Por Sandra Romero, Dirigente estudiantil durante la lucha del CGH en 99-00
Alberto Fernández, alguien que nunca he visto, leído y no lo recuerdo de algún proceso de lucha en que he participado, publica una nota llamada Los “provocadores” tienen nombres y apellidos, donde señala mi "posible condición de infiltrada y provocadora”, como parte de la organización a la que pertenezco hace ya más de 15 años, la Liga de Trabajadores por el Socialismo.
No es nuevo escuchar versiones subjetivas de hechos ocurridos en el pasado, contadas a nuevas generaciones que no estuvieron ahí, calumniando o distorsionando los hechos.
Afortunadamente tanto los hechos que señala, como la lucha del CGH la vivieron miles de jóvenes y no sólo él. Y si, hay por lo general dos visiones de este proceso estudiantil, una es la del ala moderada que con los años se ha vuelto cada vez más rencorosa.
La razón de esto es que el PRD no ha logrado recomponerse en la UNAM desde su derrota dentro del CGH en 1999-2000, por su incapacidad entonces de ser alternativa combativa para aquella generación aferrada en la independencia de los partidos políticos del régimen y en luchar consecuentemente por su pliego petitorio.
El PRD no pudo volver a convertir la Universidad en su escuela de futuros diputados perredistas, como lo hizo casi una década y ese es el trasfondo, aunque desesperado y descompuesto políticamente, que tanto le molesta a quienes sostienen este tipo de acusaciones.
Pero hay algo que le molesta más a esta persona: es que no se había visto en mucho tiempo una campaña tan amplia y democrática como la que impulsó la LTS en un par de días por la liberación de los 22 presos políticos del 10 de junio.
Misma organización que está siempre que hay detenidos, con sus abogados al servicio de los compañeros procurando las liberaciones en mejores términos para que la juventud salga moralizada y en mejores condiciones para seguir luchando.
Por eso, esta clase de gente como Alberto Fernández no pueden entender por que la LTS no se deslinda de los sectores anarquistas o los jóvenes radicalizados, pues en su cabeza policíaca esto es incomprensible.
Lamentablemente para él, la LTS ha demostrado los últimos años, como lo hizo en la huelga de la UNAM, la voluntad y capacidad que sólo te puede dar una visión principista, la misma que han demostrado cientos de compañeros combativos que sufren la represión del régimen en el presente y en el pasado.
¿Será posible que Fernández tenga razón y en casi 14 años no haya podido demostrar sus "sospechas" contra los militantes de la LTS? O no será un calumniador más que se hace parte de la criminalización a la juventud y la izquierda en México, donde parece que ser anarquista, socialista o revolucionario es un delito.
Fernández tendría entonces que convencer de que están equivocados a los miles de académicos, artistas, intelectuales, abogados, luchadores sociales, diputados, que firmaron la campaña internacional por la libertad de los militantes de la LTS, junto con todos los detenidos y que ésta no es la forma como se debe luchar para liberar a los presos políticos. El mismo tipo de campaña que levantó la LTS el 6 de febrero por la libertad de los presos del CGH.
Fernández no sólo carece de una concepción de clase para analizar la realidad, sino que su lógica no le pide nada a la policía. Su visión es similar a la de aquellos moderados fundidos de los años 80s que hoy forman parte de los represores dentro del GDF, de los que nos defendemos.
Me enorgullezco de la amplia unidad y enorme campaña solidaria que logramos para liberar a los compañeros y que el resto que no lograron salir de inmediato alcancen derecho a fianza. Ese es el camino. Contrario a Fernández, yo hoy estoy feliz por que logramos liberar a los compañeros, él seguramente prefiere verlos presos.
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