Por Alberto Armendariz
RÍO DE JANEIRO.- Siempre manteniendo su estilo sobrio y concreto, Dilma Rousseff se anotó ayer varios goles en esta "copa de las manifestaciones", como se ha apodado popularmente a la ola de protestas que convulsionan a Brasil desde la víspera de la inauguración de la Copa de las Confederaciones.
En primer lugar, con su imprevista propuesta de llamar a un plebiscito para convocar a una asamblea constituyente que reforme algunos aspectos políticos de la Carta Magna del 88 demostró que escucha realmente los reclamos de la calle por cambios en el sistema político. Abrió el diálogo a la sociedad civil y con otros dos niveles de gobierno como son los gobernadores y alcaldes. Frente a quienes dudaban de su osadía política, dejó en claro que no les teme a los desafíos, a repensar la situación, y que está dispuesta a recuperar la iniciativa que parecía haber perdido su gobierno en las últimas semanas e incluso meses.
"Existen riesgos, pero acá no se están cuestionando la legitimidad ni la fortaleza de la Constitución del 88; se está cuestionando la capacidad actual del sistema político para generar los resultados que la propia Constitución prevé. Además, en las naciones bolivarianas, fueron los propios gobiernos los que forzaron estas reformas; en Brasil es la sociedad la que presionó para un cambio", explicó a LA NACION el constitucionalista Oscar Vilhena Vieira, profesor de Derecho de la Fundación Getulio Vargas, en San Pablo.
Al destacar que quiere que las enmiendas tengan como prioridad mecanismos más efectivos para la lucha contra la corrupción, Rousseff también reforzó esa imagen positiva que se había ganado durante el primer año de su mandato, cuando pidió la renuncia a siete de sus ministros acusados de irregularidades. Fue esa actitud inflexible con la corrupción, justamente, la que le hizo alcanzar récords de popularidad en las encuestas.
Ganó, además, tiempo, factor político clave, de cara a las elecciones de octubre de 2014, cuando se juega su reelección. Entre la organización del plebiscito y de la asamblea constituyente, es probable que el proceso acabe recién antes de los comicios, lo que le serviría como una carta de triunfo frente a la sociedad.
Por otro lado, pateó la pelota al Congreso en el tema educativo. Ella ya había propuesto el año pasado destinar el 100% de las ganancias provenientes de la explotación petrolera a educación, pero los legisladores han mantenido encajonado el proyecto. Ahora, frente a una sociedad activa, demandante, no tendrán más remedio que actuar.
En tanto, es importante destacar que, aunque todavía es temprano para pronosticar el rumbo que tomarán las protestas que agitaron a Brasil, después de dos semanas de masivas manifestaciones, el rosario de propuestas que la presidenta presentó ayer -concretas, positivas y que van hacia adelante- ya es mucho más de lo que lograron otros movimientos similares, como los indignados en España y Occupy Wall Street.
|