una de las tantas causas que hoy hacen imposible la recreación de una DC hegemónica. Asimismo, terminada la era de la “alineación automática” con los EE.UU., sobre todo a partir de la constitución de la Unión Europea, la gran patronal duda entre alinearse decisivamente con Francia y Alemania o con los norteamericanos. Las divisiones en las alturas son una fuente de tensión del régimen.
Las direcciones obreras de hoy son menos potentes que antaño. Desde 1948 en adelante existieron dos grandes centrales sindicales (la CGIL, comunista, y la CISL, democristiana, la UIL socialista nace años después) que se encargaron de controlar a los trabajadores bastante férreamente hasta el ‘68 (en los años del boom), y pudieron controlar el ascenso 68-80. Hoy ni el Olivo ni Refundación Comunista, tienen la potencia que tuvo el PCI en los ascensos de 1945-48 o en 1968-80 para desviar o abortar un movimiento revolucionario. No existe más el prestigio del “campo socialista” ni un partido stalinista que daba respuestas contrarrevolucionarias en forma monolítica en todo el país.
Inclusive, la nueva estructura social de la clase obrera, integrada por un alto porcentaje de inmigrantes, de trabajadores precarios y de mujeres, hace que sea más difícil la llegada de las viejas direcciones sindicales al conjunto de la clase. La aparición a gran escala del llamado movimiento antiglobal deja ver que existen brechas que no pueden ser cubiertas por los partidos tradicionales.
Las tentativas de Berlusconi de ir hacia un régimen “presidencialista” más bonapartista, demuestran que este régimen sustentado en dos bloques de partidos pequeños e inestables no es adecuado para llevar a cabo el ataque a la clase obrera que la crisis económica les demanda. Las reformas constitucionales llevadas adelante en los años ‘90, creando un régimen parlamentario semi-mayoritario, hoy ya no son suficientes para encauzar al movimiento de masas. El proyecto igualmente reaccionario del Olivo de reforzar a la justicia burguesa de conjunto (inclusive a través de movilizaciones como las “rondas”) como “fuerza moral de la nación” para “limpiar” el régimen hoy se choca con el límite de que hay antiglobal detenidos, y la justicia empieza a ser vista por sectores de masas como “de parte”. Pero para endurecer el régimen, hace falta quebrar la resistencia de las masas y en particular de la clase obrera, que están en un estadío alto de movilización.
El desafío que plantea la entrada del sector más concentrado de la clase obrera italiana en escena (particularmente los trabajadores de la FIAT) tiende a romper el precario equilibrio del reégimen de la II República. Las tendencias a la radicalización comenzaron expresándose a través del movimiento antiglobal, y hoy se encuentran inclusive al interior del movimiento obrero. La definición de esta lucha va a marcar tendencias: o se va hacia una situación prerrevolucionaria abierta o se abre el camino a un duro bonapartismo antiobrero. A continuación analizaremos los sujetos políticos participantes en la crisis italiana.
a- El Gobierno
El gobierno de Berlusconi ha dividido profundamente Italia. En un año y medio ya ha sufrido dos huelgas generales imponentes y centenares de manifestaciones de masas, entre ellas “la batalla de Génova”. Hoy dirige el país imperialista con más conflictividad social, y es motivo de preocupación en las capitales europeas que se contagie el “efecto italiano” en medio del estancamiento económico reinante. Está decidido a pegarle duro a la clase obrera, intentando no perder el apoyo de la clase media comerciante y mantener unida a la gran burguesía. Para lograr esto está teniendo grandes dificultades.
El magnate de las telecomunicaciones (el hombre más rico de Italia y uno de los más ricos del mundo) ha entrado en política a fines del año ‘93, considerando que los decadentes partidos de la burguesía en aquel momento no podían defender adecuadamente sus intereses y los de su camarilla y ha formado un nuevo partido llamado Forza Italia (FI) con algunos restos de la vieja Democracia Cristiana (DC) y del Partido Socialista (PSI). FI se basa en la figura de Berlusconi, que a la imagen del “empresario triunfador”, se le agrega una personalidad agresiva, con muchos procesos en la justicia y serias sospechas de ligazón con la mafia. Con sólo dos consignas “menos impuestos” y “menos inmigrantes” conquistó a la burguesía, a los pequeños comerciantes y a los pequeños productores agrícolas, y ganó las elecciones. Pero es irritante para la clase obrera por su arrogancia de gran patrón, su discurso ferozmente anticomunista y su política antiobrera, y también para la pequeñoburguesía “bienpensante” que no tolera el monopolio de los medios de comunicación en sus manos, ni las constantes leyes que hace votar en defensa de sus intereses particulares (la posibildad de falsear los balances de las empresas, la baja de impuestos para las comunicaciones, posibilidad de recusar a los jueces, etc) y la alianza con los “post-fascistas” de Alianza Nacional (AN) y los racistas de la Liga Norte de Umberto Bossi. El proyecto de “federalismo” presupuestario y de organización nacional, que profundizaría la brecha entre el norte rico y el sur pobre, impulsado fuertemente por la Liga Norte, está llevando incluso a conflictos con el presidente Ciampi, “garante de la unidad nacional y de la constitución”. También con este proyecto, al interior del gobierno, comienza una crisis con el sector más ligado al Vaticano de la coalición gobernante, la Unión Demócrata Cristiana (UDC), minoritaria, pero importante por sus conexiones.
Aún dentro de la burguesía más tradicional, personajes como Gianni Agnelli (líder de la familia que dirige la FIAT) nunca se han alineado claramente con Berlusconi, del que desconfían que en la carrera por la defensa de sus intereses personales desestabilice los de la burguesía en su conjunto. Este sector de la gran patronal apoyó públicamente al Olivo durante su gobierno.
La crisis aguda de la FIAT, símbolo del capitalismo nacional y termómetro de la lucha de clases, ha incrementado el enfrentamiento entre Berlusconi y Agnelli. El primer ministro, a través de Mediobanca (en parte de su propiedad) intenta entrar en la propiedad de FIAT aprovechando la crisis de la hacienda, dando el primer golpe. Pero no está dicho que los Agnelli, que fueron los “reyes sin corona” de Italia en el siglo XX resignen fácilmente sus posiciones. Por otra parte, Berlusconi teme que la lucha de los trabajadores de la FIAT pase de ser económica a ser claramente política (y ahora más ya que empieza a tener parte también de la propiedad) y golpee directamente a su gobierno. Tiene que derrotar decididamente a los trabajadores de la FIAT si quiere terminar su mandato y si quiere imponer todas sus leyes antiobreras. Esto, más su alineación con el imperialismo americano, en medio de una grave crisis económica y en la víspera de una nueva guerra imperialista muy impopular en Europa, sólo alimentan el fuego de un movimiento social, que se iniciaba en los fines del precedente gobierno.
Berlusconi tiene el antecedente de haber caído del gobierno a fines del ‘94 después de una gran oleada de huelgas y manifestaciones de masas, y esto provoca desconfianza en algunos sectores de la burguesía, ya que corre el riesgo de que le pase por segunda vez. Sin embargo, Berlusconi no dejará el gobierno sin dar una dura batalla, ya que para la gran patronal sería intolerable que en 10 años las masas tiren dos gobiernos electos, y además cuenta seriamente con extender su “imperio” desde el gobierno. El sostén del gobierno al plan de la FIAT de despidos y el encarcelamiento de los activistas de Génova demuestran que juega fuerte.
b- La centroizquierda
La oposición del Olivo nació centrada en los Democráticos de Izquierda (DS), que proviene de la mayoría del ex Partido Comunista Italiano (PCI) disuelto en 1991. Ellos gobernaron desde 1995 hasta la mitad de 2001, liderando una coalición que integran ex democristianos, ex socialistas y los Verdes. Refundación Comunista (RC), que surgió del viejo PCI y del que forman parte desde su fundación los principales grupos del centrismo de origen trotskista, integró la coalición gobernante durante el primer año. A la ruptura con el gobierno RC se dividió y un ala se quedó en el Olivo, el actual Partido de los Comunistas Italianos (PdCI). Durante el período de gobierno del Olivo pasaron todas las leyes más importantes sobre la flexibilidad laboral y privatizaciones en Italia. En el plano internacional apoyaron las incursiones imperialistas en la guerra entre Yugoslavia y Bosnia, mandaron tropas para sofocar la insurreción en Albania en 1997 y participaron activamente en la coalición imperialista que atacó la Republica Yugoslava en 1999. Ya en la oposición apoyaron la guerra de los imperialistas angloyanquis contra Afganistán.
Hoy la coalición del Olivo tiene dos corrientes mayoritarias, la DS y la Margarita (corriente burguesa hegemonizada por ex DC y figurones como Rutelli). Los verdes y el PdCI son corrientes minoritarias. La DS tiene hoy dos corrientes, la mayoritaria encabezada por el ex premier Massimo D’Alema y Piero Fassino, y la minoritaria (el « correntone ») liderados por Giovanni Berlinguer y Sergio Cofferatti (hasta setiembre secretario general de la CGIL, principal central sindical italiana). El “Correntone” trata de reconstruir el Olivo a través de los sindicatos, y se ven obligados a hacer declaraciones de apoyo en defensa de los trabajadores en conflicto para poder canalizarlos. También son los impulsores de los “girotondi” (rondas) encabezadas por intelectuales como Nanni Moretti, en defensa de la justicia burguesa contra Berlusconi (que llama a una parte de la justicia “magistrados rojos”), para desviar el rechazo que produce el gobierno hacia el sostén de un pilar del Estado.
El ala mayoritaria, más abiertamente neoliberal y más inclinada hacia una alianza con los otros imperialismos europeos, que con los EE.UU., es la que hoy se encuentra más incómoda. Cada vez que interviene el movimiento de masas, a través de huelgas, marchas antiguerra, etc, se produce una división entre las dos corrientes de la DS. La mayoritaria, quiere un Olivo ampliado a derecha e izquierda (incluyendo RC, disciplinado), con la misma orientación política, y la minoría tiene un proyecto más de tipo frentepopulista, incluyendo a RC y figuras “antiglobal”, aún a riesgo de perder partes sustanciales de la Margarita, para contener un movimiento de lucha que consideran potencialmente explosivo. El desarrollo de estas tendencias será determinado por la lucha de clases.
El Olivo viene siendo golpeado por izquierda desde 1999, con la participación como gobierno en la Guerra del Kososvo. Hasta ahora cada vez que se produce un hecho profundo como Génova o la huelga de la FIAT, cuando la DS es largamente superada por izquierda por sectores de masas, su actitud es la de esperar y ver, y los que hablan son sus representantes sindicales. La DS representa electoralmente a algo más de la mitad del Olivo, y es más una organización de funcionarios que de militantes convencidos. La relación con la CGIL es directa, pero en esta central sindical también hay una importante minoría de RC, y hoy existen infinidades de sindicatos de base a su izquierda, que nacieron en los inicios de los ‘90. Estos por ahora pueden controlar relativamente al movimiento de masas corriéndose más a la izquierda de lo que lo puede hacer la coalición, y con el prestigio de haber encabezado dos imponentes huelgas generales. El problema que se les abre, es que en este giro de la burocracia de la CGIL, terminaron habituando a las grandes masas a movilizarse y legitimando al “movimiento antiglobal” (y a su ala obrera), con lo que se les va a hacer más difícil un nuevo giro a la derecha. La coalición olivista no es unánime en el sostén incondicional a la CGIL (la misma DS no lo es). La Margarita quiere priorizar el diálogo con la CISL, la ex central sindical democristiana, lo que produce rispideces al interior del Olivo y al interior de la DS, debido al repudio que generan sus dirigentes entre la mayor parte de la base obrera. Si el conflicto de la FIAT se radicaliza, la coalición corre el riesgo de partirse, ya que no podrían dar una respuesta común todas sus alas, sin separarse de la base de los trabajadores. Su intento de llevar esta oleada de luchas hacia el plano electoral, cuenta con el problema de que las elecciones serán en el lejano 2006 y que Berlusconi difícilmente llamará a elecciones anticipadas antes de que el agua le llegue al cuello a la burguesía.
c- Refundación Comunista
Refundación Comunista representa un caso aparte. Es el único grupo salido del stalinismo en el mundo que se refunda a “izquierda”, junto a corrientes que se reivindican trotskistas, despues de la caída del “socialismo real”. Hoy, fundamentalmente sigue siendo un partido reformista de izquierda, pero posee algunos rasgos centristas. Por su origen de confluencia de corrientes, obviamente, debe ser más democrático que lo que era el viejo PCI. En su seno existen diferentes corrientes, que van desde el ala más stalinista clásica (el Ernesto), el ala centro, mayoritaria, integrada por la corriente de Bertinotti y la corriente Bandiera Rossa (del Secretariado Unificado de la IV Internacional), y una importante minoría que se reivindica trotskista encabezada por Progetto Comunista (ex Proposta, con relaciones con el PO argentino) y Falcemartello (sección de la corriente internacional dirigida por Ted Grant cuya política es hacer entrismo en “partidos de masas”, incluídos partidos burgueses en las semicolonias). Miles de activistas obreros y estudiantiles que están a la cabeza de las luchas integran este partido, se podría decir que no hay conflicto en el que no sea parte. La mayoría de sus votantes proviene de la clase obrera, y numerosos de ellos de la misma FIAT en conflicto (RC dirige varias secciones de la FIOM). Esto, más la inmensa lucha política interna hace que sea muy presionado por el movimiento de masas.
Si bien intenta actualmente jugar el rol de “oposición permanente” a nivel nacional (luego de haber participado del gobierno Prodi), a nivel comunal y regional participa en alianzas con el Olivo, y participa de la mayoría de gobierno en ciudades importantes como Nápoles, Turín, o la mismísima Roma. Ellos mismos hablaban de la “refundación de Refundación” cuando rompieron con el gobierno del Olivo, sin embargo la ruptura nunca fue total, como se ve en las municipalidades. Lo mismo se ve en el caso de los sindicatos, particularmente en esta etapa, en la cual hacen un seguimiento acrítico de la CGIL.
En el último congreso Refundación votó dedicarse con todo al llamado movimiento antiglobal (del cual son una parte fundamental en Italia), adoptando las tesis de Toni Negri de “Imperio”. Hoy reivindican al “movimiento de los movimientos”, de los cuales el movimiento obrero forma parte, pero, según ellos no tiene que jugar un rol hegemónico. La importancia de Refundación no es la misma que la del viejo PCI, pero sin embargo, hoy es hegemónico en la vanguardia. Es el fenómeno más importante a nivel partidario en Europa de “nueva izquierda” post ‘89, a la izquierda del viejo stalinismo.Tiene la ventaja de que no hay prácticamente grupos a su izquierda, desde el momento en que el centrismo trotskista está adentro, y el ala más radical del movimiento antiglobal es muy débil, no se organiza como partido, y estratégicamente son populistas. Puede jugar un rol importante en los próximos meses como alternativa de recambio frentepopulista, si crecen las luchas y puede caer el gobierno de Berlusconi.
d- Los antiglobal
El llamado movimiento antiglobal por algunos y por otros anticapitalista directamente, hoy es la verdadera novedad de la política italiana y un factor actuante. El movimiento que irrumpió en la escena política mundial con la manifestación de Seattle, ha hundido fuertemente sus raíces en Italia, un país plagado de conflictividad social y con un gobierno particularmente odiado como el de Berlusconi. El gran mérito de este movimiento es el de despertar a la vida política a una nueva generación de jóvenes e introducir en el imaginario de sectores de la clase obrera las ideas (aunque en forma ecléctica) de internacionalismo y de que el capitalismo puede ser cuestionado, después de dos décadas de derrotas del movimiento obrero y de masas.
La manifestación de Génova (como gran muestra de convergencia obrera y juvenil) fue la señal de partida para el período de luchas que hoy estamos viviendo. La gran huelga general del 13 de abril, que mostró a gran escala la disposición de las amplias masas a la lucha, también exhibió el arraigo de los “antiglobal” entre las masas a través de los 300.000 que particiaron de las manifestaciones de los COBAS y los varios centenares de miles de “antiglobal” que participaron con columnas alternativas en las manifestaciones llamadas por la burocracia. De igual manera, el hecho de que el movimiento reclame la legalización de los inmigrantes y apoye la causa palestina, hace que importantes sectores de los inmigrantes los vea con simpatía. La reciente marcha de Florencia contra la guerra en Irak (más de 500.000 personas), muestra la vigencia del movimiento al que la prensa burguesa dio por muerto después del 11/9.
Pero, lamentablemente, la enorme mayoría de las direcciones del movimento integran el Foro Social Mundial, impulsado a través de sus intelectuales por la socialdemocracia europea, que tiene como objetivo castrar a este movimiento hacia una perspectiva reformista con un discurso anti partido revolucionario y contra la toma del poder por los trabajadores tomado prestado de los Zapatistas de Marcos. Ellos también difunden un “antiamericanismo” light antiguerra, encubriendo los intereses de los imperialistas europeos. Sin embargo, el Foro, por las contradicciones de objetivos entre sus miembros y su debilidad estructural, no puede reemplazar el rol de una dirección contrarrevolucionaria insertada en las masas de cada país como lo fue el stalinismo, por lo que deja abiertas al movimiento potencialidades revolucionarias.
El “movimiento de los movimientos”, que tiene como característica el de articularse en redes, e integrar distintos sectores sociales (va desde la clase obrera hasta algunos sectores de pequeños productores rurales y alas “progresistas” de la Iglesia), sirvió para unir en una “causa común” a miles de pequeños grupos de activistas que desarrollaban reivindicaciones parciales (el derecho a la vivienda, en defensa de los inmigrantes, contra las guerras imperialistas, en defensa de la ecología, etc) con los sectores del movimiento obrero “combativos”, que están por fuera de las confederaciones oficiales (Cobas, CUB, RdeB, etc., de importante peso entre los trabajadores estatales, los precarios y los trabajadores inmigrantes, y peso relativo en la industria pesada). La mayoría de estos movimientos nacieron en la década del ‘90 y se agrupan en los “Centros Sociales”, casas ocupadas donde se desarrolla actividad política, nacidos como subproducto de la lucha por el derecho a la casa. Hay centros sociales en todas las ciudades de Italia, y su activismo se puede contar en centenares de miles a escala nacional.
La tradición de los ‘60-‘70 de la “extrema izquierda autonomista” es parte de la “mística” de estos grupos, y no es casual que Toni Negri sea su principal ideólogo. Sin embargo, la continuidad con ellos no es total. En general el movimiento es pacifista, mientras que en los ‘70 los autónomos no renegaban de la violencia como arma de lucha, e incluso tenían alas terroristas, que eran muy sectarias y desconfiadas respecto del movimiento obrero. Los antiglobal de hoy, pese a que no levantan la tesis de que la clase obrera es el sujeto y lider de los oprimidos, son partidarios de la movilización de masas, aunque no bajo la estrategia de una revolución obrera. El grupo más popular entre los antiglobal, “los Desobedientes” (ex mamelucos blancos) se manifiesta claramente contrario a la toma del poder. Tienen en común los autonomistas de ayer y de hoy que son contrarios a la construcción de un partido nacional (y mucho menos internacional). Hasta el año 2000 eran más seguidistas de los productores rurales que se oponían a los transgénicos (particularmente porque venían de los EE.UU. y los arruinaban) y del Partido Verde, hablando con una verborragia “antiamericana”. Hoy, forzosamente, se ligan al movimiento de la clase obrera en lucha, que los ve con simpatía por las movilizaciones que llevaron adelante contra del G8, el FMI, la OTAN, etc. El movimiento es una “nueva izquierda”, ubicada a la izquierda de la socialdemocracia y los restos del stalinismo clásico, pero sin otro programa que el vago “Otro mundo es posible”, slogan del Foro Social Mundial, que da cabida a todo tipo de interpretaciones.
La raíz que tiene el movimiento en la clase obrera es, sobre todo, a través de RC y de los Cobas. Refundación son los únicos “antiglobal” en Italia capaces de coordinar una actividad del movimiento a nivel nacional y local, debido a su inserción, y transforma al movimiento en Refundación-dependiente. El hecho de que ningún grupo antiglobal plantee la creación de otro partido a la izquierda de RC hacen que todo tentativo de superarlos por izquierda se desvanezca en la impotencia.
El 11 de setiembre implicó para el movimiento antiglobal (internacional y local) un giro más pronunciado hacia el pacifismo, pero no se detuvo su ligazón con el movimiento de masas. Las huelgas generales más las luchas estudiantiles, le dieron una nueva vitalidad a todas sus alas. El hecho de apresar primero a dirigentes de los “Desobedientes” y de los Cobas por “asociación subversiva”, y después, de activistas que habían participado a la marcha de Génova, muestran un serio intento del régimen de golpearlos y dividirlos de la masa obrera.
Hoy los obreros de la FIAT se ven rodeados de la solidaridad de la juventud de los Centros Sociales y los trabajadores responden con simpatía. En la fábrica Alfa Romeo de Arese dirigen los Cobas y RC tiene gran militancia (incluso importantes dirigentes obreros regionales) en las fábricas del grupo torinés. Al ser este conflicto el test central de la lucha de clases en Italia, el llamado movimiento antiglobal (y particularmente RC) tiene una parte de la responsabilidad en el ulterior desenvolvimiento de la lucha de clases en Italia.
- La lucha de la FIAT como punto clave para el desarrollo de la lucha de clases en Italia
Los antecedentes
La lucha de la Fiat no aparece por generación espontánea. Es la maduración de un descontento obrero y popular que viene del final del gobierno del Olivo y se prolonga hasta hoy.
Durante el gobierno del Olivo, las centrales sindicales (CGIL, CISL y UIL) mantuvieron un rígido Pacto Social y permitieron al gobierno hacer pasar la flexibilidad laboral en gran escala. Aprovechando una coyuntura de crecimiento económico, se crearon en el norte del país miles de nuevas pequeñas empresas (de servicios, informática, pero también de industria pesada y ligera) con “empleos basura”, precarizados, sin derechos sindicales y en muchos casos sin horarios fijos. Esto mejoró la tasa de ganancia de los capitalistas, pero al mismo tiempo creó una nueva clase obrera más joven, femenina, inmigrante, sin lazos orgánicos directos con las burocracias sindicales tradicionales, ni con el gran heredero del viejo PCI, la DS. Mientras existió la onda de crecimiento, hasta 1999, la clase obrera dio luchas parciales, atomizadas, por fábrica. Durante este período, las luchas más duras las protagonizaron los docentes, los trabajadores industriales del sur pobre, la nueva clase obrera del nordeste, las organizaciones de desocupados del sur, etc. Con la Guerra del Kosovo, apareció en escena política lo que hoy se llama el movimiento antiglobal, con grandes protestas antiimperialistas, enfrentándose al gobierno de la “Tercera Vía” de D’Alema, con una incipiente participación del movimiento obrero industrial.
A partir del año 2000, con la crisis económica, comienzan a aparecer las primeras protestas de envergadura: los ferroviarios, los controladores aéreos, los trabajadores inmigrantes llevan adelante grandes manifestaciones, los trabajadores de la educación, contra la reforma privatista, y los desocupados del sur, que cortan rutas y sufren una violenta represión y persecusión. En ese mismo año, y estimulados por la manifestación de Seattle, el movimiento antiglobal italiano comienza a salir a la luz, y adquiere roles protagónicos en las manifestaciones de Praga y Niza. La clase obrera industrial había dado algunas muestras de radicalización en las luchas de la fábrica Zanussi (electrodomésticos) y en las refinerías de Sicilia. A fin de 2000 comienzan las primeras negociaciones por el contrato en la FIAT, que dejan resultados insatisfactorios para los trabajadores. En marzo de 2001, el gobierno olivista reprime salvajemante una importante manifestación antiglobal en Nápoles, en la que participaban los desocupados organizados y grandes delegaciones de trabajadores (estatales y metalmecánicos, particularmente).
El 13 de mayo Berlusconi gana las elecciones, manteniendo el mismo porcentaje de votos que cuando perdió en el ‘96, pero sumando en esta oportunidad a la Liga Norte, que le da los votos que le faltaban para superar al Olivo, y aún así no llegan al 50%. La centroizquierda, más RC (por fuera) logran cerca del 46% de los votos, con lo que el país queda prácticamente dividido en dos.
A menos de una semana del triunfo de la derecha una enorme huelga de los metalúrgicos con manifestaciones de decenas de miles en las principales ciudades anuncia que el gobierno de Berlusconi no será tranquilo. A fines de junio, 50.000 trabajadores metalmecánicos en huelga se movilizan por las calles de Turín (la ciudad de la sede central de la FIAT). Esta se convierte en la manifestación obrera más importante de esta ciudad desde 1980. Desde el palco los jóvenes llaman a manifestarse contra el G8 y los trabajadores responden “Todos a Génova”.
La “Batalla de Génova” de la que participaron más de 300.000 personas, representa la primera unión a gran escala entre los trabajadores industriales y la juventud antiglobal (por lo menos 50.000 metalmecánicos manifestaron). El asesinato del joven Carlos Giuliani por la policía y la feroz represión que se lanzó contra los manifestantes mereció un repudio masivo que se expresó también en las calles. Esto provoca una oleada de politización entre los trabajadores y la juventud. La actitud de la DS, que había convocado a la cumbre del G8 mientras eran gobierno, de condenar al movimiento antiglobal por “violento”, y alinearse con Berlusconi en la guerra contra Afganistán, deja espacio para el crecimiento del movimiento antiglobal, y la CGIL debe hacer un giro “a la izquierda” para poder mantener dentro del régimen la oleada de protestas.
Mientras que Berlusconi lanza un programa que apunta a los despidos fáciles, la privatización de la educación, la persecusión de los inmigrantes y la participación en la “cruzada antiterrorista” de Bush, todos los sectores oprimidos de la sociedad se manifiestan en forma masiva. Los universitarios protagonizan largas ocupaciones de universidades en todo el país, los secundarios vuelven a ocupar escuelas después de largos años, los inmigrantes protagonizan marchas enormes contra la Ley racista Bossi-Fini y se producen huelgas en todas las ramas de la industria y el comercio. En cada una de estas manifestaciones la lucha contra la guerra en Afganistán estaba presente. La clase obrera empezaba a ser influenciable por ideas de “extrema izquierda”.
Gran huelga general
Lo que finalmente cambia la relación de fuerzas entre las clases es la huelga general de abril de 2002. En marzo se desarrolla una movilización de cerca de 3 millones de personas en Roma en defensa del Artículo 18 (contra los despidos fáciles) en la que Coferatti pasa de ser un gris burórata sindical a ser un líder de masas. El 80% de los trabajadores adhiere a esta huelga y otra vez varios millones se movilizan en toda Italia. Lo llamativo es que sólo el 40% de la clase obrera se vería afectada por la derogación del Artículo 18, porque el resto está ya precarizada. Esto deja claro que fue una huelga política, de hartazgo de la precariedad y la explotación, y antigubernamental. Todos los medios burgueses pusieron en evidencia el poder de convocatoria de la burocracia sindical de la CGIL y un crecimiento del consenso de la oposición burguesa olivista, lo que es una verdad parcial. Los sindicatos alternativos, como los COBAS, también movilizaron varios centenares de miles. Pero lo que realmente cambió fue que la clase obrera de conjunto dijo basta, y se plantó frente al gobierno. Esta acción obrera contundente fue un golpe contra las teorías de que la clase obrera “no era más sujeto” o que las huelgas obreras no servían más porque “eran excluyentes y hacía falta una huelga de ciudadanía”, como sostenían grupos antiglobal como los Desobedientes. A partir de allí los trabajadores se convirtieron en el centro de la política italiana, y todo movimiento “opositor” al gobierno debía tenerlo en cuenta como eje en su política. El imaginario de buena parte de los antiglobal italianos, que eran anti urbanos, pro campesinos, contrarios al desarrollo tecnológico y favorables a una sociedad “por fuera” del capitalismo y del mercado, recibía un duro impacto. No se puede prescindir de la clase obrera en un proyecto de sociedad “alternativa” al capitalismo.
A posteriori de la huelga general se desencadenó una oleada de conflictos obreros de los que podemos destacar dos muy significativos: la de los empleados de “La Rinascente” y los empleados de la limpieza de la estación de tren de Milán. “La Rinascente” es una cadena comercial de extensión nacional, propiedad de la familia Agnelli, donde nunca se había hecho una huelga y las empleadas están siempre sonrientes por contrato. La huelga en todas las sucursales del país por dos días, reivindicando mejoras salariales y de condiciones de trabajo, mostró que el ánimo de lucha había llegado a todos los estratos del proletariado, aun los que conviven con una patronal dura pero “paternalista”. El paro de los empleados de limpieza de Milán se destacó por su radicalidad. Ellos reciben una paga inferior a la media italiana, y aún asi la patronal había decidido despidos. Ellos bloquearon la salida de trenes durante tres días, se enfrentaron incluso físicamente con los burócratas de la CGIL, que les pedían levantar sus medidas. La lucha terminó con una derrota parcial (pasaron algunos despidos), pero era el primer conflicto importante en este período en el que se cuestionaba a la CGIL desde la base y el método de cortes de vías férreas se extiende hacia otros sectores de trabajadores. Durante estos meses el movimiento antiglobal siguió llevando adelante manifestaciones con centenares de miles de personas contra la guerra en Irak, por Palestina y contra la ley anti-inmigración Bossi-Fini. Berlusconi, asimismo despide de la televisión estatal a dos famosos periodistas de centroizquierda (Biagi y Santoro), abriendo aún más las brechas con la clase media intelectual, irritada por el control casi absoluto de los medios estatales y privados de parte del “Cavaliere”.
En julio, la CISL y la UIL suscriben con Berlusconi el “Pacto por Italia”, que contempla a cambio de algunas pequeñas mejoras en los salarios y las jubilaciones, la derogación del Artículo 18. Con esto se rompe la unidad sindical con la CGIL. Mas, este intento de dividir al movimiento obrero no frena la lucha de masas.
Segunda huelga general y lucha de la FIAT
La FIAT es el símbolo por excelencia del capitalismo italiano, la imagen de la Italia empresaria en el mundo. La familia Agnelli ha sido la gran mandante de los italianos durante todo el siglo XX, ha gobernado desde bambalinas con el rey, durante el fascismo y con la Democracia Cristiana. Las oleadas de lucha revolucionarias, en los ‘20, los ‘40 y los ‘70 se definieron con los resultados de la lucha de los trabajadores de la FIAT. Hoy la recesión golpea a los fabricantes de auto en todo el mundo (y a la FIAT en particular). El mito del desarrollo constante con la FIAT como pivot llego a su fin. La dinastía Agnelli ha entrado en crisis y los bancos italianos (entre ellos los de Berlusconi) quieren quedarse con una parte del coloso que abarca las marcas FIAT, Alfa Romeo, Lancia, Maserati y Ferrari (son también propiedad del grupo: bancos, aseguradoras, cadenas comerciales, los diarios La Stampa y el Corriere della Sera, etc.). La compra del 20% de parte de la General Motors mostraba la debilidad del imperio italiano.
En la planta de Turín se venía amenazando con despidos y reestructuraciones en gran escala, producto del acuerdo con la General Motors. Desde mayo de 2001 se venían sucediendo huelgas parciales en todas las fábricas del grupo, y desde el verano de 2002 con las amenazas de despidos más concretas el malestar de los trabajadores crecía. Al mismo tiempo la CGIL daba un nuevo giro “a izquierda”, con el llamado a un nuevo paro general el 18 de octubre, incluyendo en su programa un pronunciamiento contra una eventual guerra en Irak, para ganar las voluntades de los COBAS y los antiglobal, para compensar la ruptura de la unidad de accion con la CISL y la UIL.
A inicios de octubre, es público que la FIAT va a despedir, pero sin decir la cantidad. El déficit de la empresa llega a 6.000 millones de dólares. La huelga general se centra en el tema de la FIAT. El nuevo líder de la CGIL, Epifani hace el acto principal en Torino. El paro general tiene un importante suceso y da un nuevo golpe al gobierno de Berlusconi. En este caso la centroizquierda se divide, el sector de la Margarita condena el paro porque “divide a los sindicatos”, y la mayoría de la DS no lo apoya claramente. La movilización en todo el país supera largamente el millón de personas, los trabajadores paran en un 60% más allá del boicot de la CISL y la UIL. El punto de repudio a la guerra en Irak, fue llamativamente “olvidado” en casi todos los actos de la CGIL. Después de la huelga la empresa de los Agnelli anuncia que va a despedir 8100 trabajadores, cerrando en su totalidad la fábrica de Termini Imerese en Sicilia, y reduciendo drásticamente en la Alfa Romeo de Arese (cerca de Milán). La resistencia a los planes de la FIAT se expande en todas las sedes de la empresa y el tema pasa a primer plano en el país. Toda la “clase política” se moviliza e intenta negociar con los accionistas para que no explote una crisis social de magnitud. La causa de los trabajadores de la FIAT se transforma en la causa de la gran mayoría de los trabajadores.
El gobierno se divide rápidamente. Berlusconi interviene directamente reuniéndose con los directivos de la FIAT, y los critica públicamente. No puede efectuar un salvataje directo a la empresa porque el país viene de sufrir graves inundaciones y un terremoto, y sería mal visto, un aporte de fondos a una empresa mientras hay miles de personas que quedaron sin casa. Los “postfascistas” de Alianza Nacional, no obstante, piden una intervención del Estado. Los cristianos esbozan una crítica a la gestión de la empresa y la acusan de “irresponsablidad social”. La Liga Norte aprovecha la debilidad de Berlusconi para relanzar su proyecto de “federalismo”, amenazando con la ruptura con el gobierno si no se los apoya. La centroizquierda se queda absorta y se limita a responsabilizar de la situación a Berlusconi... y no a los Agnelli. Refundación Comunista dice que hay que nacionalizar la FIAT.
Mientras tanto se desata una oleada de luchas en todas las sedes de la FIAT y se extienden los métodos de corte de rutas y de bloqueos de trenes en las estaciones. No hay un solo día sin luchas. En Turín se hacen dos paros generales en solidaridad con los trabajadores de la FIAT con importante suceso. La causa de los trabajadores de la FIAT es muy sentida a nivel nacional, se desarrollan huelgas en solidaridad (en particular entre los metalmecánicos), y miles de jovenes se movilizan junto con los trabajadores. Los grupos antiglobal también golpeados por las detenciones, hacen ocupaciones de museos y comercios de los Agnelli, y visitan Termini Imerese. Una delegación de trabajadores de la OPEL (de General Motors) de Alemania viene a solidarizarse a Turín planteando que tienen que luchar juntos contra el mismo enemigo. Bajo la presión de la base, la burocracia lleva adelante medidas localizadas a cada fábrica o a cada ciudad o región, no lleva adelante ninguna lucha nacional, de todas las empresas del conglomerado. La CGIL, junto con la CISL y la UIL que “volvieron a la lucha”, van a negociar con la empresa y el gobierno tratando solamente de limitar el daño, no ofrecen a los trabajadores ninguna consigna por la cual luchar, ni siquiera mínima. Hasta el día de hoy no llamaron a ningún paro de todo el conglomerado ni siquiera por 24 horas.
Los dos polos más combativos serán Termini Imerese y Arese. El caso de Termini Imerese es el más grave, ya que en la zona hay una gran desocupación, y el cierre de la planta significaría la crisis total de la ciudad. Es una zona sin tradición de lucha obrera, más bien de clientelismo caudillístico-mafioso, y la mayoría de los trabajadores de esta fábrica votaban a Berlusconi. Allí se hace una huelga por tiempo indeterminado, se organiza una comisión de mujeres de trabajadores, viajan delegaciones por todo el país en busca de solidaridad. Ellos protagonizaran las acciones más radicales bloqueando en varias oportunidades el único acceso a Sicilia desde el continente. Asimismo, hicieron innumerables y masivas manifestaciones en Roma, fueron a bloquear la sede de Melfi, etc. Berlusconi dice que se compromete a “salvar Termini Imerese” e intentan trasladar los despidos a Mirafiori (Turín). Sin embargo los trabajadores reaccionan, y en todas las sedes de la FIAT rechazan los planes de dividir a los trabajadores entre el norte rico y el sur pobre. Ellos se organizaban en asamblea permanente, pero allí se hacían presentes todas las mediaciones posibles para frenar el proceso de radicalización de los trabajadores de la planta siciliana. El presidente de la región Sicilia (de Forza Italia) se “solidariza” con los trabajadores y pasa allí todos los días y da discursos “antinordistas”. La iglesia se hace presente, artistas como Nanni Moretti (el líder de las rondas), los antiglobal de Casarini, etc. La CISL y la CGIL, repetían la lógica de sostener medidas locales pero no hicieron ninguna medida nacional en defensa de Termini Imerese. En el caso de Arese, al estar dirigidos por los Cobas, el ala “antiglobal” del sindicalismo, y ser tocados por gran cantidad de despidos o suspensiones, los trabajadores hicieron una huelga casi permanente, innumerables bloqueos de rutas, e incluso manifestaron frente a la casa de Berlusconi. Sus medidas eran muy “espectaculares” y tenían un discurso más radical, y por eso se transformaron en un referente para los trabajadores más combativos. Pero, no obstante, no jugaron un rol alternativo a la burocracia como veremos mas adelante.
Al ver la potencia de la protesta, el gobierno cambia los potenciales despidos por el pase a la “Caja de integración” (suspensiones con el 80% del salario pagado por el estado) por uno o dos años según los casos. Frente a esto, la burocracia se limita a reclamar “suspensiones rotativas” en todos los establecimientos para repartir el peso de la crisis entre todos los trabajadores.
Los trabajadores de la FIAT sufren una derrota parcial pero la situación sigue abierta
Cuando la lucha de la FIAT parecía tomar caminos muy combativos se abre una puja importante entre la burguesía. En los últimos días de noviembre, se desencadenó una pelea abierta entre la familia Agnelli y Berlusconi. El primer ministro acusa de incompetentes al management de la casa torinesa, que si fuera él los despediría, y que la crisis de la empresa es culpa de la familia. Los Agnelli responden que eso no es de su competencia. La centroizquierda le hace coro a los Agnelli. Los partidos del gobierno acentúan sus divisiones.
Con miles de trabajadores en las calles, el 6 de diciembre la patronal da su última palabra: pase a la “Caja de integración” de 5600 trabajadores por uno o dos años según el caso, en algunas fábricas las suspensiones serán rotativas. Termini Imerese permanecerá cerrada hasta junio o setiembre. La reincorporación de los suspendidos al trabajo “dependerá del mercado”. El gobierno dice que hizo todo lo posible. Después de decretadas las suspensiones, se abre la “telenovela” de la dirigencia FIAT. El 9 de diciembre, Umberto Agnelli cede a la presión de Berlusconi y de algunos bancos (cercanos a los intereses del Cavaliere) y despide al presidente de FIAT Auto (Fresco) y al Manager general. Sin embargo, otros bancos, más ligados a los EE.UU. y a la General Motors sostuvieron a Fresco, y el “patriarca” Gianni Agnelli lo restituye en su puesto, desacreditando a su hermano Umberto y, en cierta medida, a Berlusconi.
Frente a esta “resolución” del conflicto, la burocracia no llama ni siquiera a un paro general de todo el conglomerado. En Termini Imerese, la CISL hace el trabajo sucio de decir que “no hay que ocupar la fábrica” y la CGIL llama a aceptar “en aras de la unidad sindical”. La crisis entre Berlusconi y Agnelli, es obviada por ellos, para que no se cuestione la gestión privada de la hacienda. Los Cobas de Arese tampoco ocupan, ni se declaran en favor de la expropiación. Ni ellos ni la burocracia llaman a un congreso de delegados de base de todo el conglomerado FIAT. Los sindicatos “alternativos” no presentaron ninguna alternativa a la burocracia. Refundación Comunista, que llamaba a la “nacionalización sin pago”, se limita a presentarlo a votar... en el Parlamento, donde son una ínfima minoría. Asimismo se dedicaban a lavar la cara de la burocracia y a hacerla pasar como progresista: “El pedido de intervención directa del estado en el capital de la FIAT, hecha propia también por parte de la CGIL, CISL y UIL, es por lo tanto, devenida la reivindicación central de todo el movimiento sindical” (Liberazione 24/11, Las razones para nacionalizar la FIAT). Lo que hace RC es travestir la posición de las centrales sindicales, que en realidad levantaban, sin mucho entusiasmo, la posición de los “postfascistas” de Alianza Nacional de salvataje de “la principal industria italiana”. RC, que tiene un gran predicamento entre los trabajadores, no llevó adelante ningún combate contra la burocracia sindical.
Pese al duro golpe recibido, la lucha de los trabajadores continúa. Las manifestaciones se prosiguen, se forman comités de suspendidos. Participan en las marcha por la liberación de los antiglobal detenidos. Pero lo que mantiene vivo el conflicto, es la crisis de la empresa FIAT y de Italia. El rojo en las cuentas de la FIAT sigue, y nuevas suspensiones o despidos no están descartados en los próximos meses. La perspectiva más probable es el desmembramiento del imperio FIAT, lo que acrecentaría el desprestigio de conjunto de los capitalistas italianos. Cuando estaba al rojo vivo la crisis de los de arriba, un buen momento para incrementar las luchas de los de abajo, la burocracia se encargó de desmoralizar y dividir llamando a un paro general de la industria sin fecha precisa.
En los últimos días, se revitalizó el conflicto de los docentes y empleados públicos, aumentaron las luchas contra los despidos en las metalúrgicas en el norte, y se realizó el 17/12 un importantísimo paro de los transportes urbanos, que amenaza con continuar en un plan de lucha. Los atentados de diciembre, de dudosa procedencia aunque presuntamente realizados por anarquistas, solamente juegan el rol de reforzar las medidas represivas del gobierno, y no la lucha de los trabajadores. Berlusconi no puede llevar adelante el gran ataque prometido, ya que el movimiento obrero ha demostrado estar vivo y con ánimo de pelea. Mientras existan presos políticos, como los de Génova (en Italia todavía hay centenares de detenidos políticos que vienen de los ‘70), el proyecto de la centroizquierda de utilizar a la justicia como regeneradora política, va a ser difícil que haga pie en el conjunto de los opositores a Berlusconi. Asimismo, el ataque a Irak mantiene en plena tensión a la burguesía entre los pro europeos y los pro americanos, con el movimiento antiglobal que plantea una “huelga general europea” si se inicia el conflicto. La situación italiana deja un importante margen para que la lucha de la FIAT pueda resurgir, ya que todavía los despidos no fueron llevados a cabo, los suspendidos están organizados, su pelea cuenta con la simpatía de la inmensa mayoría de los trabajadores y la juventud, y grandes sectores de la clase obrera continúan en lucha contra el odiado Berlusconi.
Una primera conclusión
El conflicto de la FIAT podía ganarse. Animo de combate había (y aún hay) para llevar adelante una lucha en todo el conglomerado. La huelga en esta gran concentración obrera, sacudió a Italia y contó con la simpatía y la solidariadad de trabajadores, de los jóvenes del movimiento antiglobal y de amplias capas de la población. Pero este ánimo de combate en los sectores más de vanguardia no fue suficiente en este primer enfrentamiento para imponer una alternativa a la dirección burocrática. Aunque la ocupación de las plantas como método y la expropiación estuvieron en discusión entre los sectores más avanzados de los trabajadores, las plantas no se ocuparon, y a pesar de haberse mantenido la unidad de las distintas fábricas, no se logró poner en pie una organización de coordinación única de todo el conglomerado que superara las luchas locales de la burocracia y empezara a marcar el camino de la organización obrera democrática e independiente. Esta experiencia con las direcciones oficiales y las variantes alternativas será muy importante si se retoma el conflicto.
La reestructuración de FIAT está en sus comienzos, y pasada esta primera fase del conflicto, el gobierno y los eventuales nuevos inversores irán en busca de recuperar la rentabilidad, lo que seguramente enfrente a los trabajadores con nuevos ataques en el próximo período. Esto pone en evidencia la contradicción entre los intereses de los capitalistas –italianos y extranjeros- y de sus representantes políticos por un lado y los de los trabajadores y la amplia mayoría de la población por el otro. La única forma de impedir la “reestructuración” de la FIAT y la pérdida de miles de puestos de trabajo será avanzar sobre lo que no se ha logrado hasta ahora: atacar la “sacrosanta” propiedad privada tan celosamente defendida por la burocracia sindical, ocupar las plantas, luchar por la nacionalización sin pago de FIAT y ponerla a producir bajo control obrero. Los trabajadores demostrarían así su fuerza social y su capacidad de dirigir una economía al servicio de los intereses de la población y no en función de las ganacias o las pérdidas de los capitalistas.
La clase obrera viene siendo el eje de la oposición al gobierno de Berlusconi y sus acciones han profundizado las divisiones en el gobierno y al interior de los partidos “opositores”. Ha demostrado que es un actor central a la hora de enfrentar al régimen burgués, ganándose la simpatía de la vanguardia juvenil del llamado movimiento antiglobal. En los procesos de lucha, movilización y politización de los últimos años, está surgiendo una nueva generacion de jóvenes y trabajadores que está aprendiendo con su experiencia, muchos de ellos buscan formas alternativas de organización. Entre los centenares de miles de obreros y jóvenes antiglobalización o que se organizan en los COBAS ¿hay amplias franjas que se orientan a una política muy radical e incluso revolucionaria? Aunque todavía es prematuro definirlo claramente y habrá que verlo en las próximas acciones en el año que se abre, hay varios elementos que hemos desarrollado en este artículo que apuntarían en ese sentido.
Sin embargo, tomada de conjunto, esta vanguardia todavía está influída por la ideología reformista de izquierda de Refundación Comunista o por el anarquismo y el autonomismo, que crean la ilusión de que pueden subsistir “experiencias alternativas” sin necesidad de luchar por el poder del estado. Para que la energía desplegada no termine en la impotencia hace falta un nuevo partido obrero revolucionario, que dé la batalla ideológica y política para regenerar un marxismo creativo que sea atractivo para los miles de trabajadores y los miles de jóvenes que con una ideología confusa cuestionan al capitalismo y que reinstale en su horizonte la perspectiva estratégica de una revolución obrera. Que enfrente a la burocracia, y que luche por la creación de consejos obreros, muy caros a la tradición del país, que sean la base de una nueva sociedad. Estos serán los que propongan expropiar a los capitalistas y organizar racionalmente el enorme aparato industrial italiano, que podría satisfacer con creces las necesidades de la mayorías obreras y populares, y mejorar el medio ambiente. Por ejemplo, los ingeniosos trabajadores y técnicos de la FIAT podrían desarrollar sin problemas los autos ecológicos y crear una nueva red ferroviaria en el sur del país solamente con la tecnología disponible actualmente. Si se expropian los medios de comunicación y se los ponen bajo control de los trabajadores, se recuperará y dará pasos gigantes la cultura italiana, hoy bastardeada en manos de pulpos como Berlusconi y su camarilla. Una nueva Italia obrera, estimulará la revolución no sólo en Europa, sino particularmente en todo el Mediterráneo, de donde vienen millones de inmigrantes para escapar del hambre y regímenes despóticos. Sería un salto en la lucha contra el imperialismo, la explotación y la opresión. Esa perspectiva es la que ponemos en discusión a la vanguardia obrera y juvenil que lucha día a día en las calles y que busca una alternativa al capitalismo.
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