Por PTR (Partido de Trabajadores Revolucionarios), de Chile
El 2011 fue una irrupción de la lucha del movimiento estudiantil, con movilizaciones de 1 millón en las calles, tomas de 500 colegios y 36 Universidades, apoyo en las encuestas de hasta 80%, jornadas de enfrentamientos callejeros contra la brutal represión, luchas contra las burocracias estudiantiles que frenaban o desviaban el proceso, que instalaron el grito de la educación gratuita y el fin a la educación de mercado, una de las herencias de la dictadura preservadas y profundizadas por la derecha y la Concertación. Cambió la política nacional: un proceso de lucha de clases que se reabrió y debilitó al Gobierno, los partidos del régimen, la Justicia, el Parlamento (que las encuestas reflejan un apoyo de apenas el 22%). Con esa lucha, fue comenzando a madurar un nuevo movimiento estudiantil, y comenzando a gestar un sector de vanguardia a su cabeza, y el movimiento estudiantil pasó a ser el principal opositor al Gobierno y al régimen en las calles. El 2012 las movilizaciones del movimiento estudiantil continuaron y los secundarios fueron los protagonistas de las tomas; la lucha de clases comenzó a ampliarse y extenderse: en las Regiones (Provincias) hubo verdaderas revueltas locales (como en Aysen y Freirina); y también se expresó en el régimen: en las elecciones municipales hubo un 60% de abstención. El 2013, en un año electoral, con elecciones parlamentarias y presidenciales a fin de año, el movimiento estudiantil dio continuidad a su lucha: nuevas movilizaciones con más de 150.000 en las calles, más de 100 colegios y universidades en toma, y un hecho nuevo, un gran paso adelante: una jornada de paro y movilización junto a sectores de la clase trabajadora; es que también este año, sectores estratégicos de los trabajadores se ponen en movimiento, como el paro portuario de 22 días, que nacido en un puerto del Norte, se extendió en un gran paro nacional portuario en solidaridad, retomando métodos clásicos de la lucha de clases de los trabajadores. Las perspectivas son a la intensificación de la lucha de clases, pues junto a los elementos de debilitamiento del Gobierno y el régimen, y estos primeros pasos de la lucha de clases, comienza a anunciarse un enlentecimiento del crecimiento económico que puede derivar en una crisis abierta.
La entrada de sectores estratégicos y centrales de la clase trabajadora
En abril, un paro por el derecho a un bono y horario para almorzar en uno de los puertos de Chile, al Norte en Mejillones, se transformó en un paro nacional portuario en solidaridad de 22 días. Es uno de los sectores estratégicos de la clase trabajadora en Chile, país exportador por excelencia. Tuvo esas semanas en vilo al Gobierno y a la clase patronal. Fue antecedido por un paro de trabajadores forestales al Sur, otro de los sectores centrales de la economía chilena, y seguido de paros de los trabajadores mineros del cobre, principal recurso económico de Chile. Ese paro nacional portuario, va gestando también una nueva subjetividad en los trabajadores, con métodos históricos como el paro en solidaridad, y movilizaciones combativas. Y nuevos agrupamientos de dirigentes sindicales de base, hablando del clasismo, pujan por re-emerger, a la vez que empiezan a organizarse junto a las organizaciones de izquierda, como fue ante el asesinato de un dirigente sindical a inicios de año en una empresa, que dio un proceso de movilizaciones organizadas por organizaciones de izquierda y algunos de estos dirigentes sindicales de base.
Para julio, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ha convocado a un Paro Nacional entre otras demandas, contra otras de las herencias de la dictadura, como el Código Laboral (que, por ejemplo, ni siquiera permite un derecho efectivo a huelga), o el sistema de pensiones privadas, que fue instaurado en dictadura por el hermano del actual presidente Piñera, que las direcciones burocráticas del Partido Comunista y Partido Socialista que la dirigen quieren como medida de presión contra el Gobierno y para favorecer la candidatura de Bachelet. Pero que sería el segundo paro nacional, desde el fin de la dictadura, en más de 20 años.
Esa nueva subjetividad, va dando también, nuevos pasos adelante: el 26 de junio, se realizó un paro obrero estudiantil con movilizaciones en las calles durante más de 15 horas, con paralizaciones de los portuarios, los mineros del cobre, sectores de profesores y otros. Así también, la clase trabajadora va rompiendo con el corporativismo de sus luchas.
Tendencias a la emergencia de un nuevo movimiento estudiantil
El 2013 también las movilizaciones estudiantiles continúan con fuerza: Van 15 movilizaciones: El 7-3 con 5.000 en Santiago, 1.000 en Valparaiso y también movilizaciones en Valdivia y Concepción. El 28-3 con 40.000 en Santiago, 6.000 en Valparaíso. El 11-4 con 250.000 en todo Chile. El 25-4 con 7.000 en Santiago. El 8-5 con 80.000 personas sólo en Santiago. El 15-5 con 3.000 en Santiago. 28-5 con 18.000 estudiantes. El 13-6 con más de 100.000 en las calles solo en Santiago. El 20-6, con 1200 en Santiago. El 26-6, el paro obrero estudiantil, con una movilización de más de 100.000 sólo en Santiago.
Y se inició el proceso de tomas y paros indefinidos, que alcanzó a más de 100 colegios y Universidades.
Proceso que debió enfrentar a las direcciones burocráticas, y la oposición de los Rectores, el Gobierno, al dura represión policial, la criminalización de los medios de comunicación.
Las tomas muestran también una maduración de sectores del movimiento estudiantil. Que concluye que las luchas de presión con movilizaciones rituales no alcanza, que no será una graciosa concesión del Gobierno lo que de sus demandas, sino que hay que arrancársela con métodos de la lucha de clases. Que en las tomas, se organizan bajo la democracia directa estudiantil con asambleas donde todo se discute, realizando talleres de discusión política, de marxismo, organizando las movilizaciones. Y que va legitimando un método de lucha de clases: un ex Ministro de la Concertación alarmado advirtió que se puede pasar de las tomas de los lugares de estudio, a las tomas de los lugares de trabajo.
La política de las direcciones burocráticas y los colectivos populistas, contra el proceso de tomas, es un freno que está separando a la vanguardia estudiantil en lucha, con los sectores de retaguardia, lo que está debilitando este nuevo episodio de la lucha.
Pero que debilita al Gobierno y al régimen, cuestiona una de las herencias de la dictadura, abriendo una catarata de cuestionamientos a todo el régimen. Como dice alertada la clase patronal: “hoy todo está en discusión”. Y que, con sus avances y retrocesos, sus distintos episodios, tiende a intensificar los procesos de la lucha de clases.
Desplazamiento a izquierda, politización y nuevas amenazas para el régimen
Las elecciones presidenciales entonces, como vemos, no lograron jugar su juego de confiar en alguna variante de los partidos del régimen sacando de las calles a estudiantes y trabajadores.
Pero no abandonan el intento de hacerlo. Para lograrlo, se ha producido un desplazamiento a izquierda en el conjunto de la política nacional. Para usurpar las demandas de la lucha de trabajadores y estudiantes, la candidatura de Bachelet por la Concertación (ahora Nueva Mayoría en su pacto político con el Partido Comunista) las toma para sacarlos de las calles e intentar desviar, frenar y canalizar dentro del régimen los procesos de lucha de clases en curso –pero expresándolos, aunque distorsionadamente. Tan es así, que, aunque constreñido dentro de dos variantes de los partidos del régimen, la derecha y la Concertación, se editorializa que: “es la percepción de que en las elecciones presidenciales de noviembre se confrontarán programas de gobierno con visiones y propuestas profundamente diferentes en aspectos muy relevantes para la sociedad chilena. Diferencias que se pensaban superadas respecto al modelo de organización política y económica que más conviene al país, han surgido con fuerza y deberán ser objeto de amplio debate de aquí a noviembre” (La Tercera, 1/7).
¿Este cuestionamiento de la herencia de la dictadura fue puesta por Bachelet? Al contrario. Fue puesta por la lucha de clases, las luchas de estudiantes y trabajadores y sus demandas. Es decir, todas las contradicciones que vienen alentando la lucha de clases, siguen abiertas. Y a la lucha en las calles, se agrega una enorme politización con, como vemos, un sello hacia la izquierda. Pero con sus límites. En las elecciones primarias del 30-6, votó un altísimo casi 25% del electorado (en estos procesos a nivel internacional votan entre 6 y 10%). Los límites están en que se abra una “ilusión posibilista” de que confiando en una variante de los partidos del régimen, y no confiando en las propias fuerzas y los métodos de la lucha de clases, se puedan conquistar las demandas de estudiantes y trabajadores.
Pero hay otro límite, para el régimen: la deslegitimación que ya vimos, y uno nuevo. La economía en estos años actuó como amortiguador. Ahora, se discute lo que se llama el fin del “superciclo del cobre”, que impactará duramente la economía de Chile, con probables ajustes, despidos y una mayor ronda de ataques contra trabajadores y estudiantes. En este proceso de maduración de una nueva subjetividad, puede conducir a una intensificación de la lucha de clases. Aunque la construcción de un partido revolucionario, como el que lucha por poner en pie el PTR, fusionándose con lo mejor de los sectores de vanguardia de estudiantes y trabajadores que comienzan a emerger, es clave para que estos procesos puedan avanzar y dar un necesario salto adelante.
|