La asistencia mostró la consolidación de la FT-CI. En la III Conferencia realizada en 2005, se integró la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR), actualmente fracción pública del Partido Revolución y Socialismo (PRS) de Venezuela. En esta Conferencia, participaron por primera vez como miembros plenos las compañeras y compañeros del grupo Clase contra Clase, del Estado Español, que junto a otros residentes en Francia, encabezaron la delegación europea, que realizó previamente una pre-conferencia con militantes residentes en Alemania, Italia y Gran Bretaña. Los y las dirigentes de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) de México, Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LOR-CI) de Bolivia, Clase contra Clase de Chile y Liga Estrategia Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LER-QI) de Brasil, junto a los ya nombrados, conformaron los más de 40 delegados presentes.
La situación internacional
Una sesión de la Conferencia estuvo dedicada a profundizar el análisis de la situación internacional, partiendo de los aspectos señalados en el artículo “La debacle en Irak y la decadencia de la hegemonía norteamericana” [1], en el marco más general del análisis presentado en el Manifiesto de la III Conferencia de la FT -CI [2]. Presentamos aquí las principales conclusiones, redactadas en base a un informe elaborado por una comisión especial de delegados.
– 1 Que el factor más dinámico de la situación internacional es la crisis de la hegemonía norteamericana. Como señala un importante analista: “el poder de EE.UU. es lo suficientemente fuerte para establecer una agenda para la actividad internacional pero es demasiado débil para implementarla de forma efectiva globalmente. El poder de otros actores, ya sean estatales o subestatales, es suficientemente fuerte para resistir una agenda norteamericana, pero demasiado débil para dar forma a una alternativa internacionalmente atractiva o para implementar una agenda local duradera libre de influencia exterior” [3]. Sin embargo, esta crisis no llega aún a manifestarse (o confluir) en una dislocación del sistema económico y/o interestatal a nivel internacional como fue la situación internacional de la década de 1930.
– 2 Esta crisis de hegemonía norteamericana está amortiguada por un crecimiento de la economía mundial, basada centralmente en el rol de EE.UU. como gran consumidor en última instancia y de China como el nuevo taller manufacturero y exportador a nivel mundial. Este crecimiento abarca incluso a la mayoría de los países de la periferia capitalista, como es el caso de América Latina, pero sin que el mismo constituya un nuevo periodo de crecimiento “orgánico” de la economía mundial como fue el periodo previo al inicio de la época imperialista (desde fines del siglo XIX hasta 1914-17), o parcialmente el llamado boom de la segunda posguerra. Al mismo tiempo, se han seguido exacerbando las contradicciones que acumula la economía internacional, lo que puede conducir a nuevas crisis financieras o económicas, como lo preanuncia el “martes negro” del 27-2.
– 3 La debacle norteamericana en Irak sigue siendo el punto más crítico en la situación internacional. Una derrota humillante tendría profundas consecuencias para el imperialismo norteamericano, no sólo por la importancia estratégica de la región, sino también por la mayor debilidad de EE.UU. y la ausencia del stalinismo como mediación a nivel internacional, comparada con la derrota militar en Vietnam. Ante esto, existe una posibilidad de que la actual administración norteamericana decida ampliar a Irán la guerra, atacando sus instalaciones nucleares. Sin embargo, a pesar del peso de la fracción más guerrerista liderada por el vicepresidente Cheney, no puede descartarse un giro hacia una política más “realista” (negociaciones diplomáticas) dada la enorme oposición no sólo del movimiento de masas sino también de crecientes sectores del establishment político y militar de Washington.
– 4 Que, más allá de cuál sea el resultado final de la guerra de Irak, y ante un eventual recambio de la administración norteamericana (y un probable triunfo de los demócratas), es altamente improbable que ésta pueda volver al status quo anterior a la guerra de Irak. Por el contrario, lo que se puede prever es que el próximo gobierno norteamericano, se caracterice por su debilidad en el plano internacional, a pesar de que vuelva a una política más pragmática y menos unilateral (inspirada en el “multilateralismo soft” de Clinton en los ’90).
– 5 En este marco se desarrollan fenómenos políticos y de la lucha de clases, alentados por la crisis de la hegemonía norteamericana y el fortalecimiento estructural de sectores de la clase obrera, al calor del crecimiento de la economía mundial (como es el caso de los mineros en toda América Latina).
Estos procesos abarcan:
– a) procesos agudos de la lucha de clases:
• En Irak, una resistencia nacional armada contra la ocupación imperialista, aunque combinada crecientemente (y en forma reaccionaria) con una guerra civil de carácter fraticida.
• La primer derrota militar del Ejército sionista en su historia a manos de Hezbollah (suceso que puede tener un impacto duradero en las masas de la región) y el intento de éste de cambiar la relación de fuerzas al interior del Líbano, mediante acciones de presión que incluyeron manifestaciones e incluso la huelga general contra el gobierno proimperialista de Siniora.
• La resistencia a la ocupación israelí de la Franja de Gaza y, últimamente, conatos de guerra civil entre Hamas, apoyado por Irán, y la presidencia de Abbas de Al Fatah, apoyado por los gobiernos burgueses reaccionarios árabes de la región y fundamentalmente por el imperialismo.
– b) Procesos en los que la clase obrera tiende a jugar un rol más central, expresando la tendencia a la lenta recomposición del proletariado, y cuyo punto más alto en el último período fue la Comuna de Oaxaca. Por otra parte, hubo fenómenos de lucha de sectores no obreros como fueron las multitudinarias movilizaciones estudiantiles en Chile donde llegaron a participar alrededor de 600.000 secundarios.
– c) Estos nuevos fenómenos de la lucha de clases no sólo se desarrollan en la periferia capitalista sino que se dan crecientemente en los países centrales, como indican, por ejemplo, la lucha anti CPE en Francia; la lucha estudiantil en Grecia; la movilización contra la ampliación de la base norteamericana en Vicenza, Italia; las luchas de los inmigrantes en EE.UU. y la reactivación del movimiento antiguerra en ese mismo país.
– 6 La recomposición de la clase obrera es lenta y tortuosa no sólo por las derrotas acumuladas en las últimas décadas (restauración del capitalismo en los ex estados obreros burocratizados, precarización laboral y división de las filas obreras producto de la ofensiva neoliberal, etc.) sino porque, como subproducto de éstas, debe enfrentar a aparatos históricamente reformistas del movimiento obrero, como la socialdemocracia, las distintas variantes del stalinismo y las burocracias sindicales, que se han transformado mayoritariamente en “socialiberales”, desde los ‘80 y fundamentalmente durante los ‘90. Antes tenían un carácter socialmente contrarrevolucionario (hacían todo lo que podían para evitar la revolución social) pero eran políticamente reformistas (exigían ciertas concesiones a la burguesía, alentando a veces luchas parciales). Ahora vienen abandonando crecientemente este último aspecto, con su colaboración activa en la ofensiva neoliberal y con la restauración capitalista en Rusia, China, el este de Europa. Este pase al socialiberalismo es más abierto en los partidos socialdemócratas (incluidos la mayoría de los ex stalinistas) que en los sindicatos, donde las burocracias obreras deben mantenerse al frente de organizaciones que, aunque enormemente corrompidas y adaptadas al régimen burgués, siguen agrupando a sectores importantes de la clase trabajadora.
Este giro a la derecha de las direcciones del movimiento de masas implica que la emergencia de la lucha de la clase obrera depende en gran medida de la rebelión espontánea de las bases, sin recibir los impulsos parciales y acotados “desde arriba” que, por ejemplo, lanzaba a veces la burocracia stalinista en países capitalistas como forma de presionar para alguna negociación (y poder luego frenar y traicionar mejor en los ascensos revolucionarios) durante la “Guerra Fría”. Esta situación, aunque enlentece los ritmos de la lucha de clases hoy y facilita que los procesos sean desviados con falsas promesas, potencialmente plantea la posibilidad de una mayor radicalización de las luchas y el fortalecimiento de las tendencias revolucionarias frente a crisis más agudas, ya que las burocracias obreras (políticas y sindicales) son más débiles que las direcciones tradicionales reformistas del movimiento obrero.
– 7 La Conferencia constata que, de las nuevas mediaciones que han aparecido en América Latina, la principal es el chavismo, cuya influencia se extiende en gran parte del continente. Esta corriente nacionalista es una variante nacionalista burguesa light que está muy por detrás de otros movimientos nacionalistas burgueses de las décadas previas, como fue el cardenismo o el peronismo. Sin embargo, es un importante obstáculo al inicio del proceso de recomposición del movimiento de masas, debido a la comparación que éstas hacen con los gobiernos cipayos y proimperialistas de la década pasada, como Menem, Fujimori, Cardoso, Salinas de Gortari, Sánchez de Losada, etc.
Por lo tanto, la Conferencia resuelve impulsar una campaña política permanente, que levante las demandas antiimperialistas del movimiento de masas y promueva la independencia política de los trabajadores, desenmascarando el carácter burgués y pseudonacionalista del chavismo.
La intervención en los procesos de recomposición del movimiento obrero en América Latina
Parte importante de la IV Conferencia estuvo dedicada a analizar la realidad de cada país donde actuamos y las experiencias de construcción en el movimiento obrero y estudiantil que estamos desarrollando. Cada organización presentó informes sobre los principales problemas políticos de cada país y los desafíos que afrontamos, cuestión que no abordaremos aquí. Sí queremos señalar que fue muy interesante poder comparar los procesos que se están dando en el movimiento obrero en América Latina, sus similitudes y diferencias. En México, en Venezuela y en Bolivia, la crisis de los regímenes políticos burgueses está generando grandes cambios en el movimiento obrero, no sólo en la lucha de clases (donde hay notables desigualdades que ya venimos analizando) sino fracturas y realineamientos en los aparatos sindicales, que inciden a su vez en las organizaciones de base de la clase trabajadora. En México, la crisis del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dirección histórica de los aparatos sindicales nucleados en el Congreso del Trabajo (fundamentalmente en la Confederación de Trabajadores de México - CTM), permitió que el sector agrupado en la UNT pasara a ser hegemonizado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) hace unos años, mientras existe otro sector más combativo dirigido por el SME (Sindicato de Electricistas). Estos sectores “opositores” de la burocracia sindical se han fortalecido en el ultimo periodo encabezando acciones en las que se expresa el descontento obrero y popular, acciones en las que han participado también sindicatos que hace años que no salían a las calles (como el sindicato minero). En Venezuela, el chavismo alentó el surgimiento de la UNT contra la vieja CTV dirigida por los socialdemócratas (“adecos”) cuyos dirigentes fueron golpistas en 2002, pero esta política entró en crisis al transformarse la C-CURA en su principal corriente, donde tienen peso sectores que no responden directamente al aparato chavista. Así hay múltiples procesos de organización contra la vieja burocracia, de las cuales Sanitarios Maracay (una fábrica ceramista de 800 obreros, puesta a producir por sus trabajadores) es sólo el caso más avanzado. En Bolivia son numerosas las empresas donde los trabajadores, alentados por las ilusiones en el gobierno de Evo Morales, empiezan a formar sindicatos, no moldeados por la vieja lógica sindical, vírgenes no solo políticamente sino sindicalmente, producto de la crisis de las organizaciones como la Central Obrera Boliviana (COB) o la Federación de Fabriles. Incluso un sector históricamente muy avanzado, como los mineros de Huanuni, producto del triunfo de la última lucha debería pasar de 800 a 5.000 mineros. En Argentina, aunque los grandes sindicatos siguen controlados por la desprestigiada burocracia sindical peronista, gracias al apoyo del gobierno, hemos visto la emergencia de nuevas comisiones internas y cuerpos de delegados en los servicios, los estatales y la industria. En un país más estable como Brasil, la experiencia con el gobierno de Lula se expresará en el Encuentro sindical conjunto que convocan CONLUTAS (PSTU) y la Intersindical (PSOL) para los próximos meses. En el caso de Chile, donde la feroz dictadura pinochetista (y el continuismo de los gobiernos de la Concertación) llevó a la clase obrera a una profunda fragmentación, también hay síntomas de recuperación.
Como se ve, aunque no se exprese directamente en luchas, hay un proceso de reorganización de la clase trabajadora en el que vienen interviniendo las organizaciones que somos parte de la FT-CI.
Estar insertos en él, alentando sus sectores más consecuentes y clasistas con una perspectiva política revolucionaria de conjunto (evitando el sindicalismo y el obrerismo), es una condición indispensable para mostrar que una teoría y un programa revolucionario que no ceda a la conciliación de clases imperante en la izquierda a nivel internacional, es el más adecuado para incidir en los procesos reales de la lucha y la organización de la clase obrera.
El PSOL y la escandalosa votación de los “Super-Simples”
Del PSOL de Brasil forman parte el SU (Heloísa Helena), sectores afines al MST argentino (el MES) y a IS (la Corriente Socialista de los Trabajadores - CST). Obtuvo 3 diputados en la última elección (muy por debajo de sus expectativas). Acaba de votar a favor en la Cámara de Diputados la “Ley General de Micro y Pequeña Empresa”, conocida como “Super-Simples”. Esta ley no sólo establece beneficios administrativos y fiscales para este sector patronal, sino que en varios artículos permite que los patrones puedan no cumplir legalmente las actuales leyes laborales. Teniendo en cuenta que en este sector trabaja, según estimaciones, cerca del 60% de los asalariados brasileños, se considera que esta ley es el comienzo de la “reforma laboral” que busca imponer el gobierno de Lula. Como vemos, aquí no se trata de “reformas” sino directamente de ataques a las conquistas adquiridas, es decir, de “contrarreforma”. La votación del PSOL a favor de esta ley es una escandalosa capitulación a este sector burgués explotador.
lea también Debate estratégico en la izquierda
|